Publicidad de la acción colectiva Neocursi: artistas que realmente saben amar, 16 de febrero de 1991, ciudad de México. Archivo Activo Pinto mi raya.
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Pinto mi Raya.
Archivo Activo, un proyecto conceptual
Galería independiente, espacio lúdico conceptual y fondo documental son las diversas facetas por las que, con más de veinte de existencia, ha transitado esta relevante iniciativa encabezada por dos artistas mexicanos contemporáneos.
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MARTA OLIVARES CORREA • DOCTORA EN ARQUITECTURA
Investigadora del Cenidiap
cantalapiedraprodigy.net.mx
Pinto mi Raya, galería de autor independiente que luego de tres años mutó a proyecto conceptual, fue iniciada en 1989 por Mónica Mayer (ciudad de México, 1954) y Víctor Lerma (Tijuana, 1949), ambos pertenecientes a la generación que en México se conoce como Los Grupos.(1) Una de sus intenciones era ofrecer un espacio en donde se expusiera obra lúdica y crítica, así como permitir ver el proceso de su ejecución para promover la interacción y la colaboración; pero, sobre todo, exhibir obras que no tenían cabida en las galerías comerciales. Su política era convocar a artistas de diversas edades y tendencias.
La galería inició sus actividades con la exposición 10 años de casados, inaugurada el 17 de noviembre de 1990. La invitación aclaraba que era una “reliquia auténtica”. Era la primera vez que exponían juntos en ese ámbito; el tema fue, según bromeaba Mayer: “la familia, la pareja…”.(2) Aunque existen diferencias formales, ambos trabajaron sobre un mismo tema. Mayer ofreció una serie de dibujos, Los náufragos del cuerpo, y Lerma, por su parte, Del emerger y sumergir; las técnicas empleadas fueron grafito y tinta sobre papel.
Neocursi: artistas que realmente saben amar
Bajo el influjo del evento plástico de Aldo Flores efectuado en 1990 en el edifico Balmori, en la colonia Roma de la ciudad de México, la segunda exposición de Pinto mi Raya se inauguró el 16 de febrero 1991 y la realizaron conjuntamente con otras tres galerías de autor (Los Caprichos, coordinada por María Antonieta Marbán y Fernando Gallo; Foco, por José Luis López y Esteban Eroski, y Unicornio Blanco, por Guillermo Robles y Jorge Aranda), todas parte del Circuito Cultural Condesa.(3) La muestra se tituló Neocursi: artistas que realmente saben amar, en la que participaron treinta parejas de creadores, con diversas técnicas, estilos y propuestas plásticas: modernas, posmodernas, vanguardias, transvanguardias y perfomance, hechos por “estudiantes noños” y “artistas enamorados, melocochones, cursis y apapachadores”. Se invitó a realizar acciones para lo que sería una fiesta colectiva interactiva entre obras, artistas y espectadores; también participaron alumnos de 11 a 15 años de edad de los maestros Alan Hefner y Mauricio Santana de los talleres de la Escuela Decroly, que también montaron instalaciones e hicieron performances; en la inauguración se realizó un desfile carnavalesco. Se puso a disposición del público la “combi del amor” (previamente decorada para la ocasión y que transportaba a dos cupidos que ametrallaban a la gente y a los “actores” de la acción callejera). Los asistentes la podían utilizar para trasladarse de una a otra galería o hacer el recorrido a pie. En Los Caprichos se hizo la lectura de las “cartas amorosas” de los artistas en “el pozo de los deseos” con el fin de que todos vieran cumplidos sus anhelos. En Unicornio Blanco estaba un baúl adornado con estampas de flores y demás detalles cursis, y un unicornio recibía a los pasajeros de la combi y se les obsequiaba copas llenas de vino con fruta. En Pinto mi Raya se realizaron fotografías del recuerdo con música de Julio Jaramillo, de Los Panchos y hasta hubo bocadillos y vino de la taquería Tablitaco. Para brindar por la muestra se escuchó el hermoso, meloso y afectado poema de Guillermo Aguirre y Fierro El brindis del bohemio.
No podían faltar los performances en la calle, como el simulacro del rapto de una muchacha por unos “terribles” árabes, que luego de abandonarla en la calle fue llevada a realizar un recorrido por una serie de instalaciones. Simultáneamente, tres niños accionaban unas guillotinas “rompecorazones” que reventaban globos en forma de corazón con agua de color roja. En el camellón de la calle de Mazatlán una pareja vestía de forma cursi, se tomaba de las manos, mientras una manguera los rociaba con azúcar glass. Entre las fuentes de inspiración, para que los artistas realizaran su obra, se les invitaba a reflexionar en las parejas de artistas célebres, como Gabriel Muter y Vassily Kandinsky, Frida Kahlo y Diego Rivera, entre otras.
Fue una experiencia con resultados desiguales, pues no todos los participantes hicieron trabajos relacionados con el amor “melocochón”. Sin embargo, la obra de Carlos-Blas Galindo e Hilda Campillo, quienes“demostraron que en el amor se puede ser juez y parte”, consistió en un tronco tallado con cadenitas y estoperoles, y que obtuvo el premio a la pieza más hipercursi. También estuvieron Yani Pecanins y Gabriel Macotela, que no perdieron su línea conceptual: ella con la obra Abecedario, un “libro de artista bordado de nostalgia” hecho con la técnica del collage, y él con Construcción y lluvia de piedras, una elocuente “caja con lluvia de piedras”, por las que merecieron el premio a la pareja más expuesta. Guillermo Robles y Jorge Aranda retomaron fotos de familia y las incorporaron a un “paisaje celestial para proclamar su mutua adoración”. Por su parte, preocupados por recrear una noche en algo parecido al motel Xochimancas, ubicado en Revolución y Patriotismo, Eric del Castillo y Carmen Arellano presentaron My city, esa chinampa in a long lost lake, un pedazo de pared de tabique que aparenta ser arrancada de la ciudad, con la que se les otorgó el premio a la pareja más azotada.
Hubo instalaciones con un claro compromiso social, como la de Mónica Mayer y Víctor Lerma, dedicada a una batalla campal, con las palabras crisis, algo de contaminación, la fotocopia de un tanque de guerra e imágenes de los patriot y scuds, entonces tan en boga. Estuvieron presentes los amores pasionales y eróticos reflejados en la fotografía de Noemí Ramírez y Ernesto Álvarez, premiados como la pareja mejor equipada. José Manuel Springer calificó como “cachonda” la propuesta de Elena Villaseñor y Yolanda Andrade. De la creación de Pablo Huacuja y Cinthia Gómez escribió: “El amor cursi es un corazón palpitante, visceral, ahogado en su propia sangre y pasión; es el amor que ve en la parte el todo de su existencia inefable”.(4)
En una crónica publicada en el periódico El Universal se menciona que Marisa Lara y Arturo Guerrero recibieron el premio a la pareja más transamorosa, y Masha Zepeda y Mauricio Sandoval ganaron a pulso el galardón a la pareja más consentida.(5) Para concluir la exposición de las diversas acciones, se proclamó un Acta con las siguientes conclusiones:
1. El espíritu creativo sigue vivo y sano entre los artistas contemporáneos y no se diga su entusiasmo, increíble capacidad de trabajo y generosidad.
2. La obra presentada abarca tanto la producida ex profeso para esta exposición, piezas trabajadas en conjunto por las parejas por primera vez (y que les cuenten los chismes de cómo les fue) y el trabajo normal, individual o dual, de otros más. En toda se percibe amor al arte, a la vida y a la media naranja.
3. Decidimos que todos merecen este y muchos premios más.(6)
Según otros asistentes a la exposición, no todos “los autores captaron el sentido de lo cursi para darle a su obra el giro necesario, para que al manejarlo en forma consciente, conservara su esencia original, por un lado; y por el otro, que diera como resultado una pieza con calidad plástica y cargada con su dosis de sentido del humor”.(7) Hay los que, como Macario Matus, consideran que el happening es el resultado de la crisis “actual de los valores estéticos [que] ha obligado a los artistas a organizarse para lograr espacios y dar a conocer sus obras” y que se distingue por su carácter independiente y que, en este caso concreto, se contó con el apoyo de los periodistas y la prensa. Igualmente reconoce que la ventaja de esos espectáculos es que lo que se recauda de la venta de la obra beneficia a los miembros de los grupos artísticos participantes, y concluye: “La idea es excelente y empieza a marcar un gran paso dentro del panorama oscuro del desarrollo y promoción de las artes plásticas del país”.(8)
Dos meses después, el 13 de abril se realizó la exposición experimental Contaminaciones no, en las galerías Pinto mi Raya y Los Caprichos, nuevamente con la participación de los niños(as) de la escuela Decroly. El 8 de mayo inauguraron una muestra más con el título Madrecitas: obra de pequeño formato. La convocatoria tuvo una muy buena acogida pues participaron más de ochenta artistas, entre ellos Marcos Kurtycz, Olga Dondé, Ricardo Angula, Eduardo Abaroa, Abraham Cruz Villegas, Patricia Torres, Hilda Campillo, Gilda Castillo, entre otros. Como si se tratara de no respirar, el 31 de mayo se presentó Se eclipsa “La Esmeralda”, trabajo efímero cuyo ideario fue “El día es el sol / La noche es la luna / Eclipse es luna y sol” y en el que participaron Guillermina Marín, Javier G. Analco, Antonio Helguera y muchos más.
La vida de la galería fue breve y pronto se transformó en una plataforma para distintos proyectos: archivo, editorial de arte digital, programa de difusión y otro tipo de intervenciones. En palabras de la(os) creadores: “Nosotros definimos nuestro trabajo como un proyecto de arte conceptual aplicado. A diferencia de otros proyectos conceptuales similares, planteamos que el nuestro debe tener una utilidad real. Buscamos, por así decirlo, lubricar el sistema artístico”.(9) Con ese ideario se organizó, en octubre de 1991, con la galería Los Caprichos, el proyecto Mìmesis, que reunió cincuenta obras de 25 artistas de muy diversas generaciones en una carpeta de arte. Su intención era experimentar y difundir con un amplio espectro la plástica de México, aplicando las nuevas tecnologías en la neo-gráfica y, más adelante, vendrían otros proyectos: Arquetipo (1993) y Electrografía monumental sobre papel de algodón (1994), conjuntamente con Humberto Rodríguez Jardón. También se realizó Gráfica periférica, que reunió la obra en el Museo de Arte Carrillo Gil durante 17 meses; participaron: Felipe Ehrenberg, María Eugenia Chellet, Hilda Campillo, Zalathiel Vargas y Arnulfo Aquino, lo que transformó a la galería de autor en nómada. Siguió De crítico, artista y loco… y se lanzó la revista digital La Pala (1998), en la que colaboraron Judith Gómez del Campo y Alejandro Meyer (fundadores de Mexican Art On-Line). Mónica Mayer aclara: “Un aspecto que hemos tratado de conservar es la capacidad de mutar y adaptarnos a nuevas circunstancias, conceptos y tecnologías, sin perder nuestros planteamientos políticos, estéticos y éticos originales”.(10) Sin embargo, pareciera que a los artistas no-objetuales se los ha devorado la modernidad líquida, debido a que se les impone, para sobrevivir, convertirse en elementos mutantes, y tienen que optar por múltiples proyectos, demostrar capacidad de adaptación a nuevas propuestas temáticas y técnicas, en esta búsqueda sin fin de lo novedoso.
Archivo Activo
Para Pinto mi Raya 1991 fue un año decisivo y de grandes propósitos, se comenzó lo que sería un trabajo encomiable y de largo aliento, una especie de “espina dorsal” de sus actividades, el Archivo Activo, cuya premisa partió de reconocer que: “en México se publican pocos libros de arte contemporáneo, sin embargo solamente en el D. F. existen hasta 40 diarios, que en su mayoría incluyen reseñas y críticas de arte que quedan dispersas, por ello decidimos reunirlas”.(11)
El Archivo Activo cumple veinte años e incluye cerca de cuarenta mil textos y ofrece servicio de consulta y difusión de la prensa, a universidades y bibliotecas que están suscritas. Además, se creó Raya: Crítica y Debate en las Artes Visuales, una recopilación quincenal de dichos materiales. A partir de 2002 se empezaron a hacer compendios temáticos, produciendo así un “archivo de artista”. Está organizado en diez temas: Educación artística (181 textos), Arte público (676 textos), Performance (755 textos), Arquitectura (1 526 textos), Espacios alternativos (361 textos), Fotografía (2 789 textos), Instalación (1 467 textos), Mujeres artistas (1 803 textos), Crítica a la crítica (874 textos) y Arte digital (554 textos), los que daun total de 10 986 textos. El Archivo, para cualquier persona interesada en el arte de México, y ya no digamos para un investigador, es una fuente primaria indispensable.
Asimismo, del Archivo se derivó el proyecto Ediciones al Vapor (2001), en el que se efectuó una selección por temas específicos, haciendo “investigaciones precocinadas” orientadas a la difusión y educación. Recordemos que los artistas no-objetuales utilizan textos, materiales de archivo, actos en vivo o repertorios. Los archivos no son más que la memoria en donde se consignan documentos (notas de producción), cartas, textos literarios, disquetes, fotos y soportes en donde se registran las acciones. Para Diana Taylor “Por su capacidad de persistencia en el tiempo el archivo supera al comportamiento vivo. Tiene más poder de extensión; no requiere de la contemporaneidad ni coespecialidad entre quien lo crea y quien lo recibe”, lo que resguarda es la representación de lo vivo, el acto, la acción, “El archivo excede a lo vivo”.(12) Y bien se podría decir que constituye la memoria de sus acciones.
Quizás sea incorrecto pretender hablar de un fondo tan amplio, heterogéneo y rico, sin un verdadero conocimiento de él, pero en consideración a su magnitud comentaremos en términos generales el dedicado a la arquitectura. Comprende 1 526 textos, lo cual, dentro del ámbito profesional constituye toda una rareza. El archivo nos ofrece un índice por años, temático y de autor, para seleccionar de mejor manera el artículo de nuestro interés. Los contenidos son escritos por especialistas del gremio, como Salvador Pinoncelly y Víctor Jiménez; contiene temas de actualidad de Issac Broid y Miquel Adria; también consignan crítica arquitectónica y teoría con ensayos de J. Víctor Arias y Carlos Ríos Garza; los interesados por el patrimonio pueden encontrar reflexiones de Flores Marín y Ricardo Prado; tampoco faltan los refinados y sesudos juicios de Jorge Alberto Manrique y Teresa del Conde. También podemos encontrar notas de divulgación acerca de la ciudad escritas por la cronista Ángeles González Gamio, o más especializadas acerca de las urbes y sus problemáticas, con reflexiones críticas y comprometidas como las de Rafael López Rangel. Por supuesto, tampoco falta información relacionada con las artes alternativas y la arquitectura, y las manifestaciones que ocurren en los ámbitos culturales, artísticos o citadinos. En fin, para cualquiera que quiera acercarse a reflexionar sobre lo que ha acontecido en una década de arquitectura, el fondo constituye un material imprescindible y de primera mano.
Y no es que no exista una tradición de archivos hemerográficos de arquitectura, sino que muchas veces se encuentran incluidos en textos que también contienen otras temáticas, como es el caso de Clementina Díaz de Ovando con La Escuela Nacional Preparatoria, los afanes y los días 1867-1910, el de Ida Rodríguez Prampolini Crítica de arte en México en el s. XIX o el de Xavier Moyssén La crítica de arte en México 1896-1921.(13)
Tampoco faltan esfuerzos por difundir las revistas que marcaron el día a día de los arquitectos como El Arte y la Ciencia (1899-1911), Arquitectura (1938-1978), por mencionar algunas, y que Carlos Ríos Garza está digitalizando para mayor difusión y facilidad de consulta.(14) Asimismo, hay una labor de rescatar artículos a través de antologías realizadas por investigadores de diversas instituciones, como son la edición a cargo de Louise Noelle Fuentes para el estudio de la arquitectura en México, la de Enrique X. Anda Cultura arquitectónica de la modernidad mexicana. Antología de textos 1922-1963 y de Ramón Vargas y J. Víctor Arias Ideario de los arquitectos mexicanos.(15) No podemos dejar de mencionar, hablando de archivos hemerográficos, la labor que realizan los estudiantes de algunos Talleres del Autogobierno, y que con diversos años de fundación, día a día recortan y catalogan las noticias de diferentes diarios acerca de arquitectura, urbanismo, arquitectura del paisaje, y ecología, y que se pueden consultar en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El trabajo realizado por Pinto mi Raya es encomiable porque está hecho, y quizá inspirado, en la necesidad que tienen los grupos que realizan performance de documentar sus obras. En sus años de existencia ha hecho gala y demostrado una preocupación constante por guardar la memoria de los eventos del arte no-objetual, tan es así que son numerosos sus artículos publicados, su participación en curso y congresos para difundir su obra y el arte actual de México, además de la edición de libros.(16)
Dice Mónica Mayer acerca de la larga vida de este proyecto: “Al pensar en cómo le ha hecho Pinto mi Raya para sobrevivir tantos años, aunque para ello fue necesario mutar de galería de autor a proyecto conceptual, sé que ha sido por terquedad, porque el archivo es un motor que genera recursos para la operación diaria y también porque hemos obtenido varias becas para financiar algunos proyectos específicos. Somos afortunados”.(17)
Notas
1. Algunos Grupos fueronLa Rolloteca (alumnos de Sebastián,1974), Germinal (Mauricio Gómez, Carlos Oceguera, Yolanda Hernández, Sylvia Ponce, 1976), Taller de Arte e Ideología (Alberto Hijar, Cecilia Lazcano, RiniTempleton, Felipe Leal, Armando Castellanos, Enrique Echeverría, Andrés de Luna), Proceso Pentágono (Felipe Ehrenberg, Carlos Fink, Víctor Muñoz y Lourdes Grobet, 1976), Mira (Jorge Perezvega, Rebeca Hidalgo y Arnulfo Aquino, 1977), SUMA (alumnos del taller de Ricardo Rocha, 1976), Marco (Sebastián, Manuel Marín, Magali Lara, Mauricio Guerrero y Gilda Castillo, 1978), Tepito Arte Acá (Daniel Manrique, Gustavo Bernal, Francisco Zenteno, Julián Ceballos, 1973), No Grupo (Rubén Valencia, Melquiades Herrera, Maris Bustamante y Alfredo Núñez, 1979). Véase Alma B. Sánchez, La invención de la ciudad de México, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2003, y Cristina Híjar, Siete grupos de artistas de los setentas, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Universidad Autónoma Metropolitana, 2008.
2. Mónica Mayer, entrevista realizada en la galería Los Caprichos, en Elda Marcela, “Neocursi: artistas que realmente saben amar”, El Universal, México, viernes 15 de febrero 1991.
3. El Circuito Cultural Condesa se gestó con la intención de tener un espacio controlado por artistas y que obedeciera a los intereses creativos de quienes lo conformaban y para poder tener una mayor comunicación en esos espacios artísticos con el espectador y la comunidad de la colonia. Véase Mauricio Ávila Romero, “Circuito Cultural Condesa, espacios alternativos”, El Día. Cultura, México, miércoles 20 de febrero de 1991.
4. José Manuel Springer, “Circuito Neocursi”, Unomasuno, México, 13 de abril de 1991.
5. “Lluvia de cursilería en la apertura del Circuito Cultural Condesa”, El Universal, México, martes 19 de febrero de 1991.
6. Solemne Acta de Premiación, impreso de computadora, México, 16 de febrero de 1991.
7. Antonio Luque, “Lo ´neo-cursi´en La Condesa”, El Nacional. Cultura, México, sábado 23 de febrero de 1991.
8. Macario Matus, “Circuito interior de la cultura”, Excelsior, México, domingo 3 de marzo de 1991.
9. Mónica Mayer, Escandalario. Las artistas y la distribución del arte, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2006, p. 32.
10. Ibidem, p. 34.
11. Ibid., p. 33.
12. Diana Taylor y Marcela Fuentes, Estudios avanzados de performance, México, Fondo de Cultura Económica, 2011, p.14.
13. Clementina Díaz de Ovando, La Escuela Nacional Preparatoria. Los afanes y los días 1867-1910, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1972; Ida Rodríguez Prampolini, Crítica de arte en México en el s.XIX, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1997; Xavier Moyssén, La crítica de arte en México 1896-1921, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1999.
14. Digitalización de Carlos Ríos Garza y estudios introductorios de las revistas: Anuarios de Arquitectura (1922-1923) núm. 1, Arquitectura y lo Demás (1945-1950) núm. 2, El Arquitecto (1923-1927) núm. 3, Traza (1983-1986) núm. 5 y Entorno (1982-1984) núm. 8. En colaboración con otros investigadores, con los estudios introductorios de J. Víctor Arias Montes, Autogobierno. Arquitectura (1976-1984) núm. 4 y El Arte y la Ciencia (1899-1911) núm. 10; de Alejandro Gaitán Cervantes, Calli (1960-1983) núm. 11 y Louise Noelle Arquitectura México (1938-1978) núm. 6, ver en Raíces Digital, México, Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2004-2010.
15. Louise Noelle (ed.), Fuentes para el estudio de la arquitectura en México siglos XX-XX, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2007; Enrique X. de Anda y Salvador Lizárraga (eds.), Cultura arquitectónica de la modernidad mexicana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2010; Ramón Vargas y J. Víctor Arias, Ideario de los arquitectos mexicanos, vols. I, II, III, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2010.
16. Mónica Mayer, Rosa chillante. Mujeres y performance en México, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2004. El libro está escrito en primera persona, rescata a los grupos de creadores y artistas del performance mexicanas. Así como algunas de sus acciones desde una perspectiva feminista. También de Pinto mi Rayaes la obra distinguida con el Premio Nacional Luis Cardoza y Aragón para la Crítica de Artes Plásticas 2004 de Mónica Mayer, Escandalario. Las artistas y la distribución del arte, op. cit. Ensayo que reflexiona acerca del consumo, producción, distribución de la obra artista no-objetual y de las galerías de autor, consignando sus eventos realizados, vicisitudes, problemática para sobrevivir y duración, principalmente de la ciudad de México. Ambos son referencia obligada y de interés porque sobre el periodo hay muy pocos estudios.
17. Mónica Mayer, op. cit., p. 61. |
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