Museo Nacional de San Carlos y la colonia Tabacalera: de la aristocracia novohispana al “PRI del siglo XXI”
El Museo Nacional de San Carlos, el Monumento a la Revolución, el Frontón México, la Alianza de Ferrocarrileros Mexicanos, sindicatos, oficinas del Partido Revolucionario Institucional, hoteles, cantinas, teatros, comercios, predios protegidos por la Asamblea de Barrios, casas habitación; oficinistas, comerciantes, prestamistas, ambulantes, “coyotes”, indigentes, sexoservidores y colonos son elementos que establecen relaciones para significar el espacio mediante procesos culturales y simbólicos de la vida social contemporánea en la Tabacalera, zona, que como muchas otras de la ciudad de México, sufre un franco proceso de deterioro en la calidad de vida que hace urgente su rescate.
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JAIME ALDARACA FERRAO • Estudiante de la maestría en
Historia del arte, Universidad Nacional Autónoma de México
jaldaracaf@gmail.com
Del centro a la periferia: el arte clásico europeo
Las iniciativas culturales estructuradas en México desde el liberalismo triunfante en la segunda mitad del siglo XIX, y durante el XX con los regímenes posrevolucionarios, no favorecieron la exhibición del arte europeo posrenacentista. Ese acervo, que durante buena parte del siglo XIX había gozado de una excelente fortuna crítica y que había sido el núcleo alrededor del cual giraba la producción plástica nacional, fue perdiendo de manera progresiva importancia estética y visibilidad pública, hasta la fundación del Museo de San Carlos en 1968.
Para Áurea Ruiz
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ANA GARDUÑO • HISTORIADORA DEL ARTE
Investigadora del Cenidiap
Museo Nacional de San Carlos,
escaparate al pasado
En junio de 1968 fue inaugurado el Museo de San Carlos y en 1994, por decreto presidencial, adquirió el rango de Museo Nacional. Este recinto alberga uno de los más importantes acervos de arte europeo en México, perteneciente a corrientes estilísticas que datan desde el siglo XIV al XIX. Asimismo, a través de numerosas exposiciones temporales se ha convertido en uno de los principales museos de la capital del país. A continuación, un breve análisis de las diversas temáticas a las que se han dedicado las muestras presentadas en sus salas a lo largo de estas cuatro décadas de existencia.
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NADIA UGALDE GÓMEZ • HISTORIADORA DEL ARTE
Investigadora del Cenidiap
Rescate entre las cenizas. El arte de Pompeya en el Museo Nacional de San Carlos
A lo largo de cuatro décadas este museo ha albergado numerosas exposiciones que han mostrado al público mexicano y extranjero muchas de las maravillas del arte universal de todos los tiempos. Una de las más extraordinarias, y también entre las más visitadas, fue la que exhibió algunos de los tesoros de Herculano y Pompeya, ocultos durante siglos por los restos de la erupción del Vesubio.
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MARÍA TERESA SUÁREZ MOLINA • HISTORIADORA DEL ARTE
Investigadora del Cenidiap
Felix Bernardelli (1862-1908).
Un artista moderno en el
Museo Nacional de San Carlos
En 2008 el Museo Nacional de San Carlos cumplió cuarenta años de existencia. El valor fundamental de este espacio museístico ha sido albergar un excelente acervo de obras europeas y nacionales que datan desde la época de la Colonia hasta ya entrado el siglo XIX, con énfasis en la influencia que la pintura del Viejo Mundo tuvo en México a partir de la conquista española. En este sentido, el europeocentrismo se ve manifiesto en la mayoría de los géneros artísticos de las piezas que conserva el museo, así como en la línea curatorial que preside gran parte de las muestras que presenta, como fue el caso de la que aquí nos ocupa.
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LAURA
GONZÁLEZ MATUTE • HISTORIADORA DEL ARTE
Investigadora del Cenidiap
Instantes suspendidos:
Luciano Matus en el Museo Nacional de San Carlos
En 2005 y 2007 el Museo Nacional de San Carlos fue intervenido por Luciano Matus, lo que evidenció la apertura y versatilidad que se le ha otorgado a este recinto para también albergar manifestaciones artísticas contemporáneas. Las intervenciones en el patio oval otorgaron un aire de ligereza al añejo edificio, y la percepción de sus formas cambió al ser observadas a través de finísimas retículas de metal; hilos que se tocaban sin enredarse, colocados unos al azar y otros con base en la geometría. Así, en lo que fue la casa del Conde de Buenavista, aristócrata novohispano, el paso del tiempo se evidenció y provocó la convivencia de dos instantes: la arquitectura centenaria y el “efecto” provocado en los espectadores, quienes transitaron el espacio y lo pudieron mirar renovado.
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SUSANA PLIEGO QUIJANO • HISTORIADORA DEL ARTE
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