Vista de la ciudad de Ponferrada, España, en la década de
1960, donde se aprecia la gran montaña de carbón.
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Monumento al cine, ciudad de Ponferrada
La renovación y desarrollo de las ciudades en las últimas décadas ha implicado la transformación del paisaje urbano y la recuperación del entorno público como espacio de identidad, expresión y disfrute para los habitantes. El Monumento
al cine, ubicado en Ponferrada, España, realizado por José Carralero, es un claro ejemplo de obra artística hecha para la interrelación y participación con los ciudadanos, pensada para que el espectador halle un aliciente desde el reconocimiento de su propia cultura visual.
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MARÍA ESPERANZA MACARENA RUIZ
• DOCTORA EN BELLAS ARTES
Profesora de Pintura, Universidad Complutense de Madrid
pintoramacarena@hotmail.com
Arte público y cultura visual están íntimamente relacionados en el momento sociocultural en el que nos encontramos. En cuanto al primero, nos referimos a obras artísticas realizadas con la intención de ser disfrutadas por el público, siendo su ubicación, por lo general, en espacios exteriores accesibles visualmente al ciudadano.
En las últimas décadas esta actividad artística ha adquirido relevancia especial. Desde hace varias décadas es posible observar que en las ciudades y pueblos ha habido una gran potenciación y desarrollo de espacios para el disfrute de sus habitantes, como el caso del deleite visual y participativo de la ciudadanía en torno a manifestaciones artísticas. En palabras de Siah Armajani:
El arte público no trata acerca de uno mismo, sino de los demás. No trata de los gustos personales, sino de las necesidades de los demás. No trata acerca de la angustia del artista, sino de la felicidad y el bienestar de los demás. No trata del mito del artista, sino de su sentido cívico. No pretende hacer que la gente se sienta empequeñecida e insignificante, sino de glorificarla. No trata acerca del vacío existente entre la cultura y el público, sino que busca que el arte sea público y que el artista sea de nuevo un ciudadano.(1)
La renovación, el desarrollo e impulso
de carácter urbanístico de las ciudades ha implicado
también la transformación del paisaje urbano y
la recuperación de lugares públicos como espacios
de identidad, expresión y disfrute. Fue en la segunda
mitad de la década de 1960 cuando inició en España
un cambio paulatino, de forma que empezó a tomar interés
el espacio y la relación de la obra con el entorno en
donde está ubicada.
La escala, dimensiones y emplazamiento de una obra sujeta a un lugar están determinados por la topografía de su lugar de destino —ya sea éste de carácter urbano, un paisaje o un recinto arquitectónico. Los trabajos pasan a formar parte del lugar y modifican su organización tanto desde el punto de vista conceptual como desde el de su percepción.(2)
Este auge ha propiciado la realización
de numerosas obras públicas, cuya finalidad es adornar
las cuantiosas rotondas, plazas, calles, glorietas, parques y
jardines hoy construidos, encontrándonos en algunos casos
con vulgares y antiestéticas creaciones, pero hallando
también
verdaderas obras de arte que generan cultura e identidad, siendo
este tipo de manifestación artística por el que
debemos apostar en nuestras ciudades. Por ello debe haber un
equilibrio y concordancia entre el creador —sin
que pierda su identidad— y la identificación del
lugar para la que la obra está destinada y así determinar
el proceso de desarrollo de la determinación social-cultural
urbana.
Como ejemplo de ciudad que en los últimos
años ha tenido una importante transformación y
ha superado el modelo industrial que dominaba en la década
de 1960 en España está Ponferrada, capital de la
comarca del Bierzo. Ha pasado de ser urbe del carbón y
la siderurgia a la proliferación de zonas verdes,
nuevas construcciones arquitectónicas y grandes avenidas
con creación de nuevas rotondas, que además de
ser elementos para la regulación del tráfico son,
en algunos casos, espacios utilizados para albergar obra artística.
Ponferrada se ha abierto al resto del país
y al mundo mediante un potente desarrollo cultural, que por supuesto
abarca los espacios públicos. Podemos encontrar en sus
avenidas y plazas obras de artistas consagrados en el panorama
artístico contemporáneo, por ejemplo el monumento
a la Virgen de la Encina, realizado por el escultor Venancio
Blanco, premio Castilla y León de las Artes, académico
numerario de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid (San
Fernando) desde 1975 y en 1981 director de la Academia de España
de Bellas Artes en Roma, o el monumento al caballero templario
hecho en bronce y acero cortén realizado por el escultor
y profesor en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, Oscar Alvariño,
entre múltiples obras emplazadas en numerosos espacios
de esta ciudad.
Un monumento al cine con planteamiento participativo
El artista José Carralero nació en esta comarca
en 1942, aunque reside en Madrid, en donde es catedrático
de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense
desde hace más de treinta años. Ha sido acreedor
a más de sesenta premios y distinciones nacionales e
internacionales: Premio Concurso Nacional de Pintura, convocado
por el Congreso de los Diputados, Madrid; Premio Castilla y León
de las Artes de la Junta de Castilla y León (Medalla de
Oro de la Comunidad); Premio BMW de Pintura, y Premio Internazionale
Lorenzo il Magnífico (Medalla Citta’ di Firenze)
de la II Biennale Internazionale dell’ arte Contemporanea
de Florencia (Italia), en reconocimiento por su trayectoria artística
y docente, entre otros.
Se le conoce como el continuador de la ya legendaria cátedra de Pintura-paisaje que la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid instituyó en 1845, de la que han formado parte consagrados artistas como Jenaro Pérez Villamil, Carlos de Haes, Joaquín Sorolla, por nombrar algunos.
Nunca perdió el vínculo con su tierra en donde
ha recibido numerosas distinciones como el
Premio Gil y Carrasco en 2006 en reconocimiento a su labor
artística, que es el máximo galardón
cultural de esta ciudad y comarca, y premiado en el 2009 por
la Fundación Prada a Tope por “contribuir a través
de su labor profesional a difundir las esencias de esta tierra”.
Es autor del Monumento al cine, escultura pública que atiende perfectamente la dualidad arte público-cultura visual. Se trata de una obra de ocho metros y medio de altura y ocho mil kilos, realizada en acero cortén situada en una de las rotondas principales de Ponferrada, pensada para interrelacionarse de forma activa y participativa con los ciudadanos. De tal manera, los habitantes de esta ciudad forman parte también de la obra, convirtiéndose así en un monumento de carácter sociocultural y cumpliendo con ello la premisa de que el arte público debe realizarse para fomentar la participación e identificación ciudadana, logrando convertirse, como en este caso, en un icono representativo de la urbe.
En un acercamiento inicial nos encontramos
con una espiral colosal que hace referencia intencional a una
cinta de cine, a lo largo de la cual surgen ventanas con lamas
irregulares a modo de cortina del mismo material. Cada ventana
es un fotograma seleccionado por el autor, y según nos
alejamos y situamos en la distancia calculada de contemplación
para el paseante (las aceras del entorno) y adaptamos la vista
a los juegos de luces y sombras que se crean dependiendo del
momento del día, vamos descubriendo imágenes
engañosas,
un cuervo, una pierna, un “juego” con el espectador
para hacer referencia a los fundamentos del cine: luz y movimiento,
según nos comenta José Carralero:
Lo que me planteé desde el principio
fue cuáles son los elementos fundamentales del cine:
movimiento y luz. Así fui eliminando, tanteando bocetos,
dibujos, anotaciones, minimaquetas, hasta que asumí que
debía ser una obra de nobleza estética y que sin
caer en la vulgaridad no debía ser ajena al público,
pues no participo de las esculturas públicas de espaldas
al entendimiento del ciudadano.(3)
Mediante la utilización de sofisticados programas informáticos y la maestría de expertos soldadores “caldereros”, se levanta este paseo por la historia del cine, en donde encontramos una selección de trece fotogramas que hacen referencia a momentos representativos de la historia cinematográfica. En esta elección el artista tuvo claro en todo momento lo que era el arte público para él, pues la escultura pública posee carácter social y no es únicamente una producción artística del autor. Por ello, las referencias a determinadas películas fue pensada para que el espectador encuentre un aliciente desde el reconocimiento de su propia cultura visual.
Así, encontramos referencias a los inicios
de cine, como la película francesa Le voyage dans
la Lune, dirigida en 1902 por Méliès y cuya
famosa imagen del cohete aterrizando en la luna está asumida
por la cultura popular. Siguiendo con el cine mudo, el siguiente
fotograma describe una escena que posiblemente ha sido una de
las más truculentas durante décadas en este arte,
y que pertenece a la cinta Un perro andaluz, escrita
y dirigida en 1929 por Luis Buñuel, colaborando en el
guión Salvador Dalí y considerado el filme más
significativo del cine surrealista.
Los fotogramas representados en esta espiral en ocasiones son fragmentos de incluso alteraciones del propio formato, y a veces fotomontajes, por ejemplo, la imagen referida a Alfred Hitchcock. El gran dictador, Ciudadano Kane, 400 golpes, Los santos inocentes, King Kong, 2001. Una odisea del espacio forman parte de esta selección:
Podemos ver a Marlon Brandon, a Hitchcock,
a Charles Chaplin en El gran dictador. He dado un paseo
por toda la historia del cine, y aunque me planteé qué géneros,
qué tipo de cine u origen geográfico, al final
me incliné por trece fotogramas, que hasta el número
me gusta, y seguir la pauta de imágenes que fueran bien
conocidas por el gran público, basándome en la
memoria colectiva. Aun así intencionalmente no todas
tienen la misma facilidad de identificación. Cuando el
espectador, con más o menos dificultad o ayuda llega a
identificar las imágenes, en adelante al volver a contemplarlas
siempre las verá con claridad por haber quedado éstas
grabadas en su memoria.(4)
Nos encontramos ante una obra que se sale del tópico
de escultura tridimensional ubicada en una rotonda o en el centro de una plaza
con el único fin de engalanar un espacio público, se trata de
un monumento acogido totalmente por la ciudad de Ponferrada, que posee un elevado
grado de comprensión visual. Su ubicación no sólo es acertada
por su accesibilidad sino por la idea y medio de transmisión, pues se
ha confirmado que el ciudadano se siente involucrado haciéndola suya.
Bibliografía
Benjamin, Walter, “El autor como productor”, en El
Arte después de la modernidad, Madrid, Akal, 2001.
Hernánez, F., Cultura Visual y educación, Sevilla,
MCEP, 1997.
Wolff, J., La producción social del arte, Madrid, Istmos, 1997.
Notas
1. Siah Armajani, Siah Armajani, Madrid, Museo Nacional
de Arte Reina Sofía, Palacio de Cristal, 2000, p. 73.
2. Richard Serra, Yve-Alain Bois y Stefan Germer, Serra, Madrid, Museo Nacional de Arte Reina Sofía, 1992, pp. 48-49.
3. Entrevista a José Carralero, pintor-escultor y catedrático de Pintura de la Universidad Complutense de Madrid, 1 de julio de 2010.
4. Idem.
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