Froylán Ruiz
• Homenaje... la burla •
2003, óleo sobre tela.
Foto: cortesía del artista.
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¡Cuidado... pintura fresca!
Con motivo de la exposición Alegórico
posmoderno, inaugurada el 23 de abril de 2004 en la Casa
de la Cultura de Celaya, Guanajuato, y posteriormente presentada en
la Galería José María Velasco del 18 de julio al
19 de agosto, la investigadora Guillermina Guadarrama nos ofrece un
texto acerca de la vigencia de la pintura en un entorno en el que los
“neoconceptualismos” privilegian otros medios como vehículo de
expresión.
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GUILLERMINA GUADARRAMA PEÑA
• HISTORIADORA
DEL ARTE
Investigadora del Cenidiap
guillegumx@yahoo.com.mx
Quizá hoy más que nunca ser pintor se ha
convertido en una postura de resistencia y rebelión, ante el avasallamiento
de objetos y acciones cotidianas y triviales que se han calificado como
artísticos sólo por el hecho de que quien los instala o
realiza es un artista o pretende serlo. Así lo reconocen
los propios conceptualistas en su tercer manifiesto de largo título:
Contra el silencio que permite que se le llame arte conceptual a cualquier
cosa,(1) aunque ellos
mismos hagan cualquier cosa.
Los neoconceptualismos: performance, instalación,
arte virtual, video y otros, que permean actualmente el arte en el mundo
y que fueron en su origen un reto a la estética dominante, no lo
son más en México llevan más de tres décadas.
El neo transformó el reto vanguardista de demostrar la “imposibilidad
de cualquier relación entre arte y sociedad” en un orden donde
lo que importa es la representación antes que el contenido, de
manera similar a como lo hace la mercadotecnia.
Estos conceptualismos han cooptado diversos espacios
de exhibición e incluso se han creado recintos oficiales ex
profeso. En la globalización que nos invade no podría
ser de otra manera; si no veamos: además del Ex Teresa Arte Actual,
poco después transformaron la arcaica así considerada
por las autoridades culturales Pinacoteca Virreinal en el Laboratorio
de Arte Alameda. A éstos se unieron espacios que tenían
otro perfil, como la Sala de Arte Público Siqueiros, bajo la excusa
de que al promotor original de ese sitio, es decir, Siqueiros, le gustaba
la experimentación: es verdad, pero no se perpetuó en un
estilo aunque parezca lo contrario. Los museos también se convirtieron
en receptáculo de las llamadas artes emergentes, como el Carrillo
Gil, el Rufino Tamayo, el de Arte Moderno y el de la Ciudad de México,
por no mencionar al Chopo y al MUCA Roma, entre un largo etcétera;
demasiados espacios para lo alternativo y menos para la pintura. Les costó
trabajo conquistarlos, pero gracias a la globalización accedimos
al mainstream internacional del arte.
A su continuismo ha contribuido el circuito artístico,
léase críticos, galeristas e incluso pintores(2)
que se denominan híbridos, así como medios de
comunicación, especializados y no especializados, y coleccionistas.
Si no, cómo se explica que empresas como Jumex y FEMSA compren
piezas que están más cercanas a la publicidad(3)
y a lo kitsch(4) y que en
muchos casos son efímeras; o que se funde un art car museum
intervención de autos en Houston o que eventos,
ferias y bienales dediquen emisiones completas a lo conceptual, como inSite
y la Bienal de Venecia.
Pero al mismo tiempo que se amplía el círculo
de su aplicabilidad, no se cuestiona su calidad artística, lo que
ha dado lugar a la complacencia y autocomplacencia, donde los críticos
se deshacen por encontrar tipologías en las que se entremezclan
conceptos similares para calificar indistintamente una u otra.
Hoy día, esta antipintura, que paso a paso se
ha ido afirmando a sí misma bajo el argumento de ser “un arte de
estructura intelectual” como si la pintura no lo fuera está
desgastada. La reiteración del paradigma pronto se convirtió
en una convención hueca que le hizo perder la fuerza originaria.
Permanece gracias a que en la posmodernidad que nos invade no ser alternativo
es sinónimo de anacrónico.
Sin embargo, también se advierte un hastío
involuntario en los críticos. Por ejemplo, Teresa del Conde escribió
a propósito de piezas de la colección Jumex: “Las cajas
luminosas con mapas de Pablo Vargas Lugo siempre me han gustado, pero
creo que ya vi demasiadas.”(5)
En un intento por ser benevolentes con la invasión
conceptualista que nos satura podríamos suponer que la intención
de estos creadores al presentar artefactos como la caja de zapatos o el
anuncio de cerveza Sol de Gabriel Orozco(6)
colocados en el Museo Tamayo sea hacer una protesta inconsciente
contra el exceso de estética vuelto lugar común.
Ante ese panorama, los neoconceptualismos deberían
admitir su decadencia, no su fin, como se trató de hacer con la
pintura. Sin embargo, ésta no ha dejado de estar, los mismos alternativos
la utilizan en instalaciones, ambientaciones e incluso en ciertos performances,
aunque se escuden diciendo que se trata de elementos pospictóricos.
La pintura sólo terminaría si los mismos pintores la dejaran
morir, e incluso si esto sucediera siempre reaparecería con otras
expresiones, de otra manera; porque ésta se defiende sola cuando
el autor tiene algo que decir, aseguran los mismos creadores.
De acuerdo con el debate intrínseco del arte,
a la negación de la pintura que auspiciaron el conceptualismo y
sus teóricos le corresponde su revaloración, su turno de
subvertir, perturbar, conmover, porque la pintura sigue siendo “lo más
sofisticado, lo más revolucionario, aunque se le quiera mostrar
como lo más primitivo porque sigue usando un pincel”, declaró
el pintor español Manuel Sáenz.
El reto para la pintura es arduo, sobre todo porque los
críticos y teóricos la circunscriben a la noción
de arte moderno como sinónimo de tradicional y antiguo, mientras
que lo contemporáneo, es decir lo nuevo, es lo conceptual. Combatieron
al arte pictórico argumentando que es un producto de la modernidad
capitalista y consecuentemente elitista, y presentaban a lo alternativo
como anticapitalista; pero hoy es más evidente en los conceptualismos
la connotación elitista y capitalista que pretendían atacar.(7)
Alegórico posmoderno
Pese a todo, los neoconceptualismos y la pintura perviven,
aunque en desigualdad de condiciones, porque "el futuro no tendrá
que escoger una de esas tendencias renovadoras, retro sino
que desarrollará lógicas duales, la correspondencia flexible
de las antinomias".(8)
Los pintores muestran la vitalidad de su género en esta exposición
Alegórico posmoderno, en la que los autores aluden a la
alegoría y a la posmodernidad. En sus lienzos demuestran que es
en la pintura donde pueden dialogar diferentes formas estéticas
posmodernas, acercando épocas pictóricas distantes e incluso
aproximar autores disímbolos como Froylán Ruiz y Gabriel
Orozco. Esta muestra resignifica el término posmodernidad, o mejor
dicho a las posmodernidades, desde el planteamiento de Federico de Onís,(9)
pasando por Charles Jenks y las acepciones de las décadas de 1970
y 1980 hasta las actuales.
En México la polémica sobre el concepto
de posmodernidad inició en los años ochenta. En ese momento
se cuestionó su significado; no se sabía si era una moda
o un estilo: coloquios, simposios y encuentros trataron de definir el
concepto. Había una especie de histeria entre algunos historiadores
del arte por combatirlo, apuntando a un interés nacionalista e
incluso llegó a calificarse como una forma de coloniaje,(10)
como si todo lo que nos rodea no lo fuera.
Efectivamente, el término es de origen eurocéntrico,
español para mayor precisión, acuñado hace más
de siete décadas como una postura contra el desgaste de la modernidad
donde habría que reciclar elementos y dar una visión más
fresca al arte. El concepto finalmente se aceptó y sin dejar de
ser polémico por sus múltiples significantes ahora sólo
se menciona eventualmente; al parecer fue sustituido por globalización,
con lo cual ya casi nadie alude a la defensa de ningún nacionalismo,
al menos hasta el 11 de septiembre de 2001, cuando varios países
volvieron a cerrar sus fronteras, sobre todo a aquellos extranjeros de
piel morena y que parecieran árabes.
Una acepción de posmodernidad atribuida a Charles
Jencks, (11) planteada en
esa doble codificación posmodernista de mezclar lo nuevo con lo
viejo y deconstruyendo obras consideradas canónicas de las artes
visuales modernas, forma parte de la presente exposición, desde
la Venus medieval rodeada de emblemas del Renacimiento
clásico, como el Moisés, la arquitectura y una serie de
iconos alusivos a ese periodo que parodia a Botticelli, hasta la
alegorización del ambiente de destrucción-guerra de hoy,
que se esgrime en nombre de una ambivalente paz, tan frágil en
estos días, significado con un perro monstruo que rememora el Guernica
de Picasso, ambas obras de Rodrigo Pimentel; así como Crónica
de una guerra anunciada de Antonio Luquín, quien recurre
a una diminuta y repulsiva caperucita rubia, ubicada en el peinado de
la chica, para indicar el horror a la guerra, de manera similar a Eco
del llanto de Siqueiros o el El grito de Edward Munch.
Obras que aluden a la desesperanza y catástrofe de una evolución
a-evolutiva posmoderna, en este caso asociada con expresiones apocalípticas
y escépticas.
Alegórico posmoderno también
contiene la ironía característica de ese concepto, significada
en Sermón, de Arturo Márquez, quien recicla elementos
del ritual católico clásico como el púlpito donde
el predicador efectúa sus proclamas. El autor señala la
doble moral por medio de los sensuales labios que sustituyen la figura
del evangelizador, en una clara postura crítica.
Laura Quintanilla, para quien la figura humana es fundamental,
encarna en su obra la desolación, nostalgia y tristeza. Froylán
Ruiz, por su parte, con una sintaxis híbrida que suscita el sarcasmo
e ironía contra el propio concepto de posmodernidad que en sí
es provocador al igual que el término alegoría, se burla
de la burla en Homenaje... la burla, donde reinterpreta al objeto
que se volvió “obra maestra”, la memorable caja para zapatos del
multicitado Gabriel Orozco. Pero Ruiz convierte la caja en arte al ponerla
como eje de su obra pictórica, aunque trate de ser un Homenaje.
Esa obra rememora el célebre cuadro de Magritte Esto
no es una pipa (Ceci n'est pas une pipe). Lo mismo sucede con el
realista carro-bicicleta de Márquez, situado en un paisaje surrealista.
Los trabajos presentados en Alegórico posmoderno
evidentemente son resultado de su tiempo y de su contexto, como
fueron las obras a las que aluden, en las que los pintores ofrecen un
momento de su experiencia, una intención y retoman el rumbo del
sentimiento, de la profundidad, así como un deseo de renuncia,
ruptura y emancipación de la tradición conceptualista, y
porque las emociones se escriben con pintura, dice Gustavo Monroy. Incluso
algunos pintores que han incursionado en los conceptualismos, llamados
híbridos, ahora se preocupan por recuperar el oficio pictórico.
Desde la época de Hegel, se especulaba sobre la
decadencia y el fin del arte porque aparecían constantemente nuevos
lenguajes y nuevas formas plásticas. Hoy se trata de retomar, revisar,
hacer relecturas, actualizar e ironizar con las formas clásicas
e incluso con las inmediatas. Hoy también se trata de buscar nuevos
significados para el concepto de posmodernidad a través de la pintura.
Alegórico posmoderno despliega y difunde pictóricamente
ese concepto, como un regreso de la mirada hacia el interior.
Finalmente, las obras presentadas en esta exposición,
además de ofrecer pictóricamente diversas versiones de la
posmodernidad, representan una postura ante la naturaleza del capitalismo
globalizante, sus ideologías y sus apocalipsis.
Notas
1. Este manifiesto es creación de la productora visual
Iris México y el crítico de arte Carlos-Blas Galindo.
2. A Roberto Turnbull el culto a la pintura le parece fuera
de lugar frente a la realidad, culto “que por suerte va desapareciendo
junto con la misma”. Guillermina Guadarrama, “Entrevista a Roberto
Turnbull”, inédita, 2001.
3. Los diseños publicitarios fueron realizados durante mucho tiempo por pintores; recuérdese a Jorge González Camarena. Pero ellos calificaban de comercial lo meramente publicitario. Por otro lado, en México, la Escuela de Diseño del INBA fue creada por pintores.
4. Con el apoyo del Fideicomiso México-Estados Unidos se celebró un encuentro entre productores de este género en ambos países, en el año 2000. Participó el mexicano Paul Bassegoda quien convirtió un antiguo camión escolar en galería ambulante de espejos y luces a la manera de feria de pueblo.
5. Teresa del Conde, “La Colección Jumex”, La
Jornada, 3 de abril de 2001, p. 6-A.
6. Evodio Escalante, La Jornada Semanal, 2002.
7. Cfr. Frederic Jameson, Teoría de la posmodernidad,
Madrid, Trotta, 1996.
8. Gilles Lipovetsky, La era del vacío, Barcelona,
Anagrama, 2002, p. 120.
9. De Onís definía el concepto “como un reflujo
conservador dentro del propio modernismo que ante el formidable desafío
lírico de éste, se refugiaba en un discreto perfeccionismo
del detalle y del humor irónico”. Cfr. Perry Anderson, Los
orígenes de la posmodernidad, Barcelona, Anagrama, 2000.
10. Varios autores, En tiempos de la posmodernidad,
México, INAH, 1989.
11. Cfr. Perry Anderson, op. cit., p.35.
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