NÚMERO
48



JULIO
DICIEMBRE
2021

SEPARATA

EDA-EDINBA 1961-2021.
Un recuento personal de seis décadas.

EDA-EDINBA 1961-2021. A recount personal of six decades

Arturo Díaz Belmont
Ingeniero Arquitecto y Maestro en Artes Visuales,
orientación Arte Urbano
adiazbelmont@gmail.com


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Mi vida ha estado ligada al INBA, desde que  nací en casa de mi abuelo Roberto Pérez Rangel, profesor de Artes Plásticas egresado de la Escuela Normal Superior, recibí de su mano las primeras «crayolas» y orientaciones para la expresión gráfica infantil. Cuando tuve la edad suficiente para viajar solo en autobús urbano, el abuelo me mostró durante la primera semana de cursos la ruta desde casa al Taller Infantil de Artes Plásticas No.1 en la primera sección del bosque de Chapultepec, él fue su fundador en 1952 y lo dirigió hasta diciembre de 1971.

En 1961 siendo alumno del TIAP, me enteré de la creación de una nueva escuela dentro del INBA: la Escuela de Diseño y Artesanías. El mundo del arte y la educación artística en México era pequeño y muchos artistas plásticos ejercían la docencia y compartían amistad y camaradería, era el caso de mi abuelo quien hablaba con tal familiaridad de Diego Rivera y su hija Ruth, los hermanos José y Tomás Chávez Morado, Leopoldo Méndez, Raúl Anguiano, Mariano Paredes, Arturo “Güero” Estrada (quien es tío de mi mejor amigo de la infancia), Amador Lugo, Paulina Trejo, Abelardo Ávila y muchos otros maestros que convivieron una etapa en la que el INBA era una institución noble, prestigiosa y pródiga en sufragar muchos gastos para la formación de sus alumnos.



Personajes que aparecen en la foto, identificados por el autor Díaz Belmont
Debajo de izquierda a derecha: Mariano Paredes Limón, José Mendarózqueta, Roberto Pérez Rangel. Sentado entre dos maestras: Víctor M. Reyes y Angelina Beloff.
Tercera fila: a la derecha: Fernando Gamboa, Feliciano Peña y Raúl Anguiano.
Última fila de pie: León Plancarte (segundo en el orden), Carlos Alvarado Lang, (quinto) José Chávez Morado (6), Rafael López Vázquez (8) y finalmente Amador Lugo Guadarrama (9).
Sentada delante de Gamboa está su esposa. Todos ellos adscritos a la Sección de Enseñanzas Artísticas del INBA.



–Quiero estudiar en la EDA, comenté a mis padres en una sobremesa dominical cuando terminaba la secundaria en 1966.

–Usted se me va como estudiante del Poli, respondió mi madre.

Sin mayor opción presenté el examen de admisión en IPN, ingresé en 1967 a la Vocacional 3 en el Casco de Santo Tomás. Por esos años mi abuelo sufrió un infarto y lo visitaron en su convalecencia muchos profesores del INBA que seguían siendo amigos y camaradas; yo les abría la puerta a los profesores visitantes con admiración y reverencia, –algún día quisiera ser como ellos–, me decía.

A la mitad del convulso año 1968, volví a mencionar a mis padres mi interés sobre ingresar a la EDA o a la Esmeralda. En el Poli me había enrolado en los grupos de alumnos que salíamos a ‘volantear’ y ‘botear’, preparar comida en casa de una compañera que vivía en el rumbo y llevarla a los jóvenes huelguistas que montaban guardia en los edificios de las escuelas del barrio estudiantil.

En casa descubrieron mis volantes, y casualmente al siguiente fin de semana, apareció un amigo de mi padre quien me invitó a trabajar en la constructora donde era el contador; sin mediar mayor trámite ingresé como aprendiz de dibujante arquitectónico a una empresa importante dentro un centro comercial en Insurgentes sur ahora desaparecido.

Y vino la marcha del primero de agosto de 1968, los compañeros del despacho reconocieron al rector Javier Barros Sierra encabezando la «Marcha de la dignidad» y de inmediato salieron a incorporarse al contingente, me uní a ellos. Nos llovió, regresamos a la oficina empapados y afónicos, impregnados de consignas y sentimiento de solidaridad; al regreso nos informaron que descontarían la jornada, no importó a ninguno de los compañeros.

Al día siguiente, me llamó el arquitecto dueño de la empresa a su privado, me informó que debía preparar una maleta, pues me enviarían de auxiliar de un equipo de ingenieros y topógrafos que ya trabajaban en un fraccionamiento nuevo en Acapulco. Laboré los restantes días de agosto, y los meses de septiembre, octubre y noviembre en Acapulco como asistente en una obra enorme, regresé hasta que terminó la huelga.

El jovencito de16 años que quería estudiar en la EDA ingresaría al ciclo escolar 1969 a la ESIA. Un año más aplazando la búsqueda vocacional, el abuelo había regresado a trabajar y preparaba su salida del INBA en 1971.

Lo poco que sabía de la EDA por esas fechas, era, en primera instancia, su ubicación cerca del metro Balderas; estaba al tanto, además, que se estaban dando cambios internos en su organización, tomando la forma de «co-gobierno» -en consonancia y sintonía con los movimientos de «autogobierno» en la UNAM; finalmente, conocía que había un enfoque educativo novedoso y que trabajaban ahí arquitectos y artistas cuyo nombre me era familiar.

A principios de 1972, ingresé oficialmente al INBA, con una plaza de profesor de educación post-primarias, mediante un acuerdo entre mi abuelo quien se había retirado y el nuevo jefe de la Sección de Enseñanzas Artísticas. Esta entidad, controlaba la nómina de las escuelas de: ENPEG, EDA, Taller Nacional de Tapiz y CENCOA ahora CENCROPAM.

Los días de cobro, acudían por su cheque renombrados profesores que poco a poco comencé a conocer en las ‘convivencias’ quincenales: los pintores y grabadores ‘esmeraldos’; los profesores de la EDA; y, los de la Sección de Enseñanzas Artísticas. Poco a poco el ambiente de la docencia y la creación plástica se fueron internalizando en mí; combinando actividades de la construcción con las artes, de peculiar modo seguían reforzándose mis intenciones de hacer algo personal en la actividad plástica.

Con el transcurso de los años, mi trabajo como profesor-arquitecto, me llevó a partir de 1985-1991 a la Universidad de Morelos. En ese tiempo, desempeñaba un cargo académico administrativo y se presentó a realizar trámites una ex-alumna de Arquitectura de la UAEM, al entablar comentarios me ofreció presentarme con el director de la EDINBA; ya que ella era profesora en la carrera de Diseño gráfico. Asimismo, me cuestionó sobre mi trabajo, en dicha universidad, alejado 80 kilómetros, de mi verdadera pasión. Logré recuperar mi antigüedad en el INBA, cubriendo el año sabático de uno de los profesores que había conocido mi abuelo: Don Jorge Best Berganzo.

¡Por fin estaría en el lugar que había solicitado desde niño! Aunque para entonces, las cosas habían cambiado, la EDA que yo conocí, se había transformado en dos escuelas independientes: Diseño y Artesanías; y ya no se encontraba en la Ciudadela, -el sitio donde habían iniciado sus actividades educativas a principios de los años 60’s- sino en su domicilio actual: Xocongo 138, en la colonia Tránsito.

Quedando en la historia de la EDA, arquitectos y artistas plásticos como: Raúl Cacho, José Chávez Morado, Ramón Vargas S., Rafael López Rangel y muchos otros que formaban el imaginario académico de una escuela progresista y heredera de la tradición bauhasiana.

Presenté examen de méritos, y me aceptaron condicionado por un año; al regreso de su año sabático el maestro Best confirmó mi aceptación ante Consejo Técnico, y fungí como su asistente en el curso de Orden Básico para la carrera de Muebles y Objetos, en los ciclos 91-92 y 92-93.

En el ciclo escolar 1993-1994, la matrícula de Muebles y Objetos, se había duplicado y Rubén Ramírez Rosales coordinador de esa carrera, gestionó crear dos grupos de nuevo ingreso: uno a cargo de Best, y el otro a mi cargo. Esta oportunidad, me permitió proponer un curso piloto, que sirvió como puente entre las prácticas valiosas creadas por Jorge Best; y las propuestas novedosas, de los contenidos del Curso Básico, en una carrera de ‘Diseñador sin apellidos

Desde 1975, paralelamente al plan vigente, se había trabajado sin éxito en la creación de un nuevo plan de estudios, hasta que, por fin en 1993, se integró oficialmente la Comisión Académica, que lograría la ansiada renovación del currículo. Estuvo presidida por: el director de la Escuela, Segundo Pérez Cuevas; Secretario Académico, Mtro. Alejandro Rodríguez, la jefa del Departamento de Psicopedagogía Lic. Marcela Villafuerte Sánchez; los profesores, Roberto Gómez Soto, Matilde Breña, Jorge López Martínez, Rebeca Hidalgo Wong, y el asesor pedagógico Armando Salas representante de la SGEIA.

El equipo trabajó más de un año con reuniones constantes; y, para el mes de junio de 1994, ya se tenían perfilados los nombres de los coordinadores para iniciar el Nuevo Plan de Estudios: Haydée Girón Rivas designada al área de Diseño; Jorge López Martínez de procesos técnicos; Juan Manuel López de Teoría y Análisis; Berenice Miranda de Gestión y Vinculación; y Rebeca Hidalgo Wong, nombrada como coordinadora general del equipo. Además, fue coautora del documento rector de los nuevos enfoques para la enseñanza. Faltaba solamente decidir la coordinación de un área en donde, además, de integrar las expresiones bi y tridimensionales, para la representación de los diseños; se encargaría de dirigir una serie de materias estéticas, que sirviera de bagaje referencial a los estudiantes. Algunas de las manifestaciones que se cubrieron fueron: el cine, la música, las artes plásticas, las artes escénicas, la expresión corporal, la senso-percepción espacial, la arquitectura, y, los espacios urbanos.

Así nació el área de Apreciación-Expresión-Representación (AER), que llegó a tener más de 50 profesores, encargados de impartir contenidos que iban desde el dibujo académico, con figura humana y del natural; bocetaje para objetos; dibujo técnico; geometría descriptiva; fotografía; diagramación, planigrafía; letragrafía; envase y embalaje, entre otras muchas materias.

La propuesta del Director Segundo Pérez Cuevas ante Consejo Técnico Académico, para cubrir esta coordinación, recayó en quien esto escribe.

A partir de ese momento, comenzó la otra historia. Finalmente estaba metido de lleno donde deseaba ingresar desde 1967, me motivaba el reto de conjugar los valores de la educación formal de los diseños heredados de la tradición moderna con el pensamiento crítico y de los tiempos postmodernos. Como parte de las actividades de la materia que impartía en el área, realizaba recorridos temáticos de arquitectura con mis alumnos por zonas bien definidas. Estilísticamente, la llamé «Apreciación Estética de la Ciudad de México», motivado y emulando las visitas guiadas que conducían desde los 60’s el Arquitecto y Arqueólogo Eduardo Pareyón Moreno o el «Curso vivo de Arte» de Alberto Híjar o Jorge Legorreta Gutiérrez.

El objetivo de la actividad, era la de fomentar en los alumnos de Nivel básico la capacidad de observación e identificación de estilos arquitectónicos; y, la configuración siempre dinámica de la impronta estética de la ciudad, para que fueran capaces de encontrar los lenguajes formales característicos de ciertas etapas y zonas bien distinguibles. Estas visitas, permitieron a los alumnos compenetrarse en el ambiente de los distintos barrios o colonias; los contenidos de la materia, también, incluyeron visitas a exposiciones en galerías y museos, con el propósito de reforzar y enriquecer el bagaje de la cultura visual en las y los alumnos.

Otra actividad inicial, como coordinador del área, fue la organización de eventos tipo “performance”; cuando lo comunicamos a los alumnos, la idea fue recibida con entusiasmo, dentro de estas actividades, se realizó un colectivo en la azotea del edificio correspondiente a la zona administrativa; y otro en un espacio interior. No puedo pasar por alto las ofrendas y eventos organizados para la celebración del “Día de muertos”.












La experiencia a partir de 94 fue muy intensa: juntas de coordinadores de área de lunes a viernes; lectura a marchas forzadas de los planteamientos teóricos que se engloban como: Estudios Culturales, trabajo frente a grupo, estudios de maestría primero en IPN y luego en UNAM; representante ante el SNTE sección X de la delegación sindical y de propina practicar deportes extremos. Resultado: un día antes del inicio oficial del Nuevo Plan de Estudios, tuve una caída en bicicleta de montaña causándome fractura múltiple de húmero izquierdo y seis meses de incapacidad médica.

Antes de mi ingreso a la EDINBA era analfabeto informático, mi inconsciente actitud machista heredada, me hacía poco tolerante a la diversidad de preferencias, no tenía idea de lo que cambiaría en mi vida la opinión crítica e interacción de profesoras y profesores amistades cercanas hacia mi pensamiento.

Aprendí de mis alumnas y alumnos, aprendí a respetar a mis compañeras y compañeros de trabajo, aprendí a enseñar desde el momento en que mi abuelo, me puso frente a un grupo de niños y aprendí en la EDINBA mucho más que si me hubiera matriculado en 1967 como alumno de Diseño Artístico Industrial, o en 1973-1976 como alumno de Diseño Gráfico, Muebles y Objetos o algún taller de la EDA.

Aprendí a conocer y comunicar estrategias para analizar las cosas y representarlas gráficamente. Aprendí a mirar e invitar a mis alumnos a levantar la vista para disfrutar de la variedad de estilos arquitectónicos y formas de uso y apropiación de los espacios urbanos. También aprendí de mis compañeros técnicos administrativos y trabajadores de intendencia estoy agradecido a ellos que siempre me apoyaron y motivaron en la tarea sindical.

Aprendí a trabajar en equipo, cito dos ejemplos: cuando ejercimos la coordinación de AER (94-97) y posteriormente colaborar en la remodelación de la Galería Códice junto con la directora Margarita Landázuri B. y Julio César Séneca G. (2004)










Agradecido a la EDINBA como institución que me acogió más de una vez en la misma Galería Códice para exhibir mis propuestas visuales, ejercicios académicos individual y colectivamente.

Agradecido estoy a los alumnos que formaron la primera generación del plan 1994 quienes llegaron a expresar que se sentían “conejillos de indias” y que algunos de ellos actualmente ejercen la profesión del Diseño responsable y dignamente y además, la docencia en la EDINBA y fuera de ella, han participado en las posteriores versiones y actualizaciones del Plan de Estudios, experiencias acumuladas, ensayos y nuevos “conejillos de indias” con las generaciones nuevas donde por cierto estudian los hijos(a)s y hasta nietas(os) de colegas diseñadores y docentes.

¡Larga vida a la EDINBA!, de sexagenaria tradición académica y fresca actitud renovadora acorde a nuevos tiempos; también conservo en mis afectos el recuerdo de alumnas, alumnos, profesoras y profesores, trabajadoras y trabajadores técnico-administrativos que han desaparecido. 

Julio de 2021.







Semblanza del autor

Arturo Díaz Belmont. Ingeniero Arquitecto y M.A.V. orientación Arte Urbano Docente jubilado del INBA entre 1972 hasta 2009 con experiencia en todos los niveles educativos, –desde básico hasta posgrado–, a partir de 1984 en educación superior: Arquitectura, Diseño y Artes Visuales en IPN / ESIA, UAEMorelos, EDINBA, UNAM / ENAP y fundador en Centro de Diseño Cine y TV. Cuenta con más de 50 exposiciones colectivas presentando pintura, grabado, dibujo, fotografía e Imagen digital; a partir de 1989 inicia con Modelado 3D y multimedia interactiva; desde el año 2000 publica en redes sociales.



Recibido: 14 de mayo de 2021.