Jorge González Camarena •
La patria •
1962.
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La patria, raíces
de México en los libros
de texto
Entre 1962 y 1971, la imagen de La patria, obra realizada
por el pintor Jorge González Camarena, ilustró todas
las cubiertas de los Libros de Texto Gratuitos para la enseñanza
del nivel básico en México. En el presente texto
se analizan las circunstancias que favorecieron su uso extensivo
en este ámbito educacional.
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MARÍA TERESA FAVELA FIERRO
• HISTORIADORA DEL ARTE
Investigadora del Cenidiap
terefavela1@hotmail.com
Patria, te doy de tu dicha la clave:
Sé siempre igual, fiel a tu espejo diario;
Cincuenta veces es igual al ave
taladrada en el hilo del rosario,
y es más feliz que tú, Patria suave.
Ramón López Velarde(1)
I
Durante la década de 1950, el llamado “milagro mexicano” de
la economía permitió el desarrollo sostenido, el
avance tecnológico y la concentración del ingreso;
asimismo, la coalición de la educación y
los resabios de un nacionalismo etnográfico o revolucionario(2) aún
manifiesto, aunado al naciente nacionalismo internacionalista,
sirvieron de marco para explicar el desarrollo educativo y la creación
de los Libros de Texto Gratuitos.
Durante su gestión como presidente de México (1958-1964),
Adolfo López Mateos se esforzó por dar a su gobierno
una “imagen revolucionaria” al poner énfasis
en su discurso a las nacionalizaciones, entre otras razones para
compensar los efectos de la Revolución cubana entre la juventud
y cierto sector de la clase media, y contrarrestar una tendencia
heredada del sexenio anterior encabezado por Adolfo Ruiz Cortines:
la pérdida paulatina de credibilidad en el papel regenerador
y creador de la Revolución mexicana en el ámbito
de la cultura y el arte. Esta gesta significó para el régimen
promover la noción que había descubierto o redescubierto
el país, puesto a flote los sitios y contenidos de la tradición
y enriquecido con estructuras históricas la concepción
del destino de la patria.
No obstante, consideremos que la desnacionalización económica
había empezado a manifestarse con una evidencia inocultable
desde los años cuarenta, y en el ámbito de la cultura se
haría evidente en la década de 1960, cuando la carga
nacionalista agotó la capacidad cohesionadora de la burguesía
y la clase media alta, y el colonialismo cultural se convirtió en
una exigencia de la clase gobernante, es decir, en una “norteamericanización” de
las costumbres. De esta manera, los valores culturales fueron cambiando
irremediablemente con mayor rapidez y radicalidad.
Así, en los años cincuenta, fue necesario
reforzar el concepto de la patria, de nuestra patria, para difundir
los valores de un país moderno pero apegado a raíces
culturales muy precisas. La reforma educativa llevada a cabo por
López Mateos con el Plan de Desarrollo y el Mejoramiento
de la Enseñanza Primaria (Plan de Once Años) incluyó,
para su consecución, la elaboración y entrega gratuita
de libros de texto. A partir de 1959, estudiantes y maestros de
todo el país recibieron los primeros ejemplares ilustrados
con imágenes de obras realizadas por diversos artistas.
Desde el comienzo del sexenio gubernamental se reorganizó el
Consejo Nacional Técnico de Educación con el propósito
de establecer las bases para reformar los planes y programas de
estudio en las enseñanzas primaria, secundaria y normal.(3) Con
Jaime Torres Bodet al frente de la Secretaría de Educación
Pública, funcionario abiertamente lopezmateísta,
se llevó a cabo una serie de acciones para la realización
del proyecto cultural: la Campaña Nacional de Alfabetización
y la creación de instituciones como la Normal de Maestros,
la Normal Superior y, por supuesto, la Comisión Nacional
de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg).
II
Para concretar el desarrollo del sistema educativo era necesario
un fundamento ideológico y legal, y fue entonces que se
instituyó por
decreto presidencial, el 12 de febrero de 1959, la gratuidad de
la educación impartida por el Estado y su carácter
obligatorio, que quedó establecido en el Artículo
Tercero de la Constitución. Martín Luis Guzmán,
escritor y empresario del ramo editorial, fue nombrado director
de la Conaliteg. El literato, en ese mismo año, consideró que
lo idóneo sería que las cubiertas de los
libros se ilustraran con una obra de arte, y propuso que la temática
tuviera características específicas relacionadas
con los símbolos patrios o pasajes de la historia. Invitó a
realizarlas a pintores integrantes de la llamada Escuela Mexicana
de Pintura, como David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro, Raúl
Anguiano, Alfredo Zalce y José Chávez Morado, con
la idea de que buscaran infundir en los niños el valor de
ser un ciudadano de la República mexicana,(4) en
consonancia con el contenido que presentaba las virtudes y los
valores que debía cultivar todo buen mexicano. Con la utilización
del mismo lenguaje y la difusión de una misma realidad se
buscaba consolidar la nación.(5)
Adolfo López Mateos, durante su cuarto informe de gobierno, expresó:
La educación es para el gobierno la base de la unidad nacional pues informa, dentro de un similar concepto de la vida de los seres individuales […] permite que la compresión de la realidad y de la historia se haga dentro de lineamientos que identifiquen como integrantes de un país con perfiles propios […] Es preciso que todos comportamos unos cuantos pensamientos básicos sobre nuestro país, su historia y sus anhelos. Los textos gratuitos, tienden a esa finalidad.(6)
En 1962, en la Conaliteg se tomó la decisión de
usar una sola ilustración para uniformar las cubiertas de
los libros para la enseñanza del nivel básico, a
fin de ahorrar recursos y dar una imagen que identificara los
textos.
Se eligió la alegoría a la patria mexicana realizada
por Jorge González Camarena, también considerado
dentro de la Escuela Mexicana de Pintura. A la postre se convirtió,
sin duda, en la portada más representativa del libro de
texto. De esta forma, de 1962 a 1971, estudiantes y maestros de
todo el país recibieron los libros con la imagen de la obra
del muralista. Tiempo
después, en 1992, durante la presidencia de Ernesto Zedillo,
se reimprimió La patria en la carátula del
libro de Historia para las ediciones conmemorativas; actualmente,
la misma representación pictórica ilustra la cubierta
del texto de la materia Ética y Civismo.
En 2006, la entonces titular de la Unidad de Difusión, Relaciones Públicas y Patrimonio Histórico de la Conaliteg, Bertha Hernández González, afirmó en una entrevista:
En todos lados la reconocen, mucha gente
se expresa de esta portada con cariño, en las ferias del libro llevamos algunas ediciones como exhibición,
porque la sociedad siempre quiere verlas.
[…] son queridas más allá de nuestras fronteras, pues en los núcleos de población migrante de Estados Unidos también
se emocionan mucho cuando la ven.(7)
Esta misma apreciación emotiva se dejó sentir ante
el cuadro en la exposición-homenaje titulada Jorge González
Camarena. Antología, presentada en el Museo
del Palacio de Bellas de la ciudad de México en 1996. Del
público se escuchaban auténticos suspiros de nostalgia;
en otras ocasiones, los visitantes exclamaban con sorpresa al identificar
esta figura que los acompañó durante su educación
primaria y no tenían idea quién era su autor. Actualmente,
ya se identifica al artista y la ficha técnica correspondiente
en el libro de Ética y Civismo.
III
En la década de 1940 comenzó a cobrar importancia
la producción mural y de caballete de los pintores de la
llamada “segunda generación de muralistas”,
en la que se ubica, precisamente, al pintor, muralista, escultor
e ilustrador Jorge González Camarena, al igual que José Chávez
Morado, Pablo O’Higgins, Raúl Anguiano y Alfredo Zalce,
sólo por nombrar algunos de ellos. Estos artistas no fueron
abiertamente partícipes de las posturas políticas
manifestadas por José Clemente Orozco, Diego
Rivera y David Alfaro Siqueiros, los llamados “tres grandes”.
Esto se puede explicar porque ninguno de la “segunda generación” fue
heredero de los sucesos de la revolución armada y, por
otra parte, vivieron en una convivencia social diferente. En esta
etapa, comenzaron a desarrollar lenguajes plásticos muy
personales y se aventuraron por todos los rumbos con novedades
de la ejecución pictórica; paulatinamente, algunos
se irían alejando de la temática del arte “de
mensaje”, del arte comprometido, de contenido y con una
ideología determinada, que había caracterizado hasta
entonces al movimiento mural y de pequeño formato. De esa
manera, la “segunda generación” llevó a
cabo una reflexión histórica, una introspección
de la cultura mexicana y una síntesis de la herencia prehispánica
diferente a las de los “tres grandes”; cada quien
a su manera, a su estilo, a su colorido, con diversas formas y
temas.
González Camarena tomó como base a la “Escuela” y
al muralismo para después alejarse y plantear un discurso
plástico muy personal. Puso en tela de juicio el uso y abuso
del realismo social que, para él, había influido
negativamente en la pintura, aunque también supo reconocer
los grandes aportes a la historia del arte mexicano del siglo XX
que tuvo esa expresión plástica. Nació en
Guadalajara, Jalisco, el 24 de marzo de 1908, y falleció en
la ciudad de México
el 24 de mayo 1980. En 1918, por cuestiones familiares se vio en
la necesidad de viajar a la capital de la República con
la idea de establecerse definitivamente. A los 15 años de
edad ingresó a la entonces Escuela Nacional de Bellas Artes
y sus profesores fueron Francisco Díaz de León, Francisco
de la Torre y Mateo Herrera. Tiempo después, asistió a
uno de los planteles de las Escuelas de Pintura al Aire Libre.
A lo largo de su trayectoria plástica, se dedicó a
la ilustración de revistas de diversa índole, así como
de calendarios y libros. De igual forma, tanto en su pintura de
caballete como en la mural fue modificando su temática,
desde alegorías de la vida hasta la mitología prehispánica,
diferentes pasajes de la historia nacional sobre la Conquista,
la colonización y la Revolución; además,
estuvo interesado en la representación de la ciencia, de
la nueva nacionalidad mexicana y del conocimiento. Pintó alrededor
de 27 murales para sitios privados y gubernamentales, en el país
y el extranjero. Dentro de esta veta, están los murales
en el Palacio de Bellas Artes y en el Castillo de Chapultepec,
ambos en la ciudad de México, y en la Universidad de Concepción
en Chile. Como reconocimiento a su labor y calidad plástica,
obtuvo varios premios nacionales e internacionales a lo largo de
su vida; de igual forma, por su interés por la difusión
y preservación de la cultura formó parte de diferentes
instituciones.(8)
IV
La patria, es el título de la obra que Jorge
González
Camarena realizó en 1962 para ilustrar las portadas de los
libros de texto gratuitos. Se trata de un óleo sobre tela,
de 1.20 por dos metros, propiedad de la Conaliteg. Para crear esta
alegoría recurrió a elementos simbólicos y,
en términos generales, propuso construir un futuro, aunque
al mismo tiempo valoró del pasado los sucesos, el personaje
y la situación que consideró necesarios para su
interpretación e impacto visual. Representa a la patria
por medio de una mujer con rasgos indígenas, piel morena,
cabello azabache y largo; en suma, el prototipo de la raza de origen
prehispánico. Ella es monumental, física y simbólicamente
y con una dignidad propia de las diosas del Olimpo. Simboliza el
origen de los pueblos, la patria donde nacieron los ancestros y
vivirán sus descendientes bajo la protección de
la madre protectora.
La modelo fue Victoria Dornelas,(9) a
quien González Camarena también representó en
varias de sus obras de caballete, murales y escultóricas.
La conoció en los años cincuenta cuando ella tenía
alrededor de 17 años de edad y estaba casada con el guardaespaldas
de algún político de la época. El artista
se prendó de la muchacha sugiriéndole que posara
para sus creaciones, pues para él representaba el prototipo
ideal para desarrollar la temática de raigambre prehispánica.
En un principio, ella no accedió a ser su modelo, porque
argumentaba que si aceptaba su marido “la iba a matar”.
Al final consintió, pero tuvo que abandonar a su esposo.
La historia oral cuenta que era una joven originaria de Tlaxco,
Tlaxcala, en donde inclusive, hoy en día, existe un monumento
dedicado a ella por representar a “la pionera en la enseñanza” en
México; es decir, por ser su imagen la portadora de la educación.
A la izquierda del cuadro está simbolizado el pasado: la mujer con el brazo derecho extendido sostiene en la mano un libro, del cual se desprende el conocimiento de la historia de la humanidad y del significado del contenido de los Libros de Texto Gratuitos; pero también de su mano nace un manantial que cae hacia unas construcciones de diferentes épocas. El agua era considerada por los griegos como el principio de todas las cosas, emblema de la vida, el líquido vital. Carl Jung la consideró un símbolo evidente de la maternidad, ya que de ella surge la existencia. De acuerdo con él, es un arquetipo sobre lo “materno” cuando un modelo “no encuentra una persona real disponible tendemos a personificarlo”;(10) es decir, lo transformamos es un personaje mitológico. De esta manera, este modelo está simbolizado por la madre primigenia o “madre tierra” de la mitología; la fuente de vida.
Al mismo nivel de la mano derecha de la mujer se encuentra representada
la fusión de varias culturas como origen de la humanidad:
construcciones prehispánicas, orientales y modernas y columnas
griegas; para redondear la idea de las aportaciones agrícolas
mundiales, las espigas del trigo representan a los conquistadores,
el elote como símbolo de lo precolombino y una serie de
frutos como elementos enriquecedores que legaron al mundo la culturas
americanas ancestrales. El hecho de interpretar la historia de
México como base significaba considerar que nuestro país
no estaba constituido solamente por el universo prehispánico
o por el español, sino que somos el resultado del encuentro
de esas dos culturas, más la mezcla de otras influencias.
Al centro de la composición se encuentra esa mujer que
es la tierra, en la cual se origina la vida, se cosecha y se obtienen
frutos; está representada con senos voluminosos, porque
es una amazona protectora, fértil, fuerte, ingente. En la
mano izquierda sostiene la bandera mexicana a modo de cetro ―del
griego skeptron―, como si fuera la insignia o símbolo
de autoridad o soberanía; es decir, es el emblema de su
misión. La patria resume la historia, el legado
de varias culturas; este instrumento lo utilizaron los reyes, sacerdotes
y jefes de tribu, entre otros, dando la idea de la investidura
de la mujer.
Con relación al origen de la identidad con la tierra,
el investigador Enrique Florescano es muy preciso al afirmar que
en las representaciones de la diosa madre en escultura, pintura
e himnos en Mesopotamia, en la cuenca del Mediterráneo,
en Perú, o bien en Mesoamérica, se plasman los poderes
reproductores infinitos de la deidad femenina, su semejanza con
la tierra, la matriz universal y su relación maternal de
los seres humanos. Podemos, por ejemplo, identificarla en la Magna
Grecia (300 a. C.), en específico en una vasija que representa
a la diosa de las cosechas llamada Démeter, con los brazos
extendidos sosteniendo manojos de trigo entre las manos.(11) Esa
actitud de extensión de los brazos se ha plasmado desde épocas
remotas, como lo hemos visto, hasta nuestros días, y estas
extremidades se convierten en el eje de los
poderes que posee el personaje representado.
Sobre el hombro derecho lleva un peplo, utilizado en la Grecia
antigua. Este tipo de trajes
fueron empleados por los artistas del siglo XIX en sus representaciones
plásticas bajo el principio que manifiesta la tranquilidad
y una expresión perfecta de la Antigüedad clásica;
de esta manera, es la fusión de la cultura occidental con
la precolombina.
En un tercer plano compositivo con la bandera mexicana ondeante, ya no aparece el águila sobre el color blanco, en su lugar se encuentra la cabeza de la mujer. El ave ha migrado de su contexto y se ha posado como un gigantesco animal en un segundo nivel. Una de sus alas está desplegada hacia el lado izquierdo brindando abrigo a la escenografía para la composición de las construcciones; su cabeza está colocada en la sección derecha, detrás de la mujer, sosteniendo con su pico a la serpiente. Pero ¿cuál es el origen del ave y el reptil? Para el historiador Alfredo López Austin, en la religión mesoamericana, el águila era símbolo solar o fuego, mientras que la serpiente representaba el agua. La combinación de ambos animales en lucha aludía a la oposición del fuego y el agua, del día y la noche, del cielo y la tierra, del calor y el frío, de la sequía y la lluvia. Esas rivalidades son netamente indígenas, con una firme raigambre en las tradiciones prehispánicas. No hay por qué considerar que se incorporaron al icono el águila y la serpiente por influencia del pensamiento occidental y cristiano.(12)
La representación de esas fuerzas antagónicas es
una solución por excelencia al misterio cósmico en
el arte precolombino; por tal razón, a Jorge González
Camarena le subyugó de sobremanera este concepto, en su
producción plástica la encontraremos representada
con frecuencia. La patria resulta ser majestuosa, imponente,
y hoy por hoy, forma parte de la memoria educativa en México.
Notas
1. Ramón López Velarde, Suave
Patria (fragmento), en Gabriel Zaid (presentación,
compilación y notas), Ómnibus de poesía
mexicana, México, Siglo XXI Editores, 1971, p.
511.
2. Resulta interesante el planteamiento del investigador
Abelardo Villegas sobre los diversos tipos de nacionalismos de
acuerdo con los diferentes regímenes políticos en
México.
Este autor ha identificado que en general existen los siguientes:
el etnográfico, el revolucionario, el popular y el culto.
Nos estamos refiriendo a la etapa de nuevos desarrollos del nacionalismo
surgido por la participación en la lucha armada de grandes
masas de campesinos e indígenas que, además, plantearon
la cuestión básica del movimiento: la necesidad de
la reforma agraria. Años más tarde, surgirían
el intimista o subjetivo, el político y oficial, el filosófico
y, por último, el internacionalista. Véase Abelardo
Villegas, “El sustento ideológico del nacionalismo
mexicano”, en El nacionalismo y el arte mexicano,
IX Coloquio de Historia del Arte, México, Instituto de Investigaciones
Estéticas,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, pp. 401-402. (Estudios
de Arte y Estética,
25)
3. Sin autor, Un pueblo unido sin esfuerzo, México,
Banamex, 1989, p. 105.
4. En el periodo que abarca de 1972 a 1992 fueron
invitados diversos artistas plásticos para ilustrar las
portadas de los libros de texto: David Alfaro Siqueiros, Arnold
Belkin, Arnaldo Coen, Olga Costa, José Luis Cuevas, Manuel
Felguérez,
Gunther Gerzso, Raymundo Martínez, Juan Soriano y Nunik
Sauret, entre otros. El 12 de febrero se conmemoraron los 50 años
de la fundación de la Comisión Nacional de Libros
de Texto Gratuito, y a partir de esta fecha hasta el 19 de febrero
de 2010 se llevarán a cabo dos encuentros académicos
en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, una exposición
itinerante y la emisión de un timbre postal.
5. Sin autor, “Cumple la Conaliteg 50 años
de servir a la niñez y juventud mexicanas“, artículo
disponible en <www.sep.gob.mx>, boletín núm.
37, 12 de febrero de 2009.
6. Adolfo López Mateos, “IV Informe presidencial”,
1962.
7. Luz María Carrillo, “Portadas del libro gratuito, una puerta a la historia y el arte”, en Magisterio, El periódico del Magisterio, México, enero de 2006.
8. Véase María Teresa Favela Fierro, Jorge
González Camarena. Universo plástico, México,
Democracia Ediciones, 1995, y María Teresa Favela Fierro et
al., Jorge González Camarena. Antología (catálogo
de la exposición), México, Museo del Palacio de
Bellas Artes, 1996.
9. Tanto en la bibliografía como en la hemerografía
que se consultó para este texto, el apellido de la modelo
Victoria versaba entre “Dorenlas”, “Dorendas”, “Dormelas” y “Dornelas”.
En cuanto a este último nombre, el nieto mayor de
Jorge González Camarena, Marcel González Montoya,
refiere que cuando realizó un viaje a Tlaxco, el supuesto
lugar de nacimiento de la modelo de La patria, consultó en
el registro civil y en los libros de bautizo y tampoco encontró a
sus familiares. Nadie sabía nada en Tlaxco, pero resulta
curioso que en ese lugar exista un monumento dedicado a Victoria.
10. Según Carl Jung, los contenidos del
inconsciente colectivo son los llamados arquetipos o imágenes
primordiales o mitologías, entre otros. Es una tendencia
innata, no aprendida, a experimentar las cosas de una determinada
manera. De esta forma, Jung divide los arquetipos en: materno,
Maná, la sombra, la persona, el ánima y animus,
entre otros. Véase C. George Boeree, “Carl Jung en
castellano, 1997”, en Teoría de la personalidad,
Carl Jung, 1875-1961, 1997, artículo disponible en <www.webspace.ship.edu>.
11. Enrique Florescano, “La diosa madre y
los orígenes de la patria”, en Imágenes
de la Patria, México, Taurus, 2005, pp. 31-32.
12.
La imagen del águila heráldica se ha dado en ámbitos
culturales muy diferentes en regiones lejanas del mundo. En materia
de símbolos llegan a existir asombrosas semejanzas en las
concepciones de pueblos que jamás tuvieron contacto entre
sí. Véase Alfredo López Austin, “El águila
y la serpiente”en Enrique Florescano (coord.), Mitos
mexicanos, México, Taurus, 2001, pp. 21-23.
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