ENERO
JUNIO
2019
The Estudiantes 43 Memorial.
An Artistic Proposal from Public, Environmental and
Non-Object Art at a University Campus
Resumen
En el presente texto se retoma al arte público como una posibilidad de modificación temporal física y simbólica de espacios y entornos históricos. Para ello, se aborda el concepto tradicional del monumento para resignificarlo con el objetivo de denunciar un crimen de lesa humanidad, cuyas víctimas políticas fueron los estudiantes normalistas mexicanos desaparecidos. La obra da cuenta de esto desde el arte no-objetual y del medioambiente, subrayando la presencia de este suceso ante la impunidad, el silencio y la desinformación de los medios de comunicación y las posturas oficiales gubernamentales. Realiza el reclamo de justicia y el esclarecimiento de los hechos mediante recursos naturales como el sol, el viento y la tierra.
Abstract
In this article, public art is taken up as a possibility for the temporal, physical and symbolic modification of historical spaces and environments. To do this, the traditional concept of the monument is re-signified to denounce a crime against humanity, whose political victims were the disappeared Mexican students. The artistic work under consideration effects this re-signification through non-object art and the environment, highlighting the presence of this event in the face of impunity, silence and misinformation by media and the official version of these events. It demands justice and the clarification of the facts, using natural elements such as the sun, the wind and the earth.
Jaime Lara Arzate
investigador y docente
arteparalelo21@live.com
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A la memoria de los estudiantes desaparecidos
de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos
de Ayotzinapa, Guerrero, México.
Las prácticas artísticas de carácter social y político en escuelas de enseñanza de arte son una actividad que en México tiene su precedente inmediato más claro en el involucramiento de estudiantes y docentes de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda y de la entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (hoy Facultad de Artes y Diseño) en el movimiento estudiantil de 1968.
Se han adoptado desde entonces, como recurso y voz, diversos medios de expresión plástico-visual que generan y ensayan innovadoras formas de comunicación, ajenas a los espacios tradicionales, que atraen públicos inquietos, propositivos y diversos que enriquecen, en suma, el quehacer democrático en la sociedad.
Los antecedentes del arte público como una práctica artística contemporánea orientada a socializar la cultura datan del muralismo mexicano, legado artístico que enfoca las obras al disfrute o utilidad de la comunidad en el espacio social. Esto es relevante en particular para el caso de una institución educativa universitaria, cuya función esencial permite la relación y la comunicación horizontal entre individuos y se convierte en un instrumento que faculta y contribuye a la construcción de una sociedad más equitativa y libre.
La denuncia, la crítica y la discrepancia son elementos que incentivan la producción mediante manifestaciones artísticas que claman y evidencian en el desierto de la desinformación y ocupan, por tanto, un vacío informativo en segmentos sociales afectados y conscientes de la represión, la censura y la manipulación de los medios vinculados al poder gubernamental.
Es necesario producir un arte que sea reflejo de la sociedad y un testimonio de la época en que fue producido, que conlleve intrínsecamente las características de ese momento histórico en particular, de la organización social y política y sus formas de producción.
Así, el arte define su carácter en cuanto función y forma de manera que corresponda a los anhelos, ideales y necesidades de una sociedad en concreto, llamando a la creación individual o colectiva para unirse a la vida pública, para renovar con experimentación creativa, de manera positiva, la imagen de los entornos, para que creadores abandonen los museos y las prácticas clasistas de las galerías privadas, se desmitifique el arte y se acerque a la ciudadanía.
En este punto encontramos al monumento como referente primordial en la práctica cultural y artística, que se alza como la máxima expresión de una obra que transmite valores que resguardan la memoria presente y futura de las sociedades que los erigen, rememora y conmemora la historia de un pasado determinado al que le da continuidad.
En esencia, el arte monumental pretende trascender en el tiempo y ser un medio efectivo de transmisión ideológica. Así ocurrió con el surgimiento indiscriminado de escultura pública en México financiada por el poder político y económico durante diferentes etapas de su historia.
Generalmente estas obras no reflejan las necesidades e ideales de los habitantes en los espacios donde se emplazan, por lo que son admitidas con cierta indiferencia.[1] Es así como el Estado se adjudica la exclusividad de uso del espacio público para la difusión, legitimación y construcción de la imagen de la historia oficial, en la que pululan imágenes pétreas y metálicas, centradas en la mímesis como repetición creadora, artificial y enaltecida, una práctica que sirve a la conmemoración alienada desde el poder. Estas obras meramente decorativas y ornamentales están alejadas de los valores estéticos que comparte la sociedad, como la solidaridad, la fraternidad, el amor a la tierra, valores dinámicos como la evolución de la sociedad misma y nada estáticos como bien representa la figura institucional.
El arte público actual propone de manera distinta la conciencia y el valor de la modificación del lugar de producción y recepción del producto artístico que persigue un fin social. La conmemoración de un hecho histórico ya no se circunscribe a la desusada interpretación de la obra artística presentada en un pedestal que domina el escenario, desde donde irradia sus atributos estéticos de belleza y verdad, y que proyecta una concepción cultural unificadora y homogénea del arte, siguiendo las ideas de Javier Maderuelo.
En cambio, el arte público busca la participación de la sociedad en la toma de decisiones para fortalecer los lazos de identidad y pertenencia a determinado grupo, para sentirse parte del lugar y mejorar su imagen.
Si el arte público ya no está sujeto a los intereses y propósitos privados o del Estado, ya que es meramente financiado, pagado o solicitado para servir a sus intereses políticos y estéticos, que no corresponden a las legítimas intenciones y aspiraciones de la sociedad, entonces llevará la marca de su propia gestión, tema y voluntad en el ejercicio de un derecho democrático.
Memorial Estudiantes 43, 2015-2018, Complejo Ferrocarrilero Tres Culturas, Macro Espacio para la Cultura y las Artes, Aguascalientes, México.
Las obras pueden usar los materiales que provee la región, asidos culturalmente a las formas, usos y costumbres de la comunidad, lo que devuelve o refuerza el sentido de pertenencia en la transmisión y recreación de sí misma, de su propia identidad. Todo esto sin descartar la innovación plástica y tecnológica, que aplicada en consenso satisfaga las necesidades de expresión con un manejo de la imagen y del lenguaje visual comprensible para todos, ya sea narrativo, figurativo o abstracto.
El lenguaje visual sirve a la sociedad como instrumento de sensibilización sobre necesidades, inquietudes y problemas, ayuda a formar al ciudadano a ser crítico y participar de la experiencia estética para transformar de común acuerdo, de manera permanente o transitoria, el lugar donde transcurre su vida.
El Memorial Estudiantes 43 plantea características como la no permanencia, que en oposición a la idea tradicional del monumento se afirma en un signo efímero. La esencia radica en la desmaterialización del objeto artístico, no tanto por la aleatoriedad compositiva de los elementos incluidos sino a lo transitorio de los materiales orgánicos o inorgánicos usados en su factura y al empleo de recursos no convencionales, fuera del rango de aquellos utilizados para las obras artísticas “eternas” edificadas en piedra o metal.
Igualmente, al Memorial se le ubica en la dimensiones de temporalidad y espacialidad por el tiempo delimitado de exposición para el sitio, condicionados a los aspectos que restringen y norman el uso del espacio público, por tratarse de un lugar que fue sede de los talleres de Ferrocarriles Nacionales de México desde finales del siglo XIX, rescatados y remodelados para preservar el patrimonio arqueológico industrial del estado de Aguascalientes, y del país, en el que se realizaron obras de adaptación para darle uso como parque temático y de infraestructura educativa (tiene allí su asentamiento la Universidad de las Artes, perteneciente al Instituto Cultural de Aguascalientes) y que además es utilizado para una variedad de actividades de la vida social, cultural, política y económica de la ciudad. Es conocido como Macro Espacio para la Cultura y las Artes, MECA.
El Memorial Estudiantes 43 no pretende ser didáctico ni un recurso de adoctrinamiento ideologizante y militante, o ser meramente decorativo, ni caer en la conmemoración oficial o en los discursos de la lucha de clases a ultranza; es una muestra de solidaridad a esa causa, es una mirada de denuncia y protesta que pretende no ser panfletaria ante la versión oficial de los acontecimientos.
De este modo, el sitio en el que inició la huelga nacional de ferrocarrileros de 1958-1959, que exigía aumento salarial, mejores prestaciones, democratización sindical y fin de la represión, y que costó miles de despedidos y encarcelados, la que finalmente acabó con el movimiento, ejerce una fuerte atracción por ser un entorno histórico hoy destinado a la educación artística.
Es este el escenario, y es ésta la propuesta artística: un campo apropiado de búsqueda y de salida a preocupaciones estéticas, sociales, políticas, ideológicas o del medio ambiente; una posibilidad de intervención plástico-formal experimental, de vínculo personal entre ciudadanos, un espacio común de relación social cotidiano que se acomoda a los deseos y aspiraciones cambiantes de determinados grupos sociales donde se manifiestan las emociones, sentimientos y necesidades de las personas que los viven.
Ahora bien, la instalación refiere al medio ambiente, en tanto informa sobre la fragilidad de la naturaleza, ya que el suelo del complejo estuvo altamente contaminado por la actividad industrial que se dio en el lugar durante más de un siglo. Constatar su degradación y regeneración invita a establecer un diálogo distinto que transmita un mensaje en torno a su cuidado, mediante la expresión de obras artísticas verdes, medioambientales, con materiales bióticos y abióticos.
La pieza acude a elementos como el viento, los cambios de luz natural o de la atmósfera acústica del lugar, pero sobre todo reimagina nuestra relación ya que implícitamente propone maneras renovadas de coexistir con el entorno que en conjunto adquieren dimensiones que los ajustan a la escala humana, libre de la grandilocuencia de la imagen oficial.
En el texto que acompaña a la obra en el lugar de emplazamiento se lee:
Se presenta esta instalación a guisa de memorial para conmemorar un hecho de gravedad que ha quedado grabado en la historia actual de México, como uno de sus más crueles episodios. Representa un sencillo homenaje para honrar y recordar a los 43 estudiantes normalistas guerrerenses desaparecidos que han sido estigmatizados como transgresores de la ley a falta de una ponderación como jóvenes conscientes, que cuestionaron el orden social, político y económico establecidos, que soñaron y lucharon desde la legalidad por una sociedad más justa y equitativa, y que en ello, les fue la vida.
Esta pieza preponderantemente geométrica es una mezcla de ejercicio constructivo que a partir de triángulos, genera una composición con base en pirámides triangulares de cuyos volúmenes virtuales se obtienen espacios dinámicos y formas abstractas que transmiten una sensación de suave calma o de tranquilidad inquietante.
La obra escultórica es transitable, se sostiene por los principios y nociones de la ley física de la gravedad en conjunción con la matemática aplicada; esta unión es conocida con el nombre de tensegridad, con la que por medio de la tensión de estructuras tubulares y cables es posible crear esculturas de formatos considerables que parecen desafiar esa fuerza, manteniéndolas en suspensión y equilibrio.
Se mezclan también en esta propuesta algunos fundamentos que el Land Art y el arte del medioambiente retoman de las culturas ancestrales, asociados a la magia y a la ciencia en las observaciones astronómicas del cosmos que esos hombres registraron con respecto al paso de los astros desde la tierra, anunciando las estaciones del año, los solsticios, los ciclos vitales de la naturaleza y de la humanidad, presentes en sus usos y costumbres, en sus monumentos y edificaciones como principio y fin.
Sobre el suelo en el que se emplaza esta pieza el sol, al estar en el cenit, pasa su luz por un toldo proyectando dentro del triángulo central el número 43, cuya figura permite cavar la tierra para formar una imagen en negativo que se traduce en una tumba o en una fosa. Allí al término de unos días por la semilla de trigo que ha sido sembrada, florecerá en resurrección simbólica la vida eterna que crecerá evocando igualmente la ofrenda que de ese cultivo en tiesto durante Semana Santa, la grey católica hace en los altares en honor a la afligida madre del Hijo de Dios, a la Virgen de los Dolores, en el viernes previo a la Pasión de Cristo.
El hecho que nos ocupa no es imaginario, está lleno de sufrimiento y terror, donde el dolor y la desesperanza parecen apoderarse del todo, motivando una práctica artística que señala un acto de destrucción, violencia y crueldad que no debe repetirse; aquí el arte, en una representación de lo convulso y lo terrible.
Sirva entonces nuestro encuentro debajo de esta suerte de carpa forense, de este Memorial Estudiantes 43, para constatar la inmortalidad del espíritu y la ausencia de los cuerpos pan de vida de esos jóvenes que ofrendaron su luz, que ilumina ahora mismo múltiples travesías con más preguntas que respuestas que se fijan esperanzantes en la memoria de las madres, los padres, familiares, amigos y de nosotros mismos.
Vivos se los llevaron, vivos los queremos.
Primavera de 2015
Coda
La experiencia a través de esta intervención lleva al espectador a tener una apreciación distinta del espacio público y contribuye a dar a conocer un hecho histórico que se ofrece desde el ámbito artístico, resignificándolo conjuntamente con la obra. Esto subraya una percepción distinta del lugar y reinterpreta la memoria, en una experiencia de arte no objetual de carácter medioambiental en un entorno universitario y de patrimonio cultural, del que al paso del tiempo y de las estaciones del año quedará en un momento dado sólo el registro documental, pero sobre todo quedará la esperanza y la memoria.
A cuatro años del 26 de septiembre de 2014, fecha en que ocurrió la desaparición forzada de los estudiantes normalistas, el Memorial Estudiantes 43, pese a la fragilidad de los elementos que le componen, es un reclamo ante la impunidad que mantiene a la sociedad en vilo y por el esclarecimiento de los hechos ante la exigencia de justicia por este crimen de lesa humanidad.
En tanto el sol persistentemente de Aridoamérica, México, proyecta
su luz cósmica recordándonos a diario y al mundo que faltan 43.
Quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla.
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Verano de 2018.
Lucía Castañeda, Listos para la marcha, 2015, archivo
de la autora.
Lucía Castañeda, Marchando por la ciudad, 2015,
archivo de la autora.
Lucía Castañeda, Protesta a las puertas de un evento del
ejecutivo estatal,
2015, archivo de la autora.
Jaime Lara, La Pasión, 43, 2015-2018, archivo del
autor.
Jaime Lara, Siembra del trigo, 2015-2018, archivo del
autor.
Jaime Lara, El verde como analogía a la vida, a la
resurrección,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Alumna de la licenciatura en Artes Visuales,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Listones con nombres de normalistas,
2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Alumno de la licenciatura en Danza
Contemporánea,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Anudando el listón, 2015-2018, archivo del
autor.
Jaime Lara, Trigo seco, fin de un ciclo, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Cerrando un ciclo, 2015-2018, archivo del
autor.
Jaime Lara, Hacia un nuevo ciclo, 2015-2018, archivo
del autor.
Jaime Lara, Placa-l, 2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Aparición de primera figura, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Figura integrada en rojo al conjunto espacial,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Estado actual de la figura con la proyección de
luz solar, en el cenit,
de 43, al centro de la instalación,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Figura actual en negro, 2015-2018, archivo
del autor.
Jaime Lara, Vista aérea inicial del Memorial ,
en rojo en señal de violencia,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Vista con crecimiento de trigo, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, 43 inicial en rojo, 2015-2018, archivo del
autor.
Jaime Lara, Vista del segundo estadio del Memorial ,
en dorado, en señal de trascendencia,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, 43 intermedio, dorado, 2015-2018, archivo
del autor.
Jaime Lara, Memorial, ausencia de los cuerpos,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Vista aérea del Memorial en negro,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, 43 negro, actual, 2015-2018, archivo del
autor.
Jaime Lara, Memorial completamente virado al negro,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, El Memorial por la noche,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, El Memorial en un día de niebla,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Memorial y el orden geométrico, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Memorial y juego de transparencias,
2015-2018, archivo del autor.
Jaime Lara, Memorial siniestrado “a”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Memorial siniestrado “b”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Memorial siniestrado “c”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Memorial siniestrado “d”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Estado actual de la obra “a”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Estado actual de la obra “b”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Estado actual de la obra “c”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Estado actual de la obra “d”, 2015-2018,
archivo del autor.
Jaime Lara, Vista actual del Memorial
completamente negro en señal de luto,
2015-2018, archivo del autor.
Cronología-proceso de la obra. 2015-2018
Después de una marcha realizada el 5 de noviembre de 2014 por alumnos de la Universidad de las Artes en Aguascalientes a favor de los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero. La instalación se montó en marzo de 2015, a seis meses de la desaparición de los normalistas, en el marco del Festival Cultural Universitario realizado por el Consejo de Alumnos, en vísperas de la Semana Santa, motivo que evocó la significación simbólica religiosa que se le dio al Memorial en su primera etapa.
Siembra y crecimiento del trigo
Si bien fue sembrada semilla de trigo, éste no prosperó como se hubiese deseado, por lo cual no se obtuvo la cosecha del grano que pudo haber sido donada a las escuelas normales del país como símbolo de continuidad y resurrección al cultivarles y multiplicarles nuevamente. No obstante, sí se consiguió el suficiente trigo para elaborar el número 43 en verde como símbolo de vida.
Inscripción de nombres
Como parte del proceso de la obra, en dos momentos se invitó a los alumnos de la Universidad de las Artes a escribir en cada uno de los 43 listones los nombres de los normalistas desaparecidos para anudarlos a guisa de bandera en la instalación, gesto de solidaridad con # TodosSomosAyotzinapa. El uso de la varilla asemeja el hacer de los forenses o arqueólogos cuando encuentran un vestigio de importancia en alguna investigación de campo, o como referencia al procedimiento de búsqueda de los cuerpos de desaparecidos como lo practican en la actualidad sus familiares por todo el país ante la indolencia e impunidad con que actúan las autoridades.
El duelo y la plancha de concreto
Al finalizar la vida de la planta de trigo, en su lugar fue colada una placa de concreto a manera de lápida, que refiere a la ausencia física de los cuerpos de los normalistas.
Posteriormente
Se colocó una figura masculina vestida a escala natural sin rostro, en alusión a #TodosSomosAyotzinapa y al hecho lamentable del estudiante normalista desollado, Julio César Mondragón Fontes, la cual permanece en el sitio a la fecha aunque ha sido modificada en tres ocasiones.
Composición de la pieza
Uno de los aspectos compositivos de la obra es la presencia reiterada de los números 3 y 4, que se observan en las tres pirámides triangulares virtuales que poseen, cada una, cuatro caras triangulares, estando emplazada precisamente la pieza en los terrenos del edificio 43 que ocupa la licenciatura en Artes Visuales, del Complejo Ferrocarrilero Tres Centurias.
La pieza vandalizada
Fue agredida a pedradas y con fuego. No se sabe quién lo hizo ni por qué motivo. En especial el número 43 fue el más dañado.
Memorial Estudiantes 43, 2015-2018, fragmento.
Referencias bibliográficas
Escobedo, Helen et al., Monumentos mexicanos: de las estatuas de sal y de piedra, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Grijalbo, 1992.
Herrera, Eugenio, Aguascalientes. Sociedad, economía, política, cultura, México, Biblioteca de las Entidades Federativas, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989.
Kastner, Jeffrey, Land art y arte del medio ambiente, Inglaterra, Phaidon, 2005.
Maderuelo, Javier, La pérdida del pedestal, España, Círculo de Bellas Artes, 1994.
Olea, Óscar, El arte urbano, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980.
Zavala, Magdalena et al., Escultura mexicana. De la academia a la instalación, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Nacional de Bellas Artes, Landucci Editores, 2011.
Páginas web
Acero, Itzel, Recuerda Universidad de las Artes a los 43 normalistas desaparecidos, en su Festival Cultural , <http://www.lja.mx/2015/03/recuerda-universidad-de-las-artes-a-los-43-normalistas-desaparecidos-en-su-festival-cultural>. Consulta: 27 de agosto, 2018.
Semblanza de la autora
Jaime Lara Arzate . Guanajuato, 1957. Licenciado y maestro en Artes Visuales. Actualmente cursa el doctorado en Artes en la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México. Promotor cultural dedicado al diseño y operación por medio de las artes, la cultura y la educación, programas municipales de desarrollo comunitario y con el Poder Ejecutivo Federal. Ha mostrado colectivamente su obra en más de medio centenar de exposiciones de dibujo, pintura, escultura y gráfica, y de forma individual en más de diez ocasiones. Ha sido becario en dos ocasiones del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico del Conaculta en Aguascalientes, así como jurado y miembro de la Comisión de Planeación del mismo, y también del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias. Actualmente labora en la Universidad de las Artes del Instituto Cultural del Aguascalientes (ICA) al frente de la Coordinación de la licenciatura en Artes Visuales, de la que es profesor fundador (2003), siendo su área disciplinar como docente la escultura para las materias del tronco común y proyectos; igualmente ha asesorado memorias de grado de los alumnos. Se ha desempeñado también como miembro honorario del Comité de Selección de Exposiciones del ICA.
Recibido: 28 de agosto de 2018.
Aceptado: 22 de octubre de 2018.
Palabras clave
arte público, medioambiente, no-objetual, monumento, política.
Keywords
public art, environment, non-object, monument, politics.
[1] Helen Escobedo et al., Moumentos mexicanos: de las estatuas de sal y de piedra, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Grijalbo, 1992.