
Segundo Encuentro de Arte Público, Muralismo y Educación, Mendoza, Argentina, noviembre de 2012. Foto: Guadalupe Lorenzo-Víctor Gallardo.
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Arte público, muralismo y educación
El Grupo Taller Gambartes, coordinado por el muralista y docente argentino Marcelo Carpita, realiza encuentros de arte público, muralismo y educación en Argentina que permiten vislumbrar elementos novedosos en cuanto al encuadre organizativo, didáctico y conceptual.
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MARCELO CARPITA
• ARTISTA PLÁSTICO
DIEGO RUIZ • COMUNICÓLOGO
ruizdiegoruiz@hotmail.com
Los encuentros de muralismose iniciaron en la década de 1970 en diferentes comunidades de Argentina como acciones artístico-solidarias. Algunos grupos de creadores participantes, como Greda, hacían obra sobre bastidores con chapa de zinc, mientras que artistas adheridos a la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos realizaban acciones murales en lugares públicos de comunidades empobrecidas; las obras eran donadas a instituciones públicas para establecer vínculos con los habitantes. Actualmente los objetivos se han diversificado y el Grupo Gambartes ha puesto en práctica acciones didácticas para incorporar el aspecto educativo.
Esta agrupación busca la capacitación de nuevos actores culturales para fortalecer el desarrollo regional del arte público, con planteamientos críticos sobre el discurso visual y la incorporación de nuevos recursos lingüísticos y comunicacionales a través de la imagen. Parte de la convicción de que la educación es la herramienta que generará espacios reflexivos que permitirán nivelar conocimientos, igualar oportunidades de producción y facilitar la comunicación con la comunidad. La única vanguardia, si es que existe, es que todos tengamos las mismas posibilidades de desarrollar capacidades, técnicas y expresiones para transformar nuestra realidad.
Ejemplos de lo anterior han sido los encuentros de Arte Público y Educación, realizados en la ciudad de Mendoza y coordinados por Grupo Gambartes. El primero se llevó a cabo del 19 al 25 de septiembre de 2011, y el segundo del 27 de noviembre al 2 de diciembre de 2012. En este último se retomó la tarea de construir el mural colectivo más grande de la de Mendoza, en el Parque Central. El objetivo principal fue relacionar la actividad de muralismo con el aficionado y el público transeúnte a partir de la educación.
Para ello se desarrolló un proyecto que articula al artista visual, una disciplina de muralismo, el conocimiento teórico a partir de charlas y documentales, y la gente aficionada o estudiante de artes. En esta oportunidad promovimos la labor compositiva y docente de los artistas mendocinos que fueron invitados y a los que "participaron aprendiendo" durante el encuentro anterior, al tiempo que se prepara al nuevo grupo que aplicará (y enseñará) la técnica el siguiente año. De esta forma se realiza una verdadera socialización de conocimiento a partir del trabajo solidario, con variedad de interpretación formal y representación de los temas propuestos.
Para lograr mayor participación e integración entre personas con diferente o nula capacitación en artes visuales, se escojen técnicas que permitan estos objetivos. Algunas son el esgrafiado americano y el mosaico, denominadas como artesque forman personas solidarias. Los encuentros resultan también espacios de intercambio técnico, se hace hincapié en conocer las técnicas y recursos estéticos posibles en cada propuesta.
En ambas experiencias se produjo una alquimia entre las personas y el conocimiento que iban incorporando. El conocimiento libera, y tanto la solidaridad como la generosidad son los medios para llegar al conocimiento. En los encuentros hubo gente que cambió, que comprendió y aceptó solidariamente la opinión del otro; porque una de las consignas principales es el trabajo grupal.
Arte público y muralismo argentino
La vuelta a la democracia en Argentina (1983) y los tiempos finiseculares, con graves crisis económicas e institucionales (2001-2002), abrieron posibilidades para un arte mural, aunque como espacio residual dentro del campo artístico, con un amplio universo de obras, artistas y técnicas; sumándose a vínculos de educación popular, arte público y muralismo que se fueron construyendo como novedad a los caminos ya recorridos por este arte popular. También surgieron nuevas formas y procedimientos que fueron complementando al muralismo, como arte político y social: esténciles, arte urbano con aerosol, street art, grafiti, gigantografías y otras propuestas desde el diseño, la señalética y la acción performática como los “escraches” a represores y el “siluetazo” que traía las siluetas de los desaparecidos en la última dictadura militar en Argentina, entre otras.
Más allá del posicionamiento actual del arte mural, conserva una tradición como arte social: creadores y/o militantes hacen murales para reflejar un hecho social, político o cultural de gran impacto en su comunidad. Por otra parte, existe una revalorización de este tipo de obras como patrimonio urbano artístico de las ciudades, y también de la relación arte, educación y muralismo a través de los encuentros, donde se unen la educación popular, la educación institucional, el arte público y el proceso creador del arte mural con sus artistas, docentes y obras. Todo esto junto con lo más importante: la comunidad de cada lugar.
Así, a lo largo de tres décadas, se han conformado varios grupos que, luego de su división, generaron otros proyectos que aún actúan y organizan eventos. En los últimos diez años, tras un cambio en la políticas sociales y económicas, se han impulsado proyectos de participación en murales comunitarios desde los gobiernos municipales y nacionales; de esta manera cobran notoriedad jóvenes que incursionan en el diseño y la publicidad gráfica, y que realizan obras que denotan problemáticas “globales” para crear consenso entre una clase media escéptica a las políticas tradicionales y sus referentes históricos. Entonces podemos reconocer al Grupo Murosur (sin Marcelo Carpita), a Contraluz Mural, al Movimiento ItaloGrassi, al Taller Jaguar Azul, a David Correa con “Murales Colectivos”, al Grupo Taller Gambartes, a Pablo López, Omar Sirena, Triángulo Dorado, Martín Ron, Juan Urquiaga, Kike Yorg, Cristina Terzaghi, entre muchos creadores y organizadores de eventos de arte público.
En 1991 los docentes muralistas Marcelo Carpita y Gerardo Cianciolo (fundadores del Grupo Murosur) crearon el taller de Arte Público y Muralismo en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano de Buenos Aires, que aún sigue abierto. En julio de 1997 organizaron las primeras Jornadas de Muralismo Argentino y Latinoamericano (primeras postdictadura militar). Se realizaron en las instalaciones de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova y contaron con el apoyo y el padrinazgo de los dos artistas vivos en ese momento más representativos del muralismo argentino: Ricardo Carpani y Rodolfo Campodónico. Participaron cerca de doscientas personas entre muralistas, artistas, docentes y estudiantes, quienes durante ocho días debatieron y produjeron obras. Del debate y las charlas audiovisuales se confeccionaron cinco documentos temáticos. En uno de ellos, con el título "Propuestas pedagógicas y su importancia institucional", se señala:
Surge de las distintas comisiones un punto común que plantea la necesidad de apertura de la Carrera Mural en los tres niveles: pre-grado, como la Escuela Nacional de Bellas Artes "Manuel Belgrano" y demás escuelas de arte de enseñanza media; de grado, como la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Pueyrredón" y postgrado como la Escuela Nacional de Bellas Artes "Ernesto de la Cárcova", Universidad Federal de Santa María en Brasil, Facultad de Artes de la Plata, etc.
En el caso de las provincias encontramos la misma falencia en el desarrollo de la carrera de arte, motivo por el cual se hace especial mención de abrir una Carrera Mural puntualmente con su culminación en un postgrado con título de Licenciatura en dicha especialidad, cuyas cátedras serían cubiertas por concurso de oposición y antecedentes.
Basado en esto se propone un proyecto que contenga en su estructura los puntos específicos legales para una salida laboral, además del aspecto informativo inherente a la materia y acorde con las circunstancias actuales y de interés demostrado. Es decir, todas las condiciones propias que la carrera exige por su importancia en la proyección social que de hecho tiene.
La creación de talleres de expresión creadora del lenguaje monumental, que contemplan el desarrollo de oficios generadores de la materia prima, con posibilidad de autogestión. El emplazamiento a nivel nacional, provincial y municipal con carácter experimental, transitorio o permanente dentro de las instituciones de arte y/o en talleres alternativos como son a nivel barrial o regional.
El intercambio latinoamericano y provincial se continuaría con fluidez para el enriquecimiento y capacitación de artistas y/o docentes muralistas. La necesidad de formación de nuevos profesores en el mural para no interrumpir la enseñanza.
Esperamos que surja a través de estas Jornadas el compromiso responsable de todos los participantes de llevar una acción coherente con lo aquí manifestado y para que sea divulgado y transmitido en todos los ámbitos en que actúan.(1)
Fue un acercamiento de dos generaciones. Los “muralistas de la nueva democracia” con aquellos que en las décadas de 1960 y 1970 protagonizaron experiencias importantes de obra mural. También se trató de un encuentro de los más jóvenes con ellos mismos, interrogándose qué es el muralismo, su función social, estéticas, entre otros temas. Luego, durante quince años, se crearon redes, asociaciones regionales, encuentros nacionales y uniones latinoamericanas buscando ser o dejar un legado en la historia del arte público en Latinoamérica.
En la última década han entrado a escena nuevos actores, a través de grupos de militancia política y social que se adhieren al movimiento latinoamericano impulsado por el comandante Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula da Silva en Brasil y el frente kirchnerista en Argentina. Estos grupos de “acción muralista”, junto con grupos de artistas militantes, construyen y producen imágenes del actual proceso político y cultural. Este fenómeno es muy reciente y rescata la idea del mural panfletario y comunicador de logros gubernamentales de la década de 1970 con la Brigada Ramona Parra y Salvador Allende o del realismo social soviético, que se trasladó a América en las diferentes luchas de los pueblos centroamericanos y que logró el apoyo y solidaridad de artistas del Partido Comunista argentino como la Brigada Castagnino.
Más allá de los recursos plásticos, obras producidas y aportes, realizado a través de sus organizaciones, en forma colectiva o individual, se demuestra una clara situación del arte al servicio de las luchas políticas y sociales de nuestros pueblos latinoamericanos.
Gambartes
Se eligió a Leónidas Gambartes, pintor santafesino, un trabajador incansable de nuestra cultura popular y un intelectual olvidado, postergado. Reivindicamos su actitud a través de su nombre, su obra y su pensamiento:
[…] Un artista no es un realizador solitario, es un hombre conectado a su medio social. Es un testimonio en la medida en que determina y clarifica cosas que para los demás son fantasmales […] Yo creo que pinto el sentimiento de la superstición, de lo mágico, de la memoria de la tierra, las formas y los colores que éstas suscitan, la vida cotidiana de cierto tipo de gente de nuestro país (me refiero a la gente más arraigada de nuestro medio, la que de alguna manera ya es América) y trato de expresar en el ámbito de mi ambiente litoral lo que éste tiene de nacional, a su fondo mítico, profundo, que está más allá de las extensiones sembradas o de los campos con ganado, que está en el fondo anímico de las gentes y que por allí se conecta con el hombre universal, y trato de hacerlo dentro del lenguaje específico de la pintura.
[…] Hablo en el lenguaje de la pintura que es universal, pero hablo como un hombre de América, como argentino, de sus recuerdos y de sus mitos, del hombre y de su geografía, de su vegetal y mineral, con la responsabilidad que significan para mi espíritu los signos todavía indescifrables de las viejas culturas nativas y la presencia indudable de la sensibilidad contemporánea. Aspiro a ser yo y nuestro paisaje físico-cultural impregnado de vivencias populares […].(2)
El taller es la continuación de un proyecto cultural que involucra capacitación en disciplinas visuales como dibujo y pintura con modelo vivo y con naturaleza muerta, grabado desde la xilografía, y escultura desde el modelado con arcillas y cera; haciendo hincapié en los sistemas de composición. Tiene una orientación de pensamiento y observación crítica de la producción propia y de artistas locales e internacionales, actuales y con presencia histórica; con material audiovisual y visitas a salas de exposiciones. Busca desarrollar y afianzar al artista (desde su producción) en su medio social y regional, desde Argentina hacia Latinoamérica. Desde este espacio se pretende elaborar un discurso visual que permita dar una opinión sobre temas políticos, sociales, históricos y coyunturales. Tener experiencias de arte público. Desmitificar la antinomia abstracción vs. figuración o pintura mural vs. pintura de caballete.
Legados, recorridos y características
Los encuentros del Grupo Gambartes (sea que organice o coordine artísticamente) nacen con una base de pensamiento didáctico, educativo. En ese espacio confluyen los productores de obras murales, los docentes y los investigadores de y en arte mural; todos aportando a esta experiencia y, por lo tanto, al sector educativo.
Había que, necesariamente, abordarlos desde el muralismo por su perfil educativo, pedagógico. Sabemos del muralismo mexicano de la primera mitad del siglo XX, impulsor del arte mural moderno, que sus primeros protagonistas fueron estudiantes, graduados, egresados. Nadie dice que tuvo su base constitutiva en las escuelas de artes con profesores y alumnos organizados y comprometidos. Por supuesto que surgió desde una convocatoria del Estado, pero se buscaron docentes agremiados y estudiantes organizados. José Vasconcelos, primer secretario de Educación Pública en México (1921), convocó, entre otros, al profesor y pintor Gerardo Murillo Dr. Atl, quien a su vez reunió a sus ex alumnos y alumnos de la Academia de San Carlos para el plan de alfabetización y la realización de murales en espacios públicos.
Grupo Gambartes reivindica la institución “escuela” como factor de movilización. Se intenta lograr un espacio de participación e intercambio, de comunicación. Este fue el objetivo de los encuentros desde sus inicios. Se convoca a pares, no son espacios cerrados, se busca que participen diferentes actores con distintas experiencias y producciones técnicas y visuales para intercambiar con el otro. El Grupo Greda, del artista plástico y muralista Rodolfo Campodónico, también hacía encuentros en los setenta del siglo XX, pero solo estaban ellos. Estos primeros pasos fueron provechosos y ahora el objetivo es que los encuentros o las jornadas (Arte público, Muralismo y Educación) estén volcados a la experiencia educativa casi en forma excluyente: promover y difundir la obra y la técnica para que haya nuevos productores.
En esta modalidad la comunidad queda involucrada con la experiencia educativa artística que se lleva a cabo en el encuentro o jornada. Hay un proyecto, una planificación y un objetivo que cumplir. Se transforma en una gran clase colectiva. Tiene aspectos o elementos de la educación popular, de gestión autónoma, pero a su vez contiene aspectos institucionales involucrados directamente en la organización de los encuentros. En algunos casos se involucra escuelas de nivel inicial, medio, terciarios e incluso universidades.
El objetivo principal es concientizar acerca de la importancia de la participación comunitaria en la transformación de la estética de su entorno vital. No solo el artista tiene que estar sino toda la comunidad. Porque no implica la transmisión de un conocimiento teórico práctico sino el apropiarse de la idea que para cambiar y transformar un entorno tienen que estar involucrados todos los sectores de una comunidad. Nosotros lo hacemos a partir del arte, otros a partir de la política, la medicina, u otras modalidades.
El método de planificación y sistematización de estas jornadas puede encontrarse en algunas acciones de la Brigada Ramona Parra, por ejemplo, talleres que dictan pero que se diferencian en cuanto a lo organizativo (aspectos didácticos y conceptuales), y en este caso existe un encuadre estético determinado que los identifica y no se pretende salirse del mismo.
El boceto en los encuentros se plantea con un encuadre más participativo, se determinan las pautas compositivas pero no la imagen de los organizadores como la ordenadora del todo. Esto hace una diferencia importante: el encuadre estético se termina construyendo colectivamente en ciertos aspectos.
En estos encuentros la eficacia se determina en el producto realizado. La participación e inscripción la lleva a cabo la institución que convoca y no está a cargo del Grupo la mayoría de las veces. Si hay mucha gente, se hace con mucha gente. Si hay poca gente, se hace con poca gente. Las dos formas son alternativas válidas de trabajo. No se pretende lo espectacular sino la eficiencia en la organización. La calidad del producto tendrá que ver con lo bien organizado, transmitido y no si se convierte o no en un show.
El arte público es el medio y el muralismo la técnica. Ambos permiten generar una actividad de integración y participación comunitaria, una experiencia educativa (transmisión de conocimientos y prácticas de técnicas de pintura, composición, espacio e identidad del lugar, la importancia del plano discursivo y sus posibles sentidos, el uso de la fotografía y la investigación documental). Todos estos elementos están en juego siempre en el arte público y se pretende que en los encuentros el arte público sea algo más que la obra del artista y se convierta en una experiencia educativa artística colectiva que generará réplicas en otros espacios y momentos, así como un vínculo con la comunidad donde se hace la experiencia.
Esta experiencia también, con sus particularidades, se hizo y se hace en México, particularmente en Chiapas (Gustavo Chávez) y en Chile (Los Overoles, la Brigada Parra), donde el arte público es un medio para generar encuentros y acciones comunitarias colectivas para la transformación del entorno vital.
La idea es relacionar esta práctica con el pensamiento crítico y la reflexión acerca de lo que uno hace, y no quedarse con el quehacer plástico. Algunas veces cuesta llevar la experiencia a un plano de reflexión político, o de puesta en común de lo que hace cada uno. En este sentido, hay que brindar las herramientas, materiales y recursos que permitan generar ese debate, la reflexión y el discurso acerca de lo que se hizo o se está haciendo. Esto también es parte de la producción y de la experiencia educativa comunitaria colectiva.
La primera experiencia fue en 2007 en Puerto Tirol, localidad argentina de la provincia del Chaco. Allí se realizó un encuentro de muralistas y, a su vez, se hizo un taller para alumnos de una escuela. Las producciones murales se hicieron en el entorno del colegio. Allí participé pero no con el Grupo Gambartes. Así se sucedieron otros encuentros y jornadas en distintos pueblos y ciudades de la Argentina en estos seis años.
El arte es una de las cosas menos problemáticas cuando sucede una equivocación. Entendiendo el arte como algo inclusivo, si ocurre un error no pasa nada. Y al mismo tiempo se puede estar orgulloso de los logros. Desde ahí se parte. Se rescata la figura del pedagogo brasileño Paulo Freire: destacar más la educación que el arte. También se toman elementos del pensamiento del filósofo argentino Rodolfo Kush. El espacio es algo vital que se transforma constantemente. Uno es el que determina el espacio: dónde vive y cómo vive.A partir de estos conceptos, es posible decir que un espacio no contempla la perspectiva, el espacio es algo vivo, dinámico, se construye en la experiencia de andar en ese espacio.
Muralista: trabajador de la cultura
Estas experiencias revalorizan el trabajo del artista profesional, desde el rol de quien realiza la composición hasta el esfuerzo físico al concretar la obra mural. Aunque la mayoría de quienes participan en estos encuentros no son ni van a ser artistas, pueden tomar conciencia con esta experiencia de la dimensión del trabajo artístico y que ellos pueden lograrlo también. Además, al ser una actividad colectiva y comunitaria, si desean modificar su entorno vital tendrán exigencias más claras y concisas a la hora de plantear quién puede hacerlo o quién no, a quién otorgarle espacios públicos, cómo y por qué, para qué realizar qué obra. ¿Por qué se da esta democratización del muralismo? Es un interrogante que interpela a docentes, artistas, grupos, estudiantes. El muralismo tiene un tono democratizador en su evolución.
En el siglo XX, con el impulso del arte mural en México y luego en otros países latinoamericanos, el arte pasó de las galerías y los museos a la calle, el espacio público. La cantidad de espectadores se diversificó: más estratos sociales accedieron a una obra de arte, a su realización y a su observación. A la vez el muralismo contó, y cuenta, historias de esos sectores sociales populares, de sus dichas y desdichas, sus héroes, sus batallas, derrotas y triunfos.
También el muralismo como arte público convierte el hecho estético en algo popular, al igual que el grabado y las reproducciones en revistas o folletos baratos o gratuitos. David Alfaro Siqueiros hablaba de un espectador activo, dinámico, que se movía. Nosotros decimos que ya no hay espectador. En los encuentros la producción es colectiva y a través de la educación se democratiza la creación de una obra donde participa la comunidad. El muralismo es comunicación, es la oportunidad de interacción con el otro. La educación iguala, libera y democratiza. No es posible multiplicar una acción ni un pensamiento sin la participación del ámbito educativo como estructura de reflexión y crecimiento técnico. La sociedad debe tomar conciencia que el muralista es un trabajador. En los encuentros cuanta más gente que no es artista interviene más se puede ampliar la conciencia social del rol del muralista como trabajador.
La imagen mural
No se puede pretender que haya mayor entendimiento de los aspectos simbólicos de la imagen si no se hace primero énfasis en cuestiones básicas, como que el productor necesita trabajo constante para poder desarrollar su imagen y su mensaje. En Argentina, si se hace algo que está en el límite de la comprensión o de los cánones del imaginario conocido se corre el riesgo de ser considerado elitista o que tu obra o discurso se califique como excluyente.
Vivimos momentos en que el espectador busca un “muralismo reflejo”, o sea, gente que quiere ver gente igual que ella en los murales porque necesita referenciarse con un imaginario más realista y no tan simbólico. Así son los devenires dialécticos de la historia de los pueblos, en la medida que va alcanzando un estado de bienestar se complejiza su observación sobre ese imaginario, procurando un mayor compromiso con lo simbólico y exigiendo al artista un juego más inteligente, más “jugado” y menos conformista al momento de realizar una obra de arte público.
Ser muralista no es, simplemente, hacer un mural. Es una actitud. El muralismo reside en esa actitud solidaria que se toma a partir de una situación de intercambio y de producción, de expresión de lo social y lo colectivo. De esta manera, en 2013 el Grupo Gambartes seguirá con sus proyectos de encuentros de arte público, muralismo y educación con la convicción que esta libera y nivela. El muralismo permite una experiencia colectiva comunitaria, que es valorada por la gente común si lo que se le transmitió y vivió tuvo un encuadre conceptual, organizativo y estético coherente y atractivo.
Notas
1. Extracto del documento final de las primeras Jornadas de Muralismo Argentino y Latinoamericano realizadas en Buenos Aires en 1997.
2. Leónidas Gambartes, entrevista en la revista Atlántida, 1960.
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