Imágenes y símbolos del ´68. Fotografía y gráfica
del movimiento estudiantil,
México, Coordinación de Difusión Cultural, UNAM, 2004, 253 págs. |
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Recuento de una imaginación combativa
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CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
• HISTORIADORA
Investigadora del Cenidiap
cristina_hijar@hotmail.com
A 36 años del movimiento estudiantil de 1968,
Arnulfo Aquino y Jorge Pérezvega producen y publican una excelente
compilación de las imágenes y los símbolos producidos
entonces. Me parece que este libro, junto con la edición especial
de la revista Zurda, publicada el segundo semestre de 1988, constituyen
las dos publicaciones fundamentales sobre el tema.
Tres breves textos abren la edición que nos ocupa.
El primero, de Hernán Lara Zavala, de sugerente y atinado título,
Batallas contra el olvido, destaca la importancia de esta recuperación,
larga y tenazmente realizada por el Grupo Mira, de fotografías,
carteles, volantes, caricaturas, grabados, pancartas, pegas, pintas, plantillas,
citas, canciones, poemas, consignas, fragmentos literarios y periodísticos
que, paradójicamente y a pesar de su carácter efímero
y coyuntural original, han trascendido como testimonios de primera mano
de gran valor histórico. Se trata, pues, de no olvidar ni a unos
ni a otros en un momento histórico constitutivo en la lucha por
la democracia en México.
Las siguientes dos presentaciones corren a cargo de Aquino
y Pérezvega, quienes contextualizan, rememoran y actualizan al
movimiento estudiantil del 68. Ambos fueron integrantes de Mira, fundado
en 1977 por egresados de la Academia de San Carlos. Desde entonces orientaron
su producción artística al servicio de causas justas, desde
la denuncia política hasta la crítica feroz al consumismo
o a los medios de comunicación, sin faltar su activa participación
en el ámbito de la educación artística. Cabe mencionar
que fueron protagonistas del 68 desde su condición de productores
gráficos. Después y al paso del tiempo habrían de
avocarse a la tarea de constituir una importante y única colección
de esta gráfica, no para atesorarla sino para difundirla en múltiples
exposiciones y en una primera publicación titulada La gráfica
del ’68 (1982, con una nueva edición en 1993). Asimismo,
son presencias infaltables en todo lo que tenga que ver con este hecho
histórico.
De indudable valor documental, esta publicación
y las excelentes reproducciones de los materiales de agitación
y propaganda producidos en el marco del movimiento estudiantil, muestran
también la indiscutible aportación estética-artística
al haber marcado pautas e inaugurado experiencias para el futuro desarrollo
del arte en México: nuevos soportes, nuevas técnicas, nuevas
formas, “inimaginables medios propagandísticos”, como
bien los califica Pérezvega.
Resulta muy importante la inclusión de los seis
puntos del pliego petitorio del movimiento: libertad a los presos políticos,
derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código
Penal (delito de disolución social), destitución de los
jefes policiacos, desaparición del cuerpo de granaderos, indemnización
para los familiares de los estudiantes muertos y para los heridos, deslinde
de responsabilidades y la condición del diálogo público
para la solución de estas demandas, que rebasaron el ámbito
académico y estudiantil.
Las brigadas de propaganda, la foto de los niños/boleros
solidarios marchando con los estudiantes al igual que las madres, los
padres y los abuelos; la estrecha relación de colaboración
establecida con los campesinos de Topilejo; los periódicos murales,
y el renombramiento de los espacios universitarios así reapropiados
por las comunidades: Ho Chi Minh, Camilo Torres, Ché Guevara,
Genaro Vázquez… son algunas de las imágenes encontradas
con emoción en esta edición a lo largo de los diez capítulos
que inician con fotomontajes para contextualizar nacional e internacionalmente
al movimiento estudiantil mexicano, para concluir con la masacre del 2
de octubre y varias obras gráficas alusivas al tema. La imagen
que cierra la publicación es la fotografía de la Estela
de Tlatelolco, colocada en la Plaza de las Tres Culturas en 1998,
a 25 años de la masacre.
Se incluyen también la relación de archivos consultados, las fuentes, la bibliohemerografía fundamental y los agradecimientos necesarios que rebasan la cortesía para mostrar el esfuerzo colectivo desplegado para esta recopilación. Una aportación importante es la labor realizada por identificar a los autores de las imágenes reproducidas por capítulo, habitualmente consignadas como anónimas, para reconocer a las personas que con nombre y apellido habitaron por días y días los talleres de impresión emergentes habilitados en las escuelas y que, sin proponérselo, nos legaron la producción gráfica más importante de los tiempos recientes.
De hermoso y contundente diseño, realizado por
Dunahí Aquino y Paul Alarcón, la cuidada selección
de textos: poesía, canciones, testimonios, y la reproducción
completa de un infame documento Fichero político, elaborado
por la Secretaría de Gobernación de entonces y distribuido
en las escuelas y facultades, son presentados con tipografías distintas
en puntaje y colores para destacar los contenidos clave, combinado con
un diseño de las imágenes a manera de collages
o fotomontajes, la integración de la gráfica con la fotografía,
las consignas en cintillos, a página rebasada o con la sola reproducción
de una pega, una foto o una imagen gráfica, lo que deviene en un
diseño dinámico, cálido y muy bien logrado que transmite
los ambientes y que, evidentemente, no tiene nada que ver con los diseños
editoriales ascépticos y aparentemente neutrales. El cuidado de
la edición, de mil ejemplares, estuvo a cargo de Azul Aquino.
Hay que celebrar que Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México haya decidido participar de esta coedición en la que se incluye un capítulo dedicado a la defensa de la autonomía universitaria, con varias imágenes del entonces rector Javier Barros Sierra encabezando la protesta contra esta violación y un fragmento textual en donde concluye llamando a defender, “…dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: ¡nuestra autonomía!…”; definitivamente eran otros tiempos.
Hay que mencionar además que Grupo Mira constituyó
dos colecciones de estos materiales, una de ellas fue donada al Museo
Universitario de Ciencias y Artes (MUCA) y la otra se encuentra en préstamo
temporal en el Archivo General de la Nación.
Testimonio documental, reportaje gráfico, recuento de los logros de una imaginación combativa y urgente… todo esto y más es esta publicación ampliamente recomendable que no se limita a dar cuenta nostálgicamente de lo ocurrido sino que es una forma más de exigir castigo a los culpables de la masacre de la Plaza de las Tres Culturas, del jueves de Corpus y de todas las represiones realizadas desde el poder del Estado.
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