D I V E R S A L I B R A R I A • • • • • •
 



Luis Ortiz Monasterio, El ropero de piedra, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2007, 176 pp.

 

 

Las palabras y las piedras en la autobiografía de Luis Ortiz Monasterio(*)


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GUADALUPE TOLOSA SÁNCHEZ HISTORIADORA
Investigadora del Cenidiap
guatolo@yahoo.com


 

Es común encontrar entre los artistas mexicanos activos en la época posterior a la década armada una aspiración a nuevas formas de ser y hacer, pero menos frecuente es el amor al arte, a la lectura y a la escritura que les tenía el escultor Luis Ortiz Monasterio (1906-1990). Su biblioteca personal era la bitácora de estos afectos: la historia antigua, el Renacimiento, la teoría del arte, la filosofía y la religión orientales, así como las matemáticas, la arquitectura, la física y, sobre todo, el México prehispánico.

Ortiz Monasterio, junto con Germán Cueto, era considerado un escultor de vanguardia. Perteneció a la generación de artistas inmersos en la encrucijada del arte emanado de la Revolución mexicana, cuando en los años veinte se vivía en la antigua Academia de San Carlos una etapa de transición en la enseñanza. Ya desde sus dieciséis años se apreciaba cierta maestría en la ejecución de sus creaciones, así como la presencia de elementos clasicistas, y se advertía el deseo de alcanzar una síntesis de la escultura egipcia, griega y precolombina, lo que con los años se convertiría en una constante en su obra. Utilizó prácticamente todas las técnicas en su producción escultórica, desde la talla directa hasta los complejos trabajos de fundición, pasando por el barro cocido y el yeso.

A partir de las obras, las cartas, los documentos, las imágenes, los escritos o los libros de un artista podemos percibir sus inquietudes e ideas referentes a su creación artística. Así ocurrirá si atendemos a las palabras de Luis Ortiz Monasterio en estas memorias. Ellas hablan de su vida privada, en efecto, pero también de sus ideas sobre el progreso y los intereses culturales de la sociedad mexicana en la época en la que él vivió.

La valoración de la voz del artista preocupa a los estudiosos de la historia del arte. Además de rescatar el mensaje del propio creador, favorece el diálogo entre la palabra del crítico de arte y el artista mismo. El ropero de piedra es un texto indispensable para el conocimiento de la trayectoria de Ortiz Monasterio. Constituye un testimonio que subraya el valor de su palabra en relación con su persona y su creación plástica.

Los lectores de las memorias de Ortiz Monasterio, páginas que lejos de ser pretensiosas o de montar un pedestal para su autor, podrán encontrar en ellas su habitual y característica forma de ser: un artista original y modesto. Escribió sin otro ánimo que el de mostrar cómo desarrolló su mente creativa, al tiempo que iba conociendo su ser interior. No se trata de una autobiografía que dé cuenta de su larga existencia. Es un texto breve, escrito en un lenguaje coloquial, sin la intención de ser literalmente bello o emotivamente fuerte. Ortiz Monasterio escribió estas páginas hacia el final de su vida, aunque las vislumbró desde que contaba los veinte años, cuando comenzaba el auge de su producción pública y monumental. Murió a los ochenta y tres años. La publicación de El ropero de piedra queda así como un homenaje al escultor Luis Ortiz Monasterio.

 

Nota

* Extracto del prefacio escrito para la primera edición de Luis Ortiz Monasterio, El ropero de piedra, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2007.