NÚMERO
ESPECIAL
Dystopia Marches on… The Aesthetic Experience of Invisible Terror
Resumen
El presente trabajo es un ejercicio de estetología, que no es otra cosa que una estética expandida que busca lo estético donde quiera que se encuentre: en los objetos de la vida cotidiana, el medio social, el medio ambiente (ecoestética) y en la cultura (en la que asoma el arte). Con base en esta acepción del discurso estético se aborda la crisis mundial ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2 (que provoca la enfermedad llamada covid-19), que nos tiene en cuarentena, en paralelo con los esfuerzos por mostrar nuestro mejor talante, como un reto a la sensibilidad humana apabullada de por sí por los nuevos desarrollos tecnológicos. Sin embargo, este mismo desarrollo, núcleo del crecimiento de la civilización moderna (capitalista o socialista) no se ha reflejado en bienestar, al menos no para todos, sino que ha producido escenarios distópicos como el que ahora vivimos a nivel planetario, agudizados en países subdesarrollados, como el nuestro, que formamos parte de esas regiones que son el vertedero de los despojos del desarrollo. De manera metaforizada ya la literatura y el cine de ciencia ficción nos habían advertido sobre las consecuencias humanas y ecológicas que podíamos vivir si seguíamos por el camino vigente.
Abstract
This work is an exercise in aesthetology, which is nothing more than an expanded aesthetics that seeks the aesthetic wherever it is found: in the objects of daily life, the social environment, the environment (eco-aesthetics) and in culture (in which art appears). On this basis, the quarantine induced by COVID-19 is addressed, in parallel with our efforts to put up our bravest face, as a challenge to human sensitivity, which was already against the ropes due to overwhelming technological advances. In a metaphorical way, science fiction literature and cinema had already warned us about the human and ecological consequences we would face, if we were to march on along our current path.
Alberto Argüello Grunstein / doctor en
historia de la cultura, maestro en artes visuales y
sociólogo
INVESTIGADOR DEL CENIDIAP
albargru@yahoo.com.mx
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En el sentido más amplio de la estética (sensibilidad para la vida y para las artes), con la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2 (en adelante, coronavirus) hemos tenido la oportunidad de disfrutar a distancia los que pudiéramos llamar conciertos fractales. En junio de 2020, músicos de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato,atrincherados en sus hogares, nos ofrecieron su interpretación del Huapango de Pablo Moncayo con una exactitud de relojeros. Con este concierto, la Universidad de Guanajuato rindió homenaje al personal médico de salud que hace frente al coronavirus. Sin la formalidad del frac (para ellos) o los elegantes vestidos negros (para ellas), vimos a las y los músicos como nunca: en mangas de camisa, camisetas coloridas, camisas a cuadros, vestidos sencillos y cómodos, pantalón de mezclilla y tenis. Por su parte, la directora Alondra de la Parra hizo lo propio con la finalidad de apoyar a mujeres y niños afectados por la pandemia; en agosto pasado convocó a treinta músicos de todo el mundo (se le llamó The Impossible Orchestra) para grabar el Danzón número 2 de Arturo Márquez; afortunadamente usaron un formato más amable y una producción elegante,alternando recuadros y tomas a cuadro completo.[1]
Pero se nos dirá, con razón, que este tipo de espectáculos artísticos no es nuevo. Músicos tocando alrededor del mundo (cuya articulación más sólida ha sido, desde 2007, Playing for Change / Song Around the World) puso en escena, más o menos de la misma manera, sus versiones sobre La tierra del olvido (2011, convocando solamente, en ese caso, a varios músicos ubicados en diversas ciudades de Colombia),Guantanamera (en 2014), La Bamba (2014), Don’t Worry Be Happy (2014), Lean on Me (2015) y muchas más. La imagen resultante no fue como la que caracteriza a Zoom, sino articulando tomas alternadas que van pasando de una ciudad a otra, de un país a otro alrededor del mundo, logrando mostrarnos una obra musical completa y continua, uniendo los fragmentos filmados. En plena pandemia, la producción musical de ese “estilo visual”, por decirlo de alguna manera, se ha acrecentado usando la referida plataforma y otras similares. El resultado: la fragmentación de la pantalla nos muestra, como en el caso de Huapango, a los músicos tocando simultáneamente desde sus casas: un mosaico de intimidades, mosaico de encierros.
Cecilia Rodríguez, Deshoras.
En lo concerniente a otras expresiones artísticas, ya antes de la pandemia, por vía virtual, podíamos ver pinturas y fotografías artísticas, cine, obras de teatro y danza; visitar museos, descargar libros e infinidad de escritos. Lo que era opcional o audacia creativa y tecnológica se ha convertido, en estos meses, en tendencia casi obligatoria (aunque ya se notaba la presión ejercida por las enormes empresas que manejan la información y la comunicación a escala planetaria). Las artes visuales, por su parte, no se han quedado “mudas” ni mucho menos paralizadas. Lejos de ello, muchas iniciativas han rondado y siguen rondando por las redes mediante expresiones individuales y colectivas. Con la consigna “Me encierran, pero me vuelvo a levantar”, en el mes de julio Banksy plasmó en el metro de Londres un grafiti con imágenes de ratas estornudando y jugando con cubrebocas, con el ánimo de exhortar a su uso por parte de los pasajeros.[2] Antes había hecho un dibujo en el que un niño en overol jugaba con una novedosa heroína: una enfermera (mientras yacen en un bote de basura Batman y el Hombre Araña); el autor anónimo donó la obra al Hospital General de Southampton, Reino Unido, para que recaudasen fondos con su venta o subasta.[3]
La utilización de las redes para lanzar propuestas estéticas no tiene límite. En este espacio abierto caben todas las manifestaciones, aun aquellas que son incomprendidas. Algunas obras podrían ser expresión espontánea o, de cierta manera, arte costumbrista en tono kafkiano, que sin proponérselo dan cuenta del desconcierto, la desorientación, la depresión o la angustia que viven algunos artistas. Muchos de ellos jóvenes con la vida en pausa o postergada expresan, podríamos decir (de manera redundante) lo que tienen que expresar. Quizá no es ahora el momento para hacer un balance final ni una crítica insensible ante propuestas como las que se han visto en las redes. Una somera relación de estas fue publicada a finales de junio: [4] algunos artistas “Resucitaron las ‘Time capsules’ de Warhol, en obras colectivas a distancia, varios artistas están metiendo en cajas sus tickets de las comidas a domicilio, supermercado, etc.”; una artista británica, creadora de lo que ella denomina live poem, “saluda” cada mañana a el covid-19 con frases cortas escritas sobre post-it tales como “ Good morning, virus” o “Wash your hands”; otros se toman a diario selfis de su rostro y fotos de su alimento, desperdicios o escenas de la decrepitud del encierro. Con los cubrebocas, algunos más le dieron el ejemplo (y la idea) a las grandes empresas industriales de que estos pequeños adminículos de tela podrían ser breves lienzos para contener decoraciones o frases (ahora empresarios chinos los producen por millones captando, asimismo, ganancias millonarias); por su parte, los partidarios del Trash Art han tenido múltiples elementos para hacer instalaciones con cubrebocas y otros despojos: “guantes de látex, pañuelos desechables usados, colillas de cigarro, y frascos vacíos de gel antibacterial”, etcétera. Y cual Penélope contemporánea, otra artista británica inició hace meses el tejido de una bufanda, que se antoja gigante, que concluirá en cuanto llegue “su Odiseo”: una vacuna para prevenir el covid-19.
Por otro lado, distintas iniciativas particulares (aficionados, artistas o diseñadores) y aun oficiales, se dieron a la tarea, entre humorística y curiosa, de intervenir mediante los recursos del meme de Internet obras pictóricas archiconocidas de la cultura occidental añadiendo cubrebocas a los personajes, gel sanitizante, papel de baño, jabón y todos los implementos más usados durante la pandemia;[5] esto en Chile. En México, mientras tanto, sigue en marcha el programa #ContigoEnLaDistancia, auspiciado por la Secretaría de Cultura federal, en donde encontramos online las más diversas expresiones artísticas y académicas.
Entre las iniciativas no oficiales destaca la idea de Emma Calvo, Irene Llorca y José Guerrero, tres amigos de Barcelona, quienes junto con algunos talentos de la publicidad, crearon The Covid Art Museum, el primer museo virtual sobre el coronavirus que abrió “sus puertas (digitales)” apenas en abril pasado.[6] Por tratarse de un museo online, recopila obras procedentes de todo el mundo en la aplicación Instagram, una de las redes más populares actualmente (su especialidad es difundir imágenes por sobre los textos) y, como otros museos, pero a la distancia, también procura, a su manera, la unión entre los públicos. En el Covid Art Museum se pueden apreciar diversas expresiones visuales: ilustraciones, óleos, videos, 3D, collages, etcétera. Y aun cuando hay un comité que procura conservar criterios de calidad, lo fundamental, consideran sus organizadores, es conectar visitantes, crear vínculos y dejar testimonio de que estas obras “nacieron de una situación límite, pero que actuaron como vía de escape para muchas personas”. Esta herramienta cumple a la perfección con algunos de los postulados del arte relacional (Nicolas Bourriaud + Jacques Rancière) en el sentido de hacer patente que nadie está solo, “que formamos parte de algo” y “que esta crisis se puede vivir de infinitas maneras, y que todas son válidas”. Otro elemento visible en la colección del Covid Art Museum es que no concibe distinciones o etiquetas, sino que tiene la apertura para recibir todo tipo de arte, teniendo en claro, incluso, que “Algunas obras se toman la situación con humor, otras muestran un punto de vista más catastrófico y muchas hablan de unidad y esperanza”. [7]
Muy temprano, al comenzar el siglo XXI, y sin tener en mente el escenario apocalíptico que ahora vivimos, Rancière observaba dos maneras de darse actualmente el arte: aquella tendencia que persigue restaurar y fortalecer los lazos sociales (aquí entraría el arte relacional) y aquella otra que da testimonio de la catástrofe. Sin embargo, las obras que ha recogido el Covid Art Museum no sólo dan testimonio de ambas tendencias, sino de muchas otras. Nosotros destacaríamos una más, muy importante, que podríamos denominar el impulso anestésico a la manera de la orquesta del Titanic.[8] En el momento dramático del hundimiento la orquesta no paró de tocar. Desde nuestro punto de vista, esta actitud fue más allá de dar “testimonio de la catástrofe”. Sin perder el estilo, acompañó el desastre, no como si nada malo estuviese pasando, sino procurando, con la fuerza espiritual y social del arte, servir como anestesia, como consuelo. Operando como una verdadera maquinaria de abstracción, de pureza, ofreció esa vía de escape o chaleco de salvavidas que algunas obras, del día de hoy, asimismo nos brindan, tal como anotan los creadores del Covid Art Museum.
La cara dura y ruda del capitalismo
Querámoslo o no, la virtualización de las prácticas estéticas, por llamarla de alguna manera, es asimismo palpable en la vida social, económica y política. Cada día las circunstancias nos orillan, a marchas forzadas, a enlazarnos en sus redes, a compenetrarnos en la World Wide Web y a usar todas sus nuevas aplicaciones. Por todos lados, e incluso antes de la pandemia, la presión ya se sentía. No sólo la presión de los bancos (bajo el nefando término de la “bancarización”, a través de sus “apps”), sino la gubernamental (para toda tramitología) y la generacional. La tendencia es que todo, o casi todo, se haga por la vía virtual. La pandemia “les cayó como anillo al dedo” para meter el acelerador. Bill Gates se refiere a este fenómeno como un “milagro digital”:
La pandemia cambió al mundo, no hay duda de ello, ha modificado tanto las cosas que ha obligado a los seres humanos a ser en cierta forma “antinaturales” ya que ahora mismo no podemos congregarnos como lo hacíamos antes y el cambio en el estilo de vida ya es una absoluta realidad [...]
De hecho, el milagro digital está realmente en su comienzo, a partir de ahora es cuando notaremos cuánto puede hacer la tecnología por el bienestar de la humanidad y valoraremos lo positivo de estas herramientas desarrolladas algunos años antes.
Es muy sencillo pero muy ilustrativo a la vez, en esta pandemia las personas en general se han visto afectadas, pero todas aquellas personas que tienen acceso permanente a Internet se han visto menos afectadas, es porque el Internet nos permite contar con información y detectar oportunidades de todo tipo en un mundo confinado por meses [9]
“Gracias” a esas nuevas tecnologías, antes del coronavirus ya teníamos (en computadoras, tabletas y celulares) acceso a la cara dura y ruda del capitalismo: el manejo de los dineros, las cobranzas, el pago de deudas, las declaraciones de impuestos y patrimoniales, la distribución de códigos de ética y los recordatorios para leerlos, etcétera. Con la pandemia se refuerza la propensión hacia una vida artificial, aislada, insular, regida y monitoreada por las grandes trasnacionales de la información, a través de Internet, los dispositivos móviles, cámaras instaladas en las ciudades. Ahora no sólo se trata de dejar de ir a las sucursales bancarias, sino de dejar de ir a cualquier lado. ¿Para qué, si todo está al alcance de un clic? Viajes virtuales a cualquier parte del país, a cualquier parte del mundo, a sitios y reservas naturales, al fondo del mar, al espacio, al rostro craquelado de La Gioconda.
Sebastián Dávila, Los encierros/Fishes Were not Meant for Cages.
La lógica mágico-ritual
Pero no todo “milagro” es un “milagro digital”, como supone Bill Gates. Si de cultura hablamos, es necesario hablar de otra interfaz que no es tecnológica. Cuando se brinca la interfaz cultural entre sereshumanos-naturaleza (excluyendo la polaridad seres humanos-“naturaleza”),[10] como se plantea en las películas de ciencia ficción, es decir, cuando se dan relaciones anormales entre seres humanos y animales domesticados, pero, sobre todo, con animales silvestres (simios, murciélagos, pangolines, etcétera),[11] se produce el choque biótico que explica “el salto” de un virus desconocido (como es el caso del SARS-CoV-2) hacia los seres humanos. Al menos, esta parece ser la versión más acreditada y racional que han expresado científicos de Oriente y Occidente.[12]
En el mercado de Wuhan, al sur de China, desde el punto de vista de la interfaz cultural de Occidente, se realizó una ingesta anormal (de sopa o caldo de murciélago). Es decir, un consumo en cierto sentido “fuera de norma”, “fuera del control racional capitalista” (en caso contrario encontraríamos murciélagos empacados y congelados en los supermercados). O sea, ese animal silvestre o en estado salvaje (si se prefiere) no está contemplado para consumo humano, y si ello ocurre, como parece ser, su ingesta no sólo está fuera de la regulación económica capitalista, sino fuera de la “naturaleza”. Por tanto, su consumo podría considerarse bajo una lógica mágico-ritual.
Lo sagrado, lo mágico, lo mítico (lo heterogéneo al pensamiento racionalista de la modernidad [sea capitalista o socialista]) no sólo registra, en casos como este —como se afirmaba—, “un retorno” en la posmodernidad, sino podríamos afirmar que nunca se extirpó. Decir esto no nos debe causar sorpresa. Lo nuestro, lo nuestro, es decir, lo humano, no es la racionalidad, ya lo dijeron Emmanuel Kant (las razones prácticas), Sigmund Freud (el inconsciente) y Michel Foucault (la muerte del hombre), y Friedrich Nietzsche no dejó lugar a dudas: sostuvo la tesis de la dialéctica entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Y en esa dialéctica, donde lo irracional gana, podemos notar que la irracional capacidad de desear de los seres humanos es infinita (Kant + Freud).
Bati-sopa
¿Por qué se consume el abalón, la vejiga de totoaba o el murciélago? Quizá, sólo quizá, no se hace para alimentarse, sino que obedece a sus supuestas “propiedades medicinales” y afrodisiacas (ambas contempladas en el rango de una medicina popular-fantástica).[13] O sea, contrapunteando lo antes dicho, éste consumo se trata de un “milagro no digital”. Uno de los mitos populares chinos respecto al murciélago es que este animal no envejece o es de los más longevos. ¿Deglutir murciélagos, acaso, nos puede transferir esa pretendida ventaja biológica? Hay tres cosas que nos martirizan como humanos: somos una de las especies más débiles, envejecemos y morimos. Por esto, y por razones de estatus, se acude al consumo de esas comidas con supuestas propiedades mágico-milagrosas y, a su vez, con características de exotismo. Sin embargo, la otra cara de este goce es que, debido a que se trata de consumos proscritos o no regulados por la economía formal o visible, su explotación no sólo es irracional, sino que está cada vez más en manos del crimen organizado (economía informal o subterránea) pues genera grandes ganancias (se trata del “cuarto comercio ilegal más grande después de las drogas, el contrabando de personas y la falsificación”).[14]
La vejiga de totoaba y la sopa de murciélago, se supone, proveen al comensal de longevidad. ¿Batman, acaso, comerá caldos de murciélago? Es evidente que el superhéroe de Ciudad Gótica nunca envejece: ni en el cómic ni en las sagas cinematográficas. ¡Pero esa es la realidad en el imaginario colectivo, en el caso de los personajes de ficción! Maggie Simpson siempre será una bebé; Mafalda, parte de nuestra conciencia latinoamericana, siempre será una niña. Pero lo que es cierto es que, marcando distancia de las historietas, investigadores de la Universidad de Maryland han demostrado que cuatro linajes de murciélagos exhiben una longevidad extrema, y ello podría aportar beneficios para la longevidad de los mamíferos, aunque este estudio científico no está pensado para aplicarse a los seres humanos.[15]
Por azar o por accidente, según esta hipótesis, aquellos que andaban en busca de mayor potencia sexual o longevidad se convirtieron en el vehículo para el tránsito del virus de esas especies silvestres a los seres humanos. Lo que parece curioso es que se diga que la catástrofe actual se originó en el mercado mayorista de mariscos de Wuhan, donde se consume carne de murciélago, pues las autoridades chinas minimizan o incluso refutan este hecho.[16] Focalizar el origen en China tiene, por supuesto, un sesgo político, pues los murciélagos también son consumidos en “Indonesia, Tailandia, Vietnam, Guam, y otras culturas y países de Asia y Oceanía”, así como en Sudáfrica y África Oriental.[17] Pese a ello, lo que es un hecho demostrado científicamente es que “más del 70 % de las infecciones emergentes en humanos [entre parásitos, bacterias y virus] provienen de animales, particularmente de animales salvajes”.[18] A estas conclusiones habría que añadir aquello que dejamos anotado: la importancia del sesgo político, materia prima de las más interesadas teorías conspiracionistas.
Geopolítica del virus
Suponiendo, sin conceder, que el coronavirus se originó en el mercado popular de Wuhan, también podríamos suponer, como sospechan los autores de las teorías conspiracionistas, que el virus letal se diseñó en el Instituto de Virología de China, casualmente ubicado en la misma ciudad donde se detectó el origen del brote del covid-19: Wuhan. En contrapartida, otra teoría emplaza el origen del coronavirus, sobre diseño, en Estados Unidos. Estas son dos de las teorías conspiracionistas en boga. La pregunta aquí es ¿por qué son consideradas inaceptables y demenciales estas hipótesis que insisten en plantear la posibilidad de que esté en curso una guerra biológica? Precisamente por eso: por demenciales. Pero, a pesar de que nos cueste trabajo creerlo, lo demencial y lo malévolo existen. Por inhumanas que parezcan, esas características son parte constitutiva de la condición humana. Añadamos un comentario kantiano que bien pudiera ser de Hobbes: “Lapaz entre los hombres que viven juntos no es un estado de naturaleza — status naturalis—; el estado de naturaleza es más bien la guerra, es decir, un estado donde, aunque las hostilidades no hayan sido rotas, existela constante amenaza de romperlas”.[19] Señala Kant que la fragilidad de la paz obedece, en principio, a que existe la inclinación a la guerra como algo ingénito a la naturaleza humana, y ello al extremo de poder ejercer cierta maldad radical contra el enemigo, como puede ser no sólo la guerra en sí, sino también el quebrantamiento de capitulaciones, la excitación la traición, el empleo de asesinos o de envenenadores. Hay una tendencia histórica, no cabe duda, a la expansión propia de las potencias para extender su dominio o exterminar al Otro. Y Kant lo subraya señalando que “en las relaciones extremas entre los Estadosaparece bien patente e incontestable esa maldad fundamental”.[20]
Pese a ser ampliamente conocida la fe de Kant en el derecho y en la ética como posibles herramientas para contener la violencia y, además, siendo ellas fundamento para la paz a través de una emergente Sociedad de Naciones (visionaria propuesta del filósofo), nos muestra que mientras existan ejércitos permanentes en las naciones habrá guerra. Y a los ejércitos, añade Kant, se suma el poderío económico propiciando “Esta facilidad para hacer la guerra, unida a la inclinación que hacia ella sienten los que tienen la fuerza”.[21] Todavía no existía en aquellos años algo parecido a una Organización de las Naciones Unidas, pero Kant vislumbraba que su creación contribuiría a lograr la paz perpetua. Sin la mediación de acuerdos internacionales, lo único que se conseguiría sería alimentar las guerras. Y sin un tribunal internacional que pudiera pronunciar un fallo con fuerza de derecho “las hostilidades degenerarían en guerra de exterminio”.[22] Proseguir por esa senda “llevaría consigo el aniquilamiento de las dos partes y la anulación de todo derecho [y ello] haría imposible una paz perpetua, como no fuese la paz del cementerio de todo el género humano”.[23]
Desafortunadamente todo eso no es extraño a quienes vivimos el siglo XX y ahora el principio del XXI. Tuvimos una Sociedad de Naciones (SDN), fundada en 1919, después de la primera Guerra Mundial, la cual fue sustituida por la Organización de las Naciones Unidas en 1945, después de la segunda Guerra Mundial. Como se ve, su creación a posteriori revela que ni una ni otra pudieron evitar los conflictos bélicos internacionales sino sólo llegar a acuerdos temporales que, como en la llamada Guerra Fría, no lograron el cese de las hostilidades. Lo que sí ocurrió fue que la humanidad, gracias al desquiciante y demencial desarrollo armamentista, logró llegar al punto que temía Kant. En la segunda mitad del siglo XX finalmente se presentó la posibilidad de que, en caso de que alguna de las dos potencias de entonces, los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), iniciara una guerra nuclear, se activaría un mecanismo en el otro país para lograr la “destrucción mutua asegurada (en inglés Mutual Assured Destruction o MAD, palabra que en ese idioma significa 'loco')”.[24] Desde luego que era una locura. Maldad demencial, podríamos decir. Con bastante humor negro Stanley Kubrick realizó en 1964 una película en la que satirizó la teoría MAD y sus posibles consecuencias: Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb (Dr. Insólito o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba ). “En esta película el embajador soviético informa al presidente estadounidense que la Unión Soviética dispone de un arma con la capacidad de destruir toda la civilización, la cual se dispararía automáticamente encuanto la Unión Soviética recibiera el primer ataque”.[25]
No obstante, no importándoles la perspectiva de destrucción de toda la humanidad, a los estadunidenses, bajo la presidencia de Ronald Reagan, se les ocurrieron otras dos ideas demoníacas. Para superar la teoría MAD se pensó en “la idea de poner en órbita terrestre y alojar en tierra un número determinado de plataformas espaciales armadas con armamentística láser, balísticos y de red. Estos dispositivos permitirían anular el contraataque enemigo”. El proyecto fue conocido como “Guerra de las Galaxias”.[26] Sería en la década de 1970 cuando el cineasta estadunidense George Lucas iniciaría la famosa saga que lleva justo ese nombre, pero no tuvo nada que ver con los propósitos militaristas de Reagan, salvo porque este ex actor de Hollywood estaba muy atento a lo que se producía en esa industria (en algún momento confesó su admiración por Rambo: quería soldados como él).[27] Y fue también en el periodo presidencial de Reagan (que se extendió por dos cuatrienios: entre 1981 y 1989) que se analizó la posibilidad de crear la bomba de neutrones, que en su tiempo fue calificada como el arma capitalista por excelencia: produciría grandes cantidades de radiación, pero con detonaciones más débiles con la intención de destruir sólo a los seres vivos y preservar los bienes muebles e inmuebles. Esa radiación podría ser eliminada en unos cuantos días.
¿Vivimos ya la tercera Guerra Mundial?
Ante este panorama ¿por qué no pensar que vivimos ahora la tercera Guerra Mundial, en su modalidad biológica? Antecedentes hay. “La comunidad internacional prohibió el empleo de armas químicas y biológicas después de la primera Guerra Mundial y reforzó esa prohibición en 1972 y 1993, cuando proscribió también su desarrollo, producción, almacenamiento y transferencia”.[28] Es decir, no hace mucho. Y esos eventos protocolarios y prohibiciones no impiden que, de hecho, estas armas se sigan elaborando y almacenando. En 2001 trascendió que sin el conocimiento del congreso ni del presidente Clinton, el Pentágono mantenía proyectos de elaboración de armas biológicas (químicas y bacteriológicas). En ese momento se supo de al menos tres proyectos secretos: uno para potenciar la bacteria del ántrax (y crear vacunas defensivas);[29] otro, denominado Visión Clara, era una minibomba bacteriológica, también creación soviética pero que interesaba entonces a la CIA, y un tercero que simplemente es una fábrica de gérmenes que se desarrollaba en el desierto de Nevada.[30] Quizás es difícil pensar en tanta maldad y apostar a que estas son fake news, pero tampoco podemos pecar de ingenuos.
Regresando al siglo XXI observamos que entre las teorías conspiracionistas en boga destacan, con respecto a las confrontaciones entre potencias, aquellas que ponen cara a cara a Estados Unidos y China, bajo la ya referida aseveración de que el nuevo coronavirus fue diseñado en un laboratorio. De cualquier manera, aún no se concluye si fue diseñado por los chinos para diseminarlo en Occidente o por los estadunidenses para propagarlo en China. Si acaso ocurrió lo primero, según esa versión conspiracionista, todo va bien para los chinos (en China sólo se registraron poco más de 4 mil muertos y ya se controló la pandemia,mientras que en EEUU ya rebasan los 200 mil fallecidos);[31] ante la segunda suposición hay dos hipótesis: a) se les salió de control, por accidente (a los Estados Unidos), en su propio territorio y por eso están en crisis, y b) lo diseminaron en China, pero allá lo pudieron controlar rápidamente por las características de su sistema de salud, que es público, y por el carácter disciplinado de su población. Frente a esta deslumbrante ambigüedad, el coronavirus quedaría bautizado con dos apellidos distintos según se mire: si, como suponen los europeos y estadunidenses, el virus fue creado por los chinos como un arma biológica, se le denomina, según la publicación Epoch Times, “el virus del Partido Comunista Chino”;[32] y a la inversa, si fue el ejército estadounidense quien lo sembró en China, como suponen estos, en los medios de difusión de Chinos se le llama “el virus de los Estados Unidos”.[33] De cualquier manera, como plantea el periodista y activista ambiental británico Mark Lynas, ambas teorías que suponen “tácticas geopolíticas” no se creen ampliamente a escala internacional. Y si hay algo de cierto, nunca se sabrá.
David Camorlinga, Amistad, 2020.
“¿A dónde vamos a parar?”[34]
¿El género humano se halla en progreso constante hacia mejor? Ésta es una pregunta que se hizo Kant en 1798, preocupado no solamente en asuntos teóricos y filosóficos, sino por ejercer una franca crítica de lo existente. De sus interesantes, aunque breves especulaciones sobre la historia de la humanidad, nos llaman la atención sus reflexiones sobre el progreso del género humano (hacia mejor o hacia peor) y sus puntos de vista sobre El fin de todas las cosas (1794), título de un texto donde reflexiona sobre el fin del mundo “en su forma actual”, preocupación que, como podemos comprender, era terriblemente sublime ayer como hoy.
A finales del siglo XVIII se vislumbraba ya el ascenso de la burguesía y la consolidación del capitalismo a nivel planetario. Ante ese panorama, el filósofo no se arredra y reitera que la moral es una luz que nunca se apaga[35] y el derecho es el único posible fundamento de la paz perpetua;[36] es más, sin desaliento, postula que no hay oposición entre moral y política… teóricamente.[37] También asegura que el destino de la naturaleza humana es “avanzar en el estado de su ilustración”: su “destino primordial radica precisamente en ese progreso”.[38] Esta última es una afirmación de 1784, pero más adelante, en dos breves textos,El fin de todas las cosas (1794) y Si el género humano se halla en progreso constante hacia mejor (1798), somete a revisión sus propias ideas acerca del progreso y el devenir. En primer término, señala que el filósofo no es adivino, por tanto, nada puede predecir y, en segundo, si bien no puede presagiar el futuro de la humanidad, indica que lo único a priori que puede hacer es vislumbrar lo que debiera ocurrir: progresar hacia mejor; aun cuando no tiene muchas ilusiones respecto al humano (hay que tomarlos como son, “y no como los pedantes sin mundo o los soñadores se imaginan que deben ser”).[39] En algún momento de desaliento Kant asume una postura escéptica y afirma que para que la humanidad progrese a mejor, sería necesaria “una especie de nueva creación”[40] que sólo Dios podría decidir con su inmensa sabiduría.
En El fin de todas las cosas reflexiona acerca de esa idea de que, de alguna manera, racionalista o racionalizadora, el ser humano anhela que el mundo tenga un final. Es decir, como si exigiera el final de una película. En resumidas cuentas, habría en el ser humano una especie de decepción o frustración puesto que si bien hace todos sus esfuerzos por vivir la vida (sea haciendo el bien o el mal), finalmente, no ve en el mundo “un cierre”, una conclusión. A partir de esa angustia, terriblemente sublime, Kant plantea dos preguntas:
¿por qué los hombres esperan en general, un fin del mundo?, y si es que éste se les concede ¿por qué ha de ser precisamente un fin con horrores (para la mayor parte del género humano)?... El motivo de lo primero parece residir en que la razón les dice que la duración del mundo tiene un valor mientras tanto los seres racionales se conforman al fin último de su existencia, pero que si éste no se hubiera de alcanzar, la creación les parece sin finalidad —como una farsa sin desenlace y sin intención alguna—. El motivo de lo segundo se basa en la opinión de la corrompida constitución del género humano, de tal grado que lleva a desesperar; y prepararle un fin, y que sea terrible, parece ser la única medida que corresponde a la sabiduría y justicia (para la mayoría de los hombres) supremas. Por eso los presagios del día del juicio (porque, ¿qué imaginación excitada por una gran expectativa es escasa en signos y prodigios?), son todos del género espantoso. Algunos piensan en la injusticia desbordada, en la opresión de los pobres por el fausto arrogante de los ricos, y en la pérdida total de la lealtad y de la fe; o en las guerras sangrientas que estallarán por toda la faz de la tierra, etcétera, en una palabra, en la caída moral y el rápido incremento de todos los vicios con sus consecuentes males, tales como no los conoció ningún tiempo anterior. Otros piensan en inusitadas catástrofes naturales, terremotos, tempestades e inundaciones, o cometas y fenómenos atmosféricos.
De hecho, y no sin causa, los hombres sienten el peso de su existencia,aunque ellos mismos son esa causa.[41]
Es decir, lo que plantea Kant es que el origen del desconcierto del ser humano es que no ha caído en cuenta de que el mundo se ajusta, también, a la tesis de la finalidad sin fin; o sea, que no tiene desenlace, porque si lo tuviese ello nos llevaría a asumir la tesis de que la humanidad (y el mundo) pudiesen llegar a un estado ideal (utopía) o catastrófico (distopía) en el que, una vez alcanzado ese estadio, la historia se detendría: llegaría a su fin (idea que más adelante recorrería el mundo filosófico, de Hegel a Fukuyama), algo que Kant no admite.
Lo que también refuta Kant son dos suposiciones: que el ser humano se halla “o bien en un continuo retroceso a peor, o en un progreso continuo hacia mejor en lo que se refiere a su destino moral”;[42] en cambio, y a pesar de sus deseos, Kant plantea que lo más seguro es que la humanidad esté condenada a un “perpetuo dar vueltas en círculo alrededor del mismo punto”[43] (“¿Cayendo siempre en el mismo error?”), lo cual no significa un verdadero estancamiento, comopodría suponerse. La primera suposición es calificada por Kant comoterrorismo moral; la segunda, como eudemonismo o, incluso, quiliasmo (“vista la meta de progresar en lejana perspectiva”), y la tercera abderitismo, que no es un verdadero estancamiento sino un constante subir y bajar, un “eterno oscilar”. Esta sería la hipótesis más plausible.
La expectativa que se abre desde esta posición kantiana es que no todo está perdido y que, pese a todo lo dicho, incluida la locura, no hay que perder la esperanza en la humanidad. Dos años antes del inicio del siglo XIX Kant planteó una sublime incertidumbre que podemos ahora retomar a principios del siglo XXI: nadie puede “asegurar que no sea ahora, precisamente, el momento en que, gracias a las disposiciones físicas de nuestra especie, los tiempos comiencen a retroceder” y, en los hechos, ya nos estamos precipitando hacia lo peor (de manera que bien podemos afirmar, quela distopía va…).[44]
¿A dónde vamos a parar?, estaremos “¿Cayendo siempre en el mismo error?”, ¿cómo saldremos de la situación actual? Esto, como vemos, aún no termina. Estamos montados en el huracán que, como a Dorothy en el principio de la película de El Mago de Oz (1939), no sabemos a dónde nos va a llevar. Por ello se habla de “la nueva normalidad” que nadie sabe, bien a bien, en qué consiste y qué será “lo nuevo”, porque no hay muchas esperanzas en que la humanidad dé un giro trascendental en el rumbo seguido hasta ahora (¿acaso alguna potencia capitalista o alguna poderosa instancia financiera internacional ha hablado, con motivo de la pandemia, de condonar deudas a los países del tercer mundo?).[45] Sin embargo nos queda la incertidumbre y, dentro de ella, la duda sublime sobre la posibilidad de enderezar nuestra marcha “hacia mejor”, como diría Kant, ahora que estamos sumergidos en “el desierto de lo real”:[46] el fango de la distopía.
¿Qué nos queda, entonces? ¿Acudir a releer las propuestas de los utopistas, sean de la antigüedad, del Renacimiento o de la era del despegue industrial? Revisémoslas, pues, pero descartemos sus tesis totalitarias, fantasiosas y rancias; ¡más valdría imaginar nuevas utopías! Aquellas, en su mayoría, son distópicas per se. La más “realista”, digamos, esLa ciudad de Dios de Agustín de Hipona, donde afirma que la sociedad perfecta no es posible en este mundo. Quizá nunca antes había existido un desafío como el actual. Tal vez implique comenzar desde cero. Reinventar todo. Una nueva idea de humanidad, de sociedad, de individuo, de espiritualidad, de ecología, como señalan los ecosofistas.[47]
No todo está perdido. La distopía va, pero nada es para siempre, sino el tiempo. La hipótesis kantiana del abderitismo surge frente al caos, la catástrofe y el terror como una alternativa recurrente. Cuando la humanidad parece que se precipita hacia lo peor, “se presenta un recodo en el camino (punctum flexus contrarii), en el cual, gracias a las disposiciones morales de nuestra especie, se endereza su marcha para mejor”.[48] No se necesitan mesías ni dictadores, sino visionarios: poetas, filósofos, novelistas, cineastas. Aquellos que en el pasado imaginaron posibilidades para el porvenir (ahora, futuro pasado). Se necesita idear nuevos futuros, no los conocidos, he ahí la magnitud de la incertidumbre contemporánea.
Bibliografía y hemerografía
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Semblanza de la autora
Alberto Argüello Grunstein. Doctor en Historia de la Cultura por la Universidad Iberoamericana, maestro en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Artes Plásticas (hoy Facultad de Artes y Diseño [FAD]) y licenciado en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y sociales de la UNAM. Fue director del Cenidiap de 2000 a 2003. Durante su gestión diseñó el concepto y fundó la revista electrónica Discurso Visual. Ha impartido diversos cursos sobre historia, teoría y práctica de las artes visuales en el Centro Nacional de las Artes, la UNAM y la Universidad Anáhuac. Es autor de capítulos de libros, ensayos y libros. Su más reciente libro electrónico es: De la protesta social a la protesta visual. México 1968/2018. Arte, diseño y espacio cíbrido . Entre sus últimos ensayos destacan: "Régimen de producción/arte ingenioso. Kant, Warburg, Didi-Huberman"; "De la estetología y sus descentramientos. La postulación de la ética y la crítica en resistencia" y "Especulaciones teóricas insolucionadas en 'psicohistoria' (a propósito del [mal] llamado 'método warburg')". Es investigador de tiempo completo en el Cenidiap. Sus líneas de investigación son historia y sociología del arte, arte regional e interartes.
Recibido: 25 de septiembre de 2020.
Aceptado: 25 de noviembre de 2020.
Palabras clave
arte en la web, covid-19, distopía, longevidad, economía informal,
pandemia.
Keywords
art on the web, COVID-19, dystopia, longevity, informal economy,
pandemic.
[1] “Alondra de la Parra y la Orquesta Imposible”, Grupo Reforma , 25 de agosto de 2020, 6:55 min, <https://www.youtube.com/watch?v=ZRQz0j0gQZw>. Consulta: 25 de agosto, 2020. A esta orquesta se le llamó “imposible” porque se dice que, sin mediar la pandemia, estos músicos nunca hubieran imaginado tocar juntos.
[2] “Banksy regresa al metro de Londres inspirado por el coronavirus”, BBC News Mundo, 15 de julio de 2020, <https://www.bbc.com/mundo/noticias-53412897>. Consulta: 20 de septiembre, 2020.
[3] “Así es el nuevo arte de cuarentena durante el coronavirus”, Talentiam, 11 de mayo de 2020, <https://www.talentiam.com/es/blog/asi-es-parte-del-arte-en-la-epoca-del-coronavirus/>. Consulta: 20 de septiembre, 2020.
[4] Retomo la siguiente relación de propuestas estéticas a contra pelo de lo que plantea Avelina Lesper en su artículo “Cuarentena VIP y el ‘coviart’”, Milenio, 26 de junio de 2020, <https://www.milenio.com/cultura/laberinto/cuarentena-vip-el-arte-mediocre-de-la-pandemia>. Consulta: 26 de julio, 2020.
[5] El Museo Nacional de Bellas Arte de Chile, bajo el lema “Arte en cuarentena”, lanzó la siguiente convocatoria: “Como parte de las actividades de la campaña #MNBAenCasa, el Museo invita a inspirarse en obras de la Colección para recrearlas, fotografiarse y compartirlas en las redes sociales: @MNBAChile”. Véase “Desafío Colección MNBA. Arte en cuarentena”, Museo Nacional de Bellas Artes (sitio oficial), <https://www.mnba.gob.cl/sitio/Contenido/Noticias/95613:Arte-en-Cuarentena>. Consulta: 18 de septiembre, 2020. También: “Cuarentena por el coronavirus: las divertidas imágenes de gente recreando algunos de los cuadros más famosos de la historia”, BBC News Mundo, 27 abril 2020, <https://www.bbc.com/mundo/noticias-52441669>. Consulta: 15 de junio de 2020.
[6] María Ángeles Cano, “The Covid Art Museum: el primer museo virtual sobre el arte en tiempos de cuarentena”, Condé Nast Traveler , 14 de abril de 2020, <https://www.traveler.es/experiencias/articulos/the-covid-art-museum-primer-museo-virtual-obras-de-arte-sobre-coronavirus/17828>. Consulta: 27 de mayo, 2020.
[7] Idem .
[8] “El RMS Titanic fue un transatlántico británico, el mayor barco de pasajeros del mundo al finalizar su construcción, que se hundió desde la noche del 14 a la madrugada del 15 de abril de 1912 durante su viaje inaugural desde Southampton a Nueva York”, “RMS Titanic”, <https://es.wikipedia.org/wiki/RMS_Titanic>. Consulta: 23 de agosto, 2020.
[9] Antonio Sandoval, “Para Bill Gates la pandemia trajo un ‘milagro digital’”, Yahoo! News, 13 de agosto de 2020, <https://espanol.yahoo.com/finanzas/noticias/bill-gates-explica-cual-milagro-060000728.html>. Consulta: 13 de agosto, 2020.
[10] Con la expresión “humanos-‘naturaleza’” me refiero a la relación que tiene nuestra civilización con los animales domesticados (para su industrialización y consumo masivo) y domésticos (mascotas); en cambio, con la expresión “humanos-naturaleza” (naturaleza sin comillas) aludo a la distanciada relación que se establece entre los consumos organizados por la civilización y los animales silvestres o salvajes que, por lo general, no consumimos o no adoptamos para tenerlos en casa.
[11] Habría que anotar la salvedad de que una es, seguramente, lainterfaz cultural occidental y otra es la interfaz cultural en países de Oriente y de otras regiones y culturas del mundo.
[12] Una primigenia investigación publicada en la revista The Lancet, posterior a la expansión del virus, identificó el origen de esta enfermedad en el mercado de la ciudad china de Wuhan, provincia de Hubei. Ahí pudo haber ocurrido “el salto” de este virus a los humanos por el consumo de murciélago o algún marisco contaminado con el virus de los murciélagos (hacia el mes de mayo, el pangolín ya había sido descartado como transmisor). Véase: Redacción médica, “Coronavirus y bulos: el origen del Covid-19 en 3 teorías de la conspiración”, <https://www.redaccionmedica.com/virico/noticias/coronavirus-y-bulos-el-origen-del-covid-19-en-3-teorias-de-la-conspiracion-4930>. Consulta: 19 de agosto, 2020.
[13] No aludimos aquí al “pensamiento salvaje” al que se refería Lévi-Strauss, porque ese sí es capaz de obtener conocimiento útil, ordenado y sistematizado, como el conocimiento científico occidental. Decir que se trata, en estos casos, de una medicina popular-fantástica es afirmar que esa “medicina” tiene efectos por un acto de fe, es decir, que es ilusoria.
[14] Navin Singh Khadka: “Coronavirus: por qué el brote del virus podría ser una bendición para los animales salvajes”, BBC News Mundo-Medio Ambiente, 3 de febrero de 2020, <https://www.bbc.com/mundo/noticias-51357802>. Consulta: 27 de mayo, 2020.
[15] “Los murciélagos de larga vida podrían guardar secretos para la longevidad de los mamíferos”, Mundo Agropecuario. Sembrando el desarrollo, 10 de abril de 2019, <https://mundoagropecuario.com/los-murcielagos-de-larga-vida-podrian-guardar-secretos-para-la-longevidad-de-los-mamiferos/>. Consulta: 15 de agosto, 2020.
[16] Sin embargo, los antecedentes revelan algo distinto: “Las agencias internacionales presionaron a China para que adoptara una legislación que prohíba la caza de murciélagos y la venta de carne de murciélago tras el brote de SARS de principios de la década de 2000, donde murieron cientos de personas, aunque no se aprobó dicha legislación. Todo el comercio de vida silvestre en China, incluida la carne de murciélago, fue prohibido en enero de 2020 en respuesta a la pandemia de enfermedad por coronavirus de 2019-2020 originada en Wuhan”. Véase “Alimento a base de murciélago”, <https://es.wikipedia.org/wiki/Alimento_a_base_de_murciélago>. Consulta: 21 de agosto, 2020.
[17] Idem .
[18] Navin Singh Khadka, “Coronavirus: por qué el brote…”, op. cit.
[19] Emmanuel Kant, “La paz perpetua”, en Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Crítica de la razón pura y La paz perpetua , México, Porrúa, 2013, p. 252.
[20] Ibidem , p. 274, nota 2.
[21] Ibid ., p. 249.
[22] Ib ., p. 250.
[23] Idem . “La paz perpetua”, refiere Kant al principio de su obra, es la inscripción satírica que un hostelero holandés puso debajo de una pintura que representaba un cementerio. El filósofo, inconforme con esa afirmación, escribió su pequeña obra La paz perpetua (1795) con la esperanza de que la humanidad logre algún día una conciliación entre política y moral.
[24] “Destrucción mutua asegurada”, <https://es.wikipedia.org/wiki/Destrucción_mutua_asegurada>. Consulta: 14 de septiembre, 2020.
[25] Véase idem y “
Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the
Bomb ”, <https://es.wikipedia.org/wiki/
Dr._Strangelove_or:_How_I_Learned_to_Stop_
Worrying_and_Love_the_Bomb>.
Consulta: 14 de septiembre, 2020.
[26] Idem .
[27] “‘Tras ver Rambo anoche, ya sé lo que haré la próxima vez’. Lo dijo Ronald Reagan el 30 de junio de 1985, tras anunciar la liberación de 39 rehenes estadounidenses en Beirut. Lo que Reagan amenazaba con hacer la próxima vez era liquidar a los secuestradores, que habían huido de Beirut sin dejar rastro. La segunda parte de la saga de Rambo, dirigida por George P. Cosmatos, se había estrenado un mes antes convirtiéndose en un fenómeno de masas multimillonario”. Véase Carlos Prieto, “Rambo, el brazo armado de Reagan. El reaganismo impulsó un tipo de cine de acción que ahora vuelve a ponerse de moda”, Público, 13 de agosto de 2010, <https://www.publico.es/culturas/rambo-brazo-armado-reagan.html>. Consulta: 14 de septiembre, 2020.
[28] Algunos países de África y Medio Oriente no han aceptado dicha prohibición o han firmado la propuesta, pero no la han puesto en marcha. “Convención sobre armas biológicas”, <https://es.wikipedia.org/wiki/Convención_sobre_armas_biológicas>. Consulta: 14 de septiembre, 2020.
[29] Esta bacteria fue desarrollada originalmente por científicos soviéticos durante la Guerra Fría.
[30] Eric González, “El Pentágono desarrolla un programa secreto de armas bacteriológicas de gran potencia”, en El País, 4 de septiembre de 2001, <https://elpais. /diario/2001/09/05/internacional/999640808_850215.html>. Consulta: 14 de septiembre, 2020.
[31] “Plantilla: datos de la pandemia COVID-19”, <https://en.wikipedia.org/wiki/Template:COVID-19_pandemic_data>. Consulta: 22 de septiembre, 2020. Cabe considerar que a escala internacional se habla de serias dudas sobre los datos aportados por la República Popular China.
[32] Mark Lynas, “COVID: 10 principales teorías de conspiración”, Alliance for Science, 26 de mayo de 2020, <https://allianceforscience.cornell.edu/blog/2020/05/covid-10-principales-teorias-de-conspiracion/>. Consulta: 18 de agosto, 2020.
[33] Ibidem .
[34] Título de una canción de Marco Antonio Solis, “El Buki”, que, entre otras cosas, dice: “¿A dónde vamos a parar? / Cayendo siempre en el mismo error / Dándole siempre más valor / A todo menos al amor.” Véase en: “¿A dónde vamos a parar?”, Letras, <https://www.letras.com/marco-antonio-solis/1973082/>. Consulta: 17 de septiembre de 2020.
[35] Emmanuel Kant, “La paz
perpetua”,
en op. cit., p. 278.
[36] Ibídem .
[37] Ibíd., p. 277.
[38] Emmanuel Kant, “¿Qué es la ilustración? 1784”, en Filosofía de la historia, México, Fondo de Cultura Económica, 2015, p. 30.
[39] Emmanuel Kant, “Si el género humano se halla en progreso constante hacia mejor, 1798”, en ibidem, p. 79.
[40] Ibid ., p. 95.
[41] Emmanuel Kant, “El fin de todas las cosas, 1794”, op. cit., p. 105.
[42] Emmanuel Kant, “Si el
género humano…”,
op. cit., p. 80.
[43] Idem .
[44] Ibidem , p. 83.
[45] Y en el ámbito nacional llama la atención el contraste entre los despidos de personal en los bancos y el crecimiento de las ganancias de estas instituciones privadas. Un reportaje de julio de 2020 señala que “Según las cifras de los propios bancos, hasta ahora se han efectuado 9 mil 117 despidos desde que inició la cuarentena. De acuerdo a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, es el despido más grande en el gremio desde 2015”. “Sumado a lo anterior, se estima que el 70 % de los trabajadores y trabajadoras bancarios están subcontratados, lo que les quita muchos derechos laborales, como vacaciones, jubilaciones, utilidades, entre otras.” Y el dato contundente es este: “A pesar de la salida de personal y el menor volumen de sucursales, la digitalización del sector y los esfuerzos por mejorar su eficiencia operativa permitieron a la banca privada alcanzar una utilidad neta de 9 mil 561 millones de pesos durante abril, casi cuatro veces las ganancias de 2 mil 612 millones registradas en marzo pasado”. Tláloc Puga y Antonio Hernández, “Covid ‘enferma’ a nóminas del sistema bancario”, El Universal, 26 de julio de 2020, <https://www.eluniversal.com.mx/cartera/covid-enferma-nominas-del-sistema-bancario-despiden-mas-de-9-mil>. Consulta: 30 de julio, 2020, y “Trabajadores bancarios: entre los despidos y contagios en medio de la pandemia”, La Izquierda Diario, 27 de julio de 2020, <https://www.laizquierdadiario.mx/Trabajadores-bancarios-entre-los-despidos-y-contagios-en-medio-de-la-pandemia>. Consulta: 30 de julio, 2020.
[46] “Has estado viviendo en un mundo de sueños, Neo. Este es el mundo como es hoy: ruinas, tempestades, oscuridad. ¡Bienvenido al desierto de lo real!”, Morfeo a Neo, en Mátrix. Carolina Marcello, “Película Matrix de las hermanas Wachowski”, Cultura genial/Cine, <https://www.culturagenial.com/es/pelicula-matrix-de-las-hermanas-wachowski/>. Consulta: 23 de mayo, 2020. Véase también Slavoj Žižek, “Pasiones de lo Real, pasiones de la apariencia”, en Bienvenidos al desierto de lo real, Madrid, Akal, 2005, pp. 10-29.
[47] Véase, por ejemplo: Hervé
Kempf, Para salvar el planeta, salir del capitalismo, Buenos
Aires, Capital Intelectual, 2010; Hervé Kempf, Cuando las
desigualdades destruyen el medio ambiente, Santiago (Chile),
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[48] Emmanuel Kant, “Si el
género humano…”,
op. cit., p. 83.