Calle Emilio Castelar, número 131, colonia Polanco, ciudad de México. Casa catalogada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Dirección de Sitios Patrimoniales y Monumentos del Distrito Federal.
Foto: María Bustamante H.
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El patrimonio arquitectónico de Polanco
en peligro de extinción
En 1938, en la ciudad de
México los fraccionadores Raúl Basurto y José
de Lama comenzaron el desarrollo inmobiliario de los terrenos de
la antigua Hacienda de los Morales (años antes ambos se habían
encargado de la urbanización de la colonia Hipódromo
Condesa). Así, sobre alfalfares, maizales y establos se creó
una de las zonas de más renombre de la capital: la colonia
Polanco, en la que se edificaron obras destacadas de la arquitectura
habitacional mexicana, que en la actualidad corren el riesgo de
ser demolidas al no estar catalogadas y al no considerar el lugar
como zona patrimonial.
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MARÍA BUSTAMANTE
HARFUSH • MAESTRA EN
ARQUITECTURA
Cronista de la Delegación Miguel Hidalgo-Tacubaya,
Asociación de Cronistas de la Ciudad de México
maria_tau@prodigy.net.mx
En los últimos años se ha registrado
la más grande demolición de casas con valor patrimonial
en la colonia Polanco de la ciudad de México: más
de cincuenta inmuebles que tenían un especial valor histórico
y arquitectónico han sucumbido ante la presión inmobiliaria
y, sobre todo, por la falta de apreciación de nuestro patrimonio.
A finales del siglo pasado, la Dirección de Sitios Patrimoniales y Monumentos (DSPM) de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) del Distrito Federal había catalogado 380 inmuebles con valor arquitectónico relevante o ambiental en la zona de Polanco, los cuales coincidían –casi– con los 132 inmuebles enlistados anteriormente por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Sin embargo, se han encontrado más de doscientos inmuebles con valor patrimonial que quedaron fuera de esa selección y que corren un mayor riesgo de ser demolidos.
Todavía más alarmante fue la publicación
que hizo la Seduvi y la DSPM en la Gaceta Oficial el 10
de mayo de 2006, en la que se enlistan nuevamente los monumentos
en Polanco y se omiten más de 150 inmuebles que ya estaban
en su listado original. Algunas de las edificaciones que no se mencionaron
fueron aquellas que ya habían sido demolidas y otras más
que se han estado demoliendo, sin fijar responsabilidad por esta
nueva selección y las repercusiones que esto implica ya que
la Delegación Miguel Hidalgo (DMH) sólo considera
de valor patrimonial las que aparecen en esta última.
Ahora bien, el hecho de que las edificaciones estén
enlistadas y catalogadas no ha sido suficiente para su conservación
y permanencia, ya que “todavía faltan leyes que sirvan
como verdaderos instrumentos para su protección”, de
acuerdo con lo expresado por el licenciado Xavier Guzmán
Urbiola –director de Arquitectura y Conservación del
Patrimonio Artístico Inmueble del INBA.(1)
Incluso cuando Polanco se constituyó en
Zona Especial de Desarrollo Controlado (Zedec), que en 1992 se convirtió
en el Programa Parcial Polanco, no se consideró que debía
ser delimitada como una zona patrimonial. Al respecto, el arquitecto
Jorge Gamboa de Buen en aquellos tiempos decía: “si
las obras tienen suficiente valor, seguramente los propietarios
las conservarán en su estado original, y por ello no hace
falta protegerlas con reglamentos…”(2)
Sin embargo, no fue así. Las grandes casonas de Polanco se
fueron desocupando, heredando, cambiando de uso y, cuando no era
conveniente económicamente o simplemente no le daban su valor,
fueron demolidas. Basta con citar casos específicos como
el inmueble de Arquímedes 25, demolido ante los ojos de todos,
sin autorización y a pesar de las innumerables cartas que
enviaron el INBA y la DSPM a la Delegación Miguel Hidalgo,
quienes respondían que no podían hacer nada puesto
que lo que habían realizado esas dependencias era sólo
un “listado preliminar”. Nada pudo evitar tal destrucción.
Las casas típicas de Polanco y los edificios
de las décadas de 1940, 1950 y 1960 están en “estado
de indefensión”, a decir de Carlos Ruiz de Chávez,
director General de Obras y Desarrollo Urbano de la actual administración
en la DMH. El argumento es que no se puede frenar el desarrollo
de Polanco e impedir la demolición de esos inmuebles, debido
a que la colonia no es considerada todavía como zona patrimonial.
Los casos en que las obras han sido recicladas, remodeladas y restauradas son contados y son, a su vez, excelentes ejemplos de que sí se pueden sostener y que, por el contrario, son un símbolo de distinción para las empresas que las han sabido apreciar, tales como la Casa Domit, la Casa Robert’s –debajo de la gran vitrina–, la Casa Felguérez y otras más sobre la avenida Presidente Masaryk y la calle Emilio Castelar.
Cabe mencionar que, ante el desconocimiento de cómo tratar el patrimonio, muchas personas consideran que es mejor tirar que remodelar o restaurar, cuando en realidad, en la gran mayoría de los casos, lo segundo es económicamente factible y, además, al ser estas casas consideradas monumentos, pueden contar con importantes incentivos fiscales de apoyo para su conservación “como la exención del pago del predial, del pago de escrituras y otros que vienen dentro del Código Financiero”, comenta la arquitecta Beatriz Pérez Méndez, subdirectora de la DSPM.
De acuerdo con el restaurador y arquitecto Manuel Berumen de la Universidad Iberoamericana:
[…] la especulación a gran escala
de los bienes raíces en donde el valor del terreno y su
localización es más importante que el inmueble,
ha convertido a la arquitectura en una de las artes más
indefensas y vulnerables. Las obras arquitectónicas tienen
valor testimonial, son voces del pasado que, como bienes del interés
público, deben conservarse por sus usuarios temporales,
como patrimonio para las generaciones futuras.(3)
La defensa del patrimonio no se enfoca únicamente
a las casas neobarrocas o de estilo californiano, sino además
a otras construcciones valiosas desde el punto de vista arquitectónico
y que, por diversos criterios, han quedado fuera de las listas y
de los catálogos formales. Obras de arquitectos importantes
como Vladimir Kaspé, Mario Pani, Francisco Serrano y otros
–de menor renombre pero con una gran calidad arquitectónica–
corren el riesgo de perderse ante la falta de cultura arquitectónica
y por no llevar a cabo una intervención oportuna.
Con el anuncio el 31 de marzo de 2006, de que la
Seduvi realizará una revisión, modificación
y actualización del Programa Parcial de Polanco, se nos dio
una nueva oportunidad para elaborar una verdadera propuesta de conservación
y valoración del patrimonio arquitectónico que tiene
la zona y de dirigir su desarrollo hacia un proceso más armónico,
congruente y de manera integral.
Hemos entablado –como vecinos de Polanco– un diálogo con las instituciones involucradas (INBA-DSPM-DMH), cuyos funcionarios han expresado su interés en fortalecer los mecanismos para la protección del patrimonio, revisar y ampliar sus listados y catálogos de monumentos, evitar más demoliciones de edificaciones importantes y coadyuvar de manera conjunta para lograr que las edificaciones originales y contemporáneas, junto con sus calles, plazas, parques y árboles –que tanto valor e identidad le han dado a nuestra colonia en sus setenta años de existencia– sean conservados para lograr un mejor Polanco.
Dicen que la mejor defensa del patrimonio está en los ojos que lo vigilan y que buena parte de atención deben de tener las instituciones referentes al patrimonio, pero el otro tanto está en nosotros, en las denuncias oportunas y en la correcta valoración y aprecio por lo que tenemos.
Notas
1. En una reunión que sostuvo el 6 de abril
de 2006, en sus oficinas, con la Junta Vecinal de Polanco.
2. Rafael R. Fierro Gossman, La gran corriente ornamental del
siglo XX: una revisión de la arquitectura neocolonial de la
ciudad de México, México, Universidad Iberoamericana,
1998, pp. 181. De pláticas con Jorge Gamboa en sus oficinas
de Pino Suárez durante la realización del proyecto de
Rescate Urbano para la zona de Polanco (1990).
3. Manuel Berumen Rocha, “Demoler o restaurar en Polanco”,
Obelisco, México, octubre de 1986, pp. 7-16.
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