NÚMERO
46



JULIO
DICIEMBRE
2020

TEXTOS Y CONTEXTOS

Hacer memoria


Resumen

Conversación entre Carlos Guevara Meza, director del Cenidiap, Cristina Híjar González, Alberto Híjar Serrano y Alfredo Gurza sobre la trayectoria que ha marcado el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas durante tres décadas y media, así como los retos de cara al futuro.



Carlos Guevara, Cristina Híjar, Alberto Híjar y Alfredo Gurza



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CG : Algo que me ha llamado la atención del Cenidiap, incluso antes de trabajar aquí, es que parece haber tendido siempre a la recuperación de la memoria de las artes en México pero desde una perspectiva muy especial: a menudo se ha tratado de poner el foco de atención en elementos marginales o periféricos, en lo que está fuera del centro de los discursos artísticos hegemónicos.



De izquierda a derecha: Cristina Híjar, Carlos Guevara, Alberto Híjar y Alfredo Gurza. Foto: César García Palomino



Encontramos un montón de publicaciones propias del Cenidiap, o hechas por gente del Cenidiap en otros espacios, que tienen que ver con esa recuperación; por ejemplo, Cristina Híjar ha trabajado las calcomanías zapatistas y los grupos de artistas mexicanos de la década de 1970; el maestro Híjar, por su parte, hizo este espléndido trabajo de recuperación de todos los manifiestos artísticos mexicanos, y que hace una reflexión tan interesante sobre esto, de la forma-taller del trabajo colectivo entre los frentes, los colectivos y los grupos de artistas, con lo que esto implica de crítica radical de estos elementos hegemónicos en la concepción de las artes, del artista individual, inspirado y genial, etcétera, para oponerle justamente esta visión de lo colectivo en el arte.







Varios autores, Cultura y sociedad en América Latina, México, INBA, Cenidiap, 1987, Serie Investigación y Documentación de las Artes 4.




Shifra Goldman, Perspectivas artísticas del continente americano (traducción de Esther Cimet S.), México, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, INBA, Cenidiap, Cenart, 2008.


Cristina Híjar, Calcomanías zapatistas: contribución a una poética, Conaculta, Cenidiap, INBA, Arte, Música y Video, Estampa Artes Gráficas, Ricardo Mejía Ramos, México, 2004.


Tenemos antologías como la de Cultura y sociedad en América Latina, con textos de numerosos teóricos, algunos de ellos del mismo Cenidiap, que es casi una radiografía de los debates teóricos de las décadas de 1970 y 1980; y está también la traducción que hizo Esther Cimet del muy importantelibro de Shifra Goldman, Perspectivas artísticas del continente americano, una visión de izquierda del arte en América Latina y del arte latino en Estados Unidos.







Cristina Híjar, Siete grupos de artistas visuales de los setenta. Testimonios y documentos, México, Conaculta, INBA, Cenidiap, Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, 2008.


Arnulfo Aquino, Imágenes de rebelión y resistencia. Oaxaca 2006, México, Conaculta, INBA, Cenidiap, 2011.


En todos estos esfuerzos, el Cenidiap fue de alguna manera el iniciador, con los estudios de público de Graciela Schmilchuk, con los trabajos fundamentales de documentación, la recuperación de archivos de artistas muy vinculados a la izquierda, como Leopoldo Méndez, en los mismos archivos que ha formado Cristina de todos estos grupos artísticos que participan en los movimientos contestatarios, el trabajo de Arnulfo Aquino sobre la gráfica de resistencia en Oaxaca, sobre México 68, la recuperación tan importante de Melecio Galván, o el trabajo de Laura González Matute respecto al grupo 30-30.







Arnulfo Aquino, Melecio Galván. La ternura, la violencia, México, INBA, Conaculta, 2010.


Carlos Guevara, Posmodernidad en América Latina, México, INBA, Cenidiap, Estampa, 2005, Colección Abrevian Ensayos.


En fin, tenemos todo esto y, al mismo tiempo, no hay prácticamente nada sobre el arte hegemónico; es decir, nada que abone a perpetuar ese carácter hegemónico que pareciera indiscutible. Incluso cuando se trabaja, tanto en lo documental como en la investigación, cosas que sí fueron hegemónicas como el muralismo mexicano, siempre se enfoca desde ese punto de vista de izquierda, digamos, de la militancia comunista, socialista, etcétera, y no desde ese nacionalismo trasnochado priísta que terminó convertido en discurso oficial sobre el muralismo.

AH : Falta la mención a la muy importante colección de ensayos del Cenidiap, agrupados arbitrariamente, cosa que dificulta su difusión, pero incluyentes de los problemas urbanos que habitualmente parecen ser cosa de otros centros y de otros investigadores. Hay en ellos una reflexión sobre la ciudad, sobre problemas teóricos de actualidad, que usualmente no tienen presencia inmediata en las editoriales.

Por ejemplo, Posmodernidad en América Latina, un texto que permite entrarle a una discusión que habitualmente se deja fuera de las instituciones de Estado y sus centros de investigación. Este ensayo tuyo, Carlos, es una muestra de la importancia que tiene esta colección; de modo que creo que esto debiera abrirse para ir dando lugar a que salieran todas estas investigaciones, muchas de ellas en proceso, que de otra manera no tendrían salida en espera de que algún libro las recogiera. Me parece que la serie Abrevian Ensayos da esta posibilidad de echarlas a andar antes de que se convierten en libro con todas las complicaciones que eso implica.

CH : Yo voy a cumplir 31 años en el Cenidiap este año y veo una distancia enorme desde entonces. Entré a la sede de la calle de Nueva York 224, que era como la parte práctica del Cenidiap, en donde se agrupaban los archivos, en donde estaba la atención al público, y veo desde entonces un avance muy importante a partir de haber estado a la altura de la complejidad que ocurría en el campo artístico y de los desafíos que se iban planteando.

En ese entonces, por supuesto, el grueso del trabajo se centraba en Diego Rivera y Siqueiros, catálogos de obra mural y de caballete, ordenar el gran acervo de prensa y demás. Creo que si vemos lo que ocurre en el panorama actual con el Cenidiap es un salto cualitativo enorme, y creo que tiene mucho mérito el haberlo logrado prácticamente solos, a pesar de la escasez presupuestal, la dificultad para publicar libros, la falta de apoyo de difusión institucional y de vinculación con otras instancias del mismo Instituto y de fuera, condiciones precarias.

Entonces sí creo que a lo largo del tiempo, no sólo las iniciativas de los directores que ha tenido el Cenidiap, con sus pros y contras, sino también el interés de los investigadores en fortalecer los órganos colegiados, por ejemplo, en definir líneas y campos de investigación, en actualizarnos e impulsar seminarios, cursos y grupos de trabajo, constituyen un esfuerzo colectivo muy valioso, que ahora se ve reflejado en esta producción.

Si bien el Cenidiap no goza del relumbrón que tienen otras instituciones como el Instituto de Investigaciones Estéticas, que tiene una planta de investigadores mayor que la nuestra y cuenta con todo el apoyo institucional de la UNAM, cosa de la cual nosotros carecemos en el INBAL, creo que el Cenidiap ha abierto caminos en la investigación artística que aún no son lo suficientemente valorados ni advertidos.

Hay investigadores de gran trayectoria y reputación que están ya muy bien ubicados en los temas de su competencia, pero sí creo que como un centro productor de ideas y de líneas de investigación clave, el Cenidiap todavía no tiene el reconocimiento que debería.

Basta mencionar los libros que producimos, los míos, por ejemplo, que ya son parte de las bibliografías de universidades no sólo nacionales como la Ibero y la UNAM, sino internacionales, y de pronto yo misma me sorprendo de que doctorantes brasileños o argentinos me digan que leyeron mi trabajo sobre murales zapatistas; porque no hay otra cosa: no hay suficientes trabajos de documentación e investigación alrededor de temas como éste.

Ese mini reconocimiento, que se queda a nivel personal, resulta muy gratificante y satisfactorio. O el hecho de que gente joven se sienta arrastrada hacia problemas y temas evidentemente no agotados, como pueden ser las agrupaciones artísticas a las que nos hemos dedicado mi papá y yo; que de pronto haya un boom y haya tesis y publicaciones en todo el mundo respecto a eso, y que todos acudan a este Centro porque aquí se generó el único libro colectivo sobre el tema.

Me parece entonces que esta producción pone en evidencia los muchos problemas que urge resolver; por ejemplo, en términos de apoyo para la difusión y la divulgación de todo esto, y creo que tal vez sea buen momento para hacer una revisión de todo lo hecho. A lo mejor en el próximo Encuentro de Investigación y Documentación podríamos hacer una revisión histórica de lo producido, a partir de líneas de investigación que siguen teniendo una perspectiva actual importante, a nivel nacional e internacional.

AG : Creo que eso es una parte muy importante de lo que define a nuestro Centro, cómo se ha ido constituyendo colectivamente con todos los que han estado aquí, en las publicaciones, en los encuentros, en los foros, los cursos, los seminarios que se están impulsando ahora y todas las investigaciones que se realizan, todo el trabajo constante en documentación, etcétera. Tiene que ver con el hecho de, como dice la expresión, hacer memoria; es decir, todas las muy diversas actividades que se realizan aquí contribuyen a esa práctica de hacer memoria, que no es nada más, como bien apuntaba Carlos al principio, rescatar ciertas cosas y circularlas de ciertas maneras rutinarias, sino más bien replantearse toda esa complejidad del arte desde la perspectiva de la totalidad contradictoria de la producción de la vida humana, con un trabajo, una práctica viva de hacer memoria, de producirla, contra la idea de que la memoria es una simple constatación de lo acontecido, de lo dado, pretendidamente unívoco o, peor aún, neutral.

Y esto quiere decir estar construyendo ahora, y cada vez, un presente que se está nutriendo de todo eso que está ahí, que significa de muchas maneras y que ha sido significado a su vez históricamente de muchas maneras también. Aquí entra en juego justamente esa decisión colectiva del centro de significarnos deliberadamente con miras a un presente que es, en un sentido muy preciso, el pasado en proceso de volcarse hacia el futuro. No es, por lo tanto, cosa de ir armando una especie de museo de cosas ya sabidas o establecidas, sino más bien una práctica mucho más activa, viva, colectiva, contradictoria y compleja, que va construyendo esa memoria como significación contigua del presente que estamos viviendo.

Estamos hablando de 35 años del centro, es el pretexto para todo esto, para rememorar en este sentido todas esas contribuciones, esas prácticas de producción de conocimiento, de rescate y de resignificación, que como decía el maestro Híjar, pueden irse quedando relegadas a libros que nadie lee o que nunca se publican, o a un diálogo de sordos con los propios productores artísticos y las productoras. El diálogo abierto por el Cenidiap a lo largo de estos 35 años, reflexivo, plural, crítico, es uno de los rasgos que lo distinguen, y me parece que eso es lo importante cuando hablamos de memoria.

CH : También creo que establecer un diálogo con los de afuera no compete solamente al esfuerzo institucional o al director en turno que promueve los encuentros y los foros. Muchos de los investigadores del Cenidiap tenemos la característica de estar situados en el tiempo y en el lugar de las problemáticas que estamos trabajando.

Pienso en las compañeras que trabajan el muralismo y que ahora mismo están defendiendo la SCOP, publicando denuncias por la defensa de ese patrimonio. Nosotros mismos estamos siempre en el ajo y eso brinda cierto reconocimiento también y establece diálogos fecundos. La relación con colectivos, con espacios de producción, con escuelas alternativas y demás, es una práctica constante que hace que haya una ida y vuelta en los trabajos que realizamos, y creo eso también es mérito de los investigadores.

Es un perfil muy particular del investigador de aquí. Trabajamos en proyectos educativos, estamos metidos en las escuelas dando clase, generando seminarios, participando en eventos internacionales y demás; creo eso es muy trascendente, podría decirse que no somos investigadores de cubículo, tenemos una práctica importante respecto de los temas que nos interesan.

CG : Es muy interesante que el Cenidiap nace ya como un centro interdisciplinario, con comunicólogos, gente con formación artística, sociólogos, historiadores, psicólogos, documentalistas, bibliotecónomos, etcétera. Eso le da desde el principio un carácter especial. Años después, cuando se empieza a hablar de interdisciplina, ya teníamos un camino andado desde el principio.

Quiero subrayar lo que dijo Cristina, porque yo también noté al llegar aquí que todos tienen esa idea de que casi nadie conocía al Cenidiap. A mí me sorprendía mucho, porque publicaciones como Cultura y sociedad en América Latina eran mis libros de texto como estudiante de filosofía interesado en las cuestiones del arte. Las primeras son de 1986, 1987, y se advierte una línea de continuidad bien interesante hasta nuestras publicaciones más recientes.

Y esto que mencionas, Cristina, de que a veces llega alguien que diga “soy de Brasil, estoy haciendo mi doctorado sobre esto y pues estoy trabajando tu libro”, cuando se supone que nunca en la vida nadie vio esto, el punto es que sí se ve, y se relaciona con los esfuerzos institucionales pero también con esto que mencionaban del trabajo colectivo, de los investigadores, de estar metidos ahí en los movimientos artísticos y los movimientos sociales, y que hace del Cenidiap en su conjunto un centro de confluencia de muchas preocupaciones.

Cuando organizamos estos encuentros de investigación de artes plásticas o los foros de muralismo, de escultura o de história del diseño en México, es impresionante ver como reúnen a una gran cantidad de personas muy distintas, gente que uno aquí desde la torre de marfil puede pensar que nunca nos podría haber conocido, y sin embargo sí nos conocen, vienen y discuten aquí, y se sienten arropados por el centro.

Creo que sí hay una continuidad en el asunto de esta construcción de una memoria diferente del discurso hegemónico en las artes. Es algo que se debe subrayar: es una tradición, no ha surgido hace poco.

AH : Creo que el punto fundamental para conmemorar bien el 35 aniversario es consolidar la dialéctica entre las aportaciones individuales y un sentido de grupo, que creo que es lo que falla, porque más que aportaciones individuales acaban por resultar individualistas; hay una desatención a lo que se está haciendo en el cubículo de junto, lo que se guarda ahí, etcétera.

En este aniversario tendríamos que poner el acento en consolidar la dialéctica, y para ello hay tareas de documentación que creo que habría que echar a andar. Por ejemplo, un catálogo razonado de todas las publicaciones, un registro para consolidar la relación con personalidades clave que han colaborado con el Cenidiap, como Helga Prignitz, que quién sabe cómo andará de salud; Shifra Goldman, que se nos murió. Lo mismo con las producciones audiovisuales, que creo que han tenido muy escasa difusión; ha sido lamentable el estreno de algunas de ellas, en la que va el autor, la autora, y tres gentes cercanas a ellos.

Creo que producir los catálogos con motivo del 35 aniversario permitiría apreciar la variedad y la amplitud del campo de lo que aquí se ha ido tratando, para de esta manera consolidar ese sentido de grupo, ese sentido de colectividad que creo que falta, no creo que sólo en el Cenidiap sino en todo el Centro Nacional de las Artes, cuyo calificativo de nacional resulta exagerado y pretencioso, porque no se ve que haya proyectos de relación entre cada una de las escuelas que hay aquí y entre los centros de investigación, ni tampoco entre quienes estamos investigando.

Además no tenemos manera de comentar lo que hacemos en reuniones colegiadas, ahora suspendidas, y que permitirían generar otra vez un espacio de convivencia investigativa, de compartir lo que estamos haciendo e ir encontrando las relaciones de parentesco y las posibilidades de proyectos comunes, como puede ser la crítica de la historiografía del arte mexicano, que podría preparar la conmemoración del arranque del muralismo moderno de México, que ya está relativamente próxima.

El Cenidiap puede ser vanguardia con una propuesta que diera lugar a eventos como el debate de la obra de Raquel Tibol que recientemente se dio y donde el Cenidiap tuvo una presencia importante. Todo esto podría construir esa dialéctica entre lo individual, para que deje de ser individualista, y lo colectivo, para que deje de ser individualismo grupal.

Hace poco, las investigadoras Leticia Torres y Ana Rodríguez, que trabajan el papel de Mathias Goeritz en la renovación del arte sacro en México, se acercaron conmigo para preguntar acerca de lo que ocurría en la década de 1970 en Cuernavaca alrededor de Méndez Arceo, la Teología de la Liberación y el proyecto de imágenes nuevas a partir del Concilio Vaticano II. Les recomendé visitar a Hugo Carbajal, veterano de esas lides, quien hizo ese maravilloso periódico que fue Correo del Sur, donde colaboramos muchos que ahí nos congregamos y nos hermanamos, y que era distribuido por las comunidades eclesiales de base. Quedaron sorprendidas de todo lo que les dijo Hugo Carbajal. De modo que poner al tanto a Carbajal de lo que estamos haciendo, invitarlo a que viniera a hablar de todo eso acá, podría entonces ampliar las miras de nuestro centro y contribuir a que esto no sea una celebración reducida y privada, sino para darle vuelo a la difusión y el conocimiento de todo lo que aquí se está haciendo.

CH : En mis 30 años aquí puedo decir que he gozado como todos de absoluta libertad de investigación, lo cual me ha permitido desarrollar proyectos que no se reducen a proyectos de investigación como tales sino que son de vida. Es muy importante esta libertad de la que gozamos, claro cumpliendo con protocolos y con requerimientos institucionales que me parecen absolutamente justificados.

Ahorita me acuerdo del primer seminario que organizamos en la sede de Nueva York, producto de la necesidad de reunirnos, de apuntar, de leer, de discutir. Muchos no habíamos ejercido la labor de investigador, nuestras tareas se reducían a hacer un catálogo de escultura mexicana, unas fichas bibliográficas y demás; pero había esas ganas de estudiar y discutir y por eso armamos el seminario, así de lo más campechano. Justo el otro día me encontré la carpeta donde se levantaba el acta de lo discutido, que se iba turnando.

Creo que de todo eso quedan cosas que nosotros impulsábamos y desarrollábamos, y había la libertad de tener un espacio para hacerlo, de destinar a ello un día de la semana. Después, cuando nos cambiamos aquí al Cenart, seguimos con esas iniciativas. Ese individualismo grupal que señalas tuvo logros muy importantes, como el Seminario de Arte y Utopía, que atesoro muy especialmente, y que desde mi punto de vista dio lugar a una publicación que sería también un libro de texto fundamental para la hora presente, pero que es muy poco conocido fuera de ciertos círculos.

Todo esto habla no sólo de ganas de hacer cosas y de formarnos nosotros mismos, sino de cierta consistencia. Ahora tal vez ya nos cuesta más trabajo hacer esos emprendimientos, pero es momento de recordar que eso está abierto, que podemos activar esos espacios de trabajo colectivo. Es un asunto que estuvo discutiendo el Consejo Académico: la pertinencia de las academias como han existido hasta ahorita, la necesidad de revitalizarlas. Son asuntos que están en la mesa y que nos competen a todos.

CG : Las investigadoras y los investigadores están generando comunidades que de alguna manera confluyen en el Cenidiap, que así constituye un espacio de encuentros muy fértiles y diversos. Ahora mismo, aquí en la sala de al lado, hay una reunión de investigadoras y documentalistas de los cuatro centros nacionales que están preparando una exposición justamente sobre interdisciplina; en el Salón de Usos Múltiples hay sesión del Seminario Estéticas de Ciencia Ficción. Tenemos seminarios de Ciudad Global y Producción Cultural, de Teoría Crítica, de Estéticas Digitales, en fin… Se generó el Doctorado en Artes del INBAL en colaboración con los cuatro centros, y en los seminarios del Cenidiap participan también investigadores y profesores de otras instituciones, de modo que funcionan como espacios permanentes de pensamiento crítico y plural. Todo esto es nuestra columna vertebral.

Creo que hay una tradición ahí que debemos valorar debidamente en ese mismo sentido de la recuperación del espíritu comunitario, porque el Cenidiap se vincula también con el exterior y hace comunidad. Pienso, por ejemplo, en los foros de muralismo que coordina Guillermina Guadarrama.

Así que hay todo esto que viene de tiempo atrás, de esas tradiciones que debemos valorar y significar hoy.

CH : Es lo que quiero enfatizar, que lo que el Cenidiap es hoy, es producto de la colectividad del centro y no de la institución. Entonces creo que la institución debería advertir la cantidad de redes que hemos generado cada uno de nosotros con ese afuera en donde te ubican y te reconocen. El orgullo de la pertenencia es algo que muchos compartimos. Yo siempre me identifico como investigadora del Cenidiap, el Cenidiap está presente a través de nosotros en todo lo que hacemos y eso es mérito nuestro.

Desafortunadamente hay muchas cosas que faltan, tanto recursos materiales como recursos humanos: una buena computadora, un buen escáner, nuevas plazas para gente joven que pudiera hacer todo esto que está pendiente y no que caiga en los hombros de las demás personas que organizan el seminario y el doctorado y hacen los informes y redactan artículos y ensayos y califican los trabajos finales y muchas cosas más.

Acabo de encontrar unos ejemplares de las calaveras que publicábamos como colectividad cada Día de Muertos; hacíamos una mini publicación que unos ilustraban, otros escribían y hacíamos nuestras calaveritas internas. Echamos a andar la gaceta En la Torre, cuando llegamos aquí al Cenart, que fue el primer antecedente de las publicaciones que ahora tenemos. Una publicación muy modesta en la que colaboramos muchos de nosotros.

Todo ha sido producto de nuestras ganas y nuestro esfuerzo. Ahora tenemos la revista electrónica arbitrada Discurso Visual, que es de primer nivel; la gaceta Piso 9; tenemos lo que escribes y coordinas, Alfredo; yo ahí siento mucho orgullo y mucha alegría de decir que lo que se ha hecho en este centro ha sido producto de la colectividad del Cenidiap.

Y francamente podríamos decir que el INBAL y el Cenart podrían aprovecharlo más, porque realmente aquí hay capacidad y ganas de hacer un chorro de cosas, y todo es producto también de un desarrollo de lo colectivo y de lo común que nos implicaba desde un principio.

AG : El Cenidiap no está aquí nada más en los pisos 9, 10 y 11 de la torre, sino justamente a través de esas redes que van construyendo los investigadores y las investigadoras; el Cenidiap está presente en todos esos proyectos de una diversidad que no imaginamos hasta que hacemos el recuento.

CH : Y si uno ve de dónde han salido los viáticos, los pasajes de quienes hemos tenido la oportunidad de viajar para representar al Cenidiap en otros lados, de dónde han salido las invitaciones de otros centros de investigación, de otras instituciones, de museos hacia nosotros, somos nosotros y nuestra individualidad, te pagas el vuelo, te consigues alojamiento, vas a congresos y conferencias, lo reportas todo, lo incluyes… Eso tiene muchísimo mérito.

CG : Es interesante cómo el Cenidiap puede estar en todas partes casi literalmente, lo mismo en exposiciones en el MUAC o en Tlatelolco, y en los museos del INBAL, por supuesto, que recurren a nuestros fondos documentales, a nuestras publicaciones, que en conferencias que se han dado en la zona de los volcanes o en el Centro Vlady de la UACM, ahora sí que desde Mérida hasta Mexicali, en todo el país, en una escuela, en centros comunitarios, en organizaciones sociales.

Esto es algo que me hace sentir orgulloso y me impresiona mucho. Son tantas actividades que si yo, como director, quisiera hacer presencia institucional en todas ellas nunca estaría en la oficina, simple y sencillamente. No puede uno ir a todo y ni siquiera se entera uno de todo.

CH : Esto es importante y hay que reconocer el cobijo del Cenidiap a nuestra conformación de fondos y archivos que, de otro modo, estarían acumulados en nuestras casas. Pienso en el fondo de Arte y Movimientos Sociales, con los miles de imágenes, panfletos, volantes, etcétera, que ya han sido incluidos en exposiciones en el MUAC, el CCUT, el Museo de la Ciudad de México. La valoración de todo este universo estético presente y vivo que hay que consignar, organizar y preservar para la memoria histórica, no solo de la producción artística.

AH : Sorprenden mucho estas cosas. Un estudiante que me conoció en el Autogobierno de Arquitectura está a punto de publicar una antología de escritos míos ¡en Finlandia! Publicó ya un tabique de revista, una cosa elegantísima que culmina con un texto mío que ya no me gusta tanto, que se llama “La teoría, compañeros, la teoría”, que apareció antes en una de las publicaciones del Cenidiap.

Habría que hacer ese recuento de nuestra producción editorial, para que así supiéramos de todos los tesoros que aquí tenemos y que no solemos usar, alguna notita en la gaceta acerca de acervos tan importantes como el de Leopoldo Méndez, que han dado lugar a exposiciones y demás.

Hubo una exposición que me parece muy importante, y que con mi malformación nacionalista primero abominé, que fue la de documentos de nuestros acervos. Estaban exhibidos un poco a lo güey, para decirlo en términos académicos, en una salita de La Esmeralda. Pero ése era precisamente su mérito: que hubiera documentos desparramados de cosas absolutamente diversas. Y claro, a primera vista, para mi cuadratura mental y sentimental, le faltaba orden. Hacer del documento una pieza de exhibición resulta muy importante. Otros lo están haciendo con un gran éxito, el grupo Lagartijas tiradas al sol ha logrado hacer de los documentos el sujeto de puestas en escenas maravillosas.

El dar importancia a todo lo que se recibe en el Cenidiap, a lo que esté en proceso, puede dar lugar a una síntesis, a un boletín de novedades, de publicaciones que se han recibido, de la visita de tal o cual personaje que dio una plática, etcétera, porque eso va siendo parte de la memoria del Cenidiap. Un registro, pero también una invitación para que todo mundo dé cuenta de lo que está en proceso, de lo que está haciendo. Hay mucha gente que viaja, que tiene relaciones así con lugares tan lejanos como Finlandia o los de aquí de América, y creo que es necesario darle vuelo a todo esto, para que la gente se anime a usar los canales institucionales para dar a conocer la riqueza de lo que se está haciendo.

CG : Es muy interesante esta exposición nuestra que menciona el maestro, Correspondencias, empezó en La Esmeralda, casi metida con calzador, después de arduas negociaciones, y fue muy exitosa ahí y en varias ciudades del país. Después, con los cuatro Centros hicimos una exposición conmemorativa del 68; nos la mandaron a la Galería del Aeropuerto y también fue muy bien recibida. Ahora estamos armando una sobre las confluencias interdisciplinarias en las artes en México a lo largo del siglo XX, también a partir de los acervos que resguardan los cuatro centros.

Quiero subrayar, junto con todo esto, la recuperación de lo marginal como un elemento fundamental de lo que hace el Cenidiap. Tenemos aquí a la vista dos libros de Arnulfo Aquino, uno sobre la gráfica que se hizo en Oaxaca durante el movimiento de 2006, y otro sobre Melecio Galván, un artista importantísimo desafortunadamente malogrado. Está el libro de Guillermina Guadarrama, La construcción de una utopía. La enseñanza artística en la post revolución , que habla de todas estas pequeñas escuelas de arte y de los esfuerzos por incluir el arte en la educación pública, que ha sido algo así como una utopía permanente.


Guillermina Guadarrama Peña, La construcción de una utopía. Enseñanza artística en la posrevolución, México, INBA, Cenidiap, 2015.


Son algunos ejemplos de lo que hacemos aquí y que tiene repercusiones sorprendentes, en Finlandia, en Buenos Aires, en China. Ahora que nuestros encuentros y foros se transmiten por internet, resulta que nos ven en América Latina, en África, en Asia, en Europa, en Estados Unidos y Canadá.

AG : Yo quiero regresar a lo que decía el maestro Híjar de la exposición Correspondencias, porque tiene mucho que ver con lo que decíamos. El tratamiento de los documentos en el Cenidiap también es particular, especial; no es nada más un depósito de documentos, sino que siempre han sido materia viva de investigación para generar conocimiento y poner en crisis ciertos presupuestos y paradigmas. El hecho de exponerlos de esta manera nos permite ver todas esas cosas, ver los documentos mismos como procesos y no como objetos, no como cosas que están en la vitrina sino como procesos que dan lugar —es decir, le abren espacio— a la crítica de cómo han sido significados históricamente.


Cartel de la exposición Correspondencias... Archivos y Fondos del Cenidiap.


Documentalistas e investigadores contribuyen a esa práctica de resignificación, dando nuevos giros al caleidoscopio de nuestros fondos y acervos desde tomas de posición que abren problemáticas e interrogantes sin fin. Aquí está todo imbricado, la memoria como práctica, el documento como proceso, la redes que se tejen, la presencia diversa y las confluencias, para hacer fondo común, colectivo.

AH : A mí lo que me encabrona, para decirlo en términos filosóficos, es la ausencia de denuncia que a mi manera de ver es un sentido fundamental de la investigación y de la docencia y de la documentación. Están pasando cosas terribles aquí en los alrededores, de los que nadie da cuenta. Por ejemplo, borraron el mural que hizo un grupo chileno, la Brigada Ramona Parra, con Gustavo Chávez en el Foro Cultural Ana María Hernández en Coyoacán, en una diagonal muy transitada que sale a la Plaza de la Conchita, y nadie dijo nada. Se conmemora la invasión española, se gastan millones de pesos en una ópera sobre Moctezuma, mientras ahí mismo en La Conchita, la Casa de la Malinche, la casa de Arturo García Bustos y Rina Lazo se está desmoronando, con peligro de que se pierda todo ese patrimonio invaluable. [1] Están las aberraciones urbanísticas y escultóricas, como El caballito de Sebastián y otras, junto al edificio del Senado y el de la Lotería Nacional. Todo esto debiera ser objeto de denuncia como consecuencia necesaria de los procesos de documentación e investigación del Cenidiap.

Y a propósito de los documentos, recientemente contrataron en la Sala de Arte Público Siqueiros a tres artistas no tan jóvenes para hacer un homenaje al cubo. Uno de ellos exhibió documentos tan fundamentales como el de los Tres llamamientos, para luego sacar de ahí unas figuritas y unas babosadas en unos papeles; es decir, ahí está la prueba de cómo desperdiciar la riqueza de documentos que hay en la Sala, donde hace años el Taller de Arte e Ideología organizó un museo de sitio verdaderamente sensacional, que fue destruido después para no dejar huella de Siqueiros en ese lugar.

Ese mal uso de los documentos contrasta, por ejemplo, con lo que hace Alfredo en la gaceta Piso 9, y decepciona que no haya mayor respuesta a ese esfuerzo por rescatar del olvido fotos maravillosas, que por lo menos a mí me llena de regocijo y emoción. Ésa es una tarea muy importante, en la que hay que seguir insistiendo, porque estamos creyendo que nadie nos pela y resulta que hay dos que tres en el mundo que sí nos aprecian.



De izquierda a derecha: Cristina Híjar, Carlos Guevara, Alberto Híjar y Alfredo Gurza. Foto: César García Palomino



CG : En cuanto a nuestra manera de hacer las cosas y las dificultades para recibir apoyos institucionales a la altura de nuestras tareas, es fundamental la enseñanza del maestro Híjar acerca de la necesidad de conocer y afectar todo el proceso. Hay que analizar todo el proceso y hay que darse cuenta que el Cenidiap es parte de una estructura muy compleja y que no puede hacerse por sí mismo de los recursos materiales y humanos que requiere, sino que tiene que pasar primero por una serie de procedimientos que involucran a todo el INBAL y que suponen un trabajal enorme y plazos muy largos o inciertos. Entonces, ante toda esta riqueza de relaciones y de contactos, de intervenciones en todos estos espacios, surge la pregunta de qué tan importante es desgastarse en esa pelea burocrática en lugar de apostar por estas otras vías que además son más independientes, donde ahora sí que no hay que pedirle permiso a nadie.

Así hemos trabajado estos 35 años, y hemos tenido mucho éxito. La revista donde vamos a publicar esta conversación, por ejemplo, tiene un promedio de cuatro mil visitas mensuales, y ha alcanzado picos de siete mil. Debe ser la revista académica más exitosa de este país, comparada con las tradicionales, las que tienen muchos años y se editan en papel, y que además luego por esos problemas institucionales pues suspenden cinco años y luego sacan el número quíntuple de mil páginas, etcétera. Nosotros, en cambio y pese a todo, semestre tras semestre salimos.

Otro ejemplo: nuestra biblioteca digital cuenta ya con más de cien títulos. Se dice fácil, pero representa un trabajal colectivo y nos revela toda la riqueza de relaciones sociales y de procesos que se están realizando al mismo tiempo, en apariencia individuales, que contribuyen a construir un objeto de conocimiento que no existía y ponerlo a disposición de cuantos se acercan a nuestro centro y que confluyen hacia lo que acá se está trabajando. Así hacemos uso entre todos de la imaginación crítica y la memoria. Eso es importante.






Palabras clave
Cenidiap, investigación, publicaciones, INBAL, colectivo.

 

[1] Cuando se realizó el conversatorio aún no había iniciado su restauración, que actualmente ya está en proceso.