NÚMERO
43



ENERO
JUNIO
2019

TEXTOS Y CONTEXTOS

Gráfica por Ayotzinapa: #IlustradoresConAyotzinapa
e Imágenes en Voz Alta

Graph for Ayotzinapa:
#IlustradoresConAyotzinapa and Imágenes en Voz Alta

Resumen

La desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa ha desencadenado un movimiento de protesta social por la vida a través de distintos lenguajes sensibles que nos hacen involucrarnos en el dolor de los otros y reconocernos en él como parte de un mismo contexto de malestar. La gráfica sobresale en este proceso comunicativo de lucha, genera un paisaje de sublevación e impregna a las movilizaciones de una estética particular. El objetivo central de este escrito es presentar un análisis de la gráfica reunida en dos plataformas digitales de uso abierto: #IlustradoresConAyotzinapa e Imágenes en Voz Alta, y mostrar tanto las características formales como conceptuales de los trabajos aglutinados en estos espacios simbólicos.


Abstract

The enforced disappearance of the 43 students of Ayotzinapa has triggered a social protest movement for life, through diverse languages that prompt us to get involved with the pain of others, recognizing ourselves in that pain as part of the same context of discomfort. Graphic art has a prominent role in this communicative process of struggle, generating a landscape of uprising, and permeating the mobilizations with a particular aesthetic. The main purpose of this paper is to present an analysis of the graphic art works gathered in two open-use digital platforms: #IlustradoresConAyotzinapa and Imágenes en Voz Alta, showing both the formal and the conceptual features of the works gathered in these symbolic spaces.



Itzia I. Solís González
diseñadora
itziasolisg@gmail.com


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La gráfica producida a partir de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa constituye una representación fenomenológica y psicologizada de un movimiento de protesta social por la vida, un grito de rabia ante una trama histórica de violaciones a los derechos humanos, y un aliento para mantener la lucha viva a cuatro años del crimen. La estética generada ha dado voz a los estudiantes, a sus familiares y amigos, y a los millones de mexicanos que se han indignado ante la ola de violencia exacerbada que vive el país desde al menos hace doce años. Al mismo tiempo que sostiene la exigencia de justicia, construye narrativas que se oponen a la “verdad histórica” implantada en su momento por el gobierno para sustentar otra versión de los hechos al hacerlos aprehensibles fuera de los marcos simbólicos convencionales. De esta manera, la gráfica potencia la protesta gracias a su posibilidad de aparición, a la agencia que ejerce para la convocatoria de quienes no han volteado a mirar su existencia y por cómo integra la memoria colectiva para la creación de una historicidad diferente, que incluye y deviene de los oprimidos.


La noche de Iguala, un crimen de Estado

Hablar de la desaparición forzada en México significa tocar las fibras más profundas de la violencia histórica que es parte intrínseca de la estructura política y económica de nuestro país, un sistema operativo implementado desde el poder que utiliza estrategias de represión, persecución y contención de la población. El caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, se inscribe en este ámbito del terrorismo de Estado, resultado de un ambiente precario coaccionado por la fuerza de bandas criminales que controlan el territorio a través del narcotráfico.

La barbarie del poder ha generado una guerra silenciosa a lo largo del país, convirtiendo a los estados más pobres y a las fronteras (sur y norte) en grandes cementerios. Tan sólo “Los sexenios de los presidentes Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018) suman 234 mil 996 homicidios dolosos hasta octubre de 2017, el mes más violento del año más violento del que se tenga registro”.[1] En cuanto a las desapariciones forzadas, Amnistía Internacional reportó para 2017 y comienzos de 2018 que, de acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas , un padrón oficial, seguía sin esclarecerse el paradero de 34 656 personas, esto sin tomar en cuenta los reportes anteriores a 2014.

Bajo un fuerte clima de incredulidad y desconfianza en las autoridades, ha perdurado la fragmentación social que evidencia la crisis política de un Estado fallido en el que prevalecen la impunidad, la violencia y la corrupción. Los hechos violentos de Iguala —donde “murieron seis personas, tres de ellos normalistas, hubo dos decenas de heridos y 43 sufrieron desaparición forzosa”[2]—,ponen de relieve una realidad que no ha sido enfrentada: el asesinato y la desaparición de miles y miles de personas, buscadas en fosas clandestinas diseminadas por todo el territorio nacional. La desaparición de los 43 normalistas representa un punto de inflexión en la visibilización de un sinfín de crímenes que se han cometido en México en las últimas décadas, de los cuales, en su mayoría, no se ha encontrado ni la verdad ni la justicia que otorguen un sentimiento de paz a los familiares de las víctimas. Ayotzinapa es la imagen de la violencia de la pobreza, la marginación, la injusticia, la impunidad, la corrupción; del abuso de poder, de la ineficiencia del sistema judicial mexicano y, a su vez, de la semilla que brota en la búsqueda de ecuanimidad por todas las víctimas de un país que respira muerte. Este contexto es condensado en la gráfica que diferentes artistas han producido acerca del movimiento.


Configuración de la protesta por los 43 en la gráfica

La solidaridad de miles de personas —diversas organizaciones civiles, de derechos humanos, sindicales, campesinas, estudiantiles, artísticas y organismos internacionales— ha acompañado el amargo caminar de los familiares y compañeros de los normalistas en la exigencia por justicia. Las acciones globales por Ayotzinapa se han realizado en diferentes partes de México y el mundo. Hasta el momento de redactar este documento ­—26 de agosto de 2018— se han realizado 47 acciones globales.

Ayotzinapa no perdona ni olvida. La protesta por los 43 normalistas ha creado mensajes contra el abandono y, en primera instancia, contra la desinformación mediática, lo que ha vuelto visible la magnitud de los hechos: violencias que transgreden todo clima de estabilidad social. De tal manera que el movimiento por los 43 ha creado múltiples “formas sensibles”,[3] composiciones que observan, procesan y protestan por lo que acontece alrededor y nos concierne, nos exigen un despertar. Por sus lenguajes, constituyen unidades de conocimiento e historia que se hacen formas aprehensibles, es decir, configuraciones que vuelven alcanzable una verdad, que tocan lo que sucede, saben ver en lo que causa el dolor; lo abstraen, lo digieren y lo sensibilizan entre la emoción y la razón.

La gráfica es parte de estas formas sensibles que demandan una mirada crítica, hacen público el malestar y se disponen a la creación de una conciencia social de lucha y exigencia de justicia por los desaparecidos. Por medio de esta estética de subversión es como artistas plásticos y visuales, diseñadores y creativos autodidactos accionan políticamente y concuerdan en una estética relacional que da sentido a un momento histórico, les hace saber al resto del país y del mundo que los estudiantes y su familia no están solos, que “Ayotzinapa somos todos”.


De la red a las calles: iniciativas gráficas para la protesta por Ayotzinapa

La imagen de Ayotzinapa provocó un fenómeno de empatía en una multitud conectada que conformó una comunidad politizada de sentido organizativo para la lucha;[4] redes autogestivas dispuestas a la protesta social, en las que el papel de las tecnologías digitales fue fundamental para su organización.

La disposición comunicacional de las escuelas normales rurales pronto escaló a la conexión con organismos de derechos humanos y de medios independientes dentro del país y en el extranjero. De esta forma se conocieron los rostros y las voces de los sobrevivientes del crimen, así como de las madres y los padres de los desaparecidos alrededor del mundo.[5] Las movilizaciones se gestionaron principalmente a través de redes sociales como Facebook, Twitter y blogs informativos, lo que produjo una comunicación rápida y eficaz que utilizando hashtags exponía la información que se iba suscitando en las acciones de protesta. La gráfica de convocatorias a las marchas y a otras actividades de protesta son las imágenes más constantes en esta circulación virtual.



Rexiste, Verte regresar, 2015, cartel, primer aniversario.


Lo mismo sucedió con algunas iniciativas para la representación simbólica del movimiento que compartieron reflexiones y miradas que después irrumpirían los espacios públicos. Tal fue el caso de #IlustradoresConAyotzinapa y de Imágenes en Voz Alta, cuyos trabajos trascendieron el mundo digital cuando fueron impresos en lonas y carteles, portados principalmente por los familiares de los 43 en las marchas y en las jornadas culturales en plazas públicas. Además, diferentes personas interesadas en la gráfica compartieron sus creaciones de forma independiente a través de estos mismos medios, de tal forma que también fue posible su reproducción en el espacio público. Así, la gráfica devino en textos vivos, activos en un movimiento que seguía los recorridos de los discursos de cada suceso; acompañó a las caravanas dentro y fuera del país.

El quehacer gráfico de estas iniciativas virtuales supone un lugar más amplio de reflexión y articulación, permite a los creadores tener más proximidad a los sucesos. Asimismo, su elaboración facilita constituir mensajes complejos, ya sea conceptualmente o por la técnica o estilo artístico empleado. Conforma una protesta en actos comunicacionales que, si bien surge de un pequeño grupo de personas, su fin es socializar los mensajes públicamente y crear espacios culturales politizados; además de conformar archivos virtuales del movimiento, abiertos a un continuo tratamiento.


Ilustradores con Ayotzinapa

La ilustradora Valeria Gallo emitió en octubre de 2014 una iniciativa por medio de la cual invitaba a diseñadores, artistas, ilustradores y a la sociedad en general a sumarse en la protesta por Ayotzinapa retratando los rostros de los normalistas desaparecidos con el hashtag #IlustradoresConAyotzinapa acompañados de la frase “Yo, (Valeria Gallo), quiero saber dónde está (Benjamín Ascencio Bautista)”. Los retratos se realizaron en diversas técnicas, desde el realismo figurativo hasta expresiones más abstractas, conceptuales y simbólicas. Algunos fueron realizados manualmente en hojas bond, incluso en hojas con retículas de cuaderno, con herramientas tradicionales como el grafito, lápices de color, pasteles, acrílicos, crayones, marcadores o plumones, tinta china, acuarelas y plumas de colores.


 
Valeria Gallo, Yo, Valeria Gallo, quiero saber dónde está Benjamín Ascencio Bautista , 2014, #IlustradoresConAyotzinapa.


Los retratos realizados digitalmente logran gran expresividad, y fueron hechos a partir de collage de fotografías, de texturas e ilustración manual, o con vectores que simulan bordados o grabados. Cuando se mezclan las técnicas tradicionales y digitales se consiguen efectos más plásticos o experimentales. En una sección aparte se encuentran los bordados y serigrafias, así como ilustraciones hechas a partir de la fotografía de un montaje de objetos y recortes de papel.



Armando Cruz, Yo, Armando Cruz, quiero saber dónde está Miguel Ángel Mendo Zacarías , 2014, #IlustradoresConAyotzinapa.


Un número importante de las ilustraciones contenidas en esta plataforma son retratos sencillos: únicamente del rostro, muy probablemente basados en las fotografías distribuidas por la Escuela Normal. Otros tantos contienen expresiones en forma de pequeños textos que, aparte del rostro y nombre del desaparecido, enuncian datos acerca del entorno rural del que provenían. Los describen desde una aproximación íntima; por ejemplo, a través de los apodos con que eran conocidos en la escuela. También llegan a exponer algún pequeño texto que remite a la situación que vive su familia después de su desaparición, mensajes de extrañamiento, de búsqueda y esperanza. De igual manera, expresan consignas que reclaman justicia y hacen acusaciones al Estado, con frases que a la postre fueron reconocidas como propias del movimiento.



Kozme Katlipoka, Yo, Kozme Katlipoka, quiero saber dónde está Everardo Rodríguez Bello , 2014, #IlustradoresConAyotzinapa.


#IlustradoresConAyotzinapa presupone un acercamiento a la vida de los estudiantes más allá de los registros policiales que sólo los muestran como un número más. Invita al espectador a mirar con empatía los rostros de una vida que fue destruida; desafían la mirada preguntando dónde está cada uno de ellos, los llama por su nombre, los sitúa como víctimas de desaparición forzada.

Los retratos significaron una enunciación del desaparecido a la vez que de la persona que lo realizaba, que plasmó sus deseos porque cada estudiante fuera encontrado vivo. A través de la manifestación de la primera persona en el pie de cada ilustración el creador hace patente su papel como agente social y político que, sin importar si es un profesional creativo, realiza una representación de lo que abduce de un crimen que le afecta. De este modo, los retratos aparecen como índices de la ausencia de los 43 normalistas, de su desaparición forzada.


Imágenes en Voz Alta

Se trata de una iniciativa ciudadana que tiene por objetivo fomentar la libertad de expresión, condenar la censura y la violencia, y generar una memoria gráfica de los acontecimientos que suceden en el país. Ante los hechos de Ayotzinapa abrió la convocatoria para adherirse a la protesta por medio de la gráfica con el fin de crear un banco de imágenes que pudieran ser compartidas libremente en redes sociales, medios electrónicos e impresos. Actualmente pueden ser descargadas en formato de alta calidad para imprimirse, distribuirse y usarse en manifestaciones individuales o colectivas. Bajo el lema “Comparte, imprime, habla y discute”, se han reunido más de 140 carteles desde noviembre de 2014. Esta convocatoria continúa abierta.

La iniciativa ha logrado reunir carteles de gran riqueza visual e impacto, con composiciones unitarias, activas y equilibradas. Realizados en su mayoría digitalmente, en alto contraste con algunos acentos de color, reflejan cierta audacia o una sutileza eficaz, donde la imagen tiene mayor preponderancia que el texto y, sin embargo, éste no deja de ser importante como complemento inteligente de la primera. Por otra parte, existen carteles que únicamente son tipográficos.

Los estilos también son variados. En algunos casos se utilizan trazos angulosos y rectos, otros son más orgánicos, que parten de ilustraciones realizadas con técnicas tradicionales y posteriormente editadas en computadora con la anexión de textos. Aunque la convocatoria sugería que los carteles se hicieran en blanco y negro para economizar los costos de impresión, la mayoría son compuestos también con amarillo y rojo.

Dentro del discurso de Imágenes en Voz Alta se observan distintos tipos de mensajes, en su mayoría expresados en frases cortas —los lemas o consignas del movimiento— que se pueden clasificar de la siguiente manera: en un primer campo, están los mensajes que dan aliento de esperanza y expresan la unidad y la fuerza que resisten en la lucha por los normalistas. Desde una posición empática y solidaria, le hacen saber a las familias de los estudiantes que el peso de su dolor y su rabia es compartido, que no están solos en la lucha, que “¡Todos somos Ayotzinapa!”. Que a pesar de que el tiempo transcurra sin respuestas y el clamor se debilite, Ayotzinapa seguirá resistiendo: “¡Ayotzi vive, la lucha sigue!”, “Compañeros estudiantes de Ayotzinapa, su lugar los espera”.



Omar Inzunza (Gran OM), Compañeros estudiantes de Ayotzinapa, su lugar los espera, 2014, Imágenes en Voz Alta.


En una segunda variante se encuentran aquellos que señalan el hartazgo ante el contexto de violencia que vive el país y, además, juzgan a los culpables. Configuran un país convertido en fosa común y clandestina; “En México todos los días son día de muertos”, un cementerio de miles de personas, a lo cual declara: “¡Nos faltan 43 y miles más!”.



Monocromático, En México: nos faltan 43 y miles más, 2015, Imágenes en Voz Alta.


Apunta a la represión histórica de la que han sido víctimas los estudiantes: “Pienso, luego me desaparecen”. Manifiesta la desesperación y el cansancio de la población y dice “¡Ya basta!” de violencia, corrupción e impunidad. Repudia la supuesta verdad histórica de la desaparición de los estudiantes, emitida por la entonces Procuraduría General de la República, y señala la complicidad de la delincuencia organizada con el Estado; a este último lo acusa de ladrón, opresor, mentiroso y asesino —al igual que al Ejército—, por lo cual aduce que “¡Fue el Estado!”, Ayotzinapa es un crimen de un “narco-Estado”.



Ricardo Valdez, Fue el Estado, 2016, Imágenes en Voz Alta.


En el tercer rubro de gráfica están los mensajes que aluden a las demandas que exige el pueblo. Ante la desaparición de los estudiantes, la petición más importante del movimiento ha sido el regreso con vida a sus hogares: “¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”. Ante la omisión y cinismo del gobierno federal, los carteles gritan “¡Renuncia Peña!”; también piden la libertad de los presos políticos.



Marco Antonio Del Toro, #RenunciaEPN, 2014, Imágenes en Voz Alta.


Además, se hace indispensable mirar hacia el escenario más allá de Ayotzinapa, hablar por los miles de víctimas y exigir “¡No más muertos, no más desaparecidos!”, “No más sangre”, “¡No violencia, sí educación!”.



Marco Antonio del Toro, No queremos más sangre, 2014, Imágenes en Voz Alta.


La cuarta área gráfica apunta a las inscripciones que desafían al espectador y exhortan a la protesta por los 43. “México, es momento de despertar”; piden reaccionar y asumir que los 43 son hijos de todos: “¿Y si tu hijo fuera el 44?”. Llaman a alzar la voz, a no ser indiferentes y a salir a las calles a exigir justicia. Reavivan y mantienen la memoria, “Si los olvidamos, entonces sí estarán muertos”, “Ni perdón ni olvido”.



Anónimo, México… es momento de despertar, 2014, Imágenes en Voz Alta.


Por último, un quinto ámbito de la gráfica que sobresale por su fuerza pregnante: el número 43, signo que adquirió una connotación que marcará por siempre la historia de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, de las familias que perdieron a sus seres queridos y del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto. Por ello, ha sido representado de múltiples formas para expresar las 43 razones de la lucha, 43 corazones, 43 ojos,  símbolos de las vidas que fueron oprimidas, 43 velas de esperanza porque regrese cada uno con vida, 43 semillas que florecen para el despertar de la sociedad.



Fredi Eloisa y Mario Martínez, ¡Vivos se los llevaron!, ¡vivos los queremos!, 2014, Imágenes en Voz Alta.




Alejandra Guerrero Esperón, Ayotzinapa. La indignación no se extingue, 2014, Imágenes en Voz Alta.


Iconos y símbolos de la protesta por los 43 normalistas

En la misma plataforma de Imágenes en Voz Alta se concentran figuras que se han vuelto icónicas de la protesta de la desaparición de los 43 normalistas. En una continua comunicación dialógica se han construido los significados de la lucha. Un claro ejemplo fue la frase “Ya me cansé”,  emitida por el ex procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, el 7 de noviembre de 2014 en la conferencia de prensa donde declaró la “verdad histórica”.



Messrs, Ya me cansé, 2014, Imágenes en Voz Alta.


Ante este acontecimiento, el pueblo contestó con frases como “#YaMeCansé, pero de la violencia, la corrupción, la impunidad y del gobierno” y “#YaMeCansé de tanta mierda en este país”. Por otra parte, el presidente Enrique Peña Nieto se consolidó como el icono del Estado asesino, quien fue representado con su retrato, con la forma de su peinado (copete) y en algunos casos con la banda presidencial. Ambos personificaron el terror de Ayotzinapa; en la gráfica fueron acompañados con sangre, cráneos y la nariz de Pinocho.



Claudia Lugo, Asesinando a México, 2014, Imágenes en Voz Alta.


Otro actor representado es el Estado, señalado por su implicación en todos sus niveles de gobierno en la desaparición de los normalistas. La gráfica configura al narco-Estado asesino usando los logotipos del Gobierno de la República —la firma oficial y el sello del mandato de Peña, “mover a México”— y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), representados con sangre que brota de ellos.



Anónimo, Matar a México, 2014, Imágenes en Voz Alta.)


Un símbolo que generó el movimiento fue la tortuga, idea retomada del nombre “Ayotzinapa”, que en náhuatl significa “lugar de tortugas”. Expresa también la esperanza de que los estudiantes regresen a casa, y simboliza la lucha constante, la paciencia y la perseverancia de los familiares y el conjunto de organizaciones que siguen los pasos de la búsqueda. Representa la conformación de un movimiento que siembra empatía y valor para la defensa de la vida, y que aprovecha la fuerza de todos los que se quieren sumar sabiendo que les espera un largo camino para llegar a la justicia, pero que no por ello se abandona el camino. La tortuga es el símbolo de la resistencia de Ayotzinapa.


Imágenes en Voz Alta: fantasmas que se resemantizan en Ayotzinapa

Desde la gráfica de protesta de los movimientos del pasado nos llegan ciertas imágenes supervivientes en los imaginarios sociales, en los archivos y museos; iconografía que reescribe la historia constantemente, que recrea la historia de los oprimidos. La gráfica por Ayotzinapa entra en esa cadena de citaciones de símbolos que se repiten históricamente. De esta forma es como funcionan las imágenes, a partir de su historicidad; se descubren como objetos vivos que se mantienen en una constante transformación y resignificación. Así, podemos analizar cómo se resemantiza la violencia del Estado mexicano y, por lo tanto, cómo se van creando convenciones gráficas de la impunidad, de la corrupción, la represión y la muerte. Las codificaciones se afianzan y se activan las lecturas de la gráfica, que bien podría constituir los anales de la violencia de cada sexenio presidencial.

Ayotzinapa conforma un movimiento que apela a la memoria y a una conciencia histórica, y acoge distintas resistencias con las que converge en la impunidad con crímenes de Estado cometidos en México con anterioridad: la matanza de Tlatelolco (1968), el halconazo (1971), la masacre de Aguas Blancas (1995), la masacre de Acteal (1997) y los crímenes de Atenco (2006), con los cuales comparte la exigencia de justicia y la liberación de los presos políticos, así como la acusación del Estado como culpable.

Igualmente nos recuerda la muerte de los 49 niños de la guardería ABC en 2009, los feminicidios ocurridos desde la década de los noventa del siglo pasado hasta el presente en Ciudad Juárez, en el Estado de México y en el resto del país, así como la desaparición de miles de personas desde el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). En la gráfica se enuncian como fantasmas que persisten en aparecer por la falta de justicia. Entonces se hace visible que las representaciones de la represión en la imagen del Estado, así como la de las víctimas, se citan una y otra vez, se transfiguran y siguen viviendo en la visualidad de la protesta.

Por otro lado, el espíritu de la lucha de Ayotzinapa también resemantiza los símbolos del 68 y de las revoluciones del siglo XX; vemos la estrella roja que instiga al activismo, al puño en alto y a Emiliano Zapata como índices de fuerza insurgente.



Anónimo, 43. Ayotzinapa, 2014, Imágenes en Voz Alta.


Otro icono de lucha de gran importancia —aunque representado con menor frecuencia— es Lucio Cabañas (egresado de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos), ya que nos dirige a la historia guerrillera de Ayotzinapa. El símbolo de la paloma de la paz también es un recurso constante, ensangrentada, apresada o lastimada como muestra de la guerra que el gobierno emprende en contra del pueblo. Ayotzinapa nos recuerda que los mexicanos hemos aprendido a leer los asesinatos y las desapariciones forzadas en la cotidianidad, y que aunque persistan los vínculos históricos que suponen aprendizajes, las historias se repiten.


Conclusiones

La gráfica de #IlustradoresConAyotzinapa e Imágenes en Voz Alta son dos grandes catalizadores de la resistencia en la protesta y la memoria por la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas. Estos mensajes, además, suponen una ruptura en la vida de cada persona que se ha implicado en el movimiento por la búsqueda del paradero de los estudiantes. Representaciones gráficas que pueden entenderse como una ofrenda que genera un proceso catártico, pues permite vivir el duelo colectivamente mediante la creación, un ejercicio reflexivo que piensa y se acerca simbólicamente a los estudiantes y a sus familias. Son una repetición de actos subversivos que toman posición en una dimensión creativa, política e histórica; hacen saber la importancia de seguir los caminos que buscan y exigen justicia, de ser memoria organizada y hacer que florezcan esas 43 semillas de lucha.

La riqueza técnica con que ha sido creada la gráfica por los 43 es evidente, sin importar si es realizada por profesionales de las artes o el diseño, por aficionados o aprendices del dibujo. El sentimiento y el anhelo por dar voz y apoyo al movimiento se hizo presente con el simple hecho de asumir la protesta, responder a las convocatorias y a las marchas. La calidad de la gráfica está ahí. Walter Benjamin[6] decía que el nivel del arte radica en la capacidad técnica de devenir en el conjunto de la sociedad hacia un cambio radical. Ayotzinapa ha sido un sismo en todos sus referentes, y por tal, ha derivado en que la técnica del arte y el diseño se tornen a su servicio como una causa y responsabilidad social que nos compete a todos. Aunque ese cambio radical del que habla Benjamin no sea que los normalistas y México hayan conseguido verdad y justicia, por lo menos se acerca a un cambio de miradas —de espacios— que significan estrategias de visibilidad y sensibilización del dolor de los demás al llevar a cabo una justicia simbólica para las víctimas, al dignificarlas e incluirlas en las narrativas que construyen el acontecer del ser social.

En La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica,[7] Benjamin menciona que la técnica revolucionaria no es aquella que se conforma sólo por producir un discurso político, sino es la que revoluciona la forma en que se practica, lo que se emancipa de la producción capitalista e incita a la sublevación del autor para que se manifieste como productor de su realidad. Así, Ayotzinapa también revolucionó las técnicas, al hacerlas compartidas, sin fines de lucro, a disposición libre y gratuita, abierta al debate y a la reflexión en colectivo. El éxito de la gráfica radica en las formas distintas en que nos relacionamos y construimos conocimiento y memoria; Ayotzinapa nos hace recordar que nos faltan 43 y más de 30 mil personas en el país.

 


José Luis Coyotl, Ayotzinapa ni se perdona ni se olvida. Ayotzinapa somos todos, 2014, Imágenes en Voz Alta.





Semblanza de la autora

Itzia I. Solís González. Licenciada en Diseño y Comunicación Visual por la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). De 2016 a 2018 trabajó como diseñadora editorial en Artes de México. En el último año realizó el diplomado en Antropología de Arte impartido por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Recientemente cursó el seminario de Cultura Visual y Género en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM.



Recibido: 22 de septiembre de 2018.
Aceptado: 22 de octubre de 2018.

Palabras clave
Ayotzinapa, resistencia, imagen, gráfica, acompañamiento.

Keywords
Ayotzinapa, resistance, image, graphic art, accompaniment.

 

[1] M. Hernández Borbolla, “Peña y Calderón suman 234 mil muertos y 2017 es oficialmente el año más violento en la historia reciente de México”, Huffpost, 23 de noviembre de 2017, <https://www.huffingtonpost.com.mx/2017/11/23/pena-y-calderon-suman-234-mil-muertos-y-2017-es-oficialmente-el-ano-mas-violento-en-la-historia-reciente-de-mexico_a_23285694>.

[2] Reynoso y Alonso, Ayotzinapa: la incansable lucha por la verdad, la justicia y la vida , México, Universidad de Guadalajara, 2016, pp. 13 y 14.

[3] K. Olalde Rico, “Bordando por la paz y la memoria: acciones colaborativas en espacios públicos en el contexto de la ‘guerra contra el narcotráfico’ en México”, en T. Espantoso Rodríguez et al., Pasados presentes: debates por las memorias en el arte público en América Latina, Buenos Aires, GEAP-Latinoamérica, Universidad de Buenos Aires, Departamento de Historia, Universidad del Valle, 2015, pp. 77-90.

[4] Guimar Rovira, Activismo en red y multitudes conectadas. Comunicación y acción en la era de Internet , Ciudad de México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 2017.

[5] Idem .

[6] Walter Benjamin, El autor como productor, México, Itaca, 2004.

[7] Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica , México, Itaca, 2003.