Helen Escobedo y el mercado del arte.
La magia del escapismo
Transitar con libertad y una buena dosis de serenidad —nos
dice la autora del presente texto— fue la clave para que,
a lo largo de más de cinco décadas de producción
plástica, Helen Escobedo (28 de julio de 1934-16 de septiembre
de 2010) lograra realizar su obra sin estar sujeta a las exigencias
de
los diversos
mercados
de
arte y circuitos de exhibición.
• • •
GRACIELA
SCHMILCHUK
• HISTORIADORA DEL ARTE
Investigadora
del Cenidiap
gamina@laneta.apc.org
Primer acto(1)
Helen Escobedo fue artista exclusiva de la Galería de Arte Mexicano (GAM) de la ciudad de México entre 1956 y 1966, es decir, entre sus veinticuatro y treinta y cuatro años. Fue un privilegio ser acogida a esa edad por la GAM gracias al apoyo de Mathias Goeritz y Gunther Gerszo. Allí exponía los pequeños y excelentes bronces figurativos que tan bien había aprendido a hacer. Inés Amor comenzó a obtener para ella encargos de mayor formato para edificios corporativos. Sus esculturas se vendían muy bien.
Segundo acto
En 1966 la artista sintió urgencia de experimentar con el espacio a mayor escala, con técnicas más sencillas y rápidas, al tiempo que se interrogó sobre las posibles funciones del creador en su sociedad, más allá de la exhibición y venta de obra. Fruto de esa búsqueda, envió un muro dinámico (ambiente) a una exposición colectiva en la GAM. Por considerarlo invendible, Inés Amor no lo aceptó. Helen rompió su contrato con la GAM y se prometió ya no aceptar nunca otro similar.
Tercer acto
La experimentación y la investigación continuaron
sin trabas ya sea en forma de ambientaciones, esculturas monumentales
en
espacios públicos, arquitecturas para uso familiar, diseño
de objetos y de interiores, serigrafías, collages o dibujos.
Vendió numerosos dibujos sin intermediarios,
cara a cara, en su taller de México, en el de Alemania
o sencillamente durante alguno de sus múltiples viajes.
Esta relación directa entre artista y consumidor, con
diálogo y disfrute, es algo que el “gran” mercado
evita a toda costa.
En dos o tres ocasiones expuso dibujos e instalaciones en galerías. En esos casos, el éxito de la venta incitaba a los galeristas a solicitar a Escobedo más de lo mismo y a Helen a volver a alejarse de las galerías.
Cuarto acto
En 1969 realizó la primera ambientación efímera,
pero fue hasta 1981 cuando retomó la práctica de
crear instalaciones para sitios específicos de manera
sistemática,
en cualquier parte del mundo donde la llamaran. Hasta la fecha
no han comprado instalaciones de su autoría ni su documentación;
ella nunca intentó venderlas.
Atajos
Primero fue la transgresión del formato:
del pedestal al ambiente, de éste a la escultura monumental
(las más de las veces mal o no remunerada). Luego, la
de los espacios de acción: para crear con libertad se
encontró a gusto en circuitos de “bajo” prestigio
curricular: campus universitarios, simposia de
escultores, parques, instituciones marginales (asilos y albergues)
y, en varias ocasiones, también halló libertad
en museos y parques escultóricos europeos que la invitaron
como figura de primer nivel. Asimismo, fue consistente acerca
del carácter efímero de sus instalaciones: no
permitió que ningún museo se atreviera a conservar
lo que estaba destinado a perecer o reciclarse.
Además —tema candente—, el
registro fotográfico o videográfico de sus trabajos
fue básicamente casero. No previó contratar
a profesionales para inmortalizar creaciones fugaces en forma
de
documentación-mercancía. Por si esto fuese insuficiente
para los estándares del mercado hegemónico, la
diversidad de temas, materiales, espacios y soluciones creativas
de la artista generaron una imagen imprevisible de su producción.
Dicha imprevisibilidad contrarió la condición de “imagen
de marca” que dicho mercado requiere para invertir en
la promoción de un artista. Finalmente —pecado
mayor—, no fue creadora joven ni emergente, aunque buena
parte de su producción conceptual no haya envejecido
un ápice.
¿Me refiero acaso a una artista marginal?
Helen Escobedo se movió con fluidez en el ámbito
internacional y fue una de las personalidades con mayor presencia
en la prensa escrita y audiovisual de México. Logró mantenerse
visible sin hacer concesiones que atentaran contra su creatividad,
sin camuflarse en lenguajes o modas del mundo artístico
global. Francisco Reyes Palma aporta una brillante imagen: “es
sorprendente su poder de escape y de movimiento, es más
una magia de escapista”.(2)
Sus vías de reconocimiento fueron otras:
homenaje en la Universidad Nacional Autónoma de México
en 2006 como creadora y gestora cultural, Premio Nacional
de
Ciencias y Artes y título de ciudadana distinguida del
Distrito Federal en 2009, a los setenta y cinco años de
edad. Una exposición retrospectiva en el Museo de Arte
Moderno en 2010 y, paralelamente, otra de homenaje en el Centro
Nacional de las Artes. Si bien su obra ha tenido muy buena fortuna
crítica, apenas comienza a ser estudiada.(3)
Hay varios mercados del arte y diferentes circuitos
de exhibición o creación in situ. Cada
uno de ellos tiene sus reglas, pero Helen Escobedo logró,
sin reivindicaciones ideológicas ni subjetivas, transitar
con libertad —y una buena dosis de serenidad— por
atajos, resquicios o puertas principales, bajo sus propias condiciones,
sin caer en la trampa de la fetichización del objeto artístico
ni en la de su propio éxito.
Notas
1. Agradezco a Francisco Reyes Palma la lectura de este texto y sus inteligentes sugerencias.
2. Correo electrónico, 27 de mayo de 2010.
3. Hasta el momento se han publicado dos trabajos de investigación: Rita Eder, Helen Escobedo, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1982, y Graciela Schmilchuk, Helen Escobedo. Pasos en la Arena, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Universidad Nacional Autónoma de México/DGE/Turner, 2002, y en 2005 su versión actualizada y en inglés.
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