Pilar Rodríguez Aranda • La idea que habitamos (fragmento) •
1990.
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(Re)Volviendo la idea para ver el centro: una mirada del exilio desde el archipiélago de Pilar Rodríguez Aranda
Pilar Rodríguez Aranda nació en México en
1961. Realizó estudios de ciencias de la comunicación
en la Universidad Autónoma Metropolitana; a la edad de
21 años se trasladó a Estados Unidos en donde vivió cerca
de catorce años de manera intermitente; fue en ese país
donde tuvo contacto con el cine experimental, en primera instancia,
y el video, posteriormente. Su obra videográfica
consta de cinco videos realizados entre 1990 y 2008: La
idea que habitamos (1990); Ella
es frontera/Border she is (1995), El
guajolote (2000), La
vuelta inesperada de Jim Sagel (2003) y Retorno
o la inexactitud del centro (2004-2008).
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CYNTHIA PECH
• COMUNICÓLOGA Y FILÓSOFA
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
cpech_2000@yahoo.com
La idea que habitamos y Retorno o la inexactitud
del centro son el primer y el último videos,
respectivamente, de la obra videográfica de la artista
Pilar Rodríguez Aranda.(1) En
ambos plasma, me parece, las mismas inquietudes —si
no obsesiones— sobre
la migración y la manera en que el sujeto —en
este caso ella misma— se va reconfigurando y reconstituyendo
en el entorno del exilio. Sin embargo, entre los dos trabajos
hay un salto cualitativo en cuanto a las formas narrativas
que
emplea
para
tratar las mismas temáticas dentro
del género experimental; ya que mientras La idea
que habitamos fue concebido como una pieza de corte
ficcional, Retorno o la inexactitud del centro fue
pensado y realizado como un video autobiográfico. Pese
a que los dos contienen elementos narrativos fundamentales
(el uso de la poesía y la voz en off, por ejemplo)
y guardan un paralelismo temático (la migración),
no pretendo en este artículo hacer un análisis
comparativo entre uno y otro, sino sólo apuntar algunas
cuestiones que están presentes en ambos como una guía
de inicio en el recorrido de la obra de esta videoartista.
En La idea que habitamos las referencias se dan desde
una perspectiva generalizada a partir de una reflexión
en la que el tema de la migración tiene como protagonista
a “la casa” y a partir de plantear/jugar con ella
como la idea que habitamos, la artista da cuenta de esa necesidad
que todo sujeto que migra tiene de sentirse habitante de esa
casa original que lo conecta con una historia pasada que trascienda
su actualidad cotidiana; además, con esta reflexión
sobre la casa, la protagonista toca un tema de alto espectro
y de alcances universales: la casa puede ser muchas cosas, pero
sobre todo es el ser que necesita saberse y que lo
sepan. Me refiero a la identidad.
La identidad de quien migra se ve trastocada en una especie
de terremoto continuo sobre los pilares que la sostienen y que
hacen de este sujeto su propia isla; una isla que vive junto
a otras islas de vidas pasadas, vidas presentes, vidas transfronterizas.
Así, el exilio convierte al sujeto migrante transfronterizo
en su propia isla dentro de un archipiélago:(2) el
ser sólo en su propia isla tratando de construir
la casa que está a punto de ser derribada allá afuera
y en la que además hay que vivir con todo lo que uno es sabiendo
también que nunca podrá ser como lo de
afuera.
La identidad como una isla dentro de un archipiélago
se antoja más que metáfora, pues de alguna manera
cada quien siempre es una isla; sin embargo, la condición
de migrante y exiliado convoca a la necesidad vital de una reafirmación
constante de la pertenencia al lugar, a la cultura, a los orígenes
que han quedado lejos y en el limbo del viaje.
Si bien en La idea que habitamos la voz en off está pronunciada por la propia artista mientras en la imagen vemos a actores que realizan la historia que se ha escrito en un guión, en este video subyace lo que en Retorno o la inexactitud del centro se hace ostensible: una voz en primera persona que nos habla/narra/muestra sobre su estar fuera de casa (el lugar de origen) y lejos del centro (la identidad). Para este video, Rodríguez Aranda no echó mano de actores, sino que ella misma se colocó en el ojo de su cámara, su narración y su reflexión para construir un discurso elocuente sobre una experiencia que la atraviesa toda, pero que logra, con atinada sincronía entre imágenes y voz en off, mostrarnos su identidad dividida, doblemente dividida una y muchas veces: como mujer, como mujer migrante, como mujer transfronteriza… Una isla en su archipiélago.
Retorno o la inexactitud del centro es un video que supone un ejercicio que la propia Pilar Rodríguez Aranda ha realizado sobre una vuelta a sí misma en un momento en que se están dando los preparativos de su viaje de regreso a la ciudad de México. Así, es el primer video ostensiblemente autobiográfico: la protagonista de su apuesta narrativa y poética es ella misma. No obstante, la poesía es el eje fundamental de este documento experimental y experiencial.
De sus vivencias como migrante transfronteriza en Nuevo México, Estados Unidos, la propia artista se asume como chicana y a partir de esta asunción políticamente comprometida es como va desplegando su visión de vida, es decir, la cultura chicana está presente en todos sus trabajos videográficos y en su poesía. En los dos videos hay una fuerte presencia de la palabra-imagen como un Do sostenido que acompaña su obsesión temática: la identidad. Para ello recurre a la utilización de símbolos iconográficos como Frida Kahlo, la virgen de Guadalupe, la Coyolxauhqui; además, la frontera, esa división territorial que ha hecho escozor en el sentimiento patriótico de nuestro país, se muestra, una y otra vez, como la propia fractura de ella como migrante y como mujer.
Sin duda la visión que Rodríguez Aranda tiene
sobre el exilio producto de la migración encuentra en
este posicionamiento político como chicana la condición
de reafirmación que necesita. Y es que los espacios ganados
por las mujeres chicanas dentro de su propia comunidad han apuntado
a una utilización feminista sobre las diferencias sociales
y culturales del ser mujer, pero también sobre las posibilidades
que las mujeres tienen como sujetos del feminismo. Así,
en La idea que habitamos, el personaje principal está siempre
metida en su casa —su propio cuerpo de mujer— y
a partir de ello reflexiona y se cuestiona, mediante los poemas
que ha escrito, sobre el amor, la identidad, la soledad, los
deseos, los sueños, el pasado; en un juego de imágenes,
color y sensaciones que ponen en el centro a la mujer doblemente
dividida: como mujer y como chicana que lleva su casa a cuestas,
en esa idea que siempre se habita sobre lo que es el hogar como
el espacio del ser, fundamentalmente, cuerpo.
Aunque la casa originaria que se arrastra en el exilio no es la casa familiar, sí es el yo que se ha fracturado cuando se vive como sujeto migrante, cuando se experimenta el desplazamiento ostensible, cuando se vive con el corazón trasplantado y separada de aquellos a quienes se quiere. La casa es el centro de los/las seres humanos, es la brújula que impide perdernos pero también es el no lugar de donde no hay que salir ni llegar porque en él se vive y el que se va para acompañarnos durante el viaje que es la migración.
El trabajo de esta videoartista puede inscribirse dentro de la llamada creación fronteriza, en el sentido no tanto de una frontera geográfica sino de la inasibilidad que en sí es la identidad transfronteriza pero, sobre todo, la mujer migrante, exiliada. Tal y como lo muestra en Retorno o la inexactitud del centro, trabajo que ha supuesto un ejercicio autobiográfico, pero una vuelta a la memoria de esos recuerdos de infancia atrapados en fotografías blanco y negro, imágenes que muestran los cambios inevitables que sufren las personas a través del tiempo, en eso que es el retorno no sólo a esa memoria, no sólo a esos recuerdos, no sólo a las imágenes sino a un sí misma que busca siempre reconocernos en ese ejercicio del regreso: volver hacia uno(a) misma para abandonar la condición de extranjera.
En Retorno o la inexactitud del centro la protagonista es la propia Pilar que habla frente a la cámara, que esconde su voz en off, que centra la mirada hacia esas imágenes que reproducen sus obsesiones y, una vez más, para reflexionar sobre un ser dividido que es ella misma: como extranjera de su propio cuerpo de mujer, como extranjera de su propio país que roza la dualidad de ser y no ser mexicana-estadunidense. Se trata del des-centramiento que busca centrarse; la idea que quiere concretarse. De hecho, todo retorno supone una vuelta; pero antes supone un exilio, andar por el laberinto de la vida para buscar siempre aquella “pieza que falta en el hueco”.
Retorno o la inexactitud del centro es un video de autorrepresentación en el que la propia videoartista se confronta en su discurso audiovisual a partir de la reflexión que emprende sobre su propia identidad: como mujer que vive un cuerpo, como mujer sexuada, como sujeto erótico, como mujer que siente placer, como mujer que se da placer a sí misma y como mujer que dobla la lengua en dos idiomas.
Si bien el tema central es, como la propia Pilar lo dice en
voz en off, el registro del proceso de regreso a su
ciudad que la vio crecer y donde vivió cerca de veinte
años, este trabajo plantea los temas y preocupaciones
centrales explorados en La idea que habitamos, que
son: la experiencia vivida en un cuerpo de mujer que necesita
las palabras para expresarse aunque éstas no alcancen
a llenar el vacío de todo aquello que se deja cuando
se es extranjera; porque siempre existe la duda de lo que se
es y lo que no se es, porque siempre está la pregunta
sobre si es mejor estar lejos que cerca, afuera o adentro, en
un mapa cuyo territorio es el cuerpo mismo, en una geografía
marcada por las coordenadas corporales de una mujer cansada de
tanto viaje de regreso. Y es que el retorno es un laberinto en
donde ella misma suscribe su necesidad de volver para ya no irse,
aunque el volver definitivo sea, incluso, la muerte.
Retorno o la inexactitud del centro es autorreferencialidad pura, es pura auto-representación, es autobiografía
en donde la propia videoartista sabe que ella misma no es novedad
como objeto de su trabajo y que todo reencuentro se torna en
abismo“de donde ya no se es; ser lo que ya no se es” y retornar para saber que por un tiempo, igual seguirá habitando en su archipiélago.
Tanto en La idea que habitamos como en Retorno o la inexactitud del centro la artista reflexiona en voz alta y haciendo eco de su saberse perdida. Su reflexión sobre la casa y el centro tocan los conceptos de identidad, lugar, espacio y sujeto (también un interés central para el feminismo). En ambos trabajos existe una preocupación latente por mostrar el juego que las palabras hacen en la poesía y en donde cada una de estas palabras poéticas van formando imágenes, imágenes que se despliegan frente y detrás de la cámara.
Fichas videográficas
La idea que habitamos / The idea we live in.
Video color / Experimental-Ficción.
Austin, Texas, 1991.
Duración: 18:42 minutos.
Sinopsis: el hogar como metáfora poética para el lugar al que regresamos a través de nuestros recuerdos, un lugar que recreamos una y otra vez con nuestros deseos.
Retorno (o la inexactitud del centro).
Video color / Experimental.
Santa Fe-Ciudad de México, 2004-2008.
Duración: 19:54 minutos.
Sinopsis: video que registra el regreso de la videoartista Pilar Rodríguez a la ciudad de México, pretexto que sirve para reflexionar sobre la identidad.
NOTAS
1. Para más sobre el trabajo de esta videoartista
véase Cynthia Pech, Fantasmas en tránsito:
prácticas
discursivas de videastas mexicanas, México, Universidad
Autónoma de la Ciudad de México, Fondo Nacional
para la Cultura y las Artes, 2009.
2. El término de archipiélago hace
referencia al conjunto de islas que no se tocan unas con otras,
sólo permanecen estables en su sitio.
Haciendo uso del concepto desde una visión de la demografía,
el archipiélago lo entiendo como el espacio geográfico
y simbólico en donde la identidad del migrante transfronterizo
se (des)estructura, y donde nuevas formas de (re)configuración
identitaria se dan. La metáfora sería que en todo
archipiélago hay un montón de islas flotando sobre
su propia distancia una de otra.
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