JULIO
DICIEMBRE
2015
CARLOS GUEVARA MEZA • DIRECTOR |
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“La Esmeralda” en el tiempo
Resulta sumamente satisfactorio presentar este nuevo número dedicado a la historia de una de las instituciones más importantes de formación artística de nuestro país y de Latinoamérica. Desde su fundación en 1943, de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, ha surgido un conjunto de artistas importantísimos, entre los que se pueden mencionar a Arturo García Bustos, Arturo Estrada, Fanny Rabel, José Luis Cuevas, Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Francisco Corzas, Philip Bragar, Daniel Manrique, Gabriel Macotela, Enrique Guzmán, Germán Venegas, Estrella Carmona, César Martínez, Maris Bustamante, Manuel Marín, Nahum B. Zenil, Naomi Rincón Gallardo, Abraham Cruz-Villegas, Roberto de la Torre y muchos más. Algunos de ellos se sumaron, aunque fuera brevemente, a una planta docente también muy destacada por momentos: Antonio Ruiz, su primer director, Diego Rivera, Frida Kahlo y María Izquierdo (los tres declarados como monumento nacional), José Chávez Morado, Alfredo Zalce, Carlos García Estrada, Pedro Coronel, Guillermo Zapfe, Sukemitsu Kaminaga, Alberto Gutiérrez Chong, Patricia Soriano, Laura Anderson, José Luis Sánchez Rull, Sarah Minter, Ilan Lieberman, José Luis García Nava y Neli Ruzic, entre una lista interminable. Al menos diez maestros y ex alumnos de la Escuela han sido galardonados con el Premio Nacional en la categoría de Bellas Artes.
De ninguna manera este número de Discurso Visual pretender ser la historia de “La Esmeralda”. Es una contribución a un relato necesario y aún por hacer, en algunos casos más por el lado del testimonio (con lo que aporta de vivencia y vivacidad), que de la investigación (con sus datos precisos y contrastados en múltiples fuentes, los juicios más serenos). Es posible hacer la historia de una institución de muchas maneras: puede ser una narración de sus conflictos internos, de sus planes de estudio, de sus formas de organización, de sus limitaciones en recursos materiales y financieros, de sus estrategias de supervivencia en un medio institucional donde el arte ha sido una preocupación secundaria. La historia de una escuela puede ser también el recuento de lo que pasó después de la escuela: la diversidad de modos de inserción de sus egresados en el medio profesional, sus logros, su participación en la formación de nuevas instituciones escolares o artísticas, su vinculación con movimientos sociales, sus aportaciones a otras formas de hacer arte que no eran las que les enseñaron. Historias que, además, pueden escribirse desde diferentes perspectivas metodológicas, teóricas e incluso políticas.
Esperamos seguir contribuyendo a que estas historias aparezcan.