D I V E R S A L I B R A R I A • • • • • •
 


Cristina Híjar, Siete grupos de artistas
visuales de los setenta
, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2009.


 

 

Por un arte “que afecte todo el proceso”. Grupos de artistas visuales de los setenta(1)


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YOLANDA HERNÁNDEZ ÁLVAREZ ARTISTA VISUAL
Directora del Museo de la Insurgencia,
Instituto Cultural de Aguascalientes, México
llolandahernandez@hotmail.com


Cristina Híjar contextualiza acertadamente dos acontecimientos importantes para comprender el nacimiento de los grupos de artistas visuales en la década de 1970. El primero es el movimiento estudiantil del 68 y cómo las instituciones de educación artística, principalmente la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en ese tiempo en la Academia de San Carlos, se convertirían en grandes talleres de producción gráfica política, encabezados por Generación 65, que posteriormente sería el Grupo Mira fundado por Arnulfo Aquino y Jorge Pérez Vega y quienes resguardaron el mayor acervo de la producción de gráfica del 68. El segundo se refiere a la enseñanza artística y a su producción. Las escuelas en México operaban con viejos y caducos programas académicos: en cuanto a la formación teórica, prácticamente se concretaban a una “barnizadita” muy somera y leve, no respondían al contexto histórico, ni al desarrollo del arte, que se manifestaba por muy diversos medios expresivos en otras latitudes, los cuales rompían con los esquemas tradicionales de formación y producción.

En nuestro país, en esa época las maneras de hacer, de proponer y de circular surgieron de la discusión y reflexión colectiva, cuestionando las formas tradicionales del arte que no miraban hacia el resto de la sociedad; estas prácticas nuevas, además de ser creativas y propositivas, se caracterizaron por ser una respuesta organizativa y solidaria ante la problemática social. Como lo afirma Híjar González en su introducción, “fue una experiencia que rebasó lo meramente artístico, pues se fundió con proyectos de vida […] Fueron propuestas que tuvieron un común denominador: la inconformidad frente a la realidad y la posibilidad de enunciar un futuro distinto”. Los grupos que seleccionó la autora para revisarlos en la presente obra tienen en común la preocupación por la vinculación con los movimientos sociales y políticos.

En la bitácora de un proceso hay un referente importante: John Cage. “El arte está a punto de incorporarse a su verdadero destino, la vida”, Cristina me remite con esta cita al recuento de un proceso del grupo Germinal, del cual fui parte: producir en y con las organizaciones sociales y políticas, fue una práctica cotidiana. Nos conformamos al interior de La Esmeralda (Escuela Nacional de Escultura, Pintura y Grabado), lo cual no satisfacía nuestras expectativas teóricas ni prácticas. Crecimos en el Frente Mexicano de Trabajadores de la Cultura que nos permitió conjuntar la práctica artística con la práctica política; nos situó en experiencias que eran inéditas para un artista, así como trabajar en espacios y movimientos en los cuales tampoco era usual que hubiera labor artística, lo que posibilitó desarrollos importantes y distintos para cada uno de los grupos que lo conformamos.

Maduramos en Nicaragua, trabajando en dos frentes, en la capacitación para la producción de propaganda gráfica, y en la educación artística infantil como recurso concientizador. Fue nuestro propósito hacer accesibles los medios de producción y reproducción visuales, para que de esta forma los integrantes de las organizaciones sociales y políticas se apropiaran de los conocimientos y los dominaran para dar respuesta a sus necesidades concretas de difusión y propaganda con los recursos tradicionalmente populares del cartel: las plantillas y las mantas. Y rematamos con el Taller de Gráfica Monumental en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Aunque yo no trabajaba en la universidad, estuve un tiempo haciendo ilustración en la Secretaría de Educación Pública, y posteriormente en la etapa de formación del Museo de Culturas Populares. Asimismo, el taller fue parte integral del currículo de la carrera de Diseño Gráfico y además era un espacio de producción en el que se aprendía al tiempo que se satisfacían demandas concretas y se establecía una vinculación del quehacer visual con las necesidades de significación de sectores y grupos sociales.
 
Menciona la autora en la página 18 de su libro a Herbert Marcuse, quien afirma en Hacia la liberación (1969) “que la lucha política advierte un carácter total al apropiarse de la dimensión estética”. Lo cita como un referente para introducir la diferencia entre las manifestaciones artísticas que han acompañado movimientos sociales o políticos a lo largo de la historia, y las manifestaciones artísticas de los grupos que en la década de los setenta rebasaron el ámbito de lo artístico oficial en su producción y circulación.

“Afectar todo el proceso” es el título del escrito del maestro Alberto Híjar, que se volvió consigna para nosotros, miembros del Grupo Germinal, y para algunos grupos del Frente Mexicano de Trabajadores de la Cultura. Cristina lo menciona en relación con:

La necesidad de un arte comprometido con su entorno, colectivo, democrático, de artistas críticos y reflexivos, informados, éticamente comprometidos, generosos con su poder de significación, apasionados, inventivos y provocadores de un arte que afecte todo el proceso: desde la producción hasta la circulación y la valoración del mismo, que proponga y experimente medios expresivos, de manera individual y colectiva, pero que afecte el proceso de circulación, genere y gane espacios e increpe y produzca públicos.

Cree firmemente la autora “en la necesidad de un arte que tenga la capacidad teórica y reflexiva de analizar estas experiencias, detectar aciertos y errores con el objetivo de avanzar, artistas que integren diversas funciones y capacidades, las cuales han sido fragmentadas en especializaciones gratuitas en la industria y la institución cultural”. Todos nosotros lo intentamos, no sé si lo logramos o no, pero crecimos, nos formamos y desarrollamos en el intento de articular la práctica artística con la práctica política.

Otro referente mencionado en el libro es Eduardo Galeano en su ensayo Literatura y cultura popular en America Latina. Diez errores o mentiras frecuentes (1980), en el que advierte la censura cultural que permea a nuestras sociedades. Específicamente, ubica a la cultura como algo dado, que se consume por muchos, pero que sólo es creada por algunos “iluminados”. Galeano apunta a la necesidad de fomentar una idea de creación como derecho colectivo frente a una política cultural y artística, censora y discriminatoria. “Contra los artistas que reivindican el privilegio de la irresponsabilidad”, apuesta por aquellos que encienden “fueguitos de la identidad, la memoria y la esperanza”.

Destaca Cristina Híjar las derivaciones de muchas de estas experiencias de los grupos en la educación artística, en la reformulación de planes y programas, en la constitución de nuevas propuestas formativas integrales como el grupo Mira, cuyos miembros incidieron de manera definitiva en la Universidad de Puebla y en la Escuela de Diseño y Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes, o Proceso Pentágono y Germinal en la UAM-Xochimilco. En cuanto este último, nos comenzamos a reunir algunos compañeros como alternativa de autoeducación ante las deficiencias teóricas y prácticas de la educación artística, así como por la falta de una educación integral que vinculara la práctica y la enseñanza artística con la historia concreta y los movimientos sociales populares del país, aunado a la falta de conciencia y participación de los estudiantes en la discusión y solución de estos problemas.

Existía la necesidad de nuevas formas del quehacer artístico, de trabajar no individual, sino colectivamente: ¿cuando niños no son todos nuestros juegos colectivos?, ¿por qué nos robaron esa forma de ser? La necesidad de conectar el trabajo artístico con los espacios no tradicionales, como una manifestación, por ejemplo. También existían necesidades estéticas, por eso estábamos ahí, queriendo formarnos en el quehacer visual y aprender un oficio. Era como estar retomando y conectando muchas cosas, inquietudes y reflexiones.

En la realización de mantas el grupo sintetizó una serie de inquietudes ideológicas y estéticas, ya que su forma y contenido están determinados por el carácter de las demandas populares, no cabe en galerías ni puede enmarcarse, es un medio comunicativo que no se cuelga, se despliega. El grupo no inventa la manta, la retoma, se la apropia, ya que históricamente ha sido un vehículo popular, ha servido como medio de comunicación para denunciar. Posteriormente el Taller de Gráfica Monumental la retoma, en la UAM-Xochimilco.

El objetivo fundamental del grupo fue el impulso de la creatividad, la expresión y la comunicación popular, y sus características intentaron ser las mismas de las manifestaciones de la cultura popular: producción, circulación y consumo, por los productores, para generar elementos culturales propios. El lenguaje artístico es un medio efectivo de expresión y reflexión del medio social.

Durante los diferentes momentos de los talleres infantiles de plástica fuimos estructurando un método que después se tituló Desarrollo de la creatividad a través de las artes visuales, en el cual se trataba de buscar experiencias cotidianas de la vida y de la comunidad para expresarlas visualmente, recurriendo al lenguaje hablado y escrito, ya que por medio de ellos se puede llegar a la representación de imágenes propias del entorno y dejar de lado los esquemas impuestos a través de la escuela y los medios de comunicación masivos. Representación para la expresión y reflexión del medio social, y como una actividad generadora de elementos culturales propios.

Pienso que esa experiencia nos marcó y nos sigue marcando; sin haberla evaluado en toda su amplitud, cada vez descubrimos más su importancia. Esa etapa dejó huella en nuestra forma de ser, pensar y actuar, y Cristina Híjar documenta este hecho, con toda su pasión y compromiso, tras una investigación que le llevó varios años.

Desde el lugar que ocupamos actualmente cada quien, seguimos fomentando y practicando una educación crítica, vinculada con la realidad social. En la práctica artística, de construcción de identidad y de formación teórica, es indispensable la referencia a la realidad. Si deseamos que las actividades artísticas tengan algo de práctica, en el sentido de praxis, es decir, una acción sobre la vida que no sea simplemente una adecuación a la circunstancia, o un registro instrumental de una actividad profesional en el seno de otros dominios, es necesario buscar una nueva relación con la experiencia profesional. Es posible hacer una elección diferente, prever una situación donde el arte se convierta en una disciplina profesional destinada a elevar el nivel de vida de la sociedad, tal como lo hacen otras áreas del conocimiento. Una escuela de arte tiene la extrema necesidad de darle sentido a la vida.

Hablar de expresión, es referirse a una capacidad propia del ser humano. Nacemos dotados de esta capacidad, pero desarrollarla depende del proceso de aprendizaje. Apropiarse del lenguaje visual, servirse de él como vehículo para la expresión y comunicación en sentido amplio, no significa acumular experiencias y conocimientos, por más ricos que éstos sean, sino involucrarse en el proceso por el cual estos conocimientos y experiencias nos permiten construir significados acerca del mundo y comprender lo que significa para otros seres humanos, es decir, ampliar las posibilidades de la condición humana. En palabras de Cristina Híjar:

Vocación utópica, apuesta al cambio, liberación de la sensoriedad y la sentimentalidad o al menos otras formas que se opongan a las aprendidas diariamente. Dimensión anticipatoria de la utopía planteada estética y artísticamente: sólo imaginando puede vislumbrarse lo posible, y de eso se trataba.

 

Nota

1. Texto leído el 27 de agosto de 2009 en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes, ciudad de México.