ENERO
JUNIO
2015
LAURA GONZÁLEZ MATUTE, MARÍA TERESA SUÁREZ Y JAVIER BAÑUELOS • EDITORES HUÉSPEDES |
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Paradigmas de la escritura en las artes visuales
Acercarse al acontecer artístico en México bajo diversos enfoques, propuestas y metodologías, conlleva una multiplicidad de paradigmas interpretativos que conforman y entretejen las disciplinas de la crítica e historia del arte.
Las reseñas de las primeras décadas del siglo pasado, por su génesis periodística y literaria, ofrecieron textos descriptivos de corte social y pedagógico que mostraban una visión irremediablemente parcial sobre los hechos culturales de aquellos años. A la par, se publicaron estudios sistematizados bajo la pluma de eminentes pensadores que fungieron como base para las subsecuentes disertaciones sobre el tema.
Desde las décadas de 1930 y 1940 se desarrolló una escritura sobre el arte de corte académico que, con base en la rica hemerografía y bibliografía divulgada, dio como resultado rigurosos tratados sobre el arte mexicano que conformaron una visión integral del acontecer del fenómeno creativo de la primera mitad del siglo XX.
En estos estudios se vertieron enfoques que apuntaban hacia la trascendencia de las corrientes nacionalistas; en este caso, el movimiento muralista mexicano y la obra desarrollada por la llamada Escuela Mexicana de Pintura, sin dejar de lado temáticas que complementaban la producción cultural nacional. Se dio cuenta también de la trascendencia de corrientes paralelas que fueron retomadas bajo ópticas que si bien reconsideraban los preceptos nacionalistas y hegemónicos, no los privilegiaban como sustento medular.
En los años cincuenta del siglo pasado se gestó un viraje trascendente con la irrupción del fenómeno denominado Ruptura, que abanderaba las tendencias internacionales del abstraccionismo y la neofiguración en la plástica. Este hecho propició el replanteamiento de los paradigmas de corte nacionalista y, resultado de ello, se expusieron vertientes discursivas inéditas sustentadas en teorías estéticas, políticas y sociales que promovían nutridas disertaciones sobre la crítica e historia del arte mexicano.
La revista electrónica Discurso Visual en su número 35, al invitar a especialistas a exponer sus puntos de vista en estudios, análisis y ensayos especializados, ofrece un panorama multifacético sobre esta controvertida manifestación del discurso, gracias a la mirada de historiadores de arte, críticos, artistas plásticos, investigadores, antropólogos, literatos, curadores y filósofos.
Las colaboraciones dan cuenta de diversos puntos de vista sobre la expresión artística y su interpretación teórica, en donde los complementarios, historia del arte y crítica de arte, comparten espacios, al tiempo que se diferencian y marcan sus particularidades. En las últimas décadas las formas de escribir la historia del arte han sido cuestionadas y hoy se plantean nuevos modos de mirar y comprender lo visual, aunque esta reflexión parece no haber permeado aún lo suficiente.
Entre los cuestionamientos no deben soslayarse los puntos de vista de aquellos críticos e historiadores de la segunda mitad del siglo XX que marcaron pautas narrativas trascendentales, las cuales, bajo otras miradas, revaloraron la obra de artistas cuyas creaciones estaban ocultas o fuera de los parámetros preponderantes.
Uno de los objetivos de las actuales escrituras sobre arte es identificar las indiferencias y omisiones que se manifestaron en las publicaciones del arte de aquella época y, por consiguiente, escudriñar, con base en nuevas metodologías, los discursos parciales que frenaron la visualización de la otra historia.
Como complemento a los escritos sobre las historias del arte mexicano contemporáneo, resulta imprescindible abordar las innovaciones científicas y sus aportes tecnológicos y cibernéticos que han abierto los horizontes de la producción plástica; esto da pauta a la creación de imaginarios estéticos tanto inéditos como necesarios.
Ofrecer metodologías e investigaciones sobre el suceder artístico bajo reflexiones actualizadas permitirá concebir un universo artístico cercano a los paradigmas reales.
De los colaboradores
Mildred Castillo, ensayista y narradora, en su escrito, “Octavio Paz. Ensayista, crítico de arte de la modernidad”, sostiene que el poeta llevó a cabo varias de sus propuestas sustentado en premisas expuestas por Charles Baudelaire. Esto le proporcionó a Paz la libertad de expresarse en contra de su época y convertirse en un escritor controvertido, a través de su obra poética y narrativa, la cual enriqueció de manera significativa los estudios de arte mexicano y universal, en especial sobre la pintura.
Al tiempo que analiza los conceptos expuestos por el autor de Los privilegios de la vista, menciona los aportes de algunos otros críticos de arte mexicano como José Juan Tablada, Manuel Silva Bandeira y Xavier Villaurrutia, así como los del guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, considerándolos, por sus novedosas aproximaciones, pioneros en la crítica del arte mexicano. La autora subraya que Octavio Paz, en sus análisis sobre pintura mexicana y de otras latitudes, señaló como principio que los estudios de arte deben sustentarse en ópticas con inevitables entrecruzamientos. Bajo estos conceptos, Paz definió a la modernidad como una materia en constante movimiento. También aborda la postura crítica que el poeta de Piedra de Sol sostuvo al revalorar a pintores como Rufino Tamayo, María Izquierdo y Julio Castellanos, relegados a un segundo plano en aquel momento. De esta manera, en el ensayo se ubica a Paz como un crítico de arte que marca un parteaguas entre la concepción del arte mexicano de principios de 1920 y la obra desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo pasado.
Carlos-Blas Galindo, crítico y artista plástico, expone su trayectoria profesional al enfatizar la experiencia que ha desarrollado como maestro y ponente en diversos foros nacionales e internacionales para dar a conocer la metodología que ha implementado como crítico de arte y cuyo fruto se ha visto reflejado en la formación de jóvenes que, con base en sus propuestas, actualmente se desenvuelven dentro de esta disciplina.
El doctor en Letras Fernando Ibarra Chávez, en “Notas sobre la crítica de arte en el México revolucionario”, ofrece una panorámica de los escritos que aparecieron durante esta guerra civil (1910-1920), poniendo énfasis en que las crónicas sobre arte fueron difundidas, sobre todo, en publicaciones hemerográficas y en revistas de época. Menciona la existencia de los valiosos textos que se han dado a conocer a últimas fechas en recopilaciones antológicas, los cuales han fungido como sustento medular para el conocimiento del quehacer artístico de esos periodos. Pone el acento en que estas trascendentes publicaciones desafortunadamente no incluyen imágenes, las cuales serían herramientas de gran utilidad.
En su recorrido menciona que en la década de 1915 a 1925 la crítica de arte no se había dado como tal y que, por lo mismo, al ser desarrollada por historiadores, poetas, profesores, abogados, artistas plásticos, así como aficionados, se definió como una narrativa de tipo pedagógica para dar a conocer al público la importancia de las manifestaciones artísticas de corte prehispánico, nacional, mexicanista, allegadas al concepto de patria. Aclara que en aquel momento la noción de lo mexicano no se tenía muy clara. Argumenta también la dificultad que se tuvo en aquellos años por aceptar la mexicanidad en las artes, en tanto que la influencia europea era predominante.
Como hecho relevante, afirma que si bien la crítica de arte no se había desarrollado, el poeta Manuel Toussaint dio a conocer un libro monográfico sobre el recién fallecido pintor Saturnino Herrán, el cual fungió como un antecedente importante sobre los análisis artísticos que se dieron posteriormente.
En el ensayo titulado “José Moreno Villa y Lo mexicano en las artes plásticas”, presentado por el historiador de arte Mauricio César Ramírez Sánchez, se apuntan varias de las innovaciones que el español llevó a cabo en sus estudios sobre el arte mexicano. Una de éstas fue la de acuñar la palabra “tequitqui” para referirse a las representaciones en las que la mano artística del indígena reinterpretó la estética europea. Este término cayó prácticamente en desuso entre los estudiosos del arte virreinal.
En cuanto a su crítica hacia el arte moderno mexicano, tuvo la agudeza de señalar el desgaste que sufría el movimiento muralista mexicano iniciado en 1920 al llegar a la década de 1950. Este hecho, señala el autor, llevó a Moreno Villa a compartir la postura de los pintores de la Ruptura y, como consecuencia, revalorar la obra de Rufino Tamayo al resaltar su proximidad técnica y estética con la escuela de París. Así también, distinguió en el autor de Las músicas dormidas tanto su selección de colores como su armonía, al mismo tiempo que su concordancia con el cromatismo mesoamericano. Por lo mismo, el aporte del crítico español, al igual que el de otros especialistas del momento, apunta el investigador, radica en señalar que la obra de Tamayo —bajo una óptica moderna, en la que se señala que los criterios artísticos no permanecen de manera absoluta, sino que fluyen hacia nuevas dimensiones y corrientes—, es representativa de lo mexicano sin acatar los cánones instaurados por las tendencias de corte nacionalista imperantes en la primera mitad del siglo XX.
Teresa Favela Fierro, historiadora del arte, lleva a cabo en su ensayo “La crítica de arte en México a través de los salones y bienales nacionales de escultura del Instituto Nacional de Bellas Artes”un rigurosoplanteamiento sobre el impulso que se dio a la práctica escultórica en las décadas de 1950 y 1960 al convocar a concursos a través de los salones anuales de escultura y, más adelante, por medio de las bienales nacionales de escultura.
Este acercamiento de la historiadora permite apreciar de qué manera se gestó el impulso hacia esta práctica artística y la multiplicidad de discursos que se generaron en torno a las obras expuestas. Enfatiza el hecho de que algunos de los creadores se alejaron de los cánones nacionalistas para incursionar en las tendencias abstraccionistas y geométricas de corte internacional, y plantea cómo estos experimentos fueron abordados por los críticos de arte de entonces.
Con base en estas premisas, lleva a cabo un análisis de los planteamientos discursivos de los más representativos críticos del momento y da cuenta de las contradicciones estéticas que generaron las múltiples creaciones de los escultores. Finalmente, sostiene que tanto los concursos como las bienales, no lograron cohesionar un discurso congruente sobre la creación escultórica y únicamente se concretaron en difundir escritos ambivalentes que se contraponían unos con otros. Sintetiza que en los eventos algunos de los críticos, por pretender ser modernos, no consiguieron canalizar una narrativa bajo un discurso congruente que proporcionara una crítica seria, rigurosa y bien fundamentada.
Juan Carlos Orejudo Pedrosa, filósofo y crítico de arte, nos introduce en su texto “Baudelaire: crítica de arte, literaria y musical”a los postulados críticos del poeta francés. En el ensayo apunta, entre otros aspectos, que Baudelaire abunda en el tema de la belleza como un concepto absoluto de romanticismo, lo cual lo lleva a desarrollar la idea de establecer una relación de reciprocidad entre el sentimiento estético y la creación poética. Su propósito fue ampliar “la capacidad crítica que antecede a toda verdadera creación”, lo que lo convierte en unos de los fundadores de la crítica moderna. Este acierto, abunda Orejudo Pedrosa, dio la pauta para abordar la obra estética bajo nuevos parámetros y ubicar a Baudelaire como el primer crítico de arte moderno.
La antropóloga Victoria Novelo, en su reseña del libro Tejedores de imágenes, pone énfasis en el poco interés que se ha dado en las investigaciones históricas y artísticas sobre el uso de los medios visuales. Afirma que éstos son prioritarios, ya que como documentos revisten una importancia “potencial, central y auxiliar” en las investigaciones para registrar e interpretar los acontecimientos históricos, sociales y antropológicos.
Para Novelo, estos medios han tenido un valor medular en los trabajos de antropología, prehistoria y etnohistoria, y agrega que no obstante existir un gran acervo de archivos cinematográficos, fotográficos, sonoros y pictográficos, prácticamente sólo han sido tomados en cuenta por los antropólogos.
Por su parte, la investigadora y artista Loreto Alonso invita a penetrar en la lectura de la controvertida publicación La época de los aparatos del francés Jean-Louis Déotte. Alonso se refiere al autor como un filósofo que afirma que la investigación recorre distintas formas en las que la experiencia estética ha tenido y tiene lugar. Menciona que Déotte ubica cronológicamente el concepto de aparato al referirse a “la perspectiva, la camera obscura, la fotografía, el museo, la cura psicoanalítica, el cine y la imagen digital”. Subraya que para el filósofo los aparatos son “los instrumentos de la cultura capaces de construir un mundo común”, es decir, crear una realidad que determina una época o una dialéctica en la que conviven pasado, presente y futuro, apoyados en la relación técnica-humana.
Al recapitular el estudio, se llega a la idea de que el surgimiento de los aparatos precisa cada época y no que la época engendra aparatos. Como consecuencia de la inmersión del concepto “aparato” dentro de la teoría estética, la definición del movimiento artístico se ve modificada por la incidencia de una nueva manera de percibir el acto creador.
Comentario
Los artículos y reseñas que los estudiosos presentaron para la revista despliegan un panorama multifacético de problemáticas sobre la crítica, la historia, la escritura y la investigación del fenómeno del arte, tanto por la diversidad de las temáticas expuestas como por las diversas formaciones académicas y profesionales de los colaboradores; el conjunto de escritos da cuenta del interés y la necesidad que la crítica de arte, escrituras del arte o historias del arte han desplegado en los últimos años.
Los textos conducen a la reflexión y exhortan a reconfigurar las interrogantes, argumentaciones y posturas metodológicas expuestas, a fin de conducir las posibilidades de escribir y leer el documento artístico desde el conocimiento. Con base en estas herramientas teóricas y discursivas se coadyuvará a instituir nuevas vertientes de escritura y crítica del arte que guíen y sustenten el acercamiento hacia este fenómeno cognitivo.
Con la conformación de este conjunto de ensayos, esperamos se logre interesar a los lectores hacia una introversión crítica y razonada sobre los diversos discursos, metodologías y aproximaciones de crítica e historia del arte y, al entrever su relación con los múltiples géneros de investigación, creativos y críticos, se retomen bajo la óptica de renovadas estrategias discursivas, que den cuenta del preponderante y necesario quehacer referente a los escritos sobre arte.