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Un espíritu ¿templado?
de Monterrey.
Colección de Arte FEMSA
Distintas clases de cerveza,
cemento, productos químicos… diez mil tipos diferentes
de industrias, grandes oportunidades para los inversionistas y,
desde luego, mucho más es Monterrey, ciudad que si bien es
uno de los principales polos industriales de México, culturalmente
ha resentido la centralización de la que “hace gala”
nuestro país. El lema de dicha urbe es “El trabajo
templa el espíritu” y, hasta hace unos años,
recordaron que, como ha reconocido la presidenta del consejo de
ejecutivos del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO),
también la cultura abre el espíritu, la conciencia
y un universo de posibilidades.(1).
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NAYELI ZEPEDA ARIAS
• ESTUDIANTE DE LA LICENCIATURA
EN HISTORIA DEL ARTE
Universidad Iberoamericana, México
nayeli.zepeda@gmail.com
Una de las empresas más importantes de la
ciudad de Monterrey es Fomento Económico Mexicano S. A. (FEMSA),
que se presenta como una compañía de perfil humanista
cuyos valores se centran en la creatividad, la productividad y el
ahorro. En 1890 se fundó la Cervecería Cuauhtémoc,
punto de partida para la creación de otras subsidiarias que
forman actualmente este corporativo. Uno de los conceptos básicos
de su filosofía empresarial es “El hombre sobre toda
consideración económica” y, evidentemente, para
sustentar esa misión su inserción en la cultura es
un proceso necesario.
FEMSA posee una de las colecciones privadas más
significativas e importantes en México: la Colección
de Arte FEMSA. Cuenta con más de mil obras de pintura, escultura,
gráfica, fotografía e instalaciones, que abarcan desde
el periodo posrevolucionario hasta el año 2005, con énfasis
en las últimas tres décadas del siglo XX. Desde una
visión regionalista –sin que ello signifique que sea
un acervo nacionalista– la Colección se concentra en
la producción latinoamericana y el conjunto más grande
es de arte mexicano: Diego Rivera, José Clemente Orozco,
David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo y Vicente Rojo, entre muchos
otros; artistas mexicanos contemporáneos: Silvia Gruner,
Gerardo Azcúnaga, Betsabeé Romero, Miriam Medrez y
Semefo, entre otros. También cuenta con obras de artistas
de Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Uruguay y Venezuela.
FEMSA inició la formación de su acervo
artístico a través del establecimiento del Museo de
Monterrey en 1977.(2)
Estratégicamente la empresa logró asociar su nombre
con el compromiso y la responsabilidad social y así fue como
el museo se convirtió en el pionero de la difusión
y promoción de la producción artística en Monterrey.(3)
Asimismo, en 1992 instituyó la Bienal Monterrey FEMSA como
una “plataforma de proyección, reconocimiento y estímulo”(4)
para los artistas mexicanos contemporáneos. Las obras ganadoras
de la Bienal(5)
se exponen en el Centro de las Artes de Monterrey y forman parte
de la Colección FEMSA, lo que permite la actualización
de su contenido.
El coleccionismo en Monterrey se inició,
en el ámbito privado, en los años cuarenta y cincuenta
del siglo pasado: las esposas de los empresarios regiomontanos,
interesadas en decorar sus casas, compraban objetos en las galerías
de la ciudad de México.(6)
Ésta se convirtió en una tradición familiar
de la cual, en un inicio, se encargaban comúnmente las mujeres,
aunque no sólo ellas; los nombres que han destacado son:
Márgara Garza Sada, coleccionista con un importante acervo
de arte contemporáneo; Lydia Sada Treviño, quien formó
una colección en la que destaca el arte virreinal, y Rosario
Garza Sada, promotora de la galería Arte A. C., a mediados
del siglo XX. Consecuentemente, estas mujeres influyeron en la participación
de los empresarios para que el coleccionismo se volviera un asunto
propio de sus empresas. Así, en Monterrey empezó un
movimiento cultural que dependía de la actividad empresarial
y financiera: en 1974 se formó el Centro de Arte Vitro; un
año después el Grupo Alfa(7)
consideró formar una colección y en 1978 fundó
el Centro Cultural Alfa; en 1981, junto con Fundación Cultural
Televisa, patrocinó la construcción del Museo de Arte
Contemporáneo Rufino Tamayo en la capital del país.
En la década de 1970, FEMSA era la tarjeta
de presentación de la industria mexicana: la empresa despuntó
como un gran centro de producción que se había colocado
a la cabeza de la vanguardia en América Latina. La compañía
que se había iniciado en el siglo XIX estaba en plena consolidación;
si ya manejaba y establecía otras empresas (por ejemplo,
la cadena de tiendas OXXO) y se involucraba tanto en la educación
(Instituto Tecnológico de Monterrey) como en el deporte (Salón
de la Fama del Beisbol Mexicano en Monterrey), ¿por qué
no insertarse en el sistema artístico? Además, representar
por medio del arte su posición como fábrica de ideas
y foco de creación, no sólo de Nuevo León y
México, sino de Latinoamérica. De allí que
en su acervo se incorporaran obras de diversos artistas de América
Latina.
No obstante, en el año 2000 FEMSA decidió
cerrar el Museo de Monterrey(8)
“para concentrar sus esfuerzos filantrópicos en proyectos
de alto impacto social, tales como la educación; el apoyo
a sectores menos favorecidos de la población; tareas relacionadas
con el equilibrio ambiental y, desde luego, en programas culturales”.(9)
La Colección pasó de permanente a itinerante y a partir
de entonces se ha presentado en más de veinticinco recintos
museísticos con el objetivo de difundir la riqueza artística
que existe en México y en Latinoamérica; lo que también
permite que la rentabilidad de la Colección permanezca activa.
Sin embargo, en el ámbito internacional sólo Estados
Unidos, Puerto Rico y próximamente Colombia,(10)
son los países que han recibido la Colección,
por lo que su propósito de promoción de los valores
artísticos latinoamericanos se ha quedado en su lugar de
origen, el territorio mexicano, pero sin casa debido al cierre del
museo.
Al quedar la Colección sin un espacio propio,
¿sabrían algo los encargados culturales de FEMSA sobre
la importancia identitaria del Museo para los regiomontanos? o ¿del
hueco semejante dejado por Televisa al cerrar el Centro Cultural
Arte Contemporáneo un par de años antes?(11)
¿FEMSA se había "equivocado" en su jerarquización
filantrópica al privilegiar el Museo por encima de sus labores
de ayuda social y rectificó el camino?(12)
Las acciones humanitarias de toda empresa dependen de los márgenes
de ganancias.(13)
Si bien FEMSA, antes de que contrajera el compromiso de abrir un
espacio cultural y establecer allí una de las colecciones
más importantes del país, había emprendido
acciones en pro de la comunidad, como el establecimiento de escuelas,
programas de protección al ambiente y ayuda a las minorías,
es probable que tales apoyos sociales fueran mermados por su reorientación
hacia la cultura y el arte. Al regresar a lo social, ¿enmendaron
un error? ¿A pesar de la solidez de la empresa tenían
problemas económicos y deseaban reducir gastos?
Como es lógico suponer, los mayores ingresos
de FEMSA no provienen de sus programas sociales o culturales, sino
de la cerveza, la distribución de Coca-Cola, la producción
de empaques, entre otras actividades; pero los programas socioculturales
tienen una ventaja imprescindible para una empresa: le proporcionan
publicidad gratuita. Invertir en ellos se visualiza como actos de
empresas preocupadas por su comunidad.(14)
En la revista regiomontana Generación
se leía en septiembre del 2000: “El capricho social
no construye ciudades, no construye cultura, no forma equipos, ni
sube la producción. El capricho en el poder no forma futuro”.(15)
Las autoridades del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
(Conaculta) en ese entonces ni siquiera insinuaron que podrían
hacer algo para evitar el cierre del Museo de Monterrey. Es cierto
que desde la acumulación de objetos de arte puede considerarse
un “capricho social”, significativamente en este caso
ya no es sólo un grupo de adinerados o una empresa, sino
el común de la población de esa urbe norteña
que intenta ligarse con un patrimonio artístico, cuando las
necesidades económicas están colectivamente satisfechas.
En Monterrey gran porcentaje de los bienes culturales
queda en manos de los particulares; Conarte, institución
del gobierno del Estado, hace lo propio, pero el apoyo de Conaculta
es casi nulo. Dentro de este panorama, la Colección
de Arte FEMSA ha contribuido a constituir el gusto y los valores
de “una mirada corporativa socializada”(16)
–vale considerar que afortunadamente– y descentralizada,
una mirada que ha buscado reflejar la posición de FEMSA ante
el mundo: tradicional, pero altamente productiva.
El cierre del Museo de Monterrey significó
una realidad en la que los intereses económicos le ganan la
batalla a las cuestiones culturales y artísticas; posiblemente
un objetivo de la Colección es una falsa redención en
la que la cultura compensa los altos porcentajes de ingresos además
de ser un activo de la empresa. En contradicción con su propio
discurso como empresa responsable socialmente, el arte y la cultura
también proporcionan a FEMSA recursos económicos, y
apoyarlos ni siquiera son acciones sociales filantrópicas al
cien por ciento. Habría que ver qué sucederá
con colecciones regiomontanas creadas ya en el siglo XXI; lo deseable
es que se desarrollen con una conciencia que tome en cuenta las políticas
culturales como inversiones a largo plazo y que no considere el trabajo
y la industria como los únicos forjadores del espíritu.
¿Será posible que presenciemos mayor continuidad en
los compromisos culturales de las empresas?
Notas
1. Conversación con Nina Zambrano, presidenta
del consejo de ejecutivos del Museo de Arte Contemporáneo de
Monterrey (MARCO), sobre el Forum 2007 que se llevará a cabo
en esa ciudad. http://www.monterreyforum2007.org,
consultada: 26/03/06.
2. El Museo de Monterrey se inauguró el 7
de noviembre de 1977.
3. La mayoría de los datos, como fechas y
nombres, están publicados en la página de FEMSA, http://www.femsa.com.
4. Ibid.
5. La Bienal ha contado con la participación
de 4 938 artistas, y 11 108 obras.
6. Xavier Moyssén L., “Vida y obra de
una colección”, en Colección FEMSA, una
mirada continental, México, MARCO, Difusión y
Fomento Cultural A.C., 2005, p. 2.
7. ALFA es una empresa mexicana integrada por cuatro
grupos de negocios: Alpek (petroquímicos y fibras sintéticas),
Sigma (alimentos refrigerados y congelados), Nemak (autopartes de
aluminio) y Onexa (telecomunicaciones). Grupo Alfa México,
http://www.alfa.com.mx, consultada:
26/03/06.
8. El Museo fue cerrado oficialmente el 28 de mayo
del 2000. Ese mismo año FEMSA y el Consejo para las
Artes de Nuevo León (CONARTE) firmaron un convenio para continuar
impulsando la cultura.
9. FEMSA, op.cit.
10. En noviembre del 2006.
11. El Centro Cultural Arte Contemporáneo
que pertenecía a Televisa cerró en 1998, ya que la
empresa intentaba reposicionarse en los mercados. Televisa quería
mejorar sus finanzas y optimizar sus recursos en el área
deportiva y de noticias.
12. Véase: Francisco Reyes Palma, “El
museo entre dos discursos”, en Panoramas, febrero
2001, http://www.panoramas.org.mx/museo_entre_dos.htm
(en caché), consultada: 30/03/06.
13. Véase: Paul A. Di Donato, “El estado
de la filantropia empresarial”, enero 2004, http://www.hivatowork.org,
consultada: 29/03/06.
14. En Brasil las empresas que llevan a cabo actividades
filantrópicas tienen ochenta por ciento más de clientes
que las otras, manteniendo los mismos costos.
15. Juan José Díaz Infante, “Un
ensayo serio del arte en Monterrey y cualquier parte del mundo”,
citado en: “La cultura termina cuando empieza el cabrito”,
http://www.nettime.org/Lists-Archives/nettime-lat-0104/msg00077.html,
consultada: 29/03/06.
16. Xavier Moyssen L., op. cit., p. 1.
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