NÚMERO
51



ENERO
JUNIO
2023

TEXTOS Y CONTEXTOS

Hacer autoarchiva: prácticas de mujeres artistas

Self-archiving. Practices of women artists

Resumen

En 2021, mujeres relacionadas con las artes visuales, audiovisuales, danza, teatro y otras manifestaciones artísticas sin cabida en instituciones o publicaciones académicas fuimos convocadas por Marejada, indisciplina con perspectiva de género a la Laboratoria Memorias y escrituras margeniales para conformar una archiva y una colección de arte. En este artículo se aborda la propuesta metodológica para hacer autoarchiva expuesta en el módulo Otras formas de hacer archivos. Se incluyen fragmentos de los resultados presentados por algunas de las artistas y hacedoras asistentes. Se exploran dos elementos fundamentales de la descripción archivística: historia institucional/biografía y cuadro de clasificación, a partir de los cuales se plantean formas de dislocar la visión “imparcial” de la archivista, para llevarla a una práctica presente, situada, parcial, subjetiva y colectiva.


Abstract

During 2021, women related to the visual and audiovisual arts, dance, theater and any artistic manifestation that had no place in academic institutions or publications were convened by Marejada, Indisciplina con perspectiva de género to the Memoirs and marginal writings Laboratory, with the aim of
creating an archive and an art collection. This article addressed and expanded the self-archiving methodological proposal presented during the session of the Other Ways of Making Archives module, including fragments of the results presented by some of the artists and makers attendees. Two fundamental elements of the archival description are mainly addressed: institutional
history/biography and file classification scheme, from these, ways of dislocating the “impartial” vision of the archivist are proposed, to take it to a present, situated, partial, subjective practice and collective.



Graciela Ordóñez Alcalá / historiadora y bibliotecóloga
gracielaordalc@gmail.com


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Durante las sesiones que conformaron la Laboratoria Memorias y escrituras marginales,[1] las mujeres participantes nos reunimos a compartir, discutir y tejer historias personales alrededor de nuestras cuerpas documentales y nuestras memorias para, entre todas, construir maneras de hacer archivas.

Fui invitada por Marejada, indisciplina con perspectiva de género y el Centro Cultural de España en México a participar en el encuentro como parte del módulo Otras formas de hacer archivos. Este título detonó en mí las ganas de compartir con otras una inquietud metodológica que había abrazado desde hacía un par de años, cuando me encontré con el término “autoarchivo”, más propio del ámbito de los repositorios digitales y que hace referencia al acto de las y los autores, sobre todo de revistas y artículos académicos, de publicarse en repositorios institucionales. El término me gustó porque, de alguna manera, expresaba la agencia que lxs autorxs tenían para preservar y publicar sus trabajos en un ambiente digital. En específico sobre la práctica que conlleva el “autoarchivo” bibliotecológico, comencé a pensar en los paralelismos que existen, por ejemplo, con las colecciones caseras, las fotografías familiares, etcétera.

En el ámbito de la creación artística y de la documentación, tanto de la obra como de la vida de mujeres, la autoarchivación ha sido el recurso por antonomasia, así como en el campo editorial la autoedición ha sido la práctica más utilizada por quienes han estado al margen o no han tenido acceso a las esferas oficiales. Fanzines, panfletos, volantes, entre otros documentos “efímeros”, han sido los medios principales de difusión de las ideas para disidencias, personas racializadas, mujeres, entre otras, y es que la autoarchivación no es ajena a la creación, difusión y preservación de la memoria.

Archivos “desde abajo”, archivos comunitarios, archivos independientes, archivos punks, archivos caseros, archivas, archivxs y “autoarchivas” se han creado, preservado, valorado, organizado, atesorado y difundido gracias al cuidado que lxs productorxs (miembrxs de las mismas comunidades) han vertido en historias, memorias, afectos, traumas y demás experiencias representadas en documentos de todo tipo. Kate Eichhorn, refiriéndose a los movimientos feministas, apunta que:

[...] Las prácticas de archivación feministas comenzaron en las comunidades con el esfuerzo de activistas feministas y que muchas de las codiciadas colecciones de documentos de mujeres que existen ahora en los archivos de las universidades sólo están ahí porque las activistas de la comunidad hicieron una decisión consciente de convertirse en archivistas mucho antes de que las colecciones valoradas institucionalmente reconocieran la historia de las mujeres como legítima [...]. [2]

Asimismo, Carlo Canún, en su fanzine Glory Holes (2023), asienta que las historias queerhan sido ocultadas y silenciadas por la misma comunidad queercomo un mecanismo de defensa ante los ataques y discriminación heteronormativos, pero también por el sistema y las instituciones como formas de opresión, y de ahí la importancia vital de crear evidencias de estas historias, saberes y sentires. A través de los archivos creados por la comunidad misma, Canún se enfoca principalmente en la documentación efímera y el lenguaje queer.

No existe una sola práctica de autoarchivación, pero una constante es su carácter autogestivo, en el que la comunidad o la persona productora de la archiva es su propia archivista. Entonces, la autoarchivación se enmarca en lo que Donna Haraway llama “conocimiento situado”, [3] pues se está archivando desde la experiencia, la cuerpa y el lugar propio; en contraposición de la supuesta objetividad, veracidad, autenticidad y autoridad que conforman la idea de los archivos institucionales.

De manera muy resumida, el conocimiento situado es una crítica a la masculinidad abstracta, a la cual se le atribuye el “conocimiento verdadero”, en tanto que no tiene ninguna marca corporal, proviene de un lugar elevado, un lugar “objetivo”, un no-lugar, desde donde puede observar a todos sus objetos de estudio sin estar “manchado” por la parcialidad. En esta postura, los otros, los que no pueden separarse de sus marcas corpóreas: mujeres, personas racializadas, disidentes sexogenéricas, etcétera, sólo les es posible acceder al conocimiento de forma subjetiva, parcial, desde la experiencia de su existencia, que atraviesa su cuerpo. Este conocimiento, por lo tanto, no es universal y “carece de verdad”. Haraway, junto con otras filósofas, hace una crítica a esta masculinidad abstracta y propone el conocimiento situado:

I am arguing for politics and epistemologies of location, positioning, and situating, where partiality and not universality is the condition of being heard to make rational knowledge claims. These are claims on people's lives. I am arguing for the view from a body, always a complex, contradictory, structuring, and structured body, versus the view from above, from nowhere, from simplicity. [4]

Por otra parte, resulta pertinente delimitar algunos términos empleados en este artículo, comenzando por el más obvio, archivo, el cual es cada vez más desbordante e inaprensible: concepto, espacio (físico y simbólico), agrupación de documentos, además de un largo etcétera. Para los fines del presente trabajo, pondremos énfasis en el archivo como técnica, como práctica, como labor que se construye y destruye constantemente, como bordado. Dado que esta propuesta se centra en la documentación y en la memoria de mujeres artistas, y que estamos perfilando una práctica archivística que es encarnada, situada y parcial, llamaremos archiva, en femenino, a estos grupos documentales.

Hacer archiva no sólo se centra en la precisión de la descripción del contenido de los documentos y su forma física, sino también en hacer explícitas las relaciones que comunican a los documentos entre sí, a su forma de acumulación, las funciones y las emociones de las que devienen, los recuerdos que emanan, los sentimientos que llevan adheridos, los olvidos autoinfligidos, los gustos y aficiones reflejados, lo indecible... Hacer archiva se centra, entonces, en la contextualización de los documentos, en relacionar productoras con archivistas, con creadoras, con lectoras, con investigadoras, con los documentos, con los contextos de acumulación y producción. Hacer archiva con la archiva propia (autoarchiva) edifica el lugar desde el que nos autoenunciamos; implica ser sujetas que archivan y no sólo objetos de estudio en los archivos.

En el área del conocimiento que llamamos archivística, la archivista no es una agente externa, imparcial, subjetiva, que analiza, organiza y describe desde arriba, desde un no-lugar, desde la incorporeidad, desde “ninguna parte”, ni como testigo modesto, [5] sino que es parte activa (incluso cuando está trabajando con un archivo que no ha sido producido por ella), presente, situada y creadora; es parcial, está encarnada, es cuerpa; es sujeto y objeto de la archiva en tanto que lleva a cabo procesos descriptivos de la documentación en los que su visión, su lugar, su cuerpa, le atraviesan y quedan expresados en esos registros. Siendo el trabajo de archivo altamente feminizado, principalmente los procesos “técnicos” de descripción, resulta de suma importancia hacer archiva con otras, como una labor de compartir y retroalimentar experiencias, conocimientos, afectos e inquietudes, como un ejercicio de empatía radical. [6]

A partir de las prácticas de autoarchivación de cada asistente a la laboratoria y de la noción de conocimiento situado, así como desde algunos principios básicos archivísticos, analizaré la propuesta expuesta durante las sesiones del módulo Otras formas de hacer archivo y la metodología para autoarchivar, junto con fragmentos de los resultados logrados por las participantes.

Es importante recalcar que existen muchas formas de hacer autoarchiva, esta es sólo una propuesta centrada en dos elementos de la descripción archivística cuya importancia deviene de su poder contextualizante: historia institucional/biografía y cuadro de clasificación, así como en las formas en que éstos pueden ser retorcidos, abrazados, revertidos o dinamitados.


De la historia institucional/biografía a la autobiografía

En la teoría archivística tradicional existen varios principios y procedimientos a través de los cuales se busca proteger y evidenciar las relaciones entre productores y sus documentos, así como de los documentos entre sí; uno de ellos es el principio de procedencia, con el que se intenta mantener juntos los documentos de una persona o colectiva productora (tanto física como intelectualmente, así como en sistemas descriptivos). Este principio es de descripción documental, pero también es un método archivístico que relaciona el contenido y el contexto de los documentos, una representación de la red de creación, selección y distribución de éstos. Dentro de los sistemas descriptivos, podemos ver al “principio de procedencia” en el elemento denominado “historia institucional/reseña biografiográfica” [7] (el primero para archivos de organizaciones o colectivos y el segundo para archivos personales) y en el cuadro de clasificación.

Estándares y normas de descripción archivística, como la Norma Internacional General de Descripción Archivística (Consejo Internacional de Archivos 2000) y Describing Archives. A Content Standard (Society of American Archivist) reconocen al elemento de historia institucional/reseña biográfica como de capital importancia para relacionar a lxs productorxs con su documentación, así como con su contexto de creación. Por lo general, estas historias institucionales y biografías las protagonizan sujetxs que vivieron en otro tiempo, se redactan en pasado, desde la supuesta lejanía temporal, pero también física (guantes y batas que nos cubren al acercarnos a los vestigios de esas historias) y emocional. Por su parte, en el centro de la práctica autoarchivística desarrollada para la documentación de las artistas y hacedoras que participaron en la laboratoria está archivar la historia, pero también la producción y la memoria misma mientras nos ocurre. Frente a este escenario fue que se abrió la invitación a las asistentes a revertir o reimaginar los supuestos, principios y normas archivísticas para llevarlos a una práctica personal y colectiva en la que nosotras somos sujetas de la archiva, pero también sus archivistas.

Desde el pensamiento situado y encarnado, reconociendo que hacer archiva y autobiografía son prácticas subjetivas, rechazando la aspiración a la “exactitud histórica”, al documento como prueba y el rol de la archivista como testigo modesto, nos permitimos abrazar lo endeble, lo permeable, lo efímero de los documentos, así como de la memoria. Durante la laboratoria, estas autobiografías se redactaron, por su puesto, en primera persona, con saltos del presente al pasado y de ahí hasta el futuro. Buscamos delinear la forma en que nos entendemos a nosotras mismas en relación con nuestras archivas y con nuestras actividades, gustos, aficiones y funciones en la vida. Viramos de la historia institucional/biografía hacia la autobiografía/historia colectiva:

Aida Maltrana Hernández. Me enuncio investigadora y fotógrafa emergente. Mi archiva conecta con mi cuerpa que ha mirado dentro y fuera desde tiempo atrás; más allá de la academia, me reconozco en otras por quienes me he resarcido después de sentirme rota. Mente-cuerpa-afectos intersectan con mi fotografía y la escritura […]. [8]

Mitzy del Carmen Corona. Me cuentan que cuando vinieron a vivir aquí no había nada y sólo se llegaba a pie. No había ni calles, ni mercado, ni escuela; tampoco casas. No había nada excepto nosotras, tierra, fábricas y cuatro bardas que contorneaban lo que en su día fue un ejido. Recuerdo que cuando era pequeña tampoco había pavimento, la tierra se inundaba y poníamos maderas en la puerta para poder entrar […]. [9]

Steph Barragán. Hoy día me enuncio como una mujer periférica que, desde sus límites y bordes, crea y construye. Hace algunos años reconocerme de esta manera sería impensable, pues desde la escuela me enseñaron que vivir en la periferia y, sobre todo, en un barrio era algo que no se tenía que decir en voz alta. Hoy día quiero reconocerme desde los territorios que tanto miedo le da a la institucionalidad, quiero poder construirme desde lo bravo, desde lo periférico, desde el silencio, desde lo desplazado, desde aquello donde sólo se reconocen las paredes grises. [10]

El ejercicio de escritura que trata del yo nos permitió darnos cuenta de que también es sobre las otras, tiene el poder de espejearnos, de reconocernos en las otras. Empodera en tanto que es un ejercicio de autodefinición, de introspección, de vernos a nosotras mismas, de autoenunciarnos, así como de reconocernos en la documentación que coleccionamos. Los documentos, en este primer ejercicio, funcionaron como detonadores de la memoria que nos llevaron a construir nuestros relatos autobiográficos.


El cuadro de clasificación como reconocimiento de la cuerpa documental

En la laboratoria, la redacción de la autobiografía nos permitió llevar a cabo un proceso de autorreconocimiento de nosotras mismas, pero también de nuestra cuerpa documental, del conjunto de documentos que conforman nuestra archiva (así como de aquellos que están ausentes). A partir de estos relatos autobiográficos comenzamos a construir un modelo de representación de la “cuerpa documental”, un sistema de categorización, conocido como cuadro de clasificación, que consiste en agrupar la documentación en distintas clases o categorías para, de esta manera, describir las relaciones que existen entre los documentos y las actividades, procesos, eventos o emociones que los produjeron; el cuadro de clasificación es también un instrumento descriptivo y una guía que posibilita organizar y recuperar la información.

La estructura al interior de este sistema suele llevar una jerarquía en la que el grupo documental más amplio es el fondo, seguido por subfondo, sección, serie y subserie, si se requiere. Según las necesidades de cada grupo documental, en la elaboración de cuadros de clasificación para archivos personales, las secciones son utilizadas para agrupar documentos a partir de los roles, funciones o etapas de la vida de la persona productora del fondo; las series (o incluso, cuando se requieren, las subseries) agrupan documentos sobre un mismo evento o asunto, pero también pueden reunir documentación por tipología documental, esto último en casos muy específicos.

A partir del planteamiento de cómo se construyen tradicionalmente los cuadros de clasificación y en el entendido de que su función principal es la contextualización de la documentación y la organización para su mejor recuperación, nos dispusimos a imaginar formas de cumplir con estos objetivos, primordiales en nuestras archivas, pero desde otros lados. Estudiamos y aprendimos del Fondo de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile; de Memoria abierta, que organiza y difunde archivos de las organizaciones de derechos humanos en Argentina; Archivo de la Memoria Trans, de Argentina; Territorio Archivo, de la comunidad de Castilla-León, en España; del Arxiu Históric de Roquetes-Nou Barris, de Barcelona, y el registro oral de lxs vendedorxs del Tianguis Cultural del Chopo (en la plataforma Tryspaces), en la Ciudad de México. De sus formas de organización pudimos ver que no sólo los roles/funciones y tipologías documentales pueden ser categorías de clasificación, sino que pensamos en las experiencias que nos atravesaron y que nos llevaron a reunir esta documentación, que a veces tienen que ver con los lugares que hemos habitado, las etapas de la vida, los proyectos que nos han marcado, los procesos de salud y enfermedad.

A partir de estas reflexiones comenzamos imaginar formas que retorcieran, reconstruyeran, resignificaran, apropiaran o dinamitaran estos principios archivísticos del cómo debería elaborarse un cuadro de clasificación. Las clases fueron construidas por cada una a partir de su documentación y su autobiografía:

Fondo Aída Maltrana Hernández

Sección cuerpa distante (1992-2012)

Serie Los Altos de Chiapas
Serie Meseta Purépecha

Sección cuerpa en sanación (2014-2016)

Serie Mujeres de tierra

Expediente Fotografía
Expediente Objetos
Expediente Gráfica

Sección cuerpa activista (2017-2020)

Serie Mujeres por la defensa de la vida

Expediente Marcha Universitaria, Ciudad de México, 2017-#SimeMatan
Expediente Marcha #8M, Ciudad de México, 2018-#HuelgaFeminista
Expediente Mujeres que luchan, Ciudad de México, 2019
Expediente Patchwork, la manta de sanación, Zócalo, Ciudad de México, 2020
Expediente Marcha #8M, Ciudad de México, 2020, #NiUnaMás
Expediente Gráfica disidente

Sección pensar crítico desde los feminismos

Serie Historia y arte feminista
Serie Crítica cultural, fotografía y el giro afectivo

Fondo Mitzy del Carmen Corona

Sección mujeres desde los bordes del valle

Serie Terracería (caminos)
Serie Puente (fronteras)
Serie Azotea (horizontes)

Fondo Steph Barragán

Sección cuerpo-paisaje (2019-2021)

Serie Autorretratos
Serie Collage
Sección No humanos (2020-2021)
Serie Perros de sol
Serie Fotografía análoga
Serie Dibujo digital

Los cuadros de clasificación creados por las artistas para organizar sus archivas no son definitivos, pueden ir creciendo y transformándose, haciéndose y deshaciéndose según las necesidades de cada una, según sus roles, actividades, afectos, olvidos, insistencias, etcétera; se trata de un “traje a la medida” que se ajusta a esta cuerpa viva que es la archiva.




Aída Maltrana, Diario de viaje, 24 de octubre 2014. Fondo Aída Maltrana Hernández, Sección Cuerpa en sanación, LMEMAAM0025, Repositorio Margeniales, https://drive.google.com/drive/folders/1U2e8NwVc2NonHo3gwF6UzIhnS5kdcMdb



Mitzy del Carmen Corona, Cuarto sin paredes, 28 de julio 2021. Fondo Mitzy del Carmen Corona, Sección Mujeres desde los bordes del valle, Serie Azotea (horizontes), LMEMCMC0003, Repositorio Margeniales, https://drive.google.com/drive/folders/171P2wjOGsVOlvhj263uCgxb-GfswM6Cl




Steph Barragán, El miedo no viaja en burro, 23 de enero 2021. Fondo Steph Barragán,
Sección No humanos, Serie Dibujo digital, LMEMASB0003, Repositorio Margeniales, https://drive.google.com/drive/folders/1U2e8NwVc2NonHo3gwF6UzIhnS5kdcMdb



Consideraciones finales

La práctica de autoarchivar antecede al término bibliotecológico, que sólo funcionó como un detonante para la propuesta que se expuso durante las sesiones de la laboratoria. Hacer autoarchiva con la archiva propia y con la de otras implica un cambio de perspectiva en la que el objeto y el sujeto de la archiva atraviesan a las archivistas; es una visión archivística situada.

En términos generales, la propuesta de las sesiones partió de elementos archivísticos teórico/prácticos. Cada quien decidió hacia dónde iría con ellos y cómo los aplicaría en sus archivas, compuestas por una diversidad de tipologías documentales, desde fanzines y bordados hasta fotografías digitales y poesía. La propuesta de autoarchiva presentada se sigue construyendo, pues se intenta que incluya archivas vivas, desde el presente, por lo que cada artista y hacedora podrá, con el transcurso del tiempo, ir ampliando sus biografías y ajustando su cuadro de clasificación; muchas aventuras ocurren a las archivas, a veces se destruyen, a veces se pierden, a veces se deshacen, los resultados de esta laboratoria pueden ser una imagen instantánea de cómo son hoy.

Hacer autoarchiva permite que se genere conocimiento desde varios lados, diversas perspectivas, no sólo como un lugar de rememoración del pasado, sino también el sitio desde el que nos construimos, donde hacemos, dialogamos, imaginamos, compartimos.

Quiero agradecer a la colectiva Marejada, quienes amablemente me invitaron a compartir saberes e inquietudes en torno a esta propuesta. Asimismo, a las participantes de la laboratoria, a quienes admiro y aprecio mucho, especialmente a Aída, Mitzy y Steph, cuyos fragmentos de sus archivas aparecen en este artículo.

Las archivas mismas, así como los instrumentos descriptivos que construimos dentro de la laboratoria para guiarnos a través de la documentación de estas artistas pueden ser consultadas en https://drive.google.com/drive/folders/1zeYILg0w-3KaN7fJUcJR0OL7bM4bdbBh.



Bibliografía

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Semblanza de la autora

Graciela Ordóñez Alcalá. Guanajuato, 1988. Historiadora por la Universidad de Guanajuato y maestra en Bibliotecología y Estudios de la Información por la UNAM. Ha cursado diplomados en archivística e historia del arte. Colaboró en distintos proyectos archivísticos en la Coordinación del Archivo General de la Universidad de Guanajuato. Ha participado en el área de curaduría de datos y catalogación en repositorios digitales como M68: Ciudadanías en movimiento, Memórica y Desobediente: Archivo Digital del Museo Universitario del Chopo. Sus intereses giran alrededor de fanzines, fanzinotecas, archivos personales y archivos independientes. Actualmente colabora en el Centro de Documentación del Museo Universitario del Chopo.



Recibido: 16 de diciembre de 2022.
Aceptado: 2 de marzo de 2023.

Palabras clave
mujeres artistas, mujeres archivistas, archivos feministas, archivística feminista, archivas de arte.

Keywords
women artists, women archivists, feminist archives, feminist archiving, art archives.

 

[1] En adelante me referiré a este evento sólo como la laboratoria.

[2] Kate Eichhron, “D.I.Y. Collectors, Archiving Scholars, and Activist Librarians: Legitimizing Feminist Knowledge and Cultural Production Since 1990”, Womens´s Studies, núm. 39, 2010, pp. 622-646.

[3] Donna Haraway, “Situated Knowledges: The Science Question in Feminism and the Privilege of Partial Perspective”, Feminist Studies, vol. 14, núm. 3, otoño de 1988, pp. 575-599.

[4] Idem.

[5] Id.

[6] Michelle Caswell y Marika Cifor, “From Human Rights to Feminist Ethics: Radical Empathy in the Archives”, Archivaria, The Journal of the Association of Canadian Archivists , núm. 81, primavera de 2016, pp. 23-43.

[7]Administrative/Biographical History: The purpose of this element is to describe the required elements of a biographical or administrative history note about creators embedded in the description of materials. The administrative/biographical history provides relevant information about corporate bodies, persons, or families who are identified using the Name of Creator(s) Element and who therefore function as nominal access points. This element also describes the relationship of creators to archival materials by providing information about the context in which those materials were created.Describing archives. A Content Standard , Estados Unidos, Society of American Archivist, 2020, p. 30.

[8] Marejada, indisciplina con perspectiva de género, “Catálogo margeniales 2021”, https://drive.google.com/drive/folders/1zeYILg0w-3KaN7fJUcJR0OL7bM4bdbBh Consulta: 25 de noviembre, 2022.

[9] Corona, en ibidem.

[10] Barragán, en ibidem.