Foto 1. Robert Capa • Muerte de un miliciano • 1936, publicada
en la revista Vu, 23 de septiembre de 1936.
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La tecnología en el análisis visual:
el ejemplo de Robert Capa
A partir de un análisis histórico y técnico,
en este trabajo se pone en duda la “credibilidad” de
la famosa fotografía Muerte
de un miliciano (1936), atribuida a Robert Capa, fotorreportero
de origen húngaro (1913-1954), capturada durante la Guerra
Civil española. Ya que el negativo ha desparecido, la investigación
se basa en testimonios de gente allegada a Capa, información
histórica y un profundo examen sobre la obra en sí para
concluir que se trata de una toma escenificada.
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JOSÉ MANUEL SUSPERREGUI
• INVESTIGADOR DE FOTOGRAFÍA
Profesor titular de la Universidad del País Vasco
josemanuel.susperregui@gmail.com
Línea de investigación quebrada: testimonios
Las investigaciones sobre la obra de Robert Capa, y más concretamente sobre la fotografía Muerte de un miliciano, durante muchos años se han basado en los testimonios que el propio fotógrafo manifestó en algunos medios de comunicación. También se desarrolló la línea de investigación de los allegados, así como los testimonios de los que compartieron experiencias y coincidieron en los escenarios bélicos con Capa y Gerda Taro.
El primer testimonio de Capa publicado sobre su fotografía más
conocida fue en el diario New York World-Telegram. En la descripción
habla de sacos terreros que no aparecen en ninguna de sus fotografías,
también se refiere a una ametralladora enemiga que mató al miliciano,
y que apretó mecánicamente el disparador de la cámara.
Semanas más tarde fue cuando se enteró que había realizado
una fotografía importante sobre la Guerra Civil española. Esta
misma situación está descrita en otros términos por John
Hersey: Capa hizo la toma sin mirar, alzando el brazo por encima del parapeto,
pero no explica cómo en una segunda foto el encuadre es prácticamente
el mismo. En 1947 el autor hizo otra declaración a la emisora neoyorquina
WNBC, según la cual cuando los milicianos avanzaban la ametralladora
enemiga disparaba, de manera que los que sobrevivían retrocedían
y, así, durante varias veces, hasta que finalmente sacó la cámara
y disparó sin mirar desde una posición donde, increíblemente,
estaba más adelantado que la primera línea de fuego.
De estas tres versiones lo que sorprende es la diferencia entre cada una y la inverosimilitud de obtener la instantánea sin mirar por el visor de la cámara, cuando, como decía antes, la fotografía posterior comparte el mismo encuadre. Si “disparó” sin mirar no podía conocer el encuadre, y si no lo conocía es imposible la coincidencia con la segunda toma.
Cornell Capa, el fotógrafo Henri-Cartier Bresson y el editor Stefan
Lorant, allegados del fotógrafo, se abstuvieron de dar algún
testimonio al respecto: su hermano manifestó que no conocía ningún
dicho ni escrito de Robert sobre esta fotografía; Cartier Bresson se
limitó a comentar que durante esas fechas estaba en España realizando
el documental Victoire de la vie, sobre los hospitales republicanos,
y que no sabía nada, y Lorant comentó que no tenía información
de primera mano. Pero hay un cuarto allegado, el joven canadiense Ted Allan,
que compaginaba las labores de enfermero en una unidad de transfusión
de sangre con los reportajes para la agencia estadunidense Federate Press.
Según su versión, estuvo discutiendo con David Seymour Chim sobre
la fotografía de Capa y le comentó que no había sido el
autor de la misma, sino el propio Seymour o Gerda Taro. Por otro lado, también
se ha comentado que Allan se enamoró de Taro, novia de Capa, y que semejante
afirmación pudo haber sido mero despecho.
Existe otro testimonio del corresponsal del Daily Express, O. D. Gallagher, en una entrevista a Jorge Lewinski en 1978, en el que cuenta que coincidió en Hendaya, ciudad francesa fronteriza, cerca de Irún, con Robert Capa en un hotel. Como en el otro lado de la frontera se habían producido algunas acciones pidieron a un oficial republicano que les permitiera fotografiar durante las maniobras. Esta versión fue rotundamente rechazada por Richard Whelan, biógrafo de Capa, porque al otro lado de la línea no estaban los republicanos sino las tropas franquistas, lo cual es cierto. Pero cuando se trata de un testimonio, declarado 42 años después, de un reportero ya mayor y que había estado cubriendo varias guerras, la versión puede estar contaminada por la mezcla de varias experiencias distintas, por lo que hay posibilidades de que una parte sea cierta porque Capa pudo estar en Hendaya antes de llegar a Bilbao durante unas maniobras o simulacros que se realizaron en el pueblo cordobés de Espejo, a 876 kilómetros de distancia de Irún.
La línea documental fue decisiva para que la versión oficial
del International Center of Photography confirmara que la foto del miliciano
fue realizada el 5 de septiembre de 1936 en el frente cordobés de Cerro
Muriano. En 1995 Mario Brotóns, quien participó en esa batalla,
escribió el libro Retazos de una época de inquietudes,
donde por primera vez se identifica al miliciano como Federico Borrell, porque
le comentan que en un archivo militar hay un documento que testimonia la muerte
de sólo un miembro de la Confederación Nacional del Trabajo
en esa ocasión. No obstante, ese documento del archivo militar nunca
apareció; lo que sí se conocía en el archivo del pueblo
de Alcoy, de donde era oriundo Borrel, es un artículo de la revista Ruta
Confederal, escrito por un amigo del miliciano caído que tenía
el mismo apellido: Borrell Fenollar. En el texto titulado El compañero
Federico Borrell “TAINO”, publicado en noviembre de 1937,
el autor describe el escenario: “Aún le veo parapetado detrás
de un árbol, con la sonrisa en la boca, disparando con serenidad y
presteza sobre la mesnada mercenaria que se nos echaba encima”. Documento
de relevancia principal para investigar la fotografía de Capa, que
nunca fue mencionado por su biógrafo Richard Whelan porque en la fotografía
no se ve ningún árbol, todo es un campo de rastrojos. Como primera
conclusión se puede afirmar que la línea de investigación
testimonial no aportó ninguna información veraz sobre la famosa
y controvertida fotografía.
Tecnología fotográfica como línea de investigación
De acuerdo con la versión oficial, Robert Capa utilizaba en la realización
de sus fotografías una cámara Leica en este primer viaje durante
la Guerra Civil española, y su novia Gerda Taro una Rolleiflex; entonces,
según este criterio, todas las fotografías de negativo rectangular
pertenecen al primero y los negativos cuadrados a la segunda. Para esta nueva
línea de investigación resulta interesante el concepto de “inconsciente
tecnológico” de Franco Vaccari: “El inconsciente tecnológico
no debe interpretarse como una pura expansión o un puro reforzamiento
de las facultades humanas, pero hay que ver en el instrumento una capacidad
de acción autónoma; todo sucede como si la máquina fuera
un fragmento del inconsciente en actividad.” Por ejemplo, la máquina
fotográfica tiene un comportamiento propio de su naturaleza y mantiene
siempre el mismo signo respecto al formato.
Cuando se quiere analizar una imagen se empieza por la catalogación
que inicia con la medición de dimensiones; en el caso que estudiamos,
como no disponemos de los negativos que son la imagen matriz, ni tampoco de
copias
originales, estos se hace sobre el tamaño de las ilustraciones de las
dos versiones principales que se conocen de Muerte de un miliciano.
La primera que se publicó en la revista francesa Vu (foto 1),
el 23 de septiembre de 1936, tiene una relación de sus dimensiones
de 3′75 (ancho) por 2′15 (alto). El coeficiente de ambas dimensiones
es de 1′74, es decir, ligeramente más apaisado que el formato
de la Leica 36 (ancho) por 24 milímetros (alto) que da un coeficiente
de 1′5. En la segunda versión de la revista Life (foto
2), publicada el 12 de julio de 1937, la relación es de 13 (ancho) por
10 (alto), con un coeficiente de 1′3, que resulta una superficie cuadrangular.
Si a esto añadimos que la información de la parte inferior de
la fotografía en ambas versiones, o sea, lo que se ve desde el lado
izquierdo hasta el lado derecho, es exactamente la misma, significa que la
fotografía fue tomada con una cámara Rolleiflex de formato 6
x 6 centímetros; en la versión de Life fue recortada
ligeramente por la parte superior de la composición, y en la de Vu fue
recortado la mayor parte del cielo para que el editor pudiera incluir las dos
fotos de dos milicianos muertos en la misma página. De origen queda
demostrado que esa fotografía fue hecha por Robert Capa con la cámara
Rolleiflex y no con la Leica, porque el signo fotográfico que aparece
corresponde al formato cuadrado. Si la foto hubiera sido realizada con la
cámara Leica, habría sido imposible que en las dos versiones
la parte inferior de la foto mantuviera la misma información visual,
porque de un formato rectangular para conseguir una versión cuadrangular
resulta necesario “sacrificar” uno de los lados de la fotografía.
En este caso no se produciría la coincidencia exacta de información
visual en la parte inferior de las fotografías de ambas versiones.
Si seguimos investigando la línea del inconsciente tecnológico de la fotografía, al establecer un análisis comparativo entre las dos fotos de milicianos muertos de la revista Vu, ambas participan del mismo encuadre salvo un ligero desplazamiento de la perspectiva vertical. La cámara Leica o cualquiera de la época no era tan ergonómica como las actuales. Para hacer una toma se requerían las dos manos, una para sujetar el cuerpo de la cámara y la otra para pasar la película hasta el siguiente negativo girando una rosca; una vez finalizada esta maniobra se tenía que cargar el obturador y regular la velocidad y el diafragma, luego se enfocaba y finalmente se disparaba. Si tenemos en cuenta las circunstancias en las que Robert Capa hizo la fotografía del miliciano según su propia versión, con una ametralladora disparando mientras alzaba la cámara para captar la imagen a ciegas, este testimonio resulta totalmente increíble. Además, también hay que tener en cuenta que Capa nunca menciona al segundo miliciano muerto, y la versión oficial de Richard Whelan apenas lo hace, porque atenta contra la credibilidad de la misma. La única manera de que en ambas fotografías se diera la coincidencia de que, también, la información de los costados izquierdo y derecho de esta segunda fotografía fuera la misma que en la primera, fue porque ambas se tomaron con la cámara Rolleiflex montada sobre un trípode. Y este es el segundo signo fotográfico que nos desvela el inconsciente tecnológico sobre la fotografía de Robert Capa.
Si además comparamos estas dos fotografías de los milicianos
muertos, donde se aprecia un ligero desplazamiento de la perspectiva vertical
entre ambas, con otras fotos de Capa, podremos comprobar que no fue la única
vez que en su trabajo se puede apreciar la misma diferencia de perspectiva
entre tomas consecutivas. La primera vez fue en el reportaje que realizó en
Copenhague a Leon Trotsky durante un mitin celebrado en 1932, cuando el fotógrafo
sólo contaba 18 años de edad y fue publicado en la revista alemana Der
Welt-Spiegel (foto 3). La otra ocasión que utilizó esta
técnica para serializar sus fotografías fue en el mismo lugar
que Muerte de un miliciano. Hay dos tomas de varios milicianos que
saltan sobre la trinchera para tomar posiciones (fotos 4 y 5), Capa se encuentra
en el fondo, es decir, en una línea adelantada respecto de los combatientes,
y la única diferencia entre ambos encuadres está en un ligero
cambio de perspectiva. Entonces, la perspectiva es como un subsigno derivado
del signo del trípode.
En el análisis de Franco Vaccari sobre la imagen fotográfica hay una aportación que resulta interesante: “[…] muchas fotografías puestas juntas pueden hacernos descubrir la presencia de constantes, sea en el desarrollo de acontecimientos, sea en la manera que debemos orientar nuestra atención”. La atención se orientó debidamente cuando en el último libro de Richard Whelan, This is War! Robert Capa at Work, editaron dos fotografías que repetían algunos signos visuales, de forma que se podía establecer una secuencia que lleva desde Muerte de un miliciano, que aparte de la imagen del miliciano, aparentemente no aporta información suficiente para su localización, porque sí hay un signo visual importante como es una mancha clara de forma trapezoidal en el costado derecho. En otra página del mismo libro hay un tercer miliciano muerto (foto 6) sobre un campo de rastrojos. En ese encuadre también se reproduce la misma mancha clara pero completa, se trata de un triángulo, así como las crestas que se ven al horizonte se repiten en ambas fotografías, en la primera en el costado izquierdo y en la segunda en el derecho. Esta segunda foto del tercer miliciano muerto, siguiendo la línea de las crestas montañosas, se puede enlazar con una tercera fotografía (foto 7), en la que se aprecia un paisaje amplio, reconocible, donde un grupo de milicianos dispara al horizonte. En la localización de este paisaje estaba la clave para la ubicación de Muerte de un miliciano. Ya tenemos un tercer signo como consecuencia del inconsciente tecnológico de la fotografía, como son la presencia de signos visuales constantes, debido a esa capacidad innata de la fotografía para producir registros rápidos que pueden compartir algunos signos visuales. Con la información de este tercer signo es como se pudo localizar finalmente la fotografía de Robert Capa en la localidad cordobesa de Espejo que, una vez consultada la historiografía de la Guerra Civil en esta localidad, se supo que durante la estancia del fotógrafo y su pareja, anterior a su viaje a Cerro Muriano, es decir, finales o comienzos de septiembre de 1936, en este lugar no hubo ninguna batalla ni ningún miliciano muerto. La batalla de Espejo comenzó el 22 de septiembre de 1936, es decir, un día antes de que Muerte de un miliciano se publicara por primera vez en Vu.
Conclusiones
La línea de investigación del inconsciente de la tecnología fotográfica ha resuelto el enigma de Muerte de un miliciano, a pesar de que oficialmente todavía no se haya reconocido que se trata de una fotografía escenificada. Tampoco se reconoce que fue realizada con la cámara montada sobre un trípode y que ésta no era una Leica sino una Rolleiflex, porque, como decía antes, Richard Whelan atribuía directamente los negativos de la primera a Robert Capa y los de la segunda a Gerda Taro. Pero esta observación es errónea porque Capa utilizó la Rolleiflex en todas las guerras que cubrió, como muestran sus tomas de formato cuadrado de los diferentes campos de batalla.
Una vez conocido el resultado de la línea de investigación del inconsciente tecnológico de la fotografía, tampoco se sostiene la catalogación de Whelan de las fotografías de Capa y Taro, por lo que otra conclusión principal de esta investigación es que la catalogación de ICP de las obras fotográficas de ambos fotógrafos, en función de los formatos y de las anotaciones en el dorso de las copias fotográficas, no concuerda con los resultados del análisis del inconsciente tecnológico que atribuye directamente algunas fotos de formato cuadrado a la autoría de Robert Capa. Por lo tanto, las catalogaciones de ICP deben ser revisadas porque los signos visuales detectados en los trabajos de Capa son referencias objetivas, mientras que las anotaciones al dorso de las fotografías son referencias de segundo orden, porque no pertenecen a ninguno de los fotógrafos analizados.
Bibliografía
Borrell Fenollar, E., “El compañero Federico Borrell “TAINO”, Ruta confederal, 6 de noviembre de 1937.
Hersey, John, The man who invented himself, Robert Capa 1913-1954, Nueva York, ICP Library of Photographers and Grossman Publishers, 1974.
Kershaw, Alex, Blood and Champagne. The Life and Times of Robert Capa, Nueva York, Da Capo Press, 2002.
Vaccari, Franco, La photographie et l’inconscient techologique, París, Creatis, 1980.
Whelan, Richard, This is War! Robert Capa at Work, Nueva York, Steidl International Center of Photography, 2007.
Whelan, Richard, Gerda Taro, Steidl International Center of Photography, 2007.
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