NÚMERO
43



ENERO
JUNIO
2019

TEXTOS Y CONTEXTOS

Combate por la memoria.
Una mirada a través de la exposición
43: los estamos esperando

Combat to Keep the Ayotzinapa Memory.
A Look Through the Exhibition 43: los estamos esperando

Resumen

El control por la memoria de lo ocurrido en Ayotzinapa ha sido una lucha entre el poder político en turno versus los familiares de los normalistas y la sociedad civil. La versión oficial se enfrenta a la del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ante este combate, ¿cuál es el papel del museo y sus ejercicios curatoriales? No existe una respuesta única e inequívoca para una institución cultural tan diversa, sin embargo, el trabajo de Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria, contiene propuestas teóricas de utilidad para la construcción de narrativas que contribuyan al respeto a los derechos humanos, la justicia y la memoria de los pueblos. Para analizar su aplicación, se estudia la exposición 43: los estamos esperando, instalada durante 2016 en el Museo Casa de la Memoria Indómita de la Ciudad de México.


Abstract

Control over the memory of what happened in Ayotzinapa has been the object of a struggle between political power, on the one side, and the students’ families and civil society on the other. The official version is countered by the one held by the Independent Interdisciplinary Experts Group of the Inter-American Commission on Human Rights. In the light of this combat, what is the role of the Museum and its curatorial practices? There is no single and unequivocal answer regarding such a diverse cultural institution, but Tzvetan Todorov’s work, The Uses and Abuses of Memory, contains fruitful theoretical insights for the construction of narratives contributing to a culture of respect regarding human rights, justice and memory. In order to analyze its implementation, this article considers the exhibition 43: los estamos esperando, held in 2016 at Museo Casa de la Memoria Indómita in Mexico City.



Christopher Vargas Reyes
museólogo y curador
christopher_vargas_r@encrym.edu.mx


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Introducción

La desaparición forzada de los 43 normalistas de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, ocurrida el 26 y 27 de septiembre de 2014, es un hecho doloroso que ha recibido la atención de la sociedad civil, medios de comunicación e instituciones nacionales y extranjeras. En Internet abundan entrevistas a normalistas sobrevivientes, programas de radio y televisión, documentales, artículos de periódico, textos académicos, expresiones artísticas, foros; además de las conclusiones oficiales de la Procuraduría General de la República (PGR) y del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), convocado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en conformidad con el gobierno mexicano y los representantes de las víctimas. La confiabilidad de todos estos materiales es diversa y existen desde fuentes acuciosas con las pruebas hasta otras que tergiversan y sin fundamentos confunden los hechos.

Ante este universo de expresiones documentales y artísticas, donde es notable un combate por el control de la memoria de Ayotzinapa entre la versión que defiende el poder político en turno contra lo que sostienen los especialistas independientes del GIEI, el museo, tal como lo define el Consejo Internacional de Museos (ICOM), [1] puede reflexionar, problematizar y facilitar experiencias estéticas que conmuevan a los visitantes desde la racionalidad y la emotividad para contribuir con la lucha contra la impunidad y el olvido. Esto es un reto para los proyectos curatoriales que se propongan abordar el tema, debido a que es un proceso abierto, con profundas heridas que causan dolor a los familiares de los desaparecidos y a la ciudadanía que se organiza, denuncia y manifiesta, portavoces o vehículos de la memoria que se niegan a dejar lo ocurrido en el olvido y en la impunidad.

A lo largo de cuatro años varios museos de la Ciudad de México han abordado el tema: Museo Memoria y Tolerancia (MMyT), Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), de Arte Moderno (MAM), Franz Mayer y Casa de la Memoria Indómita (MCMI). Este último en 2016 presentó 43: los estamos esperando, exposición que utilizaré como ejemplo para analizar, desde el esquema teórico conceptual que propone Tzvetan Todorov[2] en su obra Los abusos de la memoria, los tipos de memoria y sus aplicaciones en el ejercicio narrativo curatorial, el combate por su control y la participación del museo mismo en esta lucha. Se propone una mirada a la musealización de la memoria de Ayotzinapa para mostrar ciertos peligros y oportunidades en la construcción de narrativas curatoriales y evitar un innecesario culto a la memoria, esclava del pasado y sin consecuencias ni acciones positivas para el presente.

La metodología de la investigación es de tipo documental. Se nutre de fuentes primarias y secundarias. Las primeras consisten en entrevistas al curador de la exposición, testimonios de representantes del poder político, de familiares de las víctimas y entrevistas publicadas a los normalistas sobrevivientes. Las segundas son páginas web, canales de YouTube, fotografías, artículos de periódico, la exposición mencionada y la bibliografía que sustenta el aparato teórico-conceptual y aporta información sobre los hechos.


La memoria y sus lugares

Para Todorov, la memoria es la interacción entre la supresión (el olvido) y la conservación de los acontecimientos, una selección en la que “algunos rasgos del suceso serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados, y luego olvidados”.[3] Por lo tanto, la memoria no se opone al olvido, se expresa de diversas formas y necesita repetición para su permanencia. Esta definición queda más acotada con la ayuda de Pierre Nora, quien la entiende como un recuerdo vivido o imaginado y se caracteriza por ser colectiva, estar abierta a transformaciones y ser vulnerable a la manipulación:

La memoria es la vida, siempre encarnada por grupos vivientes y, en ese sentido está en evolución permanente, abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia, inconsciente de sus deformaciones sucesivas, vulnerable a todas las utilizaciones y manipulaciones, capaz de largas latencias y repentinas revitalizaciones [...] La memoria es un fenómeno siempre actual, un lazo vivido en el presente eterno [...] Por ser afectiva y mágica, la memoria sólo se ajusta a detalles que la reafirman; se nutre de recuerdos borrosos, empalmados, globales o flotantes, particulares o simbólicos; es sensible a todas las transferencias, pantallas, censuras o proyecciones.[4]

Respecto a los lugares de la memoria, tienen como razón de ser “detener el tiempo, bloquear el trabajo del olvido, fijar un estado de cosas, inmortalizar la muerte, materializar lo inmaterial para encerrar el máximo de sentidos en el mínimo de signos”.[5] Esto significa que los museos y sus curadurías pueden comportarse como lugares de memoria al colocar el pasado a disposición del presente a través de medios y narrativas de gran diversidad que fungen como soporte de la memoria. De tal manera, el caso de las 43 desapariciones forzadas de los normalistas de Ayotzinapa merece pensarse desde la museología para contribuir con la justicia y evitar que estos crímenes continúen afectando al país, acciones que son coherentes con la definición de museo que hace el ICOM. En síntesis, el museo y sus exposiciones son lugares de la memoria, y es menester reflexionar sobre su papel en el combate por la potestad de la memoria de Ayotzinapa.


Control de la memoria y poder

Dominar la memoria de los pueblos ha sido una de las prioridades del poder político que ejerce el Estado. Al respecto, Todorov afirma: “Las tiranías del siglo XX han sistematizado su apropiación de la memoria y han aspirado a controlarla hasta en sus rincones más recónditos. Estas tentativas han fracasado en ocasiones, pero es verdad que, en otros casos (que por definición somos incapaces de enumerar), los vestigios del pasado han sido eliminados con éxito”.[6] Más adelante amplía esta afirmación al incorporar los sistemas políticos democráticos del siglo XX que usaron la violencia para lograr el olvido. Las 43 desapariciones forzadas de los estudiantes normalistas no escapan de esta generalización, donde el poder político está representado por Jesús Murillo Karam,[7] quien comunicó el 7 de noviembre de 2014 la versión oficial de los hechos, la cual calificó como “verdad histórica”. [8] Esta versión incompleta de los sucesos sirve para controlar y silenciar la memoria de lo ocurrido y llevarla a las fronteras del olvido; sin embargo los sobrevivientes, familiares, sociedad civil organizada e investigadores extranjeros que trabajaron en el caso no la aceptaron por falta de pruebas.

Este combate por el control de la memoria de Ayotzinapa entre el poder político del Estado y la sociedad civil quedó en evidencia cuando Enrique Peña Nieto afirmó el 29 de agosto de 2018 que “en lo personal, y con el dolor que causa, y con lo que significa la pena para los padres de familia, yo estoy en la convicción de que, lamentablemente, pasó justamente lo que la investigación arrojó”,[9] en referencia a los resultados divulgados por la PGR [10] que sostienen que los normalistas “habían sido incinerados por un grupo delincuencial en Guerrero”.[11] Cinco días después de estas declaraciones, la CIDH, la ONU y la CNDH las rechazaron e insistieron en que las pruebas no eran suficientes para demostrar la incineración en el basurero de Cocula. [12]

En este sentido, si el control de la información es una prioridad para el poder, entonces informar es una manera de salvar vidas y combatir las acciones que beneficien al olvido. Por ello Todorov considera que “cuando los acontecimientos vividos por el individuo o por el grupo son de naturaleza excepcional o trágica, tal derecho se convierte en un deber: el de acordarse, el de testimoniar”. [13] Así lo han hecho los estudiantes normalistas sobrevivientes Omar García, Fernando Marín y Carlos Pérez; además de los testimonios de personas pertenecientes a organizaciones criminales que, para proteger sus vidas y mantenerse en libertad, prefirieron comunicar lo presenciado a través del padre Alejandro Solalinde. [14]

Frente a este combate por la memoria, el museo se presenta como un medio que permite la reconstrucción, ampliación, problematización, significación, legitimación y movilización de los recuerdos, un lugar de memoria donde el deber de testimoniar encuentra un espacio. Aunque también puede contribuir negativamente con el olvido de lo que se desea rememorar, ya que, según Todorov, todo acto de reminiscencia, de reconstrucción del pasado, puede ser percibido como uno de oposición al poder, y esto es un inconveniente al libre desenvolvimiento curatorial en los museos públicos del Estado. En el caso de México, tales son los del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).

Para aproximarnos a esta relación entre el poder y los ejercicios expositivos, al INBAL se le preguntó cuáles de sus museos habían realizado exhibiciones sobre las 43 desapariciones forzadas. Al INAH se le practicó la misma interrogante, pero la muestra se redujo a sus museos nacionales. El resultado  muestra al INBAL con una exposición: Duelo de Francisco Toledo. El resto de exposiciones muestran obras con contenidos diversos, uno de ellos es Ayotzinapa; es decir, no han sido ejercicios monográficos. El INAH, por su parte, no ha desarrollado ninguna exhibición alusiva en sus museos nacionales. Este vacío es curioso para la mirada del investigador que se interesa por las relaciones del poder político, la libertad institucional en democracia y las prácticas museológicas. Dichos temas pueden abrir nuevas líneas de investigación que problematicen, desde una perspectiva histórica, estas relaciones de poder y sus resultados en el tiempo, los cuales, hipotéticamente, pudieran ser: censura curatorial y narrativa, manipulación y construcción de pasados convenientes al ejercicio político de turno, encubrimientos y olvido.



¿Qué museos del INBA han realizado alguna exposición o han presentado obras
sobre las 43 desapariciones forzadas de Ayotzinapa? [36]

Museo

Nombre de la exposición

Nombre de la obra

Temporalidad

Observaciones

Museo de Arte Moderno

Duelo, Francisco Toledo


Del 22 de octubre de 2015 al 27 de marzo de 2016

Realizada en colaboración con el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca

Museo de Arte de Ciudad Juárez

Bienal de Arte de 2015

Ayotzinapa, Nabil González

Del 6 de noviembre de 2015 al 31 de diciembre de 2015

Incluyó dos obras sobre los 43 desaparecidos de Ayotzinapa con los nombres de las piezas mencionadas, así como el dato del autor y/o coleccionista de la pieza

Somos 43, Museo del Paso, Texas

Salón de la Plástica Mexicana

Trazos de sangre y melancolía

Retablo de los condenados, Antonio García Vega

Del 16 de junio al 16 de julio de 2016

No se realizó una exposición dedicada a los 43 desaparecidos, se han presentado algunas muestras, muchas de ellas colectivas de los artistas miembros del Salón de la Plástica Mexicana, en las cuales se han exhibido obras alusivas a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa

El pintor y sus modelos

De la serie Los ultimados. Geografía de un exterminio

Colectiva Día Mundial del Arte 2016

La burla, Froylán Ruiz

Del 7 de abril al 8 de mayo de 2016

Leonardo, Celso Zubire

Gráfica neomexicanista

10 de 43, Froylán Ruiz

Del 21 de diciembre de 2017 al 21 de enero de 2018

México 2014, Froylán Ruiz

Colectiva Día Mundial del Arte 2015

Ayotzinapa, Arturo Estrada

Del 25 de abril al 25 de mayo de 2015

Ayotzinapa. Río de las tortuguitas, Sikuame

Los magueyes de John McGhee

Maguey, John McGhee

Del 21 de mayo al 14 de junio de 2015

Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca


De la serie Los ultimados

2015

También fue exhibida en el Museo Memoria y Tolerancia


Geografía de un exterminio

2015

Galería José María Velasco

Laberintos inexplorados. Entre la misoginia y la lesbofobia

México 2014, Froylán Ruiz

Del 19 de mayo al 1 de julio de 2018

No versa sobre el tema de los 43 desaparecidos, sin embargo, en la muestra se incluyó la pieza de Froylán Ruiz



Además de la amenaza del poder por controlar la memoria de Ayotzinapa, existen otras más sutiles como la sobreabundancia de información: “en vez de fortalecerse nuestra resistencia, seríamos meros agentes que contribuyen a acrecentar el olvido”. [15] Para el momento en que se escribe este texto, los datos sobre los sucesos de Iguala abundan en las principales fuentes de consulta, en especial las digitales. Su veracidad es variada, por lo que es posible encontrar afirmaciones como la del periodista Ricardo Alemán, quien en septiembre de 2017 calificó a los estudiantes como delincuentes. [16] Otro ejemplo es la criticada película La noche de Iguala, dirigida por Raúl Quintanilla, considerada por el normalista Omar García como una campaña de desprestigio y una ofensa a los desaparecidos y sus familiares, además de entenderla como otra expresión del discurso oficial. [17] La película causó varias manifestaciones de rechazo que exigieron que no fuera presentada en las salas de los cines. Por otro lado, están las entrevistas y declaraciones de los sobrevivientes junto a los análisis de periodistas y líderes de opinión como Carmen Aristegui y el padre Solalinde, quienes se oponen a la versión oficial y sus agentes del olvido.

Ante esta tensión en la que la memoria de Ayotzinapa adquiere significados distintos e incluso contrarios, y a cuatro años de los hechos que aún esperan justicia, el museo puede hacer un buen o mal uso de la memoria, y en Todorov se encuentra el aparato teórico-conceptual que permite utilizarla sin caer en maniqueísmos ni agravios.


La memoria de Ayotzinapa en el museo, exposición 43: los estamos esperando

Distinguir entre el buen o mal uso de la memoria de Ayotzinapa es una tarea a enfrentar en los ejercicios curatoriales de los museos debido a la importancia y legitimación que cobran los contenidos una vez exhibidos. Por lo tanto, es pertinente preguntarse cómo utilizar el pasado, y Todorov propone algunas formas:

Una manera —que practicamos cotidianamente— de distinguir los buenos usos de los abusos consiste en preguntarnos sobre sus resultados y sopesar el bien y el mal de los actos que se pretenden fundados sobre la memoria del pasado: prefiriendo, por ejemplo, la paz a la guerra. Pero también se puede, y es la hipótesis que yo quisiera explorar ahora, fundar la crítica de los usos de la memoria en una distinción entre diversas formas de reminiscencia. [18]

En nuestro tiempo la recuperación del pasado se ha convertido en una tarea indispensable, y aunque no todos los recuerdos son admirables, al querer representarlos en el museo corremos el riesgo de abusar de la memoria. La primera manera de distinción apela a lo obvio, al sentido común, a la empatía con el otro, además de entender el presente como el tiempo que gobierna al pasado y no al revés. Gracias a esto, es posible elegir qué evocar y qué olvidar porque, “sería de una ilimitada crueldad recordar continuamente a alguien los sucesos más dolorosos de su vida”. [19] En suma, esta manera de utilizar el pasado propone construir narrativas que contribuyan con la paz y las exigencias de justicia de los pueblos, pero va en contra de manifestaciones que generen sentimientos y acciones que deterioren la salud social como el racismo, la xenofobia, la exclusión, la violencia, la victimización, la venganza y la impunidad. La segunda manera de distinción, y esta es la que Todorov resalta en su propuesta, trabaja dos formas de leer los acontecimientos o dos tipos de memoria: la literal y la ejemplar.

Según el autor, la memoria literal conserva el acontecimiento en su fidelidad aunque los hechos no sean considerados verdaderos; permanecen inalterables sin conducir más allá de sí mismos:

las asociaciones que se implantan sobre él se sitúan en directa contigüidad: subrayo las causas y las consecuencias de ese acto, descubro a todas las personas que puedan estar vinculadas al autor inicial de mi sufrimiento y las acoso a su vez, estableciendo además una continuidad entre el ser que fui y el que soy ahora, o el pasado y el presente de mi pueblo, y extiendo las consecuencias del trauma inicial a todos los instantes de la existencia.[20]

Esta lectura practicada en su extremo representa un riesgo para el museo que busca presentar narrativas sobre Ayotzinapa porque convierte en insuperable lo ocurrido, y lleva al presente a estar sometido por el pasado, lo que mantiene el dolor causado por el recuerdo sin ser útil a la contemporaneidad, a los tiempos ulteriores y las exigencias de justicia.

Contraria a la memoria literal está la memoria ejemplar, que entiende el pasado como un principio de acción para el presente y es potencialmente liberadora porque permite “aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día, y separarse del yo para ir hacia el otro”. [21] Por ello, la memoria ejemplar compara y encuentra similitudes con otros acontecimientos, sin negar su particularidad, con el propósito de que la colectividad pueda aprovechar la experiencia individual; además, sirve para comprender situaciones nuevas donde intervienen otros actores y neutraliza “el dolor causado por el recuerdo, controlándolo y marginándolo; pero, por otra parte —y es entonces cuando nuestra conducta deja de ser privada y entra en la esfera pública—, abro ese recuerdo a la analogía y a la generalización, construyo un exemplum y extraigo una lección”. [22]

La exposición 43: los estamos esperando, curada por Scott Brennan, se presentó en distintas salas nacionales y del extranjero. Nos ocuparemos de la exhibición inaugurada en julio de 2016 en el Museo Casa de la Memoria Indómita, Ciudad de México. Esta muestra sirve para analizar la práctica de la memoria ejemplar en el museo y señalar algunas aristas que se amplían desde el esquema que propone Todorov. La exposición consistió en 42 retratos [23] fotográficos de los padres de los normalistas desaparecidos junto a cartas escritas por ellos, en las cuales exigen al gobierno justicia y respecto a los derechos humanos de sus consanguíneos y pueblos del país. Las fotografías fueron tomadas, con el consentimiento de los retratados, por Brennan durante julio y agosto de 2015 con una cámara réflex 120 mm Rolleiflex de la década de 1950. Debido a que los retratados no necesitaban ver fijamente el lente, su concentración se fijó en las memorias de sus hijos, lo que permitió capturar con mayor intensidad la diversidad de expresiones que surgían en sus rostrossin recurrir a la técnica mediática de la victimización o sobredimensión del dolor para generar empatía.[24]


Cronología de la exposición 43: los estamos esperando

Temporalidad

Institución donde se exhibió

Ubicación

Del 12 de enero al 20 de febrero de 2018

Gallery North Setauket, Long Island

Nueva York

Del 14 de agosto al 29 de septiembre de 2016

Galería Jardín del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente de la Universidad Jesuita de Guadalajara

Guadalajara, Jalisco

Del 6 de julio al 26 de septiembre de 2016

Museo Casa de la Memoria Indómita

Ciudad de México

Del 2 al 16 de junio de 2016

Patio Central de la Presidencia Municipal de Zapopan

Zapopan, Jalisco

Inauguración: 14 de enero de 2016

Universidad de Medios Audiovisuales CAAV

Guadalajara, Jalisco



Las cartas de los padres de los normalistas fungen como textos de sala y conservan la sencillez de su lenguaje, la sensibilidad con que interpretan el presente, la situación de su contexto inmediato y la exigencia del cumplimiento de la justicia, aspectos que le permiten al visitante conectarse emocionalmente con el otro, entender su dolor y reflexionar sobre el problema desde una perspectiva plural y presente, además de cuestionar su papel social ante esta situación. Otro rasgo en común con la memoria ejemplar es la exigencia de justicia para este caso y otros similares, la mirada al otro, la superación del “yo” para llegar al “nosotros” y así utilizar la experiencia individual como lección útil a las luchas sociales que benefician a la sociedad civil mexicana. Las palabras de Bertha Nava Martínez, madre de uno de los normalistas asesinados, dan cuenta de ello:

Ya no queremos más ni un niño desaparecido, ni un niño más masacrado, porque no nos sobran, nos faltan al contrario, son miles y miles alrededor de México que los están privando de su libertad. ¿Por qué tanta injusticia aquí? ¿Por qué? A nuestros niños no los dejan crecer, vivir en paz, y realizar sus ilusiones, seguir una vida como todos estos niños han soñado. Mira a todo México y los gobernantes corruptos y el ejército. ¿Por qué están matándonos? ¿Qué quieren? [25]



Scott Brennan, "Bertha Nava Martínez, su hijo, Julio César Ramírez Nava, fue masacrado el 26 de septiembre", Tixtla, Guerrero, julio de 2015.



Las fotografías dialogan en gran medida con los textos de sala para formar así un solo elemento, estrategia que potencia la experiencia estética y contribuye con la reflexión que promueve el ejercicio de la memoria ejemplar. Como muestra, cito las palabras de Rafael López, padre de Julio César López Patolzin:

Mi hijo es campesino como yo. Siempre le gusta venir aquí conmigo al campo a plantar y hacer la cosecha. Pero él quería algo más también en la vida. Quería una vida diferente porque aquí en el campo todos los días se ponen más duros y más difíciles. El dinero no alcanza nada. Cada día llega menos. Él venía aquí a plantar en el aire fresco toda su vida. [...] Yo cuando vengo aquí desde que se lo llevaron y escucho el silencio y el viento en los árboles y las hojas, pienso en él. Casi puedo sentir su presencia aquí conmigo y no puedo pensar en nada más, sólo que él no está aquí conmigo. Siento fuerte que no está y me duele. Este mal gobierno pues tiene que decir algo. Tiene que responder, si no, no está cumpliendo su responsabilidad como gobierno. Existe para apoyar a los mexicanos, a nosotros, pero pues este gobierno sigue allá sólo para proteger sus propios intereses y no hace lo que debe. [26]



Scott Brennan, "Rafael López busca a su hijo Julio César López Palotzin", Tixtla, Guerrero, julio de 2016.



Otra característica que resalta de la narrativa expuesta es el combate por la memoria entre el poder político y los padres. El primero habla a través de las manifestaciones de inconformidad de los familiares, su versión afirma que los jóvenes de Ayotzinapa fueron incinerados por grupos criminales en el basurero del municipio de Cocula. Los segundos, basados en los resultados obtenidos por el GIEI, [27] expresan la imposibilidad de que los estudiantes hayan sido calcinados porque las evidencias no coinciden con las condiciones que se necesitan para incinerar a tantos cuerpos. Además, no pasa desapercibido el dolor que genera en los familiares de los normalistas los llamados oficiales al olvido y al perdón sin justicia. El texto de sala, elaborado con las palabras de Ciriaco Vásquez Flores, padre del normalista desaparecido Abelardo Vásquez Peniten, es de utilidad para presentar la lucha por la memoria de Ayotzinapa entre el poder versus los resultados del GIEI, los familiares y la sociedad civil:

Murillo Karam dijo que los habían encontrado en las fosas de Iguala o en el cerro de Iguala, pero no son ellos. Es lo bueno de los peritos argentinos, que nos dijeron que no son de los muchachos normalistas. Y Murillo Karam también dijo que los encontraron en el basurero de Cocula pero tampoco, era otra mentira más. Pues no hay nada. Nosotros exigíamos que nos dé una prueba para ver, con eso sí le vamos a creer, pero nunca dio respuesta y no puede comprobar y pues hasta la fecha nosotros aquí seguimos en la lucha, no vamos a descansar hasta encontrar a nuestros hijos. [28]



Scott Brennan, "Ciriaco Vásquez Flores busca a su hijo Aberlardo Vázquez Peniten", Ayotzinapa, Guerrero, julio de 2015.

La memoria ejemplar en los casos citados utiliza un pasado reciente para que los visitantes del museo, a través de las fotografías y las palabras de los familiares, construyan una reflexión sobre el caso y extraigan una lección útil para la lucha por la exigencia de respeto a los derechos humanos y la erradicación de la impunidad. La narrativa supera la individualidad porque los testimonios exigen justicia para los 43 jóvenes y para todas las desapariciones forzadas que ocurren en el presente, por ello alcanza la colectividad y propone una mirada crítica a la construcción de la memoria oficial fabricada por el poder.

Respecto a las aristas que pueden ampliarse de acuerdo con la propuesta de Todorov, en la narrativa curatorial de la exposición tiene débil presencia la mirada retrospectiva y la comparación con otros sucesos del pasado no inmediato. Las cartas de los padres enfatizan que no pierden las esperanzas de que sus hijos vuelvan a casa y exigen que el gobierno los regrese con vida. Esta esperanza tiene sus sustentos en hechos ocurridos durante la guerra sucia, [29] específicamente en los casos de personas que fueron desaparecidas de manera forzada y tiempo después regresaron a sus hogares, manifestando los horrores que vivieron durante sus años de encierro. [30] Si partimos de la propuesta de Todorov para construir narrativas curatoriales sobre el caso Ayotzinapa, la memoria ejemplar, que busca una lección en el pasado para actuar en el presente, propone leer estos testimonios de una forma más amplia, donde las desapariciones ocurridas en Iguala en 2014 encuentren paralelismos con acontecimientos del pasado como la guerra sucia, con el propósito de combatir en el presente los crímenes de lesa humanidad producto de las prácticas del poder y el crimen organizado. Visto de esta manera, Ayotzinapa es una oportunidad para luchar contra la impunidad y la injusticia histórica en el país:


Ayotzinapa no es un grupo de personas desaparecidas más, es el grupo donde sorprendimos infraganti a este gobierno, donde le vimos tirar la piedra y no le dio tiempo de esconder la mano, ahí vimos un crimen de lesa humanidad y un crimen de Estado [...] el móvil es una composición, un odio a las normales rurales que hay en México por ser más críticas, más antisistémicas, pero también por haberse mezclado la cuestión de la heroína. [31]


Un aspecto relevante del trabajo de Scott Brennan es que utiliza el museo para mostrar a los padres como firmes combatientes que exigen con urgencia el regreso de sus familiares y la aplicación de la justicia sin aceptar compensaciones a cambio del silencio. En este sentido, los normalistas son presente mas no un objeto de contemplación que atestigua un pasado que se fuga inevitablemente. El fetiche mediático por el dolor, las lágrimas, el culto a la memoria y la victimización quedan fuera de la curaduría. Esta última característica es relevante porque el museo, al institucionalizar narrativas de este tipo, contribuye con la creación de la imagen de víctimas merecedoras de privilegios que pueden ser reclamadas por otros individuos; es decir, personas que se identifican, con o sin razón, como víctimas de las desapariciones forzadas y que esperan obtener beneficios de tal condición porque:


Haber sido víctima da derecho a quejarse, a protestar y a pedir; excepto si queda roto cualquier vínculo, los demás se sienten obligados a satisfacer nuestras peticiones. Es más ventajoso seguir en el papel de víctima que recibir una reparación por el daño sufrido (suponiendo que el daño sea real): en lugar de una satisfacción puntual, conservamos un privilegio permanente, asegurándonos la atención y, por tanto, el reconocimiento de los demás. [32]


Ante esta posibilidad de victimización para obtener beneficios, que según Todorov no tienen que ser materiales, la narrativa de la exposición responde con testimonios contrarios a ese proceso, como el de Bernabé Abraján Gaspar y Delfina de la Cruz, y se ubica en una posición donde la prioridad es conquistar la justicia para sus familiares y otros casos similares ocurridos en el país:


Al gobierno no le tenemos confianza, desconfiamos de él porque él nos ha ofrecido dinero, nos han ofrecido casas y francamente yo como madre no vendo a mi hijo. No es un animal para que yo lo venda. Nosotros vamos a seguir luchando, vamos a seguir en el movimiento, porque ahora ¡nada más falta que se queden sin castigo los que lo hicieron! Nosotros vamos a seguir adelante hasta que se haga justicia porque siempre ha pasado esto y nada más dos o tres meses y el gobierno los compra. [33]



Scott Brennan, "Bernabé Abraján Gaspar y Delfina de la Cruz buscan a su hijo Adán Abraján de la Cruz", Tixtla, Guerrero, julio de 2015.

La curaduría planteada por Brennan se deslinda de la memoria literal, aquella que se encierra en sí misma, singulariza los acontecimientos y se separa de cualquier otro hecho similar para enfatizar que sus víctimas son únicas e incomparables con la finalidad de adjudicarle mayor importancia en el tiempo. La exposición guarda mayor relación con la memoria ejemplar; a pesar de que para los padres su experiencia es, como señala Todorov, “forzosamente singular, y además la más intensa de todas”, [34] la narrativa supera esta individualidad, respeta el dolor del otro y abre la posibilidad al debate racional contra el discurso oficial construido por el poder político. De esta manera, la muestra expositiva coloca el pasado inmediato al servicio del presente para aprovechar la lección de Ayotzinapa como un instrumento para combatir injusticias similares de la actualidad en beneficio de toda la población. Sin embargo, el ejercicio comparativo con sucesos como la matanza de Tlatelolco en 1968 u otros ocurridos durante la guerra sucia reciben poca atención a pesar de que la memoria ejemplar propone construir estos paralelismos para encontrar lecciones precisas que permitan acciones en el presente que conlleven a la construcción del futuro esperado.


A manera de conclusión

Los 42 testimonios exhibidos colocan al MCMI como un lugar de memoria que permite la circulación de narrativas que combaten las versiones oficiales del poder; además, promueve la memoria ejemplar para provocar cambios en el presente, y que los crímenes ocurridos en Iguala no queden atrapados en las oscuras mazmorras del olvido, la impunidad y la injusticia.

La utilidad de conservar viva la memoria de Ayotzinapa en el museo no es para reparar los daños sufridos sino para mantener a los individuos en estado de alerta frente a situaciones similares, como lo son las desapariciones forzadas que, aunque no son un procedimiento reciente, sus mecanismos de funcionamiento se han adaptado a los tiempos e incorporado nuevos actores y procedimientos.

Todorov afirma que quienes


conocen el horror del pasado tienen el deber de alzar su voz contra otro horror, muy presente, que se desarrolla a unos cientos de kilómetros, incluso a unas pocas decenas de metros de sus hogares. Lejos de seguir siendo prisioneros del pasado, lo habremos puesto al servicio del presente, como la memoria —y el olvido— se han de poner al servicio de la justicia. [35]


Permitamos que los museos y sus curadurías contribuyan con este deber en beneficio del bien común, la justicia y la libertad; coloquemos la memoria de Ayotzinapa al servicio del presente para que continúe la lucha contra el olvido y la impunidad.



Referencias bibliográficas

Híjar González, Cristina, “El derecho a la memoria: Apuntes para la construcción de la otra historia”, eumed.net Enciclopedia Virtual , <http://www.eumed.net/libros-gratis/2011f/1119/ derecho_memoria.html>. Consulta: 11 de agosto, 2018.

___________________, “Los murales como herramientas de resistencia y vehículos de la memoria”, Discurso Visual, núm. 40, julio-diciembre, 2017, <http://www.discursovisual.net/dvweb40
/PDF/07_Los_murales_actuales_como_herramientas_de_resistencia_y_vehiculos_de_la_memoria.pdf>.
Consulta: 11 de agosto, 2018.

Mastrogiovanni, Federico, Ni vivos ni muertos. La desaparición forzada en México como estrategia de terror , México, Random House, 2015.

Ochoa Maceira, Luz,Museo, memoria y derechos humanos: itinerarios para su visita, Bilbao, Universidad de Deusto, 2012.

Williams, Paul, Memorial Museums. The Global Rush to Commemorate Atrocities, Nueva York, Berg, 2007.



Agradecimientos

Jorge Gálvez, director del Museo Casa de la Memoria Indómita de la Ciudad de México.

Graciela Freyermut e Hilda Argüello Avendaño del Observatorio de Mortalidad Materna de México.

Scott Brennan, fotógrafo y curador de la exposición 43: los estamos esperando.



Semblanza del autor

Maestro en Museología por la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, donde obtuvo la mención honorífica en la categoría tesis de maestría del premio INAH 2018 Miguel Covarrubias. Laboró en el Museo de los Niños de Caracas como curador y diseñador de actividades educativas, fue fundador del museo Barco Leander (Venezuela), donde participó como coordinador, investigador y curador; además se desempeñó como coordinador general del Museo Nacional de Historia (Venezuela). Ha participado en varias curadurías, las últimas fueron en el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec (México, 2015) y en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo (México, 2016). También ha impartido conferencias y ponencias, así como publicado en revistas nacionales e internacionales trabajos sobre coleccionismo, museología e historia. Desde 2018 se desempeña como documentalista en el Cenidiap.



Recibido: 16 de septiembre de 2018.
Aceptado: 22 de octubre de 2018.

Palabras clave
memoria, museo, narrativa curatorial, Tzvetan Todorov, Ayotzinapa

Keywords
memory, museum, curatorial narrative, Tzvetan Todorov, Ayotzinapa.

 

[1] En 2007 el ICOM definió el museo como “una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo”. En la actualidad esta definición está en revisión y una nueva será presentada en 2019 en Kioto, durante la conferencia general del ICOM. Consejo Internacional de Museos, “Definición de Museo”, <https://icom.museum/es/actividades/normas-y-directrices/definicion-del-museo/>. Consulta: 2 de septiembre, 2018.

[2] Tzvetan Todorov (1939-2017), literato, filósofo e historiador, resalta en el presente como un distinguido teórico humanista de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Es autor de obras comoLa conquista de América, Nosotros y los otros,Las morales de la historia, Frente al límite y Los abusos de la memoria. Son significativos sus aportes al campo de las humanidades y las ciencias sociales, en los que ha trabajado la memoria, la cultura, la historia, la democracia y la otredad. Nos interesa su propuesta teórica conceptual porque entiende la memoria como un instrumento de combate para el presente que contribuye con la lucha por justicia de los pueblos, un esquema que se ajusta a las exigencias actuales del caso Ayotzinapa.

[3] Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria, Barcelona, Paidós, 2000, p. 13.

[4] Pierre Nora, Les lieux de la mémoire, Montevideo, Trilce, 2008, pp. 20 y 21.

[5] Ibidem , p. 34.

[6] Tzvetan Todorov, op. cit., p. 11.

[7] Jesús Murillo Karam, militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue procurador de la República de 2012 a 2015.

[8] Gobierno de la República, “Conferencia de prensa del procurador, Jesús Murillo Karam (Ayotzinapa)”, 7 de noviembre de 2014, <https://www.youtube.com/watch?v=QNcfdHUiP8c&t=150s>. Consulta: 14 de agosto, 2018.

[9] Enrique Peña Nieto, “6to informe de gobierno 2017-2018 [video] en Rodrigo Vera”, Proceso.com.mx, “Peña Nieto insiste: `tengo la convicción de que los 43 normalistas de Ayotzinapa fueron incinerados´”, 29 de agosto de 2018, <https://www.proceso.com.mx/548797/pena-nieto-insiste-tengo-la-conviccion-de-que-los-43-estudiantes-de-ayotzinapa-fueron-incinerados>. Consulta: 29 de agosto, 2018.

[10] PGR, Informe del caso Iguala. E stado que guarda la investigación de los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014, en Iguala, Guerrero , México, Procuraduría General de la República, 2016, pp. 135-168.

[11] Enrique Peña Nieto, op. cit.

[12] Véase Arturo de Dios Palma, “CIDH rechaza de que normalistas de Ayotzinapa fueron quemados”, El Universal, México, 3 de septiembre de 2018, <http://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/cidh-rechaza-version-de-que-normalistas-de-ayotzinapa-fueron-quemados>. Consulta: 4 de septiembre, 2018.

[13] Tzvetan Todorov, op. cit., p. 14.

[14] “Solalinde con Carmen Aristegui. En confesión, le revelaron el asesinato de normalistas de Ayotzinapa”, Notiguiatv, 7 de octubre de 2015, <https://www.youtube.com/watch?v=zh-27jhWV_k>. Consulta: 15 de agosto, 2018.

[15] Tzvetan Todorov, op. cit., p.13.

[16] En su canal de YouTube vilipendia a los estudiantes de Ayotzinapa y los califica de “pillos, holgazanes, golfos, huevones, todo eso...”. Este material está ubicado en “La Otra Opinión: Noroña, Castañeda, CNTE, Ayotzinapa, el PRI", 14 de septiembre de 2017, <https://www.youtube.com/watch?v=ggJFWZF3aZw>. Consulta: 14 de agosto, 2018.

[17] Gustavo Sánchez B., “Película La noche de Iguala, parte de la ‘guerra mediática’: Omar García”, Aristegui Noticias, México, 15 de octubre de 2015, <https://aristeguinoticias.com/1510/mexico/pelicula-la-noche-de-iguala-parte-de-la-guerra-mediatica-omar-garcia/>. Consulta: 15 de agosto, 2018.

[18] Tzvetan Todorov, op. cit., p. 21.

[19] Ibidem , p. 18.

[20] Ibid. , pp. 21 y 22.

[21] Ib ., p. 22.

[22] Idem .

[23] Una de las mujeres retratadas es madre de dos normalistas desaparecidos, por esta razón hay 42 retratos.

[24] Scott Brennan, entrevista telefónica, 8 de agosto de 2018.

[25] Bertha Nava Martínez, “Bertha Nava Martínez, su hijo, Julio César Ramírez Nava, fue masacrado el 26 de septiembre”, cédula de sala, Tixtla, Guerrero, julio de 2015, en Museo Casa de la Memoria Indómita, 43: Los estamos esperando, Ciudad de México, julio de 2016.

[26] Rafael López, “Rafael López Busca a su hijo Julio César López Patolzin”, cédula de sala, Tixtla, Guerrero, julio de 2015, en Museo Casa de la Memoria Indómita, 43: Los estamos esperando, Ciudad de México, julio de 2016.

[27] Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), Informe Ayotzinapa II. Avances y nuevas conclusiones sobre la investigación, búsqueda y atención a las víctimas , México, ca. 2015, p. 252.

[28] Ciriaco Vásquez Flores, “Ciriaco Vásquez Flores busca a su hijo Abelardo Vásquez Peniten”, cédula de sala, Ayotzinapa,Guerrero, julio de 2015, en Museo Casa de la Memoria Indómita, 43: Los estamos esperando, Ciudad de México, julio de 2016.

[29] Denominación que se emplea para referirse a los crímenes de Estado ocurridos durante la segunda mitad del siglo XX, caracterizada por la represión militar y política a miles de personas, con el propósito de disolver las manifestaciones opositoras al gobierno. El impacto de estas prácticas violentas se mide en miles de personas desaparecidas y asesinadas cuyos familiares continúan esperando justicia. Su temporalidad no está totalmente definida, para algunos luchadores sociales como Jorge Gálvez, director del Museo Casa de la Memoria Indómita de la Ciudad de México, la guerra sucia continúa vigente.

[30] Jesús Ramírez Cuevas, “El informe sobre la guerra sucia, catálogo de horrores”, La Jornada, México, 6 de marzo de 2006, <http://www.jornada.com.mx/2006/03/06/index.php?section=politica&article=015n1pol>. Consulta: 21 de agosto, 2018.

[31] Miradas Múltiples Periodismo, “Charla Alejandro Solalinde Madrid", 26 de septiembre de 2017, <https://www.youtube.com/watch?v=W9LvEQhTkvQ>. Consulta: 20 de agosto, 2018.

[32] Tzvetan Todorov, op. cit., p. 34.

[33] Bernabé Abraján Gaspar y Delfina de la Cruz, “Bernabé Abraján Gaspar y Delfina de la Cruz buscan a su hijo Adán Abraján de la Cruz”, cédula de sala, Ayotzinapa,Guerrero, julio de 2015, en Museo Casa de la Memoria Indómita, 43: Los estamos esperando, Ciudad de México, julio de 2016.

[34] Tzvetan Todorov, op. cit., p. 23.

[35] Ibidem , p. 37.

[36] Elaboración propia con base en la solicitud electrónica de información pública núm. 1116100040418, Plataforma Nacional de Transparencia, México, 5 de septiembre de 2018.