D I V E R S A E N T R E V I S T A • • • • • •
 

 

 

La turbulencia del cuerpo. Entrevista a Rafael Lozano-Hemmer

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ADY CARRIÓN PARGA ARTISTA VISUAL
adycarrion@prodigy.net.mx

 

Rafael Lozano-Hemmer
• Standars and Double Standars •
subescultura 3, 2004, instalación robótica con 10, 50 ó 100 cinturones suspendidos, sistema de vigilancia computarizada y algoritmos de contagio, dimensiones variables, cada cinturón 30 cm de diámetro
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Rafael Lozano-Hemmer
• Caguamas sinápticas •
subescultura 4, 2004, 30 botellas de vidrio sobre mesa de madera motorizada controlada por algoritmos de simulación neuronal, 86 x 210 x 180 cm.

 

 

Estas piezas las llamas “subesculturas”, ¿por qué? ¿Qué subyace de la escultura en ellas?

Hay dos piezas que son subesculturas, las botellas y los cinturones. [Aquí el autor señala una pieza realizada con botellas de cerveza Indio, intitulada Caguamas sinápticas, y otra, Standards and double standards, ubicada al fondo de la galería, en la que unos cinturones penden del techo con un mecanismo que registra el movimiento del espectador y activa el desplazamiento de los cinturones.] La subescultura es una escultura que no está basada tanto en el objeto, sino en las relaciones. Junto a esto, la idea de que el proceso, el movimiento, la interacción o las matemáticas son la parte que más se subraya, y no tanto el objeto coleccionable. La subescultura es sub porque está debajo de la idea de algo completo, es decir, una escultura vive de por sí, pero la subescultura sin la participación del público no existe. O también es sub en el sentido subversivo, porque tienes que replantearte cómo se utiliza el espacio; la escultura es una utilización de espacio, aquí lo que hacemos es que transformamos ese espacio ya sea con proyecciones o sensores o con cualquier tipo de dispositivo. Pero no todas las piezas de la exposición son subesculturas, nada más ésta y los cinturones.

El reconocimiento de nuestra corporalidad nos da un sentido de existencia, y eso lo obtenemos a través de una memoria corporal, el sentido del tacto y la experiencia. ¿Cómo se relacionan el cuerpo y la máquina, pensando que la máquina no tiene esa memoria corporal, ese tacto, esa experiencia?

La diferenciación entre cuerpo y máquina yo la veo ficticia, yo creo que somos máquinas y creo que las máquinas tienen cuerpo. De modo que esta idea de aceptar que nosotros somos máquina inicia la complejidad de nuestra situación. En México, creo que en promedio la gente ve televisión cuatro horas y media al día. Entonces, esto digamos que ya empapa quiénes somos, qué es lo que estamos viendo, no podemos distanciarnos de la tecnología. La tecnología es parte de nosotros, es parte de nuestro cuerpo, es parte de nuestra piel. Por eso no la llamo una herramienta, sino un vocabulario, un lenguaje del cual no nos podemos distanciar. Todas estas piezas no son una confrontación, sino una complicidad.

Si consideramos que cualquier individuo tiene una serie de información que reelabora o reorganiza con base en su experiencia, y una máquina también, le introduces información y la reorganiza con base en un programa, ¿cómo se da esta relación entre la experiencia del individuo y la tecnología que pones en juego?

La verdad, muchas veces es algo que yo mismo descubro con la presentación de las piezas en el espacio público o al público, porque al final hay realidades dispares, que intentamos interconectar, pero lo más agradable es cuando te sorprende la forma en que estas dos realidades -o tres o diez- que coexisten tienen porosidades e intercomunicaciones. Así, en el caso de mi obra, procuro no estar aferrado a un desenlace o a una idea de concepción súper estricta y prefiero dejar que la gente juegue más con esas realidades. Por ejemplo, la pieza Standards and double standards, la de los cinturones, en mi opinión es violenta y agresiva, es una pieza en donde este grupo de cinturones te está observando. Sin embargo, cuando la presentamos en Suiza tuvimos un grupo importante de personas gay que vinieron y estaban encantados con la idea de ser seguidos y lo encontraban como una situación homoerótica. A mí me gustó mucho esta idea porque de repente no tengo yo el monopolio sobre cómo estas piezas se interpretan, y de hecho me gusta mucho que haya una múltiple lectura de ellas. La ingeniería no viene de arriba hacia abajo, sino de la pieza, es condición inicial y luego la gente hace con ellas lo que quiere.

En esa obra, Standards and double standards, es claro el uso del cuerpo, el cuerpo del individuo, el cuerpo ausente y el cuerpo tecnológico, o la tecnología corporeizada. Esta relación que te mencionaba entre cuerpo y máquina, y que decías que no se dividen;pero si no se dividen, entonces ¿el cuerpo del individuo se transforma? ¿en qué? ¿Y la máquina, como cuerpo, también se transforma?

Hay varios cuerpos. La pregunta del cuerpo es bien interesante porque el cuerpo no se define nada más como una estructura sólida, sino también es exactamente el movimiento de ese cuerpo, la memoria, como bien decías antes, hay un montón de capas en donde el cuerpo se refleja; pero en el caso de este trabajo estamos utilizando la idea de cuerpo público, la idea de que hay un grupo y, con ello, una relación compleja. Lo que me gusta de esta pieza es que hay una turbulencia del cuerpo, eso me gusta, la turbulencia del cuerpo, porque en esta pieza tienes un cinturón que te persigue, pero cuando tienes un grupo (ahora sólo tenemos diez cinturones, la instalación se integra hasta de 100) empiezan a haber pequeños remolinos de influencia. Por ejemplo, si tú y yo estamos aquí, de repente queda un cinturón entre nosotros, él no sabe si ir hacia ti o hacia mí, y empieza, como si fuera agua en un riachuelo, empieza esto a generar lo que se llaman comportamientos emergentes no lineales, me interesan mucho porque al final definen al cuerpo no como una entidad cerrada o sellada, sino una entidad en relaciones. En neurología, Maturano y Barella hablan sobre el hecho de que una neurona no puede existir sola, es decir, que la idea de una neurona independiente no existe, es única y exclusivamente en relación con las otras neuronas y a la interconectividad de las mismas. Y esa misma metáfora de las neuronas se aplica a los humanos, porque ese cuerpo sin lenguaje no existe, por eso me gusta mucho ver al cuerpo como un nodo en una red.

¿Cuáles son las particularidades de tu propuesta en el sentido de que es un evento, no sólo ahora, cuando la presentas, sino que es un evento desde que la concibes, llamas a la gente, colaboran? Ahora en esta obra que estoy viendo [se trata de una pieza en la que el espectador puede llevarse una cinta adhesiva de demarcación con la leyenda “Peligro, circuito cerrado”, que en la exposición delimita el campo de visión de las cámaras de vigilancia, invitándonos a delimitar los campos de otras cámaras de vigilancia que nosotros conozcamos para así proyectar la obra fuera de la galería], entiendo que es un evento incluso después, cuando yo me lleve la cinta y la coloque en un espacio nuevo, ¿cómo se da, pues, esa particularidad del evento, en el sentido de lo que has planteado del arte electrónico como arte performático?

Es cierto, porque de hecho las piezas están hechas en un entorno totalmente conectivo, no colectivo porque eso suena muy “sesentas”. Conectivo es más interesante porque implica esta idea de nodos en la red, de distintas personas que participan en el desarrollo de una obra y de alguna forma integran su participación. Para mí es bien importante decir que la idea del artista individual, romántico, bohemio, que tiene una inspiración, que esto se acabó. Yo trabajo con programadores y, por ejemplo, la pieza de las botellas la hice con un neurólogo, quien me asesoró sobre las conexiones sinápticas; otras piezas las trabajo con lingüistas... etc. Las piezas son diálogos y tienes razón al decir que el diálogo comienza ya desde antes. Incluso cuando estás trabajando con un programa de software que ya está programado es muy sencillo extraer la idea de que es una colaboración, tú estás trabajando ya con las herramientas que alguien más diseñó... para ti. Cuando actúo de esa manera soy muy consciente de que existen estos precedentes y de que eminentemente el trabajo debe ser social. Porque muchas de mis piezas si no están activadas por el público no existen y creo que eso va en contra de mucho de lo que el arte ha intentado hacer, establecer estas relaciones de solidez y permanencia. Pero, en mis obras, es nada más la lectura excéntrica la que les permite sobrevivir.