A P O R T E S • • • • • •
 


Jorge Pérez Vega
Gráfica 68
1968, linóleo. Archivo Arnulfo Aquino.

 

 

El 68 en la gráfica política contemporánea.
El cartel y la estampa de implicación
social en México


En octubre de 2008, a cuarenta años del 68, en una conferencia en el Centro Cultural Tlatelolco el autor del presente texto disertó sobre las repercusiones del movimiento estudiantil en la gráfica política contemporánea, con una selección de grabados, carteles, volantes ilustrados, caricaturas, fotografías, montajes, esténcils y pegotes realizados en diferentes contextos sociales y políticos desde 1968 a la fecha; compilación no exhaustiva, sino representativa. El propósito principal fue mostrar de qué manera la protesta de los estudiantes abrió la puerta para la crítica y la discrepancia con imágenes contra el mal gobierno y cómo la rebeldía mediante este tipo de creaciones ha continuado a lo largo de cuatro décadas. A continuación una versión simplificada de ese ensayo.

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ARNULFO AQUINO CASAS MAESTRO EN ARTES VISUALES
Investigador del Cenidiap
arnulfoaquino@gmail.com


La gráfica del 68

La expresión gráfica que se desarrolló en México durante el movimiento estudiantil de 1968 fue determinante para abrir puertas a la libertad de expresión en las batallas de la sociedad civil. El control que ejercía el gobierno autoritario del presidente Gustavo Díaz Ordaz sobre los medios: prensa, televisión y publicaciones diversas era manifiesta y contundente; por este motivo principal, fue declarado “el año de la prensa vendida”.

Organizados en un Consejo Nacional de Huelga (CNH), los estudiantes formularon sus demandas con los conocidos seis puntos del pliego petitorio, incluida la derogación de los artículos 145 y 145 bis de la Constitución que tipificaban el delito de disolución social; esta ley castigaba con cárcel y multa “al extranjero o nacional mexicano que en forma hablada o escrita, o por cualquier otro medio realice propaganda política difundiendo ideas, programas o normas de acción […] que perturben el orden público o afecten la soberanía del Estado mexicano”. Esta cita, en el contexto de las luchas antiautoritarias de los años sesenta del siglo XX, deja clara la importancia de esta demanda para el movimiento; pugnar por ella era luchar por el derecho a la discrepancia.

La producción de propaganda gráfica desde las comunidades estudiantiles fue la respuesta necesaria y espontánea para denunciar la campaña de difamación de los medios masivos y para difundir la propia versión de los acontecimientos al pueblo. Fue realizada en prácticamente todas las escuelas en huelga, pero las imágenes que rebasaron el puro sentido panfletario fueron principalmente las de las escuelas de artes plásticas: la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado del Instituto Nacional de Bellas Artes.

La bayoneta, el gorila, la paloma ensangrentada, el candado en la boca, la madre atemorizada, la figura presidencial ridiculizada y otras representaciones contra la represión fueron símbolos principales desde los primeros días de lucha. En un principio, estas producciones estaban formalmente ligadas con el Taller de Gráfica Popular (TGP) o se resolvían con monos caricaturizados, pero en el transcurso de los acontecimientos los estudiantes desarrollaron nuevos códigos visuales: se incorporaron e intervinieron las imágenes de la Olimpiada: de los aros olímpicos del México 68 surgieron soldados a bayoneta calada, los señalamientos fueron estampados con botas, granaderos golpeadores, macanas, pistolas, bazucas o tanques, hasta llegar a la paloma picassiana intervenida directamente en vitrinas y paredes de la calle; asimismo, surgió la imagen épica con la presencia de El Che, Zapata, el obrero en lucha, el puño alzado y la V de la victoria. Después aparecieron otros elementos figurativos, referencias a las tendencias neohumanistas de la época: perfiles y rostros siluetados y manchados, figuras amordazadas, encerradas, torturadas, encarceladas o muertas; en algunos casos, la forma se fue simplificando hasta llegar a la abstracción y el diseño, de esta manera podemos afirmar que la imagen se diversificó acorde con los estilos artísticos de la época, a la par que cumplió su función de denuncia y propaganda del movimiento.

Los formatos fueron diversos y más bien pequeños. En principio se trató de grabados acompañados con tipografía, después se desarrollaron como “pegotes” y carteles. En la impresión se utilizó el grabado en linóleo y en metal conformados para prensa plana; asimismo, se descubrió la serigrafía como técnica apropiada para la propaganda. En su actitud, esta gráfica es irreverente, contestataria, libertaria y la principal función fue comunicativa más que estética. Esta experiencia plástica terminó junto con el movimiento, después de la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco, pero dejó su testimonio y abrió camino a la discrepancia como ejercicio de democracia.

 

Los primeros testimonios

El movimiento estudiantil fue tan intenso que diferentes medios lo registraron: la literatura, el cine, la fotografía, aunque no tuvo difusión en su momento. La fotografía documental fue testimonio vivo de los acontecimientos, desde los primeros momentos de la represión se captaron los enfrentamientos, las golpizas, los “apañones” de las policías, el ejército corriendo a bayoneta calada por las calles del Centro Histórico de la ciudad de México. Las revistas LIFE en español y la independiente ¿Por qué? documentaron y difundieron la entrada y el bazucazo que destruyó la histórica puerta de la Preparatoria en San Ildefonso, pero esto sólo fue en el principio; de inmediato, todos los medios fueron censurados y no fue sino hasta años después que, a cuentagotas, salieron diversos documentos testimoniales de la crudeza de la represión y las dimensiones del movimiento.

La caricatura tuvo una influencia directa en las imágenes de la gráfica, a través de la representación de policías y soldados como monos y gorilas represivos; esta influencia viene directamente de Eduardo del Río Rius, quien fue el primer crítico directo del sistema político y el prigobierno; las caricaturas de Rius, con sus historietas Los Supermachos y Los Agachados, aparecieron como denuncias inmediatas. Poco después surgió La Garrapata, “el terror de los bueyes”, revista de humor negro con la participación del mismo Rius, además de Rogelio Naranjo y Helio Flores, pioneros de la caricatura política contemporánea. El volante de despedida, dedicado al vampiro Gustavo Díaz Ordaz, fue realizado por Arturo Pastrana en la ENAP en 1969.

En el ámbito de las artes plásticas, como consecuencia directa del movimiento, es necesario mencionar dos series de grabados realizadas en los talleres de la Escuela: No consta en actas, con diez poemas de Juan Bañuelos y grabados de Jesús Martínez, que fueron expuestos en la desaparecida galería Edward Munch en 1969, y la serie Luz y tinieblas de Francisco Moreno Capdevilla, con doce aguafuertes sobre la masacre de Tlatelolco y la cárcel de Lecumberri; esta tremenda serie, que a decir de Antonio Rodríguez “arranca la luz de la sombras”, fue realizada en 1970 y ganó medalla de oro en la Bienal de Florencia en 1972.

 

Grupos de artistas plásticos de los setenta

En el ámbito de la plástica, el 68 cambió los paradigmas de creación, distribución y consumo de la obra; para los jóvenes estudiantes de arte de las décadas de 1960 y 1970 se movieron los conceptos de creación como obra única, negando la galería como forma exclusiva de distribución. Estos artistas enarbolaron la consigna “Agruparse o morir” y buscaron nuevas opciones de expresión plástica en el trabajo colectivo, en el arte público, en la interdisciplina y en el diseño gráfico como forma de comunicación y servicio social. Fueron varias las experiencias de trabajo grupal que se ensayaron y que han sido consignadas en diferentes estudios; para este texto, mencionaré los grupos participantes en la exposición Arte y luchas populares en México, realizada en 1979 en el Museo Universitario de Ciencias y Artes: Mira, Taller Libre de Comunicación, Germinal, Proceso Pentágono, Taller de Arte e Ideología y Taller Independiente de Comunicación. En ese mismo año varios de estos grupos coincidieron en el Frente Mexicano de Grupos Trabajadores de la Cultura, el cual se propuso desarrollar una producción artística y cultural comprometida con las luchas proletarias y democráticas.

 

El cartel político y cultural

También en los años setenta del siglo XX, paralelamente a la insurgencia sindical, a los movimientos de liberación nacional, al avance de las organizaciones populares, a la reforma política y, en consecuencia, al surgimiento de nuevos partidos políticos, creció un cartel independiente, de oposición y solidaridad, que no existía antes del 68: formalmente influencia del cartel cubano y de los movimientos plásticos en boga —geometrismo, expresionismo— de las relaciones con el movimiento "Chicano" y de la tradición gráfica mexicana. Creció incorporado al "fenómeno" de los grupos plásticos, se expresó en universidades, sindicatos, centros de trabajo, organizaciones políticas y en la calle, como parte de las campañas de partidos y manifestaciones diversas.

En el marco de la reforma política y la creación de nuevos partidos hay que consignar las campañas desarrolladas por el entonces Partido Comunista Mexicano y su transformación en Partido Socialista Unificado de México; asimismo, cabe mencionar los carteles del naciente Partido Mexicano de los Trabajadores. Finalmente, los carteles de solidaridad con los pueblos de Vietnam, Nicaragua, El Salvador, Palestina; a este respecto, en 1981, el Centro de Estudios del Tercer Mundo realizó la exposición El cartel político en América, con trabajos procedentes de diferentes países.
 
En el caso del cartel cultural, también en 1981 el Grupo Madero expuso en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México la muestra Diseño gráfico en la cultura, donde se pudo ver la calidad de los carteles elaborados por diseñadores profesionales que se formaron bajo la tutela de Vicente Rojo en la mítica imprenta Madero. Esta exposición mostró el nivel alcanzado por el diseño mexicano durante estos años. Algunos de estos diseñadores han sido tradicionalmente solidarios con las causas populares y diseñan carteles implicados socialmente.

 

Los sismos de 1985 y el surgimiento de la sociedad civil

Otra variante de esta gráfica surgió en los años ochenta: las imágenes creadas a partir de los sismos que causaron grandes daños en la ciudad de México en septiembre de 1985, y el consiguiente protagonismo de la sociedad civil y las organizaciones de vecinos. Como ejemplos tenemos los volantes y carteles producidos por la Comisión Cultural de la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de septiembre de la Colonia Roma (UVyD 19), los cuales se realizaron para promover la difusión cultural y convocar a mítines o manifestaciones; se trata principalmente de ilustraciones, caricaturas y fotomontajes. En este rubro, a finales de los años ochenta, surgieron los carteles realizados por la Asamblea de Barrios, para promover el uso del condón o la recuperación del Centro Histórico; en este caso se utilizaron superhéroes como la Mujer Maravilla, Batman, Robin y Superbarrio, lanzando sus consignas al estilo de historieta burlona, de mal gusto, pero con gran eficacia comunicativa.

También como consecuencia de los sismos renacieron algunos colectivos de los años setenta y surgieron otros, los cuales desarrollaron diversos comunicados gráficos como la carpeta de grabados A la Calle, con la participación del Taller de Gráfica Monumental, Gráfica espiral, Ojos de lucha y el Taller de Arte e Ideología, entre otros.

 

A veinte años del 68

Un año significativo para la gráfica política en México fue 1988. Por un lado nos referimos a la conmemoración de los veinte años del movimiento estudiantil, evento que movilizó a la organización de diferentes actos culturales y políticos. Cabe destacar un magno festival en el Auditorio Nacional, así como la convocatoria a un concurso internacional para levantar un monumento al movimiento estudiantil; este certamen lo organizaron líderes y participantes del movimiento, quienes, con el fin de reunir fondos, recurrieron a la solidaridad de artistas plásticos, los cuales diseñaron e imprimieron una carpeta con catorce grabados y serigrafías.

En este contexto se realizaron diversos carteles de conmemoración; cabe destacar al Colectivo Callejero de Guadalajara, cuyos integrantes diseñaron seis estampas que imprimió en serigrafía el Taller La máquina, mismos que se pegaron en las calles de la ciudad de México. También merece mención la revista Zurda, que dedicó un número especial en el que se incluyeron diversos “laminarios” realizados ex profeso.
 
Otro acontecimiento que provocó una manifestación masiva de imágenes fueron las elecciones presidenciales de ese año y el fraude cometido por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que arguyó la supuesta “caída” del sistema de cómputo en el conteo de votos. La oposición, con el Frente Democrático Nacional, lanzó a su candidato Cuauhtémoc Cárdenas a través de una novedosa y eficaz campaña de carteles, en la cual participaron diversos diseñadores profesionales; transcurridas las elecciones, frente a la magnitud del fraude, una rebelión cívica se manifestó intensamente en marchas y mítines, mostrando nuevamente la capacidad creativa de un movimiento popular: mantas, monigotes, cartelones y dibujos que caricaturizaron y destruyeron definitivamente la imagen presidencial, dando pie a la libertad de expresión de que gozan actualmente los “moneros” contemporáneos.

A estos acontecimientos políticos se sumó, en lo profesional, la creación de la primera Bienal de Cartel en México, que vino a internacionalizar el cartel mexicano. Estas bienales se convocan en cuatro categorías, una dedicada al cartel social, político o ideológico. Como consecuencia, este medio tuvo mayor interés para los jóvenes profesionales egresados de las escuelas de diseño. En 1992, para la conmemoración del “encuentro de dos mundos”, la Bienal Internacional de Cartel en México convocó, en la categoría de cartel inédito, el tema América hoy 500 años después, obteniendo buena respuesta de diseñadores en todo el mundo; en otra convocatoria independiente, con una visión crítica sobre el “Día de la raza”, se realizó la carpeta Gritos de papel. 500 años de resistencia anticolonialista, con la participación de 14 diseñadores profesionales.

 

Los noventa: nuevas generaciones, mismas conmemoraciones

De 1993, a 25 años del movimiento estudiantil, cabe destacar dos acontecimientos: el homenaje a don Javier Barros Sierra en la ENAP, con una exposición conmemorativa que reunió la gráfica del 68, fotografías, diversos carteles conmemorativos, mantas pintadas ex profeso para esta exposición y las citadas series de grabado: No consta en actas y Luz y tinieblas, además de las ilustraciones para Zurda y el díptico Recuerdo de la plaza de Jorge Pérez Vega. En este evento, la colección de la gráfica del 68 fue donada, para su resguardo, a la UNAM. El otro evento significativo fue la construcción de la Estela de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas, monumento que concretó un esfuerzo colectivo de 25 años y lleva como imagen principal el grabado Las palomas.

En 1994, el levantamiento zapatista del 1 de enero en Chiapas recibió la solidaridad y apoyo de diversas organizaciones de la sociedad civil y, asimismo, provocó la creación de un sinnúmero de diseños de carteles y otras manifestaciones gráficas, como las “pegas”, realizadas por artistas y diseñadores, mismas que funcionaron, lo mismo que las imágenes del 68, como micropropaganda pegada en cualquier pared o recodo urbano. Varios fueron los acontecimientos políticos y culturales que siguieron a este levantamiento y diversas también las manifestaciones gráficas de solidaridad con los neozapatistas. Como ejemplo, el cartel realizado por el Comité 68, con motivo de la visita a la ciudad de México del Subcomandante Marcos; también debemos incluir siete carteles diseñados ex profeso para denunciar la matanza de Acteal en 1997.

En 1996 la exposición No todos los carteles son bonitos, en la Casa del Poeta, vio surgir a las nuevas generaciones de jóvenes diseñadores y una nueva estética del cartel mexicano, el despacho de diseño La Máquina del Tiempo, el colectivo El Cartel de Medellín y otros diseñadores desarrollaron un cartel político sarcástico y agresivo con temas como el uso del condón, en solidaridad con el pueblo de Cuba, contra el acoso sexual, contra la corrupción o diseñando la propaganda del Partido de la Revolución Democrática; una característica principal de estos diseñadores es el uso de las nuevas tecnologías, que desplazó las formas tradicionales de crear imágenes, lo que marcó un cambio generacional.

En la conmemoración de los treinta años del movimiento estudiantil se formó como asociación civil el Comité 68 con ex líderes y participantes del mismo. El propósito principal fue exigir justicia y castigar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante ese año. Para llevar a efecto su objetivo, el comité hizo diferentes acciones legales, políticas y culturales; en este sentido, convocó a diversos creadores a realizar un cartel Por las libertades democráticas, de donde surgieron treinta piezas que fueron expuestas simultáneamente en diferentes sitios, principalmente en centros educativos.

 

La gráfica digital del siglo XXI

En 2002, Las muertas de Juárez demandan justicia fue la consigna a la cual respondieron 64 diseñadores con carteles que denunciaban el genocidio de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua. Diversas exposiciones resultaron de esta convocatoria, pero la principal fue en la glorieta del metro Insurgentes, en la ciudad de México, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Con relación a la edición de libros con imágenes, en 2003 se publicó Memoria del 68, compilación de fotografías y fotogramas de Oscar Menéndez, y en 2004 la UNAM editó el libro Imágenes y símbolos del 68, que reúne gráfica y fotografía del movimiento estudiantil con algunas fotografías inéditas; estas imágenes están acompañadas por poemas, canciones y testimonios diversos.

En 2006 la expresión gráfica política salió del centro a la periferia y se manifestó explosiva y contundente en la ciudad de Oaxaca. Aquí se desarrolló la primera rebelión del siglo XXI, ahora tocó su turno al esténcil como medio de protesta, denuncia y resistencia, que junto con las marchas, mítines y radio se reprodujo masivamente, mostrando al mundo por diversos medios la importancia de este movimiento; en la cobertura, Internet tuvo un papel determinante. Con estos acontecimientos la gráfica oaxaqueña cerró un ciclo que se inició en el 68 y mostró de qué manera, en los contextos de un movimiento social, frente a las versiones oficiales del gobierno las imágenes gráficas, utilizadas como propagada política desde las comunidades en lucha, pueden disentir y proponer otros puntos de vista; asimismo, estas imágenes aglutinaron, cohesionaron y dieron identidad. Los autores fueron principalmente colectivos de jóvenes, creadores plásticos involucrados con la democracia y justicia social.

Es necesario mencionar la conmemoración de los cuarenta años del movimiento estudiantil. Para el caso de la gráfica se sincronizaron circunstancias que dieron como resultados más de cuarenta carteles conmemorativos; el Comité 68, en coordinación con la Universidad Veracruzana, realizaron un evento con carteles digitales en la Feria del Libro de Jalapa; después vinieron otras exposiciones: la Escuela Diseño del INBA, la Universidad de Aguascalientes, Guadalajara, Baja California, Puebla y las imágenes se volvieron virtuales. En ese mismo año se abrió un blog con la información de esta exposición.

También en el marco de los cuarenta años, en la ciudad de Oaxaca se desarrollaron diferentes eventos conmemorativos: exposiciones de gráfica, fotografía y carteles; presentaciones de libros, conferencias y ciclos de cine. En este contexto, los colectivos plásticos oaxaqueños estamparon en las paredes del espacio alternativo La curtiduría su mirada sobre el 68, lo que demostró la vigencia de aquel movimiento en las nuevas generaciones de creadores.

No tenemos una conclusión, la historia se está escribiendo, las imágenes rebeldes siguen diversos caminos, pero ahora son democráticas en el espacio virtual y siguen multiplicándose.


 


Héctor García
Fotografía 68
1968. Archivo Arnulfo Aquino.



Eduardo del Río Rius, portada de Los Agachados, 1968. Archivo Arnulfo Aquino.



Francisco Moreno Capdevila
• de la serie Luz y tinieblas
1972, grabado. Archivo Arnulfo Aquino.



Arnulfo Aquino, cartel para la Universidad Autónoma de Puebla, 1973, serigrafía. Archivo Arnulfo Aquino.

Heraclio

Heraclio Ramírez, cartel y portada del folleto Solidaridad, 1976, offset. Archivo Arnulfo Aquino.



Raúl Cabello
Por Vietnam
1977, serigrafía. Archivo Arnulfo Aquino.



Arnulfo Aquino
Descanse en paz el artista...

1978, cartel. Archivo Arnulfo Aquino.



Miguel Ángel Guzmán, Nicolás Severino, cartel para el Partido Comunista, 1979, offset. Archivo Arnulfo Aquino.



Jorge Pérez Vega, portada folleto Unión de Vecinos y Damnificados 19 de septiembre, 1985, offset. Archivo Arnulfo Aquino.



Juan Luis Díaz, serigrafía de la carpeta de Homenaje al movimiento estudiantil popular de 1968, 1988. Archivo Arnulfo Aquino.



Mauricio Gómez, pegote zapatista, 1994, calcomanía. Archivo Arnulfo Aquino.



Rafael López Castro
de la carpeta Por Acteal
1997, serigrafía. Archivo Arnulfo Aquino.



Carlos Gayou
de la carpeta Por las libertades democrátricas
1988, serigrafía. Archivo Arnulfo Aquino.



José Manuel Morelos
Las muertas de Juárez demandan justicia •
2002, impresión digital. Archivo Arnulfo Aquino.



Arte Jaguar, esténcil en muro de Oaxaca, 2006. Archivo Arnulfo Aquino.



Lapiztola,
esténcil en muro de Oaxaca, 2008. Archivo Arnulfo Aquino.