ENERO
JUNIO
2020
The Managua Earthquake of 1972: reconfiguration and resignification of the city
Resumen
Este trabajo intenta comprender a la ciudad de Managua a partir de las modificaciones motivadas por el terremoto, principalmente en las formas de percibir y utilizar el espacio público. Si el sismo reconfiguró el paisaje urbano de la ciudad de Managua, ¿qué cambios y resignificaciones se dieron en los espacios públicos y simbólicos de la ciudad? ¿Cuáles fueron sus implicaciones políticas? Y principalmente, ¿cómo se vuelve a habitar una ciudad que ha sido drásticamente destruida?
Abstract
This work tries to understand the city of Managua, from the modifications that the 1972 earthquake produced as an event, mainly in the ways of perceiving and using public space. If the earthquake reconfigured the urban landscape of the city of Managua, what modifications and resignifications occurred in the public and symbolic spaces of the city? What were its political implications? and mainly, how do you re-inhabit a city that has been drastically destroyed?
Abigaíl Dávalos Hernández
historiadora del arte
avecito@hotmail.com
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La fotógrafa estadunidense Susan Meiselas acompañó el último año de laRevolución Sandinista (1978-1979) en Nicaragua como enviada de la agencia Magnum Photos. Su trabajo periodístico produjo un importante archivo de imágenes que se convirtieron en emblemáticas para la memoria visual de la historia reciente de Nicaragua. Una de estas fotografías es la que se observa arriba, tomada el día 20 de Julio de 1979 en el momento en que miembros del Frente Sandinista de Liberación Nacional entraban a la entonces llamada Plaza de la República para anunciar y celebrar su victoria y el fin de la dictadura de los Somoza.
La fotografía de Meiselas es un plano abierto que deja ver una plaza abarrotada por la eufórica multitud partidaria de la Revolución al momento de recibir a las tropas sandinistas que por fin conseguían llegar a la ciudad de Managua. El centro de la imagen se sitúa en una tanqueta repleta de guerrilleros con armas, banderas y brazos a lo alto. El ingreso a la explanada se hizo por un costado y de frente a la Antigua Catedral Santiago de Managua, donde, como se observa en el fondo de la fotografía, muchos asistentes de la manifestación lograron trepar, y acomodarse en las cornisas del antiguo y frágil edificio y desacralizarlo y apropiarse de él.
La importancia de esta imagen, además de la trascendencia del momento histórico, se encuentra justamente en la presencia de la Catedral y de la plaza como un espacio de reunión, es decir, en su recuperación como espacio público después de que un desastre natural con fuertes implicaciones político-sociales como fue el terremoto en Managua de 1972 inhabilitó su uso y modificó la percepción de la ciudad entera.
La madrugada del sábado 23 de diciembre de 1972 los habitantes de Managuafueron despertados por un sismo de 5.6 grados en la escala Richter [2] con epicentro en el Lago de Managua, en cuya costa sur comenzaba la mancha urbana de la capital nicaragüense. Al originarse tan cerca de la ciudad, el terremoto resultó catastrófico, pues activó al menos tres fallas geológicas que atraviesan el centro de la ciudad. La destrucción fue casi completa.
En las ciudades latinoamericanas, por herencia del colonialismo, es común encontrar un centro histórico en el que convergen los edificios que representan a los distintos poderes locales: iglesia, palacio de gobierno y mercado. En torno a ellos se concentra la población, y en sus márgenes se extiende la mancha urbana. La ciudad de Managua es una de las raras excepciones a este patrón, no por la ausencia de estos edificios sino porque después del terremoto dejaron de ser espacios públicos y se convirtieron en ruinas del antiguo centro de la ciudad. Por esta razón en este ensayo se partió de la fotografía mencionada, que muestra a la Antigua Catedral como testigo y escenario de la renovación política sandinista, siete años después de la ruina de la ciudad.
La Catedral se localiza dentro de la entonces llamada Plaza de la República y comparte espacio con el Antiguo Palacio Nacional, hoy Palacio de la Cultura. Ambos edificios fueron abandonados desde 1972, al igual que la avenida Roosevelt, la antigua calle principal del centro de Managua y corazón administrativo y comercial de la ciudad. El abrupto abandono se dio tras el sismo pues toda la zona central de Managua, desde la costa sur del Lago hasta la Loma Tiscapa, se desmoronó o consumió con los múltiples incendios que se desataron por la ciudad. Este centro no volvió a resurgir.
Es claro cómo los sismos, además de las pérdidas humanas y materiales que ocasionan, dislocan el espacio público y obligan a quienes los padecen a encontrar nuevas estrategias de articulación de lo urbano y otras formas de “habitar” la ciudad. En 1972 Managua concentraba 20 por ciento de la población del país, así como casi toda la industria, comercio, actividad financiera yadministrativa. [3] El terremoto causó daños en aproximadamente 27 km2, de los que, según informes del Comité Nacional de Emergencia, 400 000 m2 fueron edificios de comercio y bodegas y 340 000m2 oficinas públicas y privadas, [4] esto sin contar los espacios habitacionales destruidos. La ciudad y su dinámica quedaron canceladas y la calle cambió su funcionalidad, en un primer momento como espacio de refugio, albergue y subsistencia, y conforme pasaban los meses, sobre todo lo que había sido el centro de la ciudad se convirtió en un sitio abandonado e inhóspito.
Si se tienen en cuenta otros casos de destrucción urbana por sismos, por ejemplo el terremoto de la Ciudad de México en 1985, nos encontramos con proyectos de reconstrucción que optan por recuperar los mismos sitios dañados o reconstruir sobre ellos. En contraste, el proceso de Managua fue particular porque se optó por levantar los escombros del centro de la ciudad pero no volver a construir sobre este espacio. Es por ello que hoy en día esa zona es una enorme planicie con muy pocas estructuras elevadas, donde solamente destacan edificios que sobrevivieron al terremoto como la Catedral, de pie pero abandonada, el antiguo Palacio Nacional, el teatro Rubén Darío y el hotel Crowne Plaza. El antes dinámico y lleno de vida centro se convirtió en espacio de tránsito, administrativo pero no de sociabilidad.
¿Cuáles fueron las razones para que el centro de Managua no se reconstruyera? Las respuestas van desde la sensatez, conciencia y prevención, hasta la corrupción y los intereses de quienes se encontraban en el poder. Los organismos especializados nacionales e internacionales insistieron en la existencia de al menos cuatro fallas geológicas activas bajo el centro de la ciudad, lo que la hacen un lugar extremadamente vulnerable para los sismos. [5] Por otro lado, los gastos de reconstrucción rebasaban por mucho el presupuesto de un país subdesarrollado como lo era Nicaragua en esos años: “restaurar la ciudad requería una inversión igual al valor anual de los bienes yservicios producidos por Nicaragua”. [6] Además los recursos llegados del extranjero para la reconstrucción fueron desviados, lo que evidenció la corrupción del presidente Anastasio Somoza; esto tuvo consecuencias políticas importantes.
El proyecto de reconstrucción se volcó en la reubicación de la ciudad en la periferia. Los alrededores de Managua se convirtieron en nuevos centros urbanos dispersos y no necesariamente comunicados entre sí. La migración hacia las afueras de la ciudad se realizó sin ningún tipo de planificación urbana, lo que hasta el día de hoy acarrea problemas de transporte, accesibilidad y servicios. El éxodo durante los primeros meses también se dio fuera de Managua, y se fundaron asentamientos de desplazados como la hoy conocida Ciudad Sandino.
A pesar de la vulnerabilidad sísmica y la expansión y movimientos de la población, había una presión por reocupar y reconstruir la ciudad. Era un esfuerzo de las mayorías por restaurar la vida cotidiana, y de las minorías privilegiadas por recuperar la infraestructura que sobrevivió y que permitía una vida económica activa. [7] La reconfiguración urbana fue necesaria y se realizó bajo ciertas directrices: a) la descentralización regional, b) la reducción de la densidad urbana y c) mayor resistencia sísmica por medio de técnicas de construcciónmejoradas. [8] Cabe mencionar que el informe del que se obtienen estos datos se realizó a un año del sismo y aún se estaba a la espera de proyectos de planificación y reconstrucción urbana, así como diagnósticos de riesgo para recuperar la ciudad, sin embargo vemos cómo a más de 40 años del terremoto no hubo mayores cambios de aquella reconfiguración urbana inicial.
El terremoto fue un acontecimiento que modificó no sólo el paisaje urbano y la configuración social y espacial de Managua, también tuvo importantes consecuencias sociales y políticas que abonaron a la futura victoria de la insurgencia sandinista, que para 1972 ya operaba como guerrilla. Sería importante preguntar qué papel jugaron los sandinistas en el procesos de reconstrucción y rearticulación del tejido social, pero la cuestión queda planteada para una investigación posterior, porque en ésta interesa el papel del gobierno de Somoza durante este proceso.
En términos generales parece que la reacción del gobierno fue tardía. La Guardia Nacional, vacilante y dispersa, no logró detener los saqueos ni mantener el orden de la ciudad. En medio del ambiente de incertidumbre y ante la falta de dirección de parte de las instituciones, los managuas respondieron intuitivamente a la emergencia. Anastasio Somoza, pasada la perplejidad inicial, se puso al frente del Comité Nacional de Emergencia y del de Reconstrucción. Decretó estado de sitio, toque de queda y ley marcial en Managua, además prohibió toda manifestación o actividad pública de carácter político o tumultuario por un año. [9]Así justificó la represión.
Los Somoza habían cimentado sus relaciones con la burguesía a través de pactos en los que les aseguraba protección y crecimiento económico a cambio de garantizar su permanencia en el poder. Lo mismo hizo con la mayoría delos medios locales, lo que constituía una esfera pública [10] sólida y bien disciplinada que durante muchos años fue la base de la prosperidad de la dictadura. Pero tras el terremoto Anastasio Somoza quebrantó estos acuerdos y perdió a sus principales aliados políticos, ya que la burguesía tradicional fue excluida de las licitaciones en el proceso de reconstrucción, que sin duda significaban un importante ingreso para sus empresas. La élite presenció cómo Somoza “comienza a invadir todos los campos que antes había respetado empezando por el ramo de la construcción […] bienes raíces, concreto premezclado, poliuretano, materiales aislantes, aluminio, tubos, bloques, ladrillos”. [11] Esta intromisión del dictador en terrenos a los que hasta entonces su expansión económica se había mantenido al margen afectó enormemente los intereses económicos de la burguesía y se expresó en acusaciones de competencia desleal contra él. A partir de este momento la élite tradicional se distanció del grupo somocista y comenzó su abierta oposición al régimen. Tras el terremoto también se reconfiguró la esfera pública nicaragüense.
Además de las acusaciones de competencia desleal hechas por las élites económicas traicionadas, se culpó a Somoza por el desvío de los recursos de ayuda humanitaria internacional, destinados para la reconstrucción y la asistencia a los miles de damnificados. Fue tan evidente y sin escrúpulos el saqueo de Somoza en medio de la tragedia que incluso se redujeron los pocos sectores populares que aún le ofrecían apoyo y perdió la simpatía de la jerarquía católica.
Los acontecimientos políticos que siguieron al terremoto, sobre todo la manera de actuar de Somoza y su círculo cercano, fueron determinantes para el proceso histórico nicaragüense, pues visibilizaron el cinismo de la clase política y el hartazgo social que iba en incremento, lo que desembocó en una mayor simpatía y apoyo por el movimiento armado del FSLN.
El terremoto dejó muchas cicatrices en la ciudad de Managua, y una buena parte de ellas está materializada en la presencia de ruinas de lo que fue el antiguo centro histórico. Las ruinas han sido adaptadas al paisaje de la ciudad como un recordatorio permanente de este acontecimiento traumático. Sólo los escombros de sus estructuras han sido removidos, por lo demás permanecen hieráticos, intocables, imponentes. Son marcas y cicatrices del sismo, pero también de un momento político del país que se dejó atrás.
Tras un nuevo temblor en 2014 se retomó la demolición de algunos inmuebles dañados y escombros que, a más de 40 años, persistían en el antiguo centro, pero se dispuso conservar las ruinas de edificios emblemáticos para la historia de Managua como el antiguo Palacio Presidencial ubicado en la Loma de Tiscapa y, por supuesto, la antigua Catedral Santiago de Managua. Este edificio religioso se construyó entre 1929 y 1938 ya con los Somoza en el poder, y fue un símbolo de modernidad y prosperidad que se auguraba para Nicaragua. El edificio neoclásico alojó a la congregación católica hasta 1972. Casi como un dispositivo para la memoria, el reloj que se encontraba en la torre sur de la Catedral quedó fijo marcando la hora del terremoto, 12:35 am, momento en que su propio tiempo se detuvo y dejó de ser un lugar de concurrencia para los habitantes de Managua.
El abandono de la Catedral transformó su significado. De un espacio que simbolizaba modernidad y grandeza pasó a representar un lugar sombrío, lejano y doloroso. Por ello la ocupación de las tropas del FSLN y la gente que les apoyaba sobre la explanada del edificio religioso marca una diferencia sustancial en el entendimiento de la Catedral como signo de la ciudad. En primer lugar, desde ese momento la plaza pasó de Plaza de la República a Plaza de la Revolución, [12] un desplazamiento de significados. Por un momento la Catedral dejó de ser cicatriz del trauma para convertirse en protagonista de la victoria.
Durante toda la escena en que los guerrilleros del Frente Sandinista entran a la Plaza de la Revolución, la Catedral aparece como una presencia, fuerte e imponente, que acompaña el fin del proceso insurreccional. La plaza ocupada se convierte en el espacio de aparición de los combatientes, de los nicaragüenses liberados y de una nueva representación de la materialidadque los alberga. [13] La fotografía de Meiselas retrata esta operación casi performática en que el espacio es politizado y relegitimado, no sólo como el lugar de aparición sino integrado a la escena en su propia corporeidad cuando la gente decide transgredir la barrera simbólica de la Catedral como herida y se aventura al contacto físico con el edificio. La multitud sube por sus cornisas y lo “ocupa” en una especie de operación terapéutica en que la cercanía anuncia nuevas formas de representación.
Se “está” en la plaza, pero a la vez se “habita” nuevamente la Catedral. La ocupación de la Plaza de la Revolución es una intervención de y sobre el espacio que lo hace nuevamente público, ya que la Catedral sufre unainvestidura de sentido [14] que la convierte en un lugar de memoria, no sólo del terremoto sino también del triunfo de la Revolución.
Actualmente es difícil encontrar un lugar común de reunión y sociabilidad como antes lo fue el centro de Managua, y aunque en el esfuerzo por suplir esa carencia existen hoy sitios como el centro comercial MetroCentro, que logra reunir a gran parte de la población, sigue siendo un espacio privado que está lejos de convertirse en un espacio simbólico, público y de potencia política como en su momento lo fue el antiguo centro de Managua, y como lo volvió a ser aquel histórico 20 de julio.
Bibliografía
BUTLER, Judith, “Cuerpos en alianza y la política de las calles”, Revista Transversales, 2012.Informe sobre los daños y repercusiones del terremoto de la ciudad de Managua en la economía nicaragüense , CEPAL, Nueva York, 16-17 de enero de 1973.
KANT, Immanuel, Sobre las causas de los terremotos, con ocasión del cataclismo que ha afectado a los países occidentales de Europa a finales del año pasado (1756) , en Maximiliano Hernández Marcos (trad.), Universidad de Salamanca, 2005.
KATES, Robert W. et al., “Impacto humano del terremoto de Managua”, Science, 7 de diciembre de 1973.
Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales, Microzonificación sísmica de Managua, 2000, < http://webserver2.ineter.gob.ni/geofisica/sis/proyectos/micromana/3-geologia-resx.htm >.
MORALES CARAZO, Jaime ¡Mejor que Somoza, cualquier cosa!, México, CECSA, 1986.
NEGT, Oskar y Alexander Kluge, Public Sphere and Experience. Toward an Analysis of the Bourgeois and Proletarian Public Sphere , Estados Unidos, University of Minessota, 1993.
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SANTANDER, Pedro, y Enrique Aimoine, “El Palacio de La Moneda: del traumade los Hawker Hunter a la terapia de los signos”, Revista de Crítica Cultural, núm. 32, noviembre 2005, Santiago de Chile.
Imagen
Imagen: Susan Meiselas, Entrando a la Plaza Central de Managua para celebrar la victoria, Managua, 20 de julio de 1979, ©Susan Meiselas/Magnum Photos.
Referencias audiovisuales
Consultadas el 15/06/2013.
Manifiesto Democracia Real Ya! en lenguaje de signos.
Semblanza de la autora
Abigaíl Dávalos Hernández . Licenciada en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas; maestra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México y candidata a doctora en Historia del Arte por la misma institución. Líneas de investigación: arte, política y memoria en América Latina.
Recibido: 23 de agosto de 2018.
Aceptado: 8 de octubre de 2019.
Palabras clave
Nicaragua, Terremoto de Managua, espacio público, reconfiguración,
ruinas.
Keywords
Nicaragua, Managua Earthquake, public space, reconfiguration, ruins.
[1] Immanuel Kant, Sobre las causas de los terremotos, con ocasión del cataclismo que ha afectado a los países occidentales de Europa a finales del año pasado (1756), 2005, p. 218.
[2] Hay datos que notifican una escala de 6.2, sin embargo el informe de microzonificación sísmica de Managua hecho por el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) aclara que en escala Richter fueron 5.6 grados, y la escala de magnitud (MS) fue de 6.2.
[3] “Como es rasgo característico de los procesos de urbanización y de localización de la actividades productivas en muchas economías en desarrollo, la capital de Nicaragua ha constituido el principal núcleo de concentración de la población, el comercio, la industria y los servicio financieros, aparte de ser la sede del Gobierno central, y de los organismos autónomos más importantes”. Informe sobre los daños y repercusiones del terremoto de la ciudad de Managua en la economía nicaragüense , Nueva York, CEPAL, 16-17 de enero de 1973, p. 10.
[4] Idem.
[5] Ineter, Microzonificación
sísmica de Managua, 2000, <
http://webserver2.ineter.gob.ni/geofisica/
sis/proyectos/micromana/3-geologia-resx.htm >. Consulta:
17 de noviembre, 2017.
[6] Robert W. Kates, et al., “Impacto humano del terremoto de Managua”, Science, 7 de diciembre de 1973, p. 60.
[7] “Se mencionó el profundo apego de los Managua a su ciudad, la falta de alternativas de tierras cercanas libres de riesgos y el potencial para reconstruir con estructuras que podrían resistir futuros terremotos. Privadamente se creyó en muchos círculos que la ciudad se quedaría en el lugar donde estaba, debido al valor de la tierra poseída en ese lugar por familias adineradas e influyentes”. Ibidem, p. 66.
[8] Idem.
[9] Jaime Morales Carazo, ¡Mejor que Somoza, cualquier cosa!, México, CECSA, 1986, p. 124.
[10] Una esfera pública burguesa en su forma más tradicional, como grupo minoritario a partir de cuya experiencia se configura la experiencia colectiva y que reduce la sociedad a un todo homogéneo con intereses y necesidades comunes. La fragmentación de esta esfera pública desestabilizó al régimen y dio lugar a la articulación de nuevas relaciones, un nuevo horizonte de experiencia liderado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Véase Oskar Negt y Alexander Kluge, Public Sphere and Experience. Toward an Analysis of the Bourgeois and Proletarian Public Sphere , Estados Unidos, University of Minessota, 1993.
[11] Sergio Ramírez, EI alba de oro, México, Siglo XXI, 1985, p. 225.
[12] A partir de ese primer cambio de nombre la plaza ha sido renombrada en diferentes ocasiones según el grupo que se encuentre en el poder. En 1991, cuando el FSLN perdió las elecciones presidenciales, volvió a conocerse como Plaza de la República, y cuando en 2007 Daniel Ortega retomó el poder regresó a llamarse de la Revolución.
[13] Retomando algunas nociones de Judith Butler en “Cuerpos en alianza y la política de las calles”, Revista Transversales, 2012.
[14] Santander Pedro y Enrique Aimoine, “El Palacio de La Moneda: del trauma de los Hawker Hunter a la terapia de los signos”, en Revista de Crítica Cultural, núm. 32, noviembre 2005, Santiago de Chile, p. 12.