E N T O R N O • • • • • •
 

Xavier Guerrero
Mujeres con nubes
ca. 1923, fresco realizado para la casa del director de la ENA, actualmente en el Museo Nacional de Agricultura, Chapingo.
 

 

Lenguaje esotérico y funcionamiento
del universo en los murales de Diego Rivera en Chapingo

 

 

La obra del muralista mexicano en la Escuela Nacional de Agricultura cubre una superficie de más de 700 metros cuadrados y fue pintada entre 1923 y 1927. Los frescos se encuentran distribuidos en dos zonas separadas: el vestíbulo, cubo de las escaleras y planta alta del edificio principal, y la ex capilla, realizados con motivo del traslado de la escuela a la ex hacienda de Chapingo, Estado de México. En ellos se aprecia un lenguaje complejo utilizado en la pintura mural mexicana, principalmente a principios de los años veinte del siglo pasado, el cual incluye múltiples niveles de significación que se dirigen a públicos diversos.

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SUSANA PLIEGO QUIJANO HISTORIADORA DEL ARTE
supliego@gmail.com

 

En la Escuela Nacional de Agricultura Chapingo (ENA), Diego Rivera construyó su propio lenguaje al introducir elementos pertenecientes a un discurso revolucionario, agrarista, comunista, nacionalista, propagandístico y didáctico denominado exotérico, a la vez que presenta elementos como caracoles, serpientes ouroboros, cuevas (o tumbas), muertos y resucitados, compases y escuadras entrelazados, que forman parte de un lenguaje simbólico, oculto, cifrado… esotérico.(1)

El artista hizo converger ambos niveles de significación y convirtió los murales no sólo en una obra accesible para todo público, sino también dirigida a los integrantes de sociedades secretas —muy probablemente a la logia Rosacruz Quetzalcóatl, a la cual perteneció el pintor. Ambas iconografías no son excluyentes, sino paralelas y complementarias. Asimismo, ilustrando la unidad en todas las esferas del Universo, se observa una analogía de renovación que ocurre en varios planos: los procesos cósmicos, las estaciones del año, los ciclos agrícolas y el proceso iniciático masón y/o rosacruz del grado de aprendiz (en el rito francés o moderno).(2)

La semilla, contenedora de la fuerza de vida en potencia, permanece dentro de la tierra durante el invierno para poder renacer y aflorar en la primavera. A su vez, las ideas de los mártires revolucionarios germinan en la conciencia del pueblo. Por su parte, en la iniciación, el neófito muere simbólicamente al acceder a una cueva o “Cuarto de reflexiones” que representa la matriz universal para iniciar una transformación basada en el autoconocimiento y la ampliación de la conciencia, para después salir al mundo renovado y purificado y así poder ayudar a la humanidad.

La historiografía general se ha centrado principalmente en el análisis del lenguaje exotérico de los murales de Diego Rivera en la ex capilla de Chapingo. La interpretación más común es que representan un “canto a la tierra”.(3) Por otra parte, como hizo notar Justino Fernández, también significan la evolución natural y la transformación social del hombre como procesos paralelos que llevan a una síntesis dialéctica presentada en el muro testero de la ex capilla, discurso positivista que sin duda rige el lenguaje exotérico.

Aun cuando investigaciones recientes abrieron la posibilidad de una relectura de estos murales al evidenciar este doble lenguaje en otros ciclos pictóricos de la época,(4) el lenguaje esotérico en ellos permanece sin explorar. Este artículo complementa estos estudios y presenta una nueva exégesis de los murales de Chapingo a la luz de este conocimiento.(5)

 

Principios cósmicos plasmados en los murales de Chapingo

Las inquietudes de finales del siglo XIX resultaron en un afán de búsqueda en el cual intervinieron diversas formas de espiritualidad. La teosofía, la masonería, el rosacrucismo y el simbolismo, entre otros, buscaron la trascendencia y la verdad absoluta, por lo que las referencias simbólicas que se observan en los murales trascienden la masonería. La pertenencia del pintor a la logia Rosacruz Quetzalcóatl a principios de los años veinte ha sido bien documentada.(6) Los murales en Chapingo presentan un lenguaje esotérico que refleja el espíritu de la época, pleno de cuestionamientos existenciales y propuestas de generación de una sociedad ideal. Es en ese contexto que pretendo una relectura de los murales.

La tradición esotérica ha resumido los conocimientos sobre el funcionamiento del universo en un listado de “principios cósmicos”. En un primer momento, se basaron en la intuición y la observación de la realidad circundante al ser humano. Esta serie de reglas, en la que se codifica la sabiduría y el funcionamiento del universo, ha llegado hasta nuestros tiempos a través de escritos procedentes de diversas tradiciones.

Uno de estos documentos es la Tabla esmeralda,(7) inspiración de múltiples escritos a lo largo de los siglos. Otra fuente que, en mi opinión, explica estas cuestiones de manera clara y sintética es el libro The Secret Doctrine of the Rosicrucians, escrito por Magus Incognito.(8) Su clara exposición, su semejanza visual con estas obras, su publicación pocos años antes que Rivera comenzara los murales y que su autor estuvo relacionado con Harvey Spencer Lewis, gran emperador de la Antigua y Mística Orden Rosa Cruz, es una guía que será empleada de manera hipotética como clave para descifrar los murales.

Sorprende la similitud de uno de los tableros de Xavier Guerrero, ejecutado para la casa del director de la ENA con la portada del libro de Magus Incognito. Este fresco muestra una figura en forma de rombo, con una mujer sentada en flor de loto en cada esquina, las cuales extienden sus manos para acercarse entre sí. En ese punto de unión se aprecian unas pequeñas nubes y unas conchas de mar. Flanqueando ambos lados de las mujeres aparecen dos hoces que, visualmente, semejan la forma de la luna. En el centro se observa un cuadrado, dentro del cual hay una estrella de cinco puntas, una hoz y un martillo, también dentro de una nube; detrás de ésta parecen salir rayos. En sentido exotérico, esta imagen podría representar a campesinos y obreros unidos en torno a la estrella del comunismo, emblemas protegidos por cuatro mujeres mestizas, lo que de alguna manera mexicaniza la escena.

Las cuatro mujeres pueden representar las cuatro estaciones del año y los cuatro puntos cardinales. Las hoces son símbolos de lo femenino, del trabajo del agricultor y del grado simbólico del compañero, mientras que el martillo se le asocia con lo masculino, el trabajo del obrero y del grado simbólico del aprendiz. La unión de ambos es representada por la estrella de cinco puntas, símbolo del microcosmos y representación del ser humano. Las nubes denotan el ocultamiento de un conocimiento profundo o secreto. Así, los rayos que emergen detrás de la nube central podrían ser la luz que se encuentra detrás de la nube de misterio.

En la imagen de la portada del libro The Secret Doctrine of the Rosicrucians las nubes ocupan el lugar de las mujeres. De las formaciones emergen manos que se toman para completar los lados del rombo. Dentro de las nubes se aprecian cruces, las cuales emiten rayos que denotan luminosidad. El núcleo del conjunto es una rosa, dentro de la cual se observa un corazón cuyo centro es una cruz, referencia a la fraternidad Rosacruz. La semejanza en la estructura de ambas evidencia el conocimiento de imágenes rosacruces en la época.

 

Principios cósmicos

Los principios de correspondencia, de la ley y el orden, del ritmo, de los ciclos, de la polaridad y la generación se expresan en la idea que el universo funciona a través de una procesión ordenada de fenómenos manifestados por medio de pares de contrarios que tienden a la unidad, los cuales se alternan para dar lugar a ciclos que se repiten a un ritmo determinado.

1. Existe una correspondencia o analogía entre las leyes y fenómenos de los diversos planos de actividad en el cosmos. La diversidad es sólo aparente, esconde una perfecta y permanente unidad. El planeta, el ser humano y hasta los átomos se conducen bajo esta regla. Así, “la hierogamia entre el cielo y la tierra corresponde a la unión entre lo masculino y lo femenino, como una correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos, entre la fecundidad de la tierra y el útero materno, el semen y las semillas, el entierro y la siembra, el nacimiento y el retorno de la primavera”.(9) El ser humano no es un ser distanciado del Universo y de los procesos naturales, sino al revés: los procesos humanos también suceden en otros planos del cosmos.

2. El principio de la ley y el orden: se manifiesta en la presencia de una secuencia regular y una procesión ordenada de los fenómenos en el universo. Esto en oposición al caos.

3. Vibración: este principio parte de una concepción del universo como vibración de energía creadora, rítmica pulsión vital que recorre el cosmos.(10) Todo vibra continuamente, nada descansa.

4. Ritmo: movimiento recurrente regularmente, alternando secuencias. En todo ritmo hay una acción o movimiento en dirección opuesta y un intervalo fijo entre estos movimientos alternos. Los eventos se repiten cada determinado periodo.

5. El principio de los ciclos: todos los eventos tienen una tendencia cíclica. El punto central avanza, convirtiéndose en un movimiento espiral.

6. El principio de polaridad: el equilibrio cosmogónico se debe a la acción permanente de dos fuerzas opuestas: yin y yang, positivo y negativo, femenino y masculino, por mencionar algunos. Ambas fuerzas se hallan presentes en cualquier fenómeno. Alternándose y equilibrándose constantemente, una no podría existir sin la otra.

7. El principio de la generación. Generar significa engendrar, crear, procrear, producir. El principio masculino y el femenino por sí solos son incapaces de generar; es sólo a través de su combinación en una actividad generativa o sexual que se produce la materia.(11)

 

Las cuatro estaciones

En el vestíbulo de acceso al edificio principal de Chapingo, Rivera representó Las cuatro estaciones,(12) divididas en dos murales, uno frente al otro, oponiéndose, espejeándose; a cada elemento corresponde otro en el mural de enfrente. Se observa el ciclo agrícola en el que hay una muerte (invierno), una siembra (primavera), una época de renacimiento y crecimiento (verano) y una época de cosecha (otoño). Rivera plasmó el ciclo eterno de la vida expresado también a través de la siembra y la cosecha. Ambos procesos recurren en ritmos regulares, se alternan a intervalos fijos, ilustrando los principios cósmicos.

 

Primavera y verano

Del lado izquierdo de la puerta que divide al mural se observan tres mujeres con flores, en una composición piramidal; son la primavera floreada. Al lado del grupo, cuatro árboles se mecen con el viento; sobre ellas, el viento sopla para llevar la lluvia de verano a la tierra en donde el sembrador deja caer sus semillas. Con la ayuda del agua, la semilla germinará.

En la escena inferior, un campesino toma una semilla que la madre tierra espera para guardarla en su vientre para que ésta renazca. El hombre lanza la semilla a la tierra fértil; fecundando a la tierra en un acto sexual simbólico, en una representación del principio de generación.

 

Otoño e invierno

El ciclo de vida continúa. En el otoño, la tierra ha dado sus frutos y el campesino recoge su cosecha. La madre tierra regresa la cosecha al sembrador. Los corona el Iztaccíhuatl, “mujer blanca”, también conocida como “la mujer dormida”, volcán ubicado en el altiplano central de México, madre tierra que presencia el proceso que se gesta en sus entrañas. A la derecha del mural, tres mujeres ataviadas como tehuanas comen y beben disfrutando las cosechas durante el invierno. En un tercer plano, aparece, majestuoso y poderoso, el símbolo del fuego: un sol redondo, animado, portador de energía vital.

Además de las cuatro estaciones, se encuentran representados en ambos tableros los cuatro elementos, componentes primarios de todo lo que existe.(13) En el proceso iniciático, los cuatro elementos representan al neófito en lucha con las fuerzas de la naturaleza. Se requiere de la tierra como nodriza y como sitio para la muerte simbólica, el aire en movimiento o viento como hálito vital, fuerza de la razón, el conocimiento, la sabiduría y la palabra. El agua es ambivalencia: la vida nace en el agua, es el elemento creador y fecundo; limpia y purifica pero también es elemento de disolución y ahogamiento. Por su parte, el fuego es el gran purificador al que se le atribuye la iluminación y el esclarecimiento, así como la energía proveniente del centro de la tierra.(14)

El pintor los ubicó visualmente en la parte superior de los tableros: la tierra como el volcán Iztaccíhuatl; el fuego como sol animado; el aire y el agua, como nubes con figuras alegóricas. El agua y la tierra, elementos asociados con lo femenino, son igual de necesarios que el fuego y el aire, elementos masculinos, para que exista la vida. Ilustran la presencia de ambas polaridades en todos los procesos.

 

Signos del zodiaco

El programa iconográfico en los muros se refuerza con un gran elemento monocromático y circular en el plafón, imagen ejecutada por Xavier Guerrero. El componente central de este tablero es una lámpara circular que simboliza el sol, mientras los cuatro círculos que lo rodean representan la Tierra, en cuatro fases del movimiento de traslación. El camino del sol a lo largo del año tiene dos momentos máximos: los solsticios de invierno y de verano. Por su parte, los equinoccios son equidistantes de los solsticios. Las cuatro estaciones marcan un círculo fragmentado en cuatro partes iguales. La división del año en estaciones permite que las sociedades estructuren y organicen sus calendarios y rituales, ayuda a transformar el caos en orden. A cada círculo lo rodean los tres signos zodiacales correspondientes a la estación que representan, cada uno de los cuales está asociado con un elemento de la naturaleza:

Invierno. Capricornio-tierra; Acuario-aire; Piscis-agua.
Primavera. Aries-fuego; Tauro-tierra; Géminis-aire.
Verano. Cáncer-agua; Leo-fuego; Virgo-tierra.
Otoño. Libra-aire; Escorpión-agua; Sagitario-fuego.

Otoño es oscuro, primavera es claro, verano e invierno son mitad oscuro y mitad claro en una referencia a las fases de la luna, ya que la luna llena aparece trece veces en el año, por lo que se relaciona con los ritmos cósmicos. En este caso el sol sería sustituido por la Tierra, por lo que esta imagen representa la conjunción del principio lunar y solar, representantes de las polaridades del universo, en perfecto equilibrio.

La inclusión de los signos del zodiaco refleja una obsesión por el orden cósmico. La astrología vincula los diversos planos del cosmos: la vida del planeta y del ser humano, los ciclos agrícolas, así como los sucesos históricos se encuentran legitimados por el orden de los astros.(15)

Por medio de imágenes sencillas pero profundas, el pintor plasma las leyes del cosmos y su relación con la humanidad. La vida es un constante devenir, un proceso que fluye, donde cada elemento se integra con su opuesto para conformar las sucesiones constantes de nacimiento, crecimiento, muerte y renacimiento. Los ciclos de la naturaleza son predeterminados, ordenados, secuenciales, rítmicos y repetitivos. Esta relación se puede apreciar en una ilustración de la revista rosacruz Mercury(16) en la que se observa un hombre con los brazos y las piernas abiertas, al centro de una estrella, con los signos zodiacales a su alrededor.

Esta ilustración es el pentagrama, la estrella de la humanidad o la divina forma humana, conformada de la siguiente manera: la cabeza es la punta más larga, las dos puntas superiores los brazos y las dos inferiores, las piernas, logrando así una representación del microcosmos, ya que, en las corrientes esotéricas, el organismo humano es un reflejo del universo, en menor escala, aludiendo al principio de correspondencia.

La estrella de la humanidad aparece en el plafón del vestíbulo de la capilla. El color naranja de la estrella representa al sol y a la energía universal. Las cinco puntas corresponden a la unión fecunda del principio masculino, el tres, con el dos o principio femenino, representando al andrógino universal, simbolizando la completud y la perfección.

Detrás de la estrella salen cuatro manos, una de las inferiores porta una hoz y la otra un martillo, mientras las dos superiores muestran las palmas extendidas con los dedos juntos. La hoz representa a los campesinos y el martillo a los obreros, así la estrella sería también la unión de lo urbano y lo rural, de toda la humanidad: el proletariado. Si el observador se acostara en el piso del vestíbulo y cruzara las manos sobre el pecho, la estrella se convertiría en su cuerpo, el cual, a su vez, es el cuerpo de la capilla. Con la cabeza apuntando hacia el altar (siendo éste el pico más largo de la estrella), la entrada sería a la vez la vagina ubicada entre las dos puntas inferiores, entre las dos piernas, lo cual confirma la propuesta de Karen Cordero: “El espectador lleva a cabo, en el nivel perceptual y simbólico, el acto de penetración simultánea en el cuerpo de la mujer y en la tierra”.(17) El fruto de esta penetración crece y se desarrolla a lo largo de los tableros de ambos muros. El derecho representa el polo femenino y la generación y evolución natural, mientras el izquierdo el masculino y la evolución social. La síntesis dialéctica, la unión generativa a la que llegarán se ilustra en el muro del fondo: es la monumental mujer embarazada en La tierra fecunda, la cual ilustra la unión de las dos polaridades universales en el principio generativo.

El programa iconográfico de la ex capilla se completa con la contraposición de dos imágenes femeninas: La tierra virgen, en el muro del antiguo coro, y La tierra fecunda, en el ábside. Ambas funcionan como espejo y dialogan. La tierra virgen, aún no fecundada, es la posibilidad generativa. Por otro lado, se ve la vida creciendo en el vientre preñado de La tierra fecunda. Se oponen el embarazo, la fecundidad, contra la muerte simbólica que evoca a la semilla enterrada antes de germinar. Ambas sostienen en la mano derecha una pequeña planta que germina para recordar que son parte de un mismo proceso.

La tierra fecunda
El tablero está dominado por un colosal desnudo recostado, con una mano en el cielo y la otra en la tierra sosteniendo a la pequeña planta germinando. Esta gran mujer embarazada es la síntesis dialéctica del discurso de Chapingo: une lo terrestre y lo aéreo, lo humano y lo sagrado, el macrocosmos y el microcosmos, lo femenino y lo masculino, las fuerzas naturales y los procesos sociales.

Los pies de la mujer se funden con la tierra que le da vida. No está sobre la tierra, ella es la tierra, espacio de identidad para los pueblos, útero que ofrece al ser humano riquezas minerales, frutos y cereales. Ella sirve, asimismo, para dar sepultura a los muertos. Aun cuando se evidencia la transitoriedad de la vida, la muerte no es el fin; siempre existe la promesa de renovación.

A nivel esotérico, el embarazo personifica la unión de las dos polaridades en un acto sexual, generativo. La gestación es el único momento en donde ambos principios se encuentran en el mismo cuerpo; es la completud, el andrógino universal. Su mano izquierda se levanta con la palma abierta hacia arriba, firme, con todos los dedos unidos. Tal y como se observa en otros tableros de la ex capilla, esta postura de mano es la representación de un saludo masón: “Levantar el antebrazo izquierdo, con la mano abierta, los dedos unidos y la palma hacia fuera a la altura de la oreja, cuidando que el brazo y el codo permanezcan pegados al cuerpo”. Esto refuerza que estas imágenes están destinadas, al menos en parte, a sus compañeros de logia. Rivera estaba saludando a sus cofrades.

En el cielo vuelan cuatro palomas, las enviadas del Arca de Noé para conocer si la tierra estaba preparada para la renovación de la vida. Una paloma regresó con una rama de olivo, “un semper virens que simboliza la vida renovada y eterna de lo regenerado así como la paz que seguirá”.(19) El mensaje es claro: la humanidad está lista para el cambio, el nuevo orden en el que reinará la paz y surgirá una vida imperecedera y rejuvenecida.

La madre tierra está rodeada de alegorías de los tres elementos restantes —agua, fuego y aire— en estado natural y utilizados en beneficio de la humanidad con ayuda de la tecnología y el progreso. Una niña que sale de una nube representa el viento, y al ser dominado por el ser humano lo plasma como un molino de viento. La larga cabellera de una mujer semeja el agua ondulante que cae por una cascada. También se observa un gran tubo, parte de una presa que conduce el agua y la lleva a donde el ser humano ha decidido. De un volcán sale Prometeo, rebelde ladrón del fuego a los dioses, quien “inicia a la humanidad en un camino de sabiduría”.(20) La energía está personificada por un niño que une los dos polos para generar electricidad.

No se observa una intromisión brutal de la tecnología, sino una integración de la naturaleza con el progreso. En el esoterismo, la presencia de los cuatro elementos indica “la totalidad de la obra alquímica”, el proceso de iluminación completo.

El ciclo pictórico de Chapingo muestra la complejidad de un arte supuestamente público y, a la vez, su sentido secreto. En estos murales, las fuerzas sociales, políticas y naturales se reflejan en una danza cósmica armónica y equilibrada: el génesis a través de la separación del andrógino universal en el principio masculino y el principio femenino y su posterior unión generativa; los principios cósmicos y su expresión en las estaciones del año, la vida del ser humano sobre la tierra, los ciclos agrícolas y otros procesos como las fases de la luna. La vida es un constante devenir, un proceso que fluye, donde cada elemento se integra con su opuesto para conformar las sucesiones constantes de ciclos vitales hasta llegar a lo que Rivera propondría como “la armonía productiva de hombres y elementos naturales y de hombre a hombre”.(21)

 

Notas

1. Esoterismo proviene del griego έσώτερος: “secreto, desde dentro, interior” o “reservado a unos pocos”. Para Faivre, el esoterismo occidental moderno es una mezcla de alquimia, astrología y magia. Esoterismo se refiere al conjunto de conocimientos, enseñanzas, tradiciones, doctrinas, técnicas, prácticas o ritos de una corriente religiosa o filosófica, que son secretos, incomprensibles o de difícil acceso y que se transmiten únicamente a una minoría selecta denominada iniciados, por lo que no son conocidos por los profanos. Por extensión, el esoterismo se refiere a toda doctrina que requiere un cierto grado de iniciación para estudiarla en su total profundidad. En contraste, el conocimiento exotérico es fácilmente accesible para el público común y es transmitido libremente. Cfr. Antoine Faivre y Jacob Needleman (comps.), Espiritualidad de los movimientos esotéricos modernos, Barcelona, Paidós, 2000. Véase especialmente la introducción y las páginas 333 y ss.

2. Los símbolos masones y rosacruces se originaron en una mezcla de influencias esotéricas y de transformación espiritual que incluyen la cábala, la Tabla Esmeralda, la alquimia, la medicina, la astrología, las matemáticas y el cristianismo. Ambos se jactan de ser herederos de los grandes maestros de la antigüedad egipcia y de la corriente neoplatónica muy en boga en el Renacimiento italiano. Cada grupo tiene su conocimiento específico, pero comparten ciertos rituales y símbolos. Las coincidencias y divergencias entre ambos es un tema demasiado complejo para abordarlo aquí. Véase Frances A. Yates, El Iluminismo Rosacruz, México, Fondo de Cultura Económica, 2002.

3. Diego Rivera, My art, my life, an authobiography (with Gladys March), Nueva York, Dover, 1991, p. 83. En este testimonio autobiográfico relatado a Gladys March, el pintor afirma: “Los frescos de Chapingo fueron esencialmente un canto a la tierra, su profundidad, belleza, riqueza y tristeza” (la traducción es mía).

4. No sólo Rivera, sino también otros contemporáneos como José Clemente Orozco y Xavier Guerrero plasmaron este doble lenguaje en sus obras. Véase Fausto Ramírez, “Artistas e iniciados en la obra mural de Orozco”, en Orozco, una relectura, México, UNAM, 1983; Renato González Mello, La máquina de pintar. Rivera, Orozco y la invención de un lenguaje; emblemas, trofeos y cadáveres, México, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 1998; Renato González Mello, “Diego Rivera´s Portraits”, en 2000 Years of Latin American Portraits, New Haven y Londres, Yale University Press, 2004; Fausto Ramírez et al., Los murales de la Secretaría de Educación Pública, CD interactivo, México, UNAM, inédito; Renato González Mello, “Diego Rivera entre la transparencia y el secreto”, en Esther Acevedo (coord.), Hacia otra historia del arte en México: la fabricación del arte nacional a debate (1920-1950), México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Arte e Imagen, 2002, pp. 39-64; Karen Cordero, “Los espacios en Chapingo: apuntes hacia una relectura”, en Arte y Espacio, XIX Coloquio Internacional de Historia del Arte, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 1997, pp. 209-216.

5. Para un estudio completo de los murales, su recepción y su historia véase Susana Pliego, “Los murales de Diego Rivera en Chapingo, una interpretación iconográfica”, tesis para obtener el grado de Doctora en Historia del Arte, México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2009.

6. El muralista fue parte, a principios de los años veinte (justo en la época cuando pintaba en Chapingo), de la logia Rosacruz Quetzalcóatl. Su pertenencia a esta cofradía parece haber durado por lo menos hasta su viaje a Moscú en 1927, lo cual se sabe principalmente gracias a un documento escrito tiempo después por el propio pintor. En 1954, Rivera fue cuestionado por el Partido Comunista en una solicitud para ser readmitido en esta organización política: documento que elabora Diego Rivera a indicación de la Comisión de Control del Partido Comunista de México en respuesta a las preguntas formuladas por ella, 17 de mayo de 1954, Archivo Fundación Diego Rivera. Una versión de este documento se encuentra publicada en Diego Rivera, Arte y política, selección, prólogo, notas y datos biográficos de Raquel Tibol, México, Grijalbo, 1979, pp. 347-355. A esto se suma una fotografía en la que Rivera aparece, entre un grupo de personas, disfrazado de egipcio en la sede de la Sociedad Rosacruz Quetzalcóatl en la ciudad de México, mismo sitio para el que pintó una tela con el emblema de la sociedad. Véase “Escudo de la Hermandad Rosacruz Quetzalcóatl, atribuido a Diego Rivera”, en Los pinceles de la historia: la arqueología del régimen, 1910-1955, México, Museo Nacional de Arte, 2004, p. 60. También Raquel Tibol, “Apareció la serpiente, Diego Rivera y los rosacruces”, Proceso, 9 de abril de 1990.

7. La Tabula Smaragdina o Tabla esmeralda, atribuida a Hermes Trismegisto, es un poema corto y críptico compuesto de trece máximas alquímicas que encierra la esencia sobre la concepción esotérica del absoluto y la cosmología antigua. El texto encontraría eco en la Fama Fraternitatis, publicado en 1614, documento primordial para los rosacruces.

8. Magus Incognito, The secret doctrines of the Rosicrucians, Chicago, Advanced Thought Publishing, 2000. Publicado en 1918 en Chicago, existiendo ejemplares del mismo en más de quince bibliotecas públicas de Estados Unidos e Inglaterra, por lo que es una fuente contemporánea y de amplia distribución durante la época en la que se pintaron los murales. Magus Incognito es uno de los sobrenombres de William Walter Atkinson, precusor del “New Thought” y de la teoría de la ley de la atracción, quien publicó bajo otros seudónimos como Theron Q. Dumont, Swami Panchadasi, Yogi Ramacharaka, Theodore Sheldon y The Three Initiates (junto con Paul Foster Case y la escritora teosófica Mabel Collins). Parece que Harvey Spencer Lewis, fundador y gran emperador de la Ancient and Mystical Order Rosae Crucis (AMORC) utilizaba sus textos, por lo que Atkinson empezó a publicarlos bajo sobrenombres para que la AMORC dejara de obtener utilidades con ellos. Véase www.williamwalkeratkinsonhubs.com. Esto demuestra que, aunque no hay ninguna prueba que Rivera lo hubiera leído, existió una amplia distribución del texto y una vigencia de estas formulaciones en los ambientes rosacruces.

9. Paul Ricoeur, Teoría de la interpretación: discurso y excedente de sentido, México, Siglo XXI, 1995, pp. 74-75.

10. José Vasconcelos, Pitágoras, una teoría del ritmo, t. XIII, núm. 2, México, Cultura, 1921.

11. Magus Incognito, The Secret Doctrine of the Rosicrucians, op. cit., p. 247.

12. Como él mismo las identifica en 1928 en una entrevista realizada en Berlín: “La obra del pintor Diego Rivera”, en Diego Rivera, textos de arte, reunidos y presentados por Xavier Moyssén, México, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 1986, p. 133.

13. Hans Biedermann, Diccionario de símbolos, Barcelona, Paidós, 1993, p. 163.

14. Ibidem, pp. 372-373.

15. Las representaciones del zodiaco fueron comunes a principios de los años veinte. Por ejemplo, el escritorio de José Vasconcelos se encontraba ornamentado con ellos tallados en la dura madera de zapote. Guerrero ya había pintado un zodiaco en el campanario de San Pedro y San Pablo, aunque en esa ocasión, recuerda Jean Charlot, había utilizado la técnica del temple. En el techo del vestíbulo superior de las oficinas de Chapingo, también Guerrero repite imágenes zodiacales, sólo que las representó como animales.

16. Mercury: A Journal of Esoterism and the Higher Masonry, vol. 9, núm.4, diciembre de 1924, p. 200.

17. Karen Cordero, “Los espacios…”, op. cit., pp. 211-212.

18. Lorenzo Frau Arbines, op. cit., tomo V, p. 664.

19. Julius Evola, op. cit., p. 160.

20. Fausto Ramírez, “Artistas e iniciados...”, op. cit., p. 63.

21. “La obra del pintor Diego Rivera”, en Diego Rivera, Textos de arte, op. cit., p. 134.

 
Portada del libro The Secret Doctrine of the Rosicrucians, de Magus Incognito, ca. 1918, Advanced Thought Publishing, Chicago.

Diego Rivera
Las cuatro estaciones. Primavera-verano •
1923-1927. Escuela Nacional de Agricultura Chapingo.
Foto: D. R. © 2012 Banco de México, "Fiduciario" en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de mayo núm. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D. F.

Diego Rivera
Las cuatro estaciones. Otoño-invierno •
1923-1927. Escuela Nacional de Agricultura Chapingo.
Foto: D. R. © 2012 Banco de México, "Fiduciario" en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de mayo núm. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D. F.

Xavier Guerrero
Los signos del zodiaco
ca. 1923, plafón, vestíbulo de entrada, planta baja, Chapingo.

Hombre-Microcosmos con signos del zodiaco. Ilustración en Helena C. Folkening, “Man Many Principled”, Revista Mercury, vol. 9, núm. 4, diciembre de 1924, p. 200.

Diego Rivera
Estrella de la humanidad
1923-1927. Escuela Nacional de Agricultura Chapingo.
Foto: D. R. © 2012 Banco de México, "Fiduciario" en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de mayo núm. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D. F

Diego Rivera
La tierra virgen •
1923-1927. Escuela Nacional de Agricultura Chapingo.
Foto: D. R. © 2012 Banco de México, "Fiduciario" en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de mayo núm. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D. F.

Diego Rivera
La tierra fecunda •
1923-1927. Escuela Nacional de Agricultura Chapingo.
Foto: D. R. © 2012 Banco de México, "Fiduciario" en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de mayo núm. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D. F..

Diego Rivera
La tierra virgen y La tierra fecunda •
1923-1927. Escuela Nacional de Agricultura Chapingo.
Foto: D. R. © 2012 Banco de México, "Fiduciario" en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de mayo núm. 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D. F.