Eréndira Meléndez, Germán Montalvo. Revelaciones del plano, México, Conaculta, 2003, 64 pp. (Colección Círculo de Arte.) |
|
Los trazos en el plano
• • •
CARMEN GÓMEZ DEL CAMPO
Investigadora del Cenidiap
carmengdelc@terra.com.mx
En un ejercicio de síntesis, a la manera de una composición visual, Eréndira Meléndez recrea la red gráfica que une las rutas y las estaciones por las cuales han transitado la formación y la obra de Germán Montalvo. A través de un trazo sencillo, en el cual a su escritura sobrepone su formación visual, la autora se desplaza y condensa, recorre y enlaza épocas e iconos, talleres y escuelas, trabajo y estudios, en una trama que compone y figura la labor, la pasión y el compromiso que sostiene la creación artística del diseñador gráfico.
Eréndira Meléndez inicia su trazo cuando Germán Montalvo sólo tenía doce años de edad y ya estaba inscrito, sin saberlo, en la educación de su mirada. Entre los iconos de su época (los Beatles, Jimi Hendrix, el Che Guevara), la experimentación con aparatos y su adaptación a la creación de nuevas imágenes a partir de calcas, comienza, nos dice la autora, la formación artística del diseñador. Fueron el primer antecedente de lo que más tarde se traduciría en la captura con la mirada de los rasgos de su cultura y su composición en un diseño visual.
Después de este primer pasaje por el mundo de la creación, más cercano a la experimentación como un juego, Meléndez extiende su trazo y nos conduce al primer encuentro formal del diseñador con el arte, ocurrido cuando ingresó a una de las escuelas de Iniciación Artística del Instituto Nacional de Bellas Artes. La autora nos depura la atmósfera que imperaba en la educación formal y en la comunidad plástica en aquellos años, cuando “se presentaba un fuerte contraste de tendencias entre los artistas de la abstracción y de la Escuela Mexicana, quienes manifestaban una intolerancia recíproca”. Si bien en el plano internacional el diseño gráfico ya poseía legitimidad propia desde la década de 1920, en México, afirma Meléndez, fue hasta los años cincuenta cuando surgió la abstracción con el movimiento de Ruptura y con ello abrió el paso al diseño gráfico para integrarse al territorio artístico y cultural como un protagonista más. Pero no es aquí donde el trazo de Eréndira se concentra, éste se expande y llega ahí donde Germán Montalvo encuentra en el ejercicio del oficio, en el trabajo y en las relaciones afectivas con figuras importantes de la cultura, su verdadera escuela y formación. Así, de Lamberto García Montalvo aprende a utilizar los instrumentos, de Antonio España la exigencia y cuidado en la ejecución del diseño y gracias a Mariana Yampolsky obtiene una beca para estudiar en Milán y, posteriormente, su ingreso al mundo editorial.
En esta nueva estación, la autora delinea y resalta el trabajo autodidacto del diseñador, bajo un ritmo intenso y riguroso de lecturas sobre diseño y arte. Más tarde todo diseño de Montalvo estará antecedido por una inmersión en el tema. Eréndira Meléndez destaca este involucrarse en el contenido previo al diseño, como la condición para “sintetizar con forma, color y texto una imagen”.
Detenerse en esta estación, a su vez, permite a la autora colorear e iluminar aquello que sostiene el trabajo artístico de Germán Montalvo: disciplina y compromiso con su trabajo, conocimiento y comprensión de su cultura, pasión y humor en su creación. Todo esto puede ser observado con todo detalle en los carteles del diseñador. De acuerdo con Eréndira Meléndez, son una síntesis creadora y recreadora de la cultura popular mexicana. Cada cartel, subraya, es una combinación que “parece salir de un solo gesto, una pincelada, una sola intención: la aparición de lo espontáneo”. Los carteles serían el fino trazo que recoge cada elemento de la cultura, lo aleja de la acción o la palabra y lo traslada a una imagen que deviene acertijo, enigma, albur, invitación a pensar, al sustituir las palabras por imágenes y luego jugar con ellas.
Al poner luz sobre aquello que sostiene y recorre el trabajo y la obra de Germán Montalvo, este ensayo se convierte en una invitación a acercarnos a su obra como lo haríamos a un juego nuevo, a participar en la solución de un acertijo, a reírnos juntos ante la fineza de un albur o a mirarnos, pensarnos y reencontramos en ese espacio vivo, lúdico, que es la cultura popular mexicana, representada en un diseño gráfico o en un cartel cultural de Montalvo.
|
|