His, el tiempo del otro.
Fotoinstalación y videodanza
La instalación His,
del artista visual e investigador Humberto Chávez Mayol,
tuvo lugar en la galería del Centro de las Artes de
San Luis Potosí Centenario de enero a marzo de 2010.
El presente texto es una exploración acerca de cómo
en esta pieza cinco fotografías y un video producen
una ecuación visual que suscita una exploración
estética por parte del realizador
Olivier A. Dubois.
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ADRIANA ZAPETT • HISTORIADORA
Investigadora del Cenidiap
azapett@hotmail.com
GEORGINA ALCÁNTARA • ARTISTA
Y PSICÓLOGA
Coordinadora de Difusión del Cenidiap
georgialcantara@hotmail.com
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Lejos de obedecer a una lógica de causalidad, este espacio instalativo creado por Humberto Chávez entrecruza reflejos imperceptibles, vacíos explícitos y ficciones ocultas mediante un diseño de increíble plasticidad y belleza siniestra. El autor va deconstruyendo y descentrando temporalmente la mirada del otro. Primero lo conduce por el instante intemporal de unos relojes que permanecen fijos como una invitación a construir desde un territorio puramente anímico y cualisígnico.
En un segundo eje conceptual, desplaza al espectador hacia el tiempo discontinuo en la presencia de un pasado ausente de referentes que torna inestable y azarosa cualquier interpretación. Las imágenes-fragmentos de una vida que pueden ser vistas bajo la distorsión de unos espejos relativizan aún más el posible encuentro con una interioridad o una exterioridad.
La dinámica del modelo permite un deslizamiento hacia la continuidad temporal a través de la repetición del video Ne me quitte pas, en el cual la probabilidad es posible. Sutiles desfasamientos de la banda sonora quizás sean equiparables a los existenciales donde la continuidad entre el soñar y el despertar nos va colocando en un ser otro: intérpretes-ejecutantes de destinos ficcionales.
En una lógica minimalista, His, en un blanco sobre blanco, genera variaciones profundas; el transporte de relaciones de un tiempo a otro articula y modela el ritmo ausente. De este ritmo surge la pregunta ¿cómo develar momentáneamente la oferta conceptual que nos envuelve en un universo mínimo y total al propio tiempo? Y “al propio tiempo” no es sólo una expresión casual. El tiempo propio y el ajeno son dos constructos que danzan a través de cinco fotografías y un video y que logran romper dinámicamente su bidimensionalidad. Se trata de un espacio en que dialogan diferentes tiempos en mutua afección y que, aunque ninguno pertenece “propiamente” al visitante, pronto se vuelven objetos aprehensibles, habitables, como la silla o el libro colocado en una mesita al centro de la instalación o, incluso, como el murmullo que proponen los relojes inmóviles, descansando encantados en una antigua vitrina.
Al habitar His fue inevitable tratar de inventar posibles hipótesis para aproximarse a la ecuación visual que ofrece este conjunto de imágenes y espejos que no sólo miran pasar el tiempo del espectador sino que convocan a experienciar el tiempo del artista. Una forma de responder ante estas formulaciones fue la apropiación del espacio a través de la exploración coreográfica. Se unió a esta inquietud la mirada de Olivier A. Dubois, realizador quebequense quien formularía una sintaxis visual sobre la coreografía en la instalación.
Desde el ámbito coreográfico recorrer este espacio
tridimensional sin responder al impulso primario de la apropiación
motriz sería un desafío. Desafío con desenlace
gratificante en esta ocasión puesto que elaborar el video-danza
detonado por los laberintos del tiempo en His suscitó la
integración kinética a la instalación.
Danzar fuera de los foros convencionales es también una
experiencia de redefinición del acto coreográfico.
La gramática del espacio instalativo ayuda a descentrar
el suceso dancístico de su forma convencional para convertir
al intérprete en un elemento más de esta tridimensión,
invisible en términos de sujeto pero con representación
algebraica dentro de esta operación estética.
En este juego creativo el intérprete es un objeto más o tal vez un elemento de fractura en la dinámica de este espacio. Se desplaza del sujeto al objeto y del objeto al sujeto transmutando en el ojo de cristal propuesto por Dubois.
En calidad de sujeto que observa, se confronta con los grandes cuadros en un blanco total que deben ser llenados por las invenciones personales. El sujeto puede pensarse en este espacio, que refracta la claridad de las enormes ventanas de la galería, como parte de un sueño. Pero en su calidad de objeto puede devenir transparente y ser parte de la lámpara en la mesita al centro o incluso adherirse a los muros blancos. O deslizarse como las sombras sobre la duela y aproximarse a las fotografías que Chávez Mayol hizo en las calles de Quebec y Montreal, o integrarse sutilmente al video que se proyecta en un espacio contiguo, una especie de túnel en el que es posible convertirse en un cuerpo-pantalla. En un plano cenital bien se podría ser parte de los vidrios que conforman el techo de la galería, y desde ahí referir los mecanismos que sustentan el montaje, los espejos en el piso, como charcos que reflejan fragmentos de memorias cautivas.
Se hermana la instalación con el recorrido coreográfico en un ritmo implícito, en una cierta musicalidad visual que de pronto se transforma en el tic-tac dominante de los relojes prisioneros. Ese tránsito continuo de sujeto con códigos de ejercicio definitorio a objeto definido con representación múltiple y de un objeto identificable a un vehículo de representación, hace vivenciar el proceso de semiosis infinita, en el que todo signo representa a su objeto pero guardando y haciendo visible la distancia respecto a éste.
En un ámbito de configuraciones mutables y de instantes
donde confluyeron nuestras percepciones del tiempo con las de
Humberto Chávez, incidimos a modo de signo a veces imperceptible,
en una realidad que esperamos provoque a su vez nuevas hipótesis
artísticas, espejos que nos observen y reflejen mutuamente
atravesados por el tiempo de otros. La mirada en metaposición,
de Olivier A. Dubois en este caso, dará continuidad a
este juego semiótico.
Detonar nuevas búsquedas entre diferentes
disciplinas artísticas es un rasgo que puede ya caracterizar
los trabajos de Humberto Chávez. En la instalación His, nuevamente
el artista nos hace partícipes de un concepto que podemos
suponer aunque no definir y que marca su presencia a través
de mecanismos sintácticos de inigualable potencia y síntesis.
Con amplia trayectoria artística y aquilatando en lo
que vale su compromiso teórico con el proyecto académico
y cultural en los diferentes estados de la República Mexicana,
trata en esta propuesta estilística las relaciones y modulaciones
temporales que se establecen entre territorios reales e imaginarios.
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