JULIO
DICIEMBRE
2018
Fat Bodies: Empowerment Through Performatic Practices
Resumen
Este trabajo se centra en el estudio y la experimentación del performance o arte de acción como un medio para el "activismo gordo" en México, y en por qué la disidencia gorda se convirtió en un problema de análisis. Los "cuerpos disidentes" son aquellos que no encajan en los estándares de belleza impuestos por el sistema capitalista actual. La principal preocupación sobre este tema se basa en el papel que tienen el Estado mexicano y su sistema de salud pública en la discriminación de millones de mexicanos que han sido blanco de políticas públicas de prevención y cruzadas contra el sobrepeso que no han mostrado resultados positivos en las estadísticas públicas. Paradójicamente, el cuerpo gordo carece de representación por parte de los artistas del performance que logran una resistencia política efectiva a la violencia continua impuesta por el sistema patriarcal. Por otro lado, el arte acción ha establecido un punto crucial en la disidencia corporal y el performance: el ejercicio de la sexualidad en la acción pospornográfica.
Abstract
This essay focuses on the study and experimentation of performance art or action art, as a means for “fat body activism” in Mexico, and on how fat body dissidence became an issue for analysis. The “dissident bodies” are those which don’t fit the beauty standards imposed by the current capitalist system. The main concern is the role played by the Mexican State and its public health system in the discrimination of millions of Mexicans who have been targeted by public prevention policies and crusades against overweight, which haven’t shown any positive results in public statistics. Paradoxically, the fat body lacks representation by performance artists who do manage to achieve an effective political resistance to the continuous violence imposed by the patriarchy. On the other hand, action art has established a key point in body dissidence and performance: the exercise of sexuality in post-pornographic action.
Erika Bülle
Hernández
ARTISTA Y ACADÉMICA
bulleartedelcuerpo@gmail.com
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El primer problema que se encuentra al referirse al cuerpo
gordo es la imperante necesidad de patologizarlo y describirlo como
algo atroz, sobre todo si corresponde al de una mujer. Muchos
escritores y pensadores occidentales han hecho analogías sobre el
cuerpo y el capitalismo, ya sea del cuerpo vacío o, en este caso, del
gordo.[1] Se
puede observar claramente que estas comparaciones tienen muchas veces
un carácter ofensivo y discriminatorio, porque miran el cuerpo gordo
desde la óptica de la inmundicia del ser humano, como un cuerpo que se
entregó a los burdos placeres ofrecidos por la industria chatarra de
la comida y la bebida, y que se ve inutilizado por la enajenación de
los medios de comunicación que vuelven a ese cuerpo sedentario, torpe e incapaz de sostener un libre albedrío en sus decisiones, siempre
influido por un conductor de la televisión que aconseja cómo tener
un cuerpo bello, es decir, saludable, delgado; siempre con la
meta de llegar a ser atractiva a las demás personas, y en especial
complacer el gusto de los hombres. Las sugerencias de los medios de
comunicación hacia quien posee un cuerpo gordo son el uso de cualquier
tipo de tecnología, sin importar que tan peligrosa pueda ser:
dietas de choque, fajas con varillas modeladoras, aparatos para
ejercitar el cuerpo u objetos protésicos que aparentan adelgazar en
tan sólo cinco minutos son algunas de las opciones
al
alcance de casi cualquier bolsillo ofrecidas por la industria de la dieta y el fitness.
Sobre el cuerpo
El francés Gilles Deleuze propone en Mil mesetas[2] una nueva forma de hablar sobre psicología, economía, sociedad e historia. Deja ver cómo el capitalismo determina la producción y consumo del cuerpo y sus deseos, y cómo convierte todo objetivo humano con base en el capitalmonetario. Deleuze mira al cuerpo y lo define como “Un conjunto de válvulas, cámaras, esclusas, recipientes o vasos comunicantes; un nombre propio para cada uno, poblamiento del cuerpo sin órganos, metrópolis que hay que manejar con látigo”.[3]
Para el autor este conjunto de órganos es una suerte de territorio donde el sujeto habita. Es aquel nombre propio capaz de amar y vivir experiencias y batallas, un cuerpo nómada que, sin embargo, es susceptible al vaciamiento de estos órganos, a dejar por completo ese organismo del que la clínica se ha aprovechado para tener poder, y que después de haber suprimido todo poder generar una autonomía.
En contraposición, para Jean-Luc Nancy el cuerpo “es material, es denso, es impenetrable. Si se lo penetra se disloca, se lo agujera, se lo disloca”[4] . Nancy apunta que la psique no es el individuo, necesita haber otra cosa,pues el cuerpo por sí solo es materia abandonada y debe existir el corpus .[5] Mientras que para Deleuze el cuerpo penetra y es penetrado porque es el campo de batalla con el que se duerme y el que se ama, y es atacado y simultáneamente reconstruido por estímulos exteriores, mientras que para Nancy debe mantenerse incorruptible ya que resguarda algo más: el alma, concepto incorpóreo que le da la forma al cuerpo, cuerpo relleno de órganos. Para Nancy la rebelión contra los órganos para expulsarlos y buscar autonomía no es viable, ya que “el cuerpo es una prisión, una prisión del alma”,[6] aquella con la que se siente, con la que se sufre hasta caer enfermo. Pero es esa misma enfermedad del alma-cuerpo la que hace que Deleuze reflexione sobre las palabras de Artaud:
Para acabar con el juicio de Dios, "Pues atadme si queréis, pero yo os digo que no hay nada más inútil que un órgano". Y es una experimentación no sólo radiofónica, sino biológica, política, que provoca la censura y la represión. Corpus y Socius, política y experimentación. Os impedirán experimentar en vuestro rincón.[7]
Para Deleuze el cuerpo puede ser corrompido, penetrado o transformado a capricho de la psique. Corrompido hasta sus últimas consecuencias buscando experimentar la intensidad en su mayor grado; es el caso del cuerpo del masoquista, descrito por Deleuze como sin órganos y que sobrepasa el dolor para vivir la intensidad y llegar a la supresión del todo. El masoquista se comprende mal a partir del dolor, porque fundamentalmente es un asunto de CsO (Cuerpo sin Órganos); el masoquista se hace coser, por su sádico o su puta, los ojos, el ano, el uréter, los pechos, la nariz; se hace inmovilizar para detener el ejercicio de los órganos, despellejar como si los órganos dependieran de la piel, sodomizar, asfixiar para que todo quede herméticamente cerrado.[8]
Sin embargo para Nancy el cuerpo nunca está vacío, “Está lleno de otros cuerpos, pedazos, órganos, piezas, tejidos, rótulas, anillos, tubos, palancas y fuelles. También está lleno de sí mismo: es todo lo que es”.[9]
A diferencia de Deleuze, Nancy en sus reflexiones sobre la inmundicia y lo abyecto en su texto Corpus revela la construcción de cuerpos que existen en este mundo; cuerpos que se tuercen, anómalos, que rompen con la armonía de mundos circulares. Este mundo que no gira en redondo Nancy lo denomina creación ecotécnica. En esta inmundicia ecotécnica, que delinea el borde de los cuerpos, aparece aquel
Mundo del cuerpo ansioso, febril, fibrinoso, atorado, atascado en su propia proximidad, todos los cuerpos en una estúpida promiscuidad de microbios, de poluciones, de sueros deficientes, de grasas excesivas, de nervios rechinantes, obesos, demarcados, hinchados, excavados por parásitos, embadurnados de cremas, ardientes, lustrosos, sobrecargados de toxinas, perdiendo sus materias, sus aguas, diluyéndose en gas en las náuseas de guerra o de hambrunas, de infección nuclear o de irradiación viral.[10]
En esta inmundicia que es el cuerpo, lleno de órganos, producto de la ecotécnica, se nombran los cuerpos obesos, que “no son ni sanos ni enfermos. Los cuerpos ecotécnicos son otro género de criaturas”.[11]
El filósofo postestructuralista francés Jean Baudrillard escoge otro camino al acercarse al cuerpo gordo: un juego de ideas donde el capitalismo y el cuerpo se unifican, donde la analogía entre uno y otro parece ser igual de mortal. Mira el cuerpo gordo como una anomalía, “un cuerpo producto de una conformidad monstruosa al espacio vacío”,[12] que a diferencia de necesitar quedarse sin órganos como lo sugiere Deleuze se ha empeñado en llenarse, por miedo al vacío, por aspirar a una verdad que exhibe al sistema junto con su cultura.
Para Baudrillard el cuerpo gordo no sólo ha roto las reglas, sino que tiene una forma obscena. Aquí se puede pensar en que tanto Nancy como Baudrillard lo catalogan como un cuerpo patologizado. Más allá, Baudrillard reflexiona sobre el delirio de la gordura, aquella que se opone a la morfología normal, y concluye que la obesidad es “más gordo que lo gordo”,[13] una categoría que sobrepasa el exceso de llenar un vacío, ese vacío que, como dice Deleuze, “es lo que queda cuando se ha suprimido todo”.[14]
De esta manera se puede observar cómo el cuerpo gordo constantemente
es mirado como anómalo, grotesco y abyecto, sin la posibilidad de ser
apreciado como un cuerpo virtuoso y hermoso, y de
vivirse pleno sin ser un monstruo.
Encuentros y desencuentros de las disidencias gordas en el performance mexicano
De acuerdo con la definición de Josefina Alcázar, vista desde las artes visuales, en el performance está implícito el uso del cuerpo. Su introducción al texto Performance, un arte del yo lo define como
Un neologismo que aparece en la lengua castellana y que proviene de la expresión inglesa performance art. En México se suele decir el performance, sin embargo en muchos otros países de habla hispana se dice La performance. Al performance también se le conoce como arte acción, y tiene como características principales ser un arte vivo, un arte ligado a la vida cotidiana donde el cuerpo del autor, su presencia física, es fundamental; y donde la experiencia real, corporal, es fuente de comprensión.[15]
Al aprtir de esta definición, se observa que en las artes visuales se considera que un cuerpo gordo obedece a los cánones estéticos de la pintura renacentista y barroca. Con el paso del tiempo, en el México contemporáneo es común que en el performance se siga pensando el cuerpo como un territorio sacro y de culto, que debe cumplir con las reglas impuestas por los nuevos cánones capitalistas donde tener una figura esbelta es lo correcto. En esta lucha voraz por obtener el cuerpo ideal sin importar lo que se tenga que hacer, la sociedad ha creado la necesidad de darle el lugar a los cuerpos gordos como un espectáculo, y a su vez ha sido cómplice de su discriminación. Cuerpos que han decidido en muchos de los casos aplicar la “autocensura” del uso del mismo, retirándolo por completo del goce y los placeres propios del individuo y nulificando su libertad de poseer el cuerpo que se desee, haciendo de algunos casos de personas con un cuerpo gordo un acto de performatividad obligado, que lejos de ayudar a dignificar y resistir a esta disidencia pone en riesgo la vida del sujeto. Me refiero al cuerpo gordo como disidencia porque ha decidido desobedecer y salirse de los estereotipos y emprender una lucha por el respeto y un alto a la discriminación por el sólo hecho de ser gordo.
Un ejemplo de lo que este control por el peso ha provocado en México es el caso de Manuel Uribe, un gordo regiomontano con un peso mayor a los 500 kilogramos que ganó el récord Guinness por ser el hombre más gordo del mundo en 2007. Manuel, bajo la presión social y mediática, aceptó someterse a un tratamiento para adelgazar. En una primera etapa adelgazó 250 kilogramos; posteriormente, tras aparecer en unos programas en Discovery Channel, se propuso su hospitalización para una intervención quirúrgica que cambiaría su vida. El traslado de Manuel al hospital se hizo mediante un montacargas y fue televisado en directo y posteriormente reproducido en cápsulas informativas que se trasmitían durante el día. Por meses se le dio seguimiento al caso, ya que como un gran acontecimiento se anunciaban los kilos que reducía y su buena salud. Pronto no se sabría más de Manuel, ya que los medios no cubrieron su muerte. Falleció a los 48 años de edad.[16]
En el caso específico de las artes visuales, pocos son los artistas del performance con cuerpos gordos que han decidido utilizar su corporalidad a manera de resistencia política. Siendo un movimiento que ha dado cabida a la desobediencia, considerándosele en ocasiones como grosero, resulta una de las mejores herramientas en México que puede tener un gordo para hablar sobre su disidencia corporal. Cabe señalar que cuando se muestra desnudo, el cuerpo gordo articula un sistema de confrontación para el espectador. Es el público quien en ocasiones se convierte en un instrumento de censura, ya que carga con la idea de que el cuerpo gordo es incorrecto y que no debe mostrarse desnudo porque es ofensivo o poco moral. Es este el momento en el que el cuerpo gordo se convierte en una herramienta de resistencia que desafía las prácticas hegemónicas del sistema de salud mexicano, proponiendo un diálogo en el que se atienda el problema de la patologización y discriminación.
Al explorar el terreno del performance con cuerpos gordos de las últimasdécadas, podemos encontrar a Miguel Pérez Ramos, conocido como El Santo Miguelito, quien ha hecho uso tanto del performance como del foto-performance para crear series como Objeto del deseo, donde sus imágenes, lejos de convencionalismos, logran confrontar al espectador. En el cuerpo de Miguel se muestra cubierto por una capa de chocolate; por un lado el público siente atracción hacia el chocolate que el artista ha puesto sobre sí, pero por otro lado la relación entre el dulce y la gordura le genera un sentimiento de repulsión hasta llegar a la fascinación. Con este trabajo el cuerpo gordo de Miguel y su performance se convierten en una estrategia de resistencia política.
La dificultad de ser un performer con un cuerpo gordo se acentúa cuando insiste en vivir una corporalidad que es considerada un atentado a la salud y un desafío a las normas del Estado, aun cuando el ejercicio performático pretende llevar a cabo un agenciamiento a la mayoría de la población, dialogar de manera cordial con el llamado activismo gordo, el cual, como posición política, promueve que se posea el cuerpo que se desee y que sea respetado sin importar los estándares médicos de peso y medidas.
Como ejemplo de este activismo está la Colectiva Feminista
Gordas sin Chaqueta de Colombia, que lleva a cabo talleres con mujeres
que documentan por medio del video y la fotografía, y que han dado
como resultado el video documental Mujeres con los gordos bien
puestos .[17]
Aquí dan a conocer sus objetivos e inquietudes, como
reivindicar la corporalidad gorda como una posición política, romper
los estereotipos de lo que significa ser mujer impuestos por la
sociedad y a partir de esa postura construirse en resistencia, todo
bajo la pregunta: ¿desde dónde se generan las violencias hacia los
cuerpos gordos? para generar propuestas y romper las lógicas de
opresión impuestas por el patriarcado. En el documental se muestran
algunos juegos y ejercicios performáticos como una herramienta extra
dentro de su propuesta. La colectiva ha logrado hacer reflexionar a un
grupo de mujeres gordas que han podido permanecer unidas, tratando de
generar acercamientos con activistas gordas de otras latitudes. El
trabajo de Gordas sin Chaqueta también ha hecho un cruce con
lafoto-performance con una serie publicada en la revista
digital Hysteria!,[18]
donde proponen mostrar sus cuerpos gordos a manera de lienzos de
pintura como un diálogo entre amigas, lo que finalmente resulta ser
una confrontación para quienes tratan de imponer la normalización de
los cuerpos.
En realidad, ¿un cuerpo gordo puede ser deseable?
El consumo de pornografía indica que existe un mercado para estos cuerpos, por consiguiente existe un sector de la población que siente atracción sexual hacia las personas gordas, si bien es cierto que la tendencia a realizar estos filmes ha ido disminuyendo. Se debe tomar en cuenta que el sexo gordo es considerado una parafilia llamada anastimafilia.
Los cuerpos y el sexo hardcore[19] son representados en la pornografía mainstream desde imaginarios de importación anglosajona, lo que puede verse en los términos fat admirer, chaser, gainer, encoureger , entre otras categorías fetichistas que implican juegos sexuales forzados entre una gorda y por lo general un hombre delgado. Es importante mencionar que esta misma cultura anglosajona promueve un movimiento llamado obesity and the fat acceptance movement, el cual busca la aceptación de estas prácticas fetiche entre corporalidades distintas. Pero lejos de promover las prácticas sexuales con cuerpos gordos parece existir una campaña para rechazarlos; la mayoría de los asiduos a lo pornográfico consideran la sexualidad del gordo sucia, morbosa e incorrecta. Por otro lado, es consumida por muchos hombres de forma anónima por el temor a ser juzgados.
Los ejercicios pospornográficos en México no resultan aún del todo incluyentes con los cuerpos gordos. Aunque se han realizado muestras de manifestaciones pospornográficas a manera de intercambios culturales y amistosos, Canadá y Estados Unidos no dejan de ser los principales productores de estos contenidos. México aún no ha logrado que la pospornografía goce de una extensa producción, esto apunta a que es mínima la cantidad de artistas interesados en trabajar en ella, y aún más pobre resulta la inclusión de cuerpos disidentes. Al parecer estos encuentros también ejercen una fuerza colonizadora que hace querer igualar las imágenes que producen otras naciones. Estamos entrampados en la patologización de la gordura, y siendo la pospornografía un camino lleno de tabúes y secretos, aun para el mismo artista, queda claro que tardará en estallar la presencia de cuerpos gordos de forma incluyente en estas producciones. Quizá sea el mismo aparato de poder cultural el que provoca el rechazo hacia estos cuerpos y la muestra de su sexualidad activa, lo que motiva a muchos artistas a quedarse atrás de la lente, sin ser vistos por el espectador. Parece ser que la huella del estereotipo mediático prohíbe pensar en que se puede ver al gordo como un sujeto sexuado, pero sí como un gordito simpático y bobo.
En estos límites entre la sexualidad y la pospornografía hay un
ejemplo quese debe rescatar, el de a Constanzx Álvarez (Missogina), activista y performer gorda, autora del libro
La cerda punk. Ensayos desde un feminismo gordo, lésbiko,
antikapitalista & antiespecista . [20] La artista chilena Missogina ha logrado hacer una intersección entre el
activismo gordo, las prácticas fetiche y la pospornografía, y producir
constantemente ejercicios decoloniales que llevan a la pospornografía
por el camino del empoderamiento del cuerpo gordo de las mujeres
latinoamericanas.
Gordura: el demonio que se empodera durante el ejercicio del performance
Cuando se posee un cuerpo gordo queda entendido que nunca dejará de serlo. Se convierte en un demonio que constantemente atormenta al poseso. La dieta ha pasado a ser un dispositivo de autoflagelo y una de las herramientas que le da más poder al patriarcado: el sometimiento del cuerpo a través de vivir con hambre, medirse y pesarse constantemente con algún instrumento que certifique que se ha adelgazado como la cinta métrica o la báscula, lo que resulta un sistema efectivo para lacerar a cualquiera que no encaje en la norma y así tener un argumento para castigarlo y obligarlo a sentir vergüenza. Bajar de peso es una idea que han ido construyendo las sociedades modernas de manera ficticia; tiene la finalidad de crear al superhombre, o en este caso, a la supermujer, ya que el estigma de la gordura es mayor en esta última. Ella debe ser el ama de casa perfecta y satisfacer cualquier necesidad que el patriarcado le pida, incluyendo la de ser delgada. En ese sentido, el performance de carácter autobiográfico ofrece la posibilidad de empoderar al cuerpo gordo por medio de acciones que funcionan como mecanismos de resistencia política.
El cuerpo gordo se ha politizado. Lucha en contra la discriminación y la ofensa de la sociedad e inclusive el rechazo de la propia familia. Así, el performance se convierte también en una especie de exorcismo que logra desprender al demonio de la gordura, pensado como un tormento cotidiano, para convertirlo en el demonio del orgullo.
El exorcismo, lo llamo yo, es el momento de la acción cuando se fusiona el inconsciente con la conciencia, el instante del olvido de las diferencias, cuando las disidencias se empoderan, se pierde el espacio/tiempo e inclusive la dimensión; ese punto en el que hay una conexión entre el dolor del autosacrificio con una zona etérea, ese umbral que lleva al cuerpo más allá de lo entrenado, de lo practicado. Los escenarios devienen infiernos, el artista del performance parece estar acompañado de extrañas figuras quiméricas que logran confundir; no se sabe de dónde vienen, no se sabe si se quedarán por siempre. Se sangra desde la hegemonía del propio ser, los fluidos se expulsan apuntando hacia direcciones desconocidas, lo monstruoso se vuelve sublime y lo sublime pierde su forma. Aparece una nueva lengua apócrifa, una lengua que sólo es entendida y codificada en ese momento; lo inexplicable tiene explicación, las teorías se transforman en mitos, las ánimas se hacen presentes, los más profundos miedos se vencen. Ese momento en el que se pone en duda cualquier tipo de conocimiento y el contacto con la gente es amable pero al mismo tiempo voraz, se detectan la menor de las risas, de los asombros, de las compasiones y aparece el más largo de los silencios, de los suspiros interminables. El sudor se vuelve mares y las lágrimas se convierten en sangre, se pasa de la realidad a un estado ficticio y la soledad es más grande que nunca, se vuelve tu amiga, pero en realidad siempre ha sido tu enemiga. El artista se acerca al chamán que sabe cuándo dará fin al ritual del exorcismo. Para que, quizá sólo por esa vez, ese demonio no vuelva a habitar el cuerpo del artista.
Bibliografía
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Alcázar, Josefina, Performance un arte del yo, Autobiografía, cuerpo e identidad, México, Siglo XXI, 2014.Álvarez Castillo, Constanza, La cerda punk. Ensayos desde un feminismo gordo, lésbiko, antikapitalista & antiespecista , Valparaíso, Trío Editorial, 2014.
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Jones, Amelia y Tracy Warr (eds.), El cuerpo del artista, Phaidon, 2006.
Nancy, Jean-Luc, 58 Indicios sobre el cuerpo, extensión del alma, Argentina, Ediciones La Cebra, 2007.
__________, Corpus, España, Arena Libros, 2003
Páginas web
Diccionario de la Real Academia Española, <http://www.rae.es/recursos/diccionarios/drae>. Consulta: 3 de diciembre, 2017.
Contrera, Laura, La gorda Zine, <http://gordazine.tumblr.com>.
Hysteria! , <http://hysteria.mx>. Cosulta: 10 de enero, 2018.
Semblanza de la autora
Erika Bülle Hernández. Nació el 9 de junio de 1969 en la Ciudad de México. Candidata a doctora en Artes y Diseño en el área de performance por la UNAM. Trabaja sobre la problemática de los cuerpos gordos en México y la discriminación hacia esta disidencia. En el campo de la investigación del performance y arte del cuerpo ha representado a México en festivales como Buzzcut, Glasgow; Forma y sustancia, Guatemala; Perfoartnet, Colombia, y Rapid Pulse, Galería Defibrillator, Chicago. Ha participado en diferentes talleres y colaboraciones con Guillermo Gómez Peña y el colectivo La Pocha Nostra como en el 54 Festival Internacional Cervantino de México y en el Museo de Arte Moderno. Ha participado en diversas conferencias en simposios y coloquios institucionales sobre activismo gordo y performance con cuerpos disidentes. Hay varios escritos testimoniales de su producción artística. Tiene diversas publicaciones tanto electrónicas como impresas.
Recibido: 24 de febrero de 2018.
Aceptado: 18 de mayo de 2018.
Palabras clave
performance, activismo, cuerpo, gordo, disidencia.
Keywords
performance, activism, body, fat, dissent.
[1] Durante el texto emplearé la palabra gordo para referirme a esta característica del cuerpo, no usaré términos como sobrepeso u obesidad por pertenecer a las categorías médicas establecidas. En citas y referencias a otro autor estos conceptos serán respetadas.
[2] Gilles Deleuze y Felix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos, 2004.
[3] Ibidem, p. 158.
[4] Jean-Luc Nancy, 58 Indicios sobre el cuerpo, extensión del alma, Argentina, Ediciones La Cebra, 2007, p. 13.
[5] Como se aprecia en esta cita, el corpus para Jean-Luc Nancy es una totalidad y no es posible sin órganos. “Corpus: es una colección de piezas, de pedazos, de miembros de zonas, de estados, de funciones. Cabezas manos y cartílagos, quemaduras, suavidades, chorros, sueño, digestión, horripilación, excitación, respirar, digerir, reproducirse, recuperarse, saliva, sinovia, torsiones, calambres y lunares. Es una colección de colecciones, corpus, corporum, cuya unidad sigue siendo una pregunta para ella misma, aun a título de cuerpo sin órganos, ésta tiene al menos cien órganos, cada uno de los cuales tira para sí y desorganiza el todo que ya no consigue totalizarse”. Jean-Luc Nancy, Corpus, España, Arena Libros, 2003, p. 23.
[6] Ibidem, p. 15.
[7] Gilles Deleuze y Felix Guattari, op. cit., p. 154.
[8] Ibidem, p. 157.
[9] Jean-Luc Nancy, 58 Indicios sobre el cuerpo..., op. cit., p. 13.
[10] Jean-Luc Nancy, Corpus, op. cit., p. 80.
[11] Ibidem, p. 81.
[12] Jean Baudrillard, Las estrategias fatales, Barcelona, Anagrama, 2000, p. 25.
[13] Ibidem, p. 31.
[14] Gilles Deleuze y Félix Guattari, op. cit., p. 157.
[15] Josefina Alcázar, Performance un arte del yo. Autobiografía, cuerpo e identidad, México, Siglo XXI, 2014, p. 7.
[16] La nota sobre Manuel Uribe
se puede encontrar en varios periódicos y medios electrónicos
nacionales y regiomontanos, en este caso se sugieren:
<https://es.wikipedia.org/wiki/
Manuel_Uribe_Garza>, donde se pueden encontrar los enlaces a los
documentales de Discovery Channel, así como diferentes coberturas de
su caso, <http://archivo.eluniversal.com.mx/estados/2014/
manuel-hombre-gordo-muere-1012973.html>.
[17] Mujeres con los gordos bien puestos, documental realizado por Cristina Uribe Villa con la participación de Gordas sin Chaqueta: Diana Marcela Salas, Diana Patricia Pulido, July Tatiana Rosero y el grupo de trabajo de los talleres impartidos. Producción de Estados de Cinercia en asociación con Gordas sin Chaqueta, con el apoyo de Fondo Lunaria Mujer, 2016.
[19] La categoría hardcore es utilizada en la pornografía para referirse a las imágenes de sexo explícito y en ocasiones un tanto violento; también lo uso para enunciar a las corporalidades que se consideran extremas en sus características de peso.
[20] Constanza Álvarez Castillo, La cerda punk. Ensayos desde un feminismo gordo, lésbiko, antikapitalista & antiespecista, Valparaíso, Trío Editorial, 2014.